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La mayoría de los padres leen a sus hijos. De hecho, se trata de un excelente hábito que potencia el desarrollo infantil, aunque los neurocientíficos alertan de que podríamos estar desperdiciando una excelente oportunidad ya que, al parecer, no sabemos sacarle el máximo provecho a la lectura.
De hecho, la mayoría de los padres leen a sus hijos por la noche, para que los niños concilien más rápido el sueño. Así, el cuento antes de irse a la cama se convierte en una rutina cuyo principal objetivo es calmar al pequeño. Otros padres son un poco más concienzudos y se preocupan porque la lectura les sirva a los niños para que mejoren sus habilidades lingüísticas o para que adquieran determinados valores.
Sin embargo, los neurocientíficos afirman que la lectura de libros a los niños, sin realizar pausas ni reflexiones, es como mirar una película. En práctica, los niños se ven aspirados por la trama, están tan ansiosos por llegar al final para conocer el desenlace que se pierden los detalles más importantes, o al menos se les escapan las mayores oportunidades de crecimiento.
La buena noticia es que los padres pueden remediar ese “error” simplemente cambiando la forma de leer.
Leer a los niños cambia su cerebro
Un estudio realizado por psicólogos de la Universidad de Princeton reveló que cuando leemos una novela desarrollamos una actitud más empática y comprendemos mejor los estados mentales de los demás. Esto se debe a que las novelas captan nuestra atención y, a través de la trama, nos involucran en los pensamientos y emociones de los personajes, nos ayudan a ponernos en el lugar de los demás.
Otro estudio, esta vez realizado en la Universidad de Emory fue un paso más allá y descubrió que los efectos de la lectura en el cerebro no son efímeros sino que se mantienen a lo largo del tiempo. Según estos neurocientíficos, leer una buena novela es como recibir un “masaje” suave pero poderoso, directamente en el cerebro. Y lo más interesante es que esos cambios persisten incluso cinco días después de haber terminado la novela, lo cual indica que los efectos de la lectura no cesan cuando cerramos el libro.
Obviamente, la mayoría de los libros escritos para niños no tienen ese nivel de profundidad y matices, pero en sentido general todos los cuentos infantiles se pueden utilizar para fomentar la empatía y desarrollar las habilidades de toma de decisiones. De hecho, un estudio realizado en el Hospital de Cincinnati en niños de 3 a 5 años desveló que los cerebros de los pequeños cuyos padres les solían leer mostraban una
mayor actividad como respuesta ante la lectura en las zonas vinculadas con la comprensión de la narración y la imaginería visual.
mayor actividad como respuesta ante la lectura en las zonas vinculadas con la comprensión de la narración y la imaginería visual.
El secreto para lograr que la lectura potencia aún más el aprendizaje y el desarrollo del cerebro es muy sencillo: leer haciendo pausas.
Enfatizar los conflictos potencia el aprendizaje
Según los neurocientíficos, la clave para que los niños le saquen el máximo provecho a los libros radica en que los padres sepan enfatizar los conflictos que se presentan en la trama, justo lo contrario de lo que los adultos solemos hacer.
De hecho, en muchos casos los padres pasan de largo por los conflictos que se presentan en los libros, leen más rápido hasta llegar al final, al desenlace feliz. Sin embargo, lo que deberíamos hacer es deternernos precisamente en esa parte y preguntarle al niño qué haría si estuviera en lugar de los protagonistas de la historia.
Los estudios han demostrado que cuando estamos aprendiendo y debemos tomar una decisión, recordamos mejor. Lo que sucede en esos casos es que el cerebro se pone en marcha como un todo. Cuando el niño escucha la historia que le leen sus padres, asume un papel pasivo. Sin embargo, cuando participa activamente y toma decisiones sobre el curso de los acontecimientos se activan diferentes zonas cerebrales que potencian el aprendizaje.
Es precisamente ese momento de reflexión el que permite que se produzca un aprendizaje más profundo, el que deja huellas más profundas en el cerebro del niño. De hecho, a menudo la parte más interesante de la historia tiene lugar precisamente cuando los padres cierran el libro y el niño reflexiona sobre lo que ha escuchado. Por eso, los buenos libros son aquellos que hacen pensar cuando la historia ha terminado.
Un momento para la trama, otro para el aprendizaje
No se trata simplemente de que los niños aprendan palabras nuevas o adquieran el amor por la lectura sino de generar experiencias intelectualmente más intensas que también propicien el desarrollo de sus funciones cognitivas.
Además, esta forma de lectura también estimula la empatía ya que motiva al niño a ponerse en el lugar de los personajes, tanto los “buenos” como los “malos”. Además, al encontrarse ante una disyuntiva moral, también es una poderosa herramienta para educar en valores.
Obviamente, no es necesario hacer una pausa para reflexionar cada vez que les leamos un cuento porque también es importante que los niños disfruten la magia de la trama y se dejen atrapar por esta, pero es importante que los padres sean conscientes de que la lectura rápida no es la mejor forma para sacarle partido a esos libros especiales que tienen grandes enseñanzas.
Fuentes:
Huttón, J. S. et. Al. (2015) Home Reading Environment and Brain Activation in Preschool Children Listening to Stories. Pediatrics; 136(3).
Berns, G. S. et. Al. (2013) Short- and Long-Term Effects of a Novel on Connectivity in the Brain. Brain Connectivity; 3(6): 590-600.
Comer, D. et. Al. (2013) Reading Literary Fiction Improves Theory of Mind. Science; 342(6156): 377-380.
Mar, R. A; Oatley, K. & Peterson, J. B. (2009) Exploring the link between reading fiction and empathy: Ruling out individual differences and examining outcomes.Communications; 34: 407-428.
Creo que esos «expertos» se están pasando tanto, que es notorio que esto de la nueva era nos quiere hacer sentir culpables de todo. Y esta fomula está muy caduca ya. Y es una pena que la psicología haya entrado en este mal juego.