El caso del pequeño Juan es uno de los que mejor ilustran la teoría del Complejo de Edipo y de la angustia de castración, dos conceptos clave en el psicoanálisis freudiano. En este artículo os presentamos el desarrollo y las conclusiones de uno de los casos más famosos de la historia del psicoanálisis.
El caso del pequeño Juan es otro de los casos clínicos emblemáticos del psicoanálisis. Por un lado, nos habla del personaje más joven al cual tuvo acceso Sigmund Freud. Por otro lado, fue a partir de este caso que Freud estructuró las bases del análisis infantil y, en buena medida, su teoría de las fobias.
En 1909, apareció el libro Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Allíes donde Freud narra el caso del pequeño Juan, el caso de Juanito o del pequeño Hans, como también es conocido. Esa publicación corroboró lo que el padre del psicoanálisis ya había planteado en sus obras sobre la interpretación de los sueños.
El pequeño Juan era Herbert Graf, hijo de un importante musicólogo que también formaba parte del Círculo psicoanalítico de Viena. Freud aclara que quien llevó a cabo el análisis directamente fue el padre del niño. Este le hizo llegar las notas y a partir de estas se presentó el caso tal y como lo conocemos.
“En todo ser humano hay deseos que no querría comunicar a otros, y deseos que no quiere confesarse a sí mismo”.
-Sigmund Freud-
La fobia del pequeño Juan
Juanito, o el pequeño Juan, tenía 4 años cuando su madre dio a luz a su hermanita. El niño se preguntaba cómo es que había salido el bebé de su barriga. Sin embargo, no encontró una respuesta clara a esa pregunta. Lo que sí notó es que ya no gozaba de la atención de su madre como antes.
Así mismo, un día la madre lo ve jugando con lo que él llama “el aparato de hacer pipí”. Ella le advierte que no debe jugar mucho con este, ya que si se excede tendrán que “cortárselo”. En esas estaba cuando un día salió con la criada al parque. Allí, frente a sus ojos, un caballo cayó estruendosamente y murió.
A partir de entonces desarrolló una intensa fobia a los caballos. En particular, a aquellos que tenían algo negro en su hocico. También señala que el caballo tenía un “aparato de hacer pipí” de gran tamaño. Freud asocia la figura del caballo con la del padre del niño. El padre tiene “algo negro” en la boca: un bigote.
Un intenso síntoma y un sueño
La fobia se torna tan intensa que el pequeño Juan se niega a salir de su casa. En ese entonces los caballos eran el principal medio de transporte y estaban por todas partes. Así que no era raro que el niño se abstuviera de salir. Su padre, que era psicoanalista, comienza a tomar nota de todo lo que sucede.
El pequeño Juan tiene un sueño especialmente intenso e interesante por aquel tiempo. En este hay dos jirafas: una grande y una arrugada. La grande le grita, porque el pequeño le ha quitado la arrugada. Luego, cesan sus gritos y entonces el niño se sienta encima de la jirafa arrugada.
Como se ve, hay toda una constelación de hechos significativos en un momento crucial del desarrollo del niño. El nacimiento de su hermanita, la amenaza de castración, las dudas sobre los mecanismos biológicos y, como lo demostrará Freud, la presencia del complejo de Edipo.
La interpretación freudiana
Para Freud, lo que subyace en todo el caso del pequeño Juan es el complejo de Edipo y la consecuente angustia de castración. Recordemos que esto tiene que ver con el deseo del niño por ocupar el lugar del padre, frente a la madre. Ese deseo de anular al padre genera angustia de ser castrado, o impedido por el padre para que ocupe su lugar.
Las jirafas del sueño representarían a los padres. El cuello de las mismas es un símbolo fálico. “La grande” representa al padre o, más bien, al órgano viril del padre. “La arrugada” representa a la madre o, más bien, su vagina.
El padre del pequeño Juan relata que el niño ha tomado la costumbre de ir a la cama de sus padres en la mañana. El padre recrimina a la madre porque permite esto. Ella le dice que no tiene importancia y el hombre calla. Entonces, Juanito se aferra a su madre. Para Freud, esa escena es edípica y es justamente lo que se representa en el sueño.
La solución a la fobia del pequeño Juan pasa, primero, por explicarle en detalle los mecanismos biológicos del nacimiento. Luego, por ayudarle a que se vea a sí mismo como el padre, y a su padre como su abuelo. Un día el niño se da cuenta de que su pene ha crecido y esto le tranquiliza. La consecuencia fue que la fobia a los caballos desapareció.
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