El nivel actual de desarrollo de las tecnologías permite dar vida a unas ideas que hasta hace poco parecían ciencia ficción y venidas de un futuro muy remoto. Gracias a los avances científicos, la humanidad está más cerca de poner en práctica las ideas del transhumanismo.
Entre los que trabajan en la creación de neurointerfaces para paliar las deficiencias físicas y ampliar las capacidades del ser humano se encuentran investigadores de las universidades rusas miembros del Proyecto 5-100.
En busca de la salud y la inmortalidad
Desde la antigüedad, los seres humanos han soñado con ampliar los límites de sus capacidades y alcanzar la inmortalidad. Esta fue la meta de los seguidores del taoísmo chino, los alquimistas europeos y otros eruditos y místicos. Desde la década de 1980, han tomado el testigo de su búsqueda los transhumanistas (de las voces latinas ‘trans’, a través, y ‘homo’, hombre). Sostienen que la ciencia será capaz de paliar las deficiencias y discapacidades físicas, superar el envejecimiento y la muerte.
La mayoría de los transhumanistas apoyan la idea de la ciborguización o la creación de órganos humanos artificiales y la sustitución de gran parte de su cuerpo con dispositivos que en caso de fallo pueden ser reparados o reemplazados. La figura del hombre máquina tradicionalmente estaba presente en la mitología y los cuentos, pero no fue hasta 1960 que apareció el propio término cíborg al desarrollarse el concepto de la ampliación de las capacidades del ser humano para garantizar su supervivencia fuera de la Tierra.
Tan solo hace 20 años, en la ciencia ficción los cíborgs (hombres máquina) poblaban un futuro indefinido. Sin embargo, el pasado julio un miembro de la Royal Society de Londres, James Lovelock, publicó un libro en el que afirma que «la Edad del Hombre en este planeta podría llegar pronto a su fin».
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Eso se debe a los importantes avances logrados por los científicos en el ámbito de las llamadas neurointerfaces. Se trata de sistemas de intercambio de datos a base de programas informáticos que permiten conectar al cerebro humano y animal a extremidades robóticas, ojos artificiales e incluso aquellos órganos de los sentidos que no tienen equivalentes en otras especies.
Pacientes bajo control remoto
En opinión del empresario Elon Musk, los hombres de hoy en día ya se han convertidoen cíborgs, la simbiosis del hombre y la máquina ha comenzado, dado que los seres humanos perciben los teléfonos inteligentes —con sus prestaciones técnicas y gran memoria— como continuación de ellos mismos.
Un smartphone dotado con un programa especial a base de red neuronal podría servir de remedio innovador para los pacientes conenfermedad de Parkinson, una afección grave del cerebro.
Un equipo de científicos de la Universidad Electrotécnica LETI ha desarrollado una técnica singular para el seguimiento a distancia del estado de enfermos. El programa en modo automático rellena los diarios del paciente y analiza el cuadro completo del estado correspondiente a un período dado antes de la cita con el médico.
Este desarrollo puede ser una alternativa a las revisiones médicas diarias y reduce drásticamente el riesgo de que el paciente evalúe de forma incorrecta su estado.
«Los datos se obtienen desde el dispositivo en segundo plano, seis sensores integrados permiten seguir la actividad del paciente, los temblores, las discinesias y otros síntomas relevantes para la evaluación del estado», explica Yulia Shíchkina, catedrática del Área de Equipos de Cómputo de la Universidad LETI.
Prótesis biónicas
Ya en un futuro próximo, los científicos podrán dar una solución barata y accesible al problema de la invalidez.
Los estudiantes de la Universidad Federal del Lejano Oriente (UFLO) idearon prótesis biónicas de la planta y la pierna que permite obtener una movilidad mucho mayor que los modelos similares.
«Ahora estamos terminando de desarrollar el prototipo. Los principales detalles y componentes están diseñados y puestos a punto. Planeamos aproximar el coste de nuestra planta a la de una buena planta pasiva [entre los modelos análogos]», comenta el responsable del proyecto, Daniil Serbinóvich, estudiantes de la Escuela de Ciencias Naturales de la UFLO.
Los investigadores han ideado su propio soporte lógico para leer datos telemétricos de los sensores ubicados en el pie de un hombre sano. Con ayuda de los datos obtenidos enseñaron al modelo de la red neuronal pronosticar un movimiento correcto de la planta.
Ropa inteligente
Una teoría muy extendida entre los futurólogos afirma que la evolución natural del hombre ha alcanzado sus límites y que a partir de ahora debe empezar una evolución artificial y controlada por los propios humanos. En el futuro, el Homo sapiens será reemplazado por una especie humana más perfecta que dejará atrás la mayoría de las limitaciones corporales.
La Mio-interfaz de los científicos de la Universidad Nacional MEPhI de Investigaciones Nucleares transforma la actividad eléctrica de los músculos en señales y permite controlar a distancia dispositivos varios (desde un teléfono inteligente hasta una casa inteligente), así como diseñar ropa inteligente para deportistas que lee distintos indicadores.
El proyecto ha sido distinguido con el premio ruso-chino Innovation Awards a innovaciones industriales.
«La ventaja de nuestro diseño, en comparación con los similares, radica en la gran precisión y la baja latencia en el reconocimiento del dispositivo, así como en la posibilidad de utilizar una gama bastante amplia de algoritmos de reconocimiento. Acabamos de concluir la creación de un prototipo funcional», explica Bulat Aitbáyev, estudiante de máster de la Escuela de Ingeniería de la Universidad MEPhI.
Ser humano en un nuevo sentido de la palabra
El posthumano del futuro ya no será un humano al uso, y los propios seres humanos, desde la óptica de la biología, podrían dejar de pertenecer a una misma especie, consideran los científicos. Analizar nuevas formas de integración entre lo corporal y lo tecnológico ayuda en particular a ampliar la visión filosófica del hombre.
Cíborgs: ¿la superación de la especie humana?
«Incluso si no somos todavía cíborgs en el sentido estricto de la palabra, es decir que no tenemos órganos artificiales, en nuestra actividad social cotidiana hace tiempo que nos convertimos en biorrobots, ya que obedecemos a un conjunto de algoritmos y seguimos programas en nuestra vida que está lejos de ser natural. Desde la navegación y las interacciones en las redes sociales hasta la guerra de los drones, no es la voluntad de alguien a lo que obedece todo hoy en día, sino la inteligencia artificial en constante aprendizaje», argumenta Ígor Chubárov, director del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Estatal de Tiumén (UTMN).
El ser humano no es capaz de comprender del todo el funcionamiento de las redes neuronales artificiales (incluso si se trata de su propio creador), pero puede estudiar el comportamiento de las máquinas que estas controlan, y su impacto en el ser humano y la sociedad desde el punto de vista de la sociología y la antropología.
«En el marco de las investigaciones ‘transhumanistas’ interdisciplinarias puestas en marcha en la UTMN, estudiamos la influencia inversa que ejercen el software, los medios y máquinas modernos sobre el hombre y la sociedad, nuestras identidades y formas de comunicación en un contexto sociocultural e histórico amplio», añade Ígor Chubárov.
Según el experto, esos estudios ayudarán a evitar una repercusión negativa e incontrolada de las tecnologías en nuestras vidas.
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