En dos años, los científicos lograron identificar dos objetos interestelares que visitaron el sistema solar que intrigan y entusiasman a los investigadores por las claves que puedan arrojar. Pero ¿en qué se diferencian Oumuamua y Borisov?
Nuestro sistema solar tiene un nuevo visitante. Y ya es toda una celebridad entre los astrónomos.
Se trata del C/2019 Q4, o más conocido como Borisov en honor a Gennady Borisov, el astrónomo que lo detectó el pasado 30 de agosto pasado desde un observatorio en Crimea.
Borisov es el segundo objeto interestelar registrado que ingresa al sistema solar.
El primero fue Oumuamua, que fue visto por primera vez en octubre de 2017.
Y desde que este nuevo viajero fue captado por los telescopios, los astrónomos están más que entusiasmados con la información que pueda revelar.
«Será conocido como uno de los cometas más famosos de la historia astronómica», dijo el profesor Alan Fitzsimmons, de la Queen’s University Belfast de Irlanda del Norte, al programa Science in Action de la BBC.
«Tenemos un objeto que arroja material que se formó alrededor de otra estrella en otra parte de nuestra galaxia», añadió.
Pero mientras los científicos siguen estudiando el nuevo objeto, ¿qué diferencias ya se pueden detectar entre Oumuamua y Borisov?
1. Tamaño
Oumuamua fue el primer objeto confirmado proveniente de otra estrella en visitar nuestro sistema solar.
Fue visto por primera vez el 19 de octubre de 2017 por el telescopio Pan-STARRS1 de la Universidad de Hawái. Sus descubridores lo apodaron Oumuamua, una palabra hawaiana que significa «un mensajero de lejos que llegó primero», según explica la Unión Astronómica Internacional en su sitio web.
No era un objeto normal. Medía 400 metros de largo, su ancho era diez veces menor y su superficie era rojiza. Rotaba de manera veloz, tenía una trayectoria caótica y su brillo cambiaba de manera abrupta.
Según la descripción de la NASA, este objeto había estado vagando por la Vía Láctea sin estar conectado a ningún sistema estelar durante cientos de millones de años, antes de su encuentro casual con nuestro sistema estelar.
Sin embargo, el último visitante interestelar conocido es mucho más grande que Oumuamua.
Las primeras observaciones de Borisov apuntan a que tiene entre 2 y 16 km de diámetro.
Y los primeros resultados de la investigación sugieren que su composición podría no diferir mucho de los cometas que se encuentran en nuestro vecindario cósmico.
2. Origen
Pese a que los datos hasta ahora sugieren que Borisov se asemeja a objetos encontrados en nuestro sistema solar, los científicos aún podían descubrir detalles interesantes al seguir analizándolo.
Algunos investigadores tienen la teoría de que los cometas podrían haber sembrado la Tierra primitiva con moléculas orgánicas, desempeñando potencialmente un papel clave en los orígenes de la vida.
Si se confirma que Borisov es un cometa de otro sistema estelar, podría arrojar pistas sobre vida en planetas por fuera del sistema solar.
«Significaría que en otros sitios de nuestra galaxia, los procesos y condiciones son similares a los de nuestro sistema solar», dijo a la BBC Miquel Serra Ricart, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) en España.
Pero el origen de Oumuamua sería muy diferente.
Si bien aún hay debates sobre su naturaleza, se cree que el primer visitante interestelar del sistema solar no era un cometa sino un asteroide.
«A Oumuamua se le pudo observar tan poco y lo descubrimos con una señal tan débil que las imágenes no descartan que pueda haber algo de actividad cometaria», explicó a BBC Mundo Julia de León, investigadora del IAC y una de las científicas que realizó el primer espectro de Borisov.
«El 80% de las imágenes de Oumuamua no muestran una actividad cometaria pero siempre tienes un margen de error, podría ser tan leve que no la captamos, pero estamos casi seguros que es un asteroide«, añadió.
3. Composición
Existen claras diferencias entre los cometas y los asteroides.
Los cometas están hechos de hielo y polvo. Son como ‘bolas de nieve sucias’ formadas en las regiones más externas de un disco proto-planetario, que es la masa de gas y polvo que rodea una estrella joven.
Aquí, el agua está congelada porque está muy lejos de la estrella central.
Borisov tiene una nube, denominada coma, y una cola similar a la de los cometas, según pudieron observar los científicos.
Utilizando el Gran Telescopio Canarias de 10,4 metros en España, un equipo estudió espectros visibles, que son mediciones de la luz solar reflejada por Borisov.
Al estudiar estos espectros, los científicos pueden sacar conclusiones sobre su composición química, incluida la forma en que podría diferir de los cometas que «nacieron» alrededor del Sol.
«El espectro es el lado rojo del espectro total del cometa, por lo que lo único que podemos ver en él es la pendiente», dijo Serra Ricart.
«Esta inclinación es similar a la de los cometas del sistema solar», añadió.
La astrónoma Julia de León dijo que esto indicaba que la «composición de Borisov debe ser similar» a la de los cometas de nuestro vecindario.
Pero al parecer, los materiales de los que está hecho Oumuamua son diferentes.
Si alguna vez se llega a confirmar que era un asteroide, el objeto estaría conformado por roca y sería más pequeño que un planeta.
«Oumuamua nunca mostró ninguna actividad cometaria. No hubo desgasificación por lo que pudimos detectar», dijo Simon Porter, del Instituto de Investigación del Suroeste en San Antonio, Texas, al programa Science in Action de la BBC.
Y en el caso de Borisov ocurre «una desgasificación como loca y es brillante», añadió.
La desgasificación ocurre cuando los cometas comienzan a calentarse cerca de una estrella y liberan gases.
«Obtendremos espectros maravillosos de este objeto y descubriremos de qué está hecho, lo que no pudimos hacer con Oumuamua».
4. Tiempo de estudio
Con este segundo objeto interestelar, los científicos cuentan con una ventaja: más tiempo.
Los investigadores slo pudieron observar poco tiempo a Oumuamua y fue tan débil la imagen que captaron que es difícil confirmar o descartar actividad cometaria en él.
Pero con Borisov será posible estudiarlo durante mucho más tiempo: cerca de un año.
«Escapa a nosotros lo que vamos a ver y medir en él», dijo a la BBC el profesor Alan Fitzsimmons de la Queen’s University Belfast.
«Así que esta será nuestra primera oportunidad real de hacer un análisis detallado de esas moléculas y esos compuestos».
Podremos «comparar lo que vemos en nuestro sistema solar con lo que hay en el espacio interestelar y, con suerte, comenzar a pensar una imagen general de cómo los entornos donde los planetas -y potencialmente- la forma de vida varían en toda la galaxia», agregó Fitzsimmons.
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