El reino de Amitabha Buda de Sukhavati (Dewachen)

La práctica de la Tierra Pura se remonta a Buda Shakyamuni, quien fundó lo que ahora se conoce como budismo en la India hace más de 2.500 años.

En muchas de sus enseñanzas, el Buda habló de otro Buda llamado Amitabha, que vivió en la tierra hace incontables eones.

Antes de que el Buda Amitabha alcanzara la Budeidad, era conocido como el Rey Dharmakara. Este Rey prometió que al alcanzar la iluminación, crearía un reino encantador y maravilloso llamado la «Tierra Pura Occidental de la Felicidad Última».

En esta tierra pura, los habitantes se liberan del ciclo de nacimiento y muerte para que puedan enfocarse decididamente en alcanzar la iluminación. En nuestro reino, es difícil practicar. Por lo tanto, el Buda Amitabha prometió crear un mundo en el que pudiéramos renacer, y este mundo de dicha sería conducente a alcanzar la iluminación. El Rey Dharmakara prometió que una vez que se convirtiera en un Buda, garantizaría que cualquiera que recitara su nombre (con un sincero deseo de renacer en la Tierra Pura) renacería en su presencia. Cuando Dharmakara alcanzó la Budeidad, cumplió este voto.

La Tierra Pura del Oeste de Buda Amitabha es un reino de dicha iluminada y mundana. Sus habitantes disfrutan no solo de sus hermosos alrededores, sino también de la compañía de innumerables Budas y Bodhisattvas a medida que avanzan hacia su inevitable iluminación. En la Tierra Pura, el viaje hacia la iluminación es suave y fácil porque no hay sufrimiento, contaminación o engaño que a menudo bloquea el progreso espiritual.

No hay enfermedad, vejez o muerte en la Tierra Pura. No hay peligro de renacer en la tierra o en cualquier otro reino donde ocurra la muerte. La Tierra Pura no es una morada eterna o un cielo. Más bien, es un lugar de paso donde los habitantes habitan en un entorno inimaginablemente maravilloso a medida que avanzan hacia la iluminación completa.

Los bodhisattvas son seres que han alcanzado la iluminación casi completa. A menudo tienen el voto de no aceptar la plena budeidad hasta que todos los demás seres sintientes hayan sido iluminados.

Dos grandes Bodhisattvas son especialmente importantes en la práctica de la Tierra Pura. Son el Bodhisattva de Gran Fuerza y ​​Los Bodhisattvas de Gran Compasión. Las huestes de Budas y Bodhisattvas habitan en la Tierra Pura o visitan allí regularmente para guiar a los practicantes a alcanzar la iluminación.

La práctica más común de la Tierra Pura es la recitación de Buda, o la recitación del nombre de Amitabha. En numerosos linajes budistas, cantar el nombre o el mantra de un ser iluminado es de gran beneficio y mérito. También es un método de meditación muy eficiente.

Muchos Maestros de la Tierra Pura a lo largo de los siglos han alcanzado la iluminación simplemente cantando el nombre del Buda Amitabha. En ciertos casos, alcanzaron altos niveles de realización.

El nombre de Amitabha se puede recitar de muchas maneras diferentes: en silencio o en voz alta, solo o en grupo, con o sin cuentas de canto, y con o sin acompañamiento musical. Pero siempre se debe cantar el nombre de Buda de manera decidida, deseando sinceramente renacer en la Tierra Pura.

Otras prácticas de Tierra Pura incluyen contemplar las cualidades de Amitabha, visualizar Amitabha y recitar Sutras.

Una característica importante del Estudio de la Tierra Pura es su reconocimiento de que lograr el renacimiento en la Tierra Pura es el gran paso adelante en el viaje final hacia la iluminación final. La técnica de recitación del nombre de Buda utilizada en el Estudio de la Tierra Pura es tan simple y directa que cualquier estudiante de la Tierra Pura – «diez mil en diez mil» – puede usarla para lograr el renacimiento en la Tierra Pura, liberarse del ciclo de nacimiento y muerte e iluminación eventual, proporcionando, por supuesto, que el estudiante también cultive su naturaleza de Buda.

El objetivo inmediato de la recitación de Buda es forjar la conexión kármica que traerá a uno a renacer en la Tierra Pura, pero el objetivo real es iluminarse. Al recitar el nombre de Buda, se elimina el mal karma y se acumula el mérito.

Para renacer en la Tierra Pura, uno debe ser moral. Hay que respetar a los padres y gurús. Además, uno no debe matar deliberadamente a las criaturas vivientes, robar, participar en conductas sexuales inapropiadas o usar discursos engañosos o dañinos. Como practicante, uno debe comprender la realidad y no creer ciegamente en las enseñanzas tampoco, en cambio, uno debe ganar confianza mediante la verdadera devoción e investigación. Uno debería refugiarse, defender el ideal del Bodhisattva y jurar alcanzar la Budeidad para el beneficio de todos los seres sintientes.

La fe, los votos y la práctica son los tres puntos cruciales a seguir.

A pesar de que uno renace en la tierra pura y alcanza la iluminación allí, todavía se mantiene el ideal del bodhisattva. Incluso sin abandonar el estado de la tierra pura de Amitabha, los budas y bodhisattvas aún pueden beneficiar a los seres sintientes a través de la actividad iluminada y manifestándose en la tierra. Por lo tanto, el practicante (al renacer en la tierra pura) no debe darle la espalda al Mahayana y su objetivo de beneficiar a todos los seres una vez iluminados.

La escuela de recitación de Buda fue establecida por Hui-yuan (344-416) en China, aunque anteriormente se incorporó como práctica opcional en otras escuelas. Más recientemente maestros como Ven. Yin Kuang (1861-1940) fue crucial para institucionalizar aún más la escuela. La práctica de recitar el nombre de Amitabha fue traída a Japón por el Maestro Honen (1133-1212).

En el Tíbet, los Lamas y otros practicaban a menudo prácticas especiales como la transferencia de la mente a la tierra pura de Amitabha (phowa). Estas enseñanzas, generalmente solo enseñadas en retiro, se transmitieron de los Maestros indios a Marpa Lotsawa y Khyunpo Naljor del Tíbet.

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