¿Puede «algo» que es absoluto, único, ilimitado, indivisible, invariable, sin igual, completo, eterno y sin forma, manifestarse en el mundo? ¿Puede Dios manifestarse en el mundo?
Manifestar es expresar, revelar, declarar, dar a conocer abiertamente, poner a la vista, descubrir. ¿Se perciben, ponen a la vista, o dan a conocer abiertamente en el mundo los atributos de Dios? ¿No sería más apropiado, justo y certero decir que los atributos de Dios están ocultos, escondidos, velados por la percepción de las formas, y que por tanto el mundo oculta y limita el conocimiento de la verdadera naturaleza de la conciencia o mente? De ser así, el mundo no manifestaría la verdadera naturaleza de la mente, sino todo lo contrario, la ocultaría.
El mundo tan solo manifiesta que Dios puede fragmentarse, limitarse, cambiar de forma, y que a esas formas se las puede hacer daño. El mundo no puede ser más que el sueño, o la imagen proyectada en la mente que cree que esto es posible.
La única lección que tiene que aprender la mente o conciencia para despertar del sueño de separación, es discernir entre lo falso y lo verdadero; lo ilusorio de lo real; y ver las cosas y nombrarlas por lo que son.
¿Puede Dios ser dos cosas? ¿Puede Dios ser ilimitado y limitado simultáneamente?¿Invariable y cambiante a la vez? ¿Puede fragmentarse? Por lo tanto, reitero: ¿Puede Dios manifestarse en el mundo?
Ésta es la pregunta que da lugar al sueño de separación, al universo. Y es la que sigue haciéndose la mente desde que el mundo apareció en ella como una proyección. La pregunta «¿Qué soy?» representó el comienzo de la duda, del universo, y del problema de identidad: ¿Puedo escindirme y limitarme? ¿Ser una cosa diferente a lo que Es? ¿Ser vulnerable?
Dos pensamientos que se contrarian y anulan recíprocamente no pueden coexistir. Tiene que ser Uno o ninguno (nec unus ; no Uno); Ser o no ser, pero ambos a la vez es imposible. La creencia de que sí es posible genera una mente escindida y una experiencia en la que se percibe limitada, separada, incompleta, contrariada, y confusa. Pues no hay nada más absurdo, desconcertante, sinsentido, e ininteligible que percibir un mundo que para describirlo se utilicen conceptos tales como «un amor odioso»; «un poder débil»; «un doloroso placer»; «arriba-abajo»; «derecha-izquierda»; «dentro-fuera»: un mundo dual. ¿Quién podría entender conceptos tan contradictorios?
La lógica aristotélica y sus tres principios axiomáticos (identidad, no contradicción y tercero excluido), afirman que una cosa es una cosa y no es dos cosas a la vez. Y que una de ellas tiene que ser necesariamente verdadera. No hay término medio entre el ser y no ser.
Por su parte, la física cuántica afirma que una cosa puede ser dos cosas a la vez, y por tanto contradice y anula los axiomas de Aristóteles. ¿Cuál de las dos afirmaciones es verdadera?
Si los tres principios aristotélicos se aplican sobre cosas concretas, limitadas, medibles, y observables, no podrá más que contrariarse. Sin embargo, si los tres principios se refieren a Dios como un ser ilimitado, representarían la verdad y no se opondrían ni contrariarían con la física cuántica, ni con nada. Por tanto, los tres principios, ontológicamente tienen sentido, y son ciertos, pero pierden su validez cuando se aplican al mundo perceptual, pues ahí todo cambia; no hay certeza.
La física cuántica en verdad no está mostrando que una cosa sea dos cosas a la vez, sino que no sabe lo que es. Le ocurre lo mismo que a la lógica aristotélica ―pues en todas partes se cuece lo mismo, pues son lo mismo―.
Cuando la mente se pregunta por la naturaleza última de las cosas, aparecen símbolos que reflejan el estado de la mente del observador y que le recuerdan la verdadera naturaleza de lo que percibe: su naturaleza. Que la luz pueda ser onda y partícula simultáneamente no es más que el reflejo o símbolo de la mente escindida que sigue preguntándose «qué soy». No hay ningún mundo ahí fuera que esté explorando la mente. Se está viendo a sí misma, pero no se reconoce, pues está oculto a la conciencia, al sujeto observador. Que un átomo o electrón pueda estar en dos sitios, o en todas partes simultáneamente sigue siendo el mismo símbolo que se repite.
―¿Qué es un electrón?― se pregunta la mente limitada y escindida. Si lo mido, es decir, si lo sitúo en el espacio-tiempo (universo) es una partícula: algo definido, determinado. Si no lo mido es indefinido, indeterminado: una onda.
¿Cuál de los dos estados es real?
El colapso de la función de onda de la que hablan los físicos, no es más que la creencia o pensamiento en la mente de que Dios puede limitarse. Es ese pensamiento en la mente de ser un cuerpo (ego), de ser un sujeto observador, el que fragmenta la realidad. Lo que sugieren estos experimentos, es que hay una realidad que es indefinida. Esto es «algo» que la mente conceptual (ego) no puede comprender. Y no podrá jamás comprenderlo, pues el ego es el obstáculo que se opone ante la realidad.
Dios no se opone ni contraria a nada; no es propio de su naturaleza. Lo ilimitado no excluye a lo limitado por el mero hecho de que no lo contempla como una posibilidad. No puede considerar algo que no existe.
En cambio, lo limitado (el ego) necesita al Ser como referencia para existir, necesita de un Centro para manifestarse, y sólo es que rechazando, limitando y separándose de ese centro, cobra sentido su aparente existencia. Aquello que niega el ego, es justo lo que busca la mente. Y no lo encuentra porque al identificarse con el ego, ésta no puede comprender que el Centro no es una coordenada.
La mente ―o conciencia― que se percibe en un cuerpo y un mundo es una mente escindida que se está preguntando desde los albores de los tiempos «¿qué soy», «¿qué es la realidad?», «¿qué significa existir?». Y desde que apareció el primer símbolo recordándole su verdadera naturaleza, la mente ha tenido y tiene la opción con la cual identificarse y decidir si seguir evolucionando (separarse) o no. La mente que cree habitar en el mundo siempre está eligiendo. Elegir no es una opción para ella: es un hecho, una condición; seas consciente o no. «En el mundo» se percibe en forma de rechazo, juicio, miedo, condena, frustración, culpa, etc, o por el contrario en forma de unidad, integridad, serenidad, paz, amor, inocencia, etc
¿Onda, o partícula? ¿Amor, o condena?
Dios no es una hipótesis, ni una opción: Dios es.
Dios,el todo,el mundo,la realidad,son «Porque YÓ estoy aquí».