Las muñecas rusas son una buena herramienta en terapia. Con ellas, el psicólogo puede conseguir de una forma sencilla que el paciente vea sus problemas como entidades independientes de él mismo.
Separar el concepto del yo de los problemas psicológicos para algunas personas es un proceso natural; sin embargo, hay otras que no lo logran o lo hacen con dificultad. Así, cuando estos problemas dificultan la visión de la persona sobre quién es, es recomendable un trabajo de introspección. Las muñecas rusas pueden ayudar en este proceso.
El sentido del yo en terapia
El sentido del yo va construyéndose en el ser humano a partir de experiencias tempranas en la infancia, cuando se comienza a diferenciar el “yo” del “tú” como capacidad de abstraer y diferenciar ciertas experiencias de un individuo y de otro, reconociéndose las propias.
Es a partir de ahí cuando se comienzan a construir la propia autobiografía y experiencia del individuo, además de la evaluación que se hace de sí mismo y la toma de perspectiva.
Determinados pensamientos, recuerdos, sensaciones, emociones, etc., van conectados a la experiencia del yo. Los procesos del yo aparecen en muchos momentos de la mayoría de procesos terapéuticos.
Yo como contenido y las piezas de las muñecas rusas
El yo como contenido hace referencia al contacto con las señales verbales que se proporcionan en los primeros momentos de la infancia e influencian la conducta del ser humano. A una edad temprana, el contexto proporciona descripciones del individuo que, junto a las propias, conjugan el “cómo soy yo”.
Podría decirse que el yo como contenido es el principal anclaje de los problemas psicológicos por la rigidez sostenida en el relato con el que trabaja la persona para ciertas historias.
Por ejemplo, si para un individuo fuera muy importante ser “buena persona” y llevara esto al extremo, podría realizar determinados comportamientos que fueran en el sentido de esta característica de su autoconcepto, sin tener en cuenta ciertos aspectos del ambiente. Esto puede tener consecuencias para él, ya que quizá su ambiente pueda estar aprovechándose de esta tendencia.
Yo como proceso y las piezas de las muñecas rusas
El yo como proceso implica un proceso de autoconsciencia hacia los propios procesos que conjugan la historia construida en el individuo. Constituye un “darse cuenta“ de los propios procesos psicológicos que están aconteciendo en el momento presente y su relación con otros acontecimientos pasados.
Así, el yo como proceso facilita el anclaje de la conducta en el aquí y ahora para actuar de una manera flexible de acuerdo con las circunstancias presentes.
El yo como proceso suele ser privado, pudiendo ser compartido con otros de manera verbal. Esto indica la conciencia de ciertos estados afectivos y sensoriales. En la metáfora de las muñecas rusas, tanto el yo como proceso como el yo como contenido estarían reflejados en las muñecas guardadas en el interior de la muñeca más grande.
Yo como contexto y la muñeca rusa en su totalidad
El yo como contexto sugiere la perspectiva de continuidad del yo, una vez que el individuo tiene conciencia sobre lo que está experimentando. El yo como contexto proporciona al individuo un sentido de transcendencia, sabiendo que él es más que su historia.
En pocas palabras, el yo como contexto proporciona al individuo la desidentificación con su propia historia. Con ello, se observa a sí mismo como un continuo, funcionando como un “recipiente”que alberga ciertas experiencias, tomando distancia de ellas.
En la metáfora de las muñecas rusas, podría decirse que el yo como contexto es la muñeca más grande que guarda las demás.
Las muñecas rusas y los procesos del yo
Las muñecas rusas constituyen un conjunto de muñecas tradicionales de mayor a menor tamaño. La muñeca más grande alberga en su interior a las más pequeñas, la siguiente más grande contiene también a las que son más pequeñas que ella y así sucesivamente.
El siguiente texto constituye un ejemplo de cómo utilizar la metáfora de las muñecas rusas para ayudar a que la persona rompa su identificación con sus problemas o preocupaciones, rebajando la ansiedad y generando mayor flexibilidad psicológica:
“Las muñecas rusas constituyen verdaderas obras de arte. En una muñeca rusa, hay como mínimo 4 piezas más idénticas a la más grande. Es curioso, las muñecas rusas deben constituir un número impar de piezas, contándose también la mayor de ellas.
La metáfora de las muñecas rusas se ancla en los procesos de flexibilidad proporcionados por la terapia de aceptación y compromiso. No obstante, las muñecas rusas pueden utilizarse en una variedad de procesos terapéuticos, ayudando a las personas a tomar contacto con sus propias experiencias -o recuerdo de las mismas- que generan malestar.
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