La luna y el mar solían charlar desde la distancia. Cada uno creía que tenía el poder de influenciar más al mundo que el otro. Mientras la luna iluminaba el mundo durante la noche, el mar tocaba cada rincón del planeta con sus olas.
La competencia entre la luna y el mar termina en una lección inolvidable
Una noche, en medio de una charla apacible, la luna le dijo al mar:
— Seguro que con mi luz puedo guiar el camino de los viajeros perdidos y hacerles encontrar su destino.
El mar, con su voz profunda, replicó:
— Puede que ilumines, pero yo tengo el poder de cambiar el rumbo de un barco, llevarlo a tierras desconocidas o salvarlo de peligros inminentes.
Decidieron hacer una prueba. Vieron a un pescador perdido en la inmensidad del océano, tratando desesperadamente de encontrar su camino de regreso a casa.
La luna, con su brillo plateado, iluminó el camino del pescador, mostrándole una senda clara. Pero a medida que brillaba más intensamente, el pescador se distraía, mirando hacia la luna y olvidando seguir el camino.
El mar decidió intervenir. Sus olas empezaron a moverse de manera coordinada, creando una corriente que guiaría al pescador hacia la costa. Al principio, el barco se sacudió, y el pescador sintió miedo. Pero poco a poco, confió en el ritmo del mar y dejó que las olas lo llevaran.
Una vez en tierra firme, el pescador miró hacia el cielo y agradeció a la luna por su luz y al mar por su guía.
Desde lo alto, la luna le dijo al mar:
— Tienes razón. Tu influencia es directa y potente. Pero ambos hicimos nuestra parte.
El mar, con humildad, respondió:
— Tal vez no se trata de quién tiene más poder, sino de cómo combinamos nuestras fuerzas para ayudar a aquellos que lo necesitan.
Ambos aprendieron una valiosa lección esa noche. No se trata de competir o de demostrar superioridad. Se trata de unirse, de trabajar juntos para hacer del mundo un lugar mejor.
La luna y el mar, desde ese día, decidieron ser aliados, complementándose mutuamente, para guiar y ayudar a todos los seres que habitan nuestro mundo.
Reflexión: Como seres humanos, a menudo buscamos competir, demostrar que somos mejores o más fuertes. Pero al hacerlo, olvidamos el poder de la colaboración, la sinergia y la unión. En la complementariedad y el trabajo conjunto, encontramos verdaderamente nuestra fuerza.
Mike Rivero