La ‘teoría del vivo’: la conciencia es un fenómeno biológico universal

Los seres humanos pueden entenderse a través de dos perspectivas distintas: la externa, objetiva, estudiada por la ciencia, y la interna, subjetiva, explorada mediante la introspección.

Desde la perspectiva externa, la ciencia describe a los seres humanos como sistemas biológicos complejos regidos por las leyes de la física. Esta visión concibe la conciencia como un fenómeno que emerge de los procesos neuronales del cerebro. Sin embargo, este enfoque mecanicista no logra explicar el aspecto cualitativo de la conciencia: cómo se siente experimentar el mundo.

Desde un punto de vista subjetivo, la conciencia es la base misma de la experiencia. Es el «cómo se siente» percibir, pensar y sentir. El filósofo Thomas Nagel describió la conciencia como existente en cualquier lugar donde haya «algo que se siente al ser» algo. Esta definición subraya el desafío único que la conciencia plantea a la ciencia: cerrar la brecha entre los procesos objetivos y las experiencias subjetivas.

La neurociencia contemporánea ha avanzado notablemente en la comprensión de la estructura y función del cerebro. No obstante, el fenómeno de la conciencia—la «luz» que ilumina la experiencia—sigue siendo un misterio.

Por ejemplo, al observar un arcoíris, los colores existen únicamente en la mente del observador, no como entidades físicas en el mundo. Esta experiencia simulada es generada por el cerebro, pero aún no se comprende por qué estas simulaciones están acompañadas de conciencia. A diferencia de una computadora que procesa información sin experiencia subjetiva, la conciencia humana implica un conocimiento intrínseco, una cualidad que la ciencia aún no logra explicar.

Esta brecha se conoce como el problema difícil de la conciencia, un término acuñado por el filósofo David Chalmers. Se refiere a la dificultad de explicar por qué y cómo los procesos físicos generan la experiencia subjetiva de la conciencia.

La teoría del espejo vivo propone un enfoque novedoso para comprender la conciencia al sugerir que está intrínsecamente vinculada al fenómeno de la vida misma. Según esta teoría, la conciencia no surgió únicamente como un subproducto de la evolución cerebral, sino que emergió con los primeros sistemas vivos. En este marco, el cerebro mejora y refina el contenido de la conciencia, pero no la crea.

La teoría se basa en principios de la evolución darwiniana, la termodinámica, la teoría de la complejidad y la biofísica. Sostiene que el proceso de la vida, en sí mismo, implica una forma de conciencia. La vida, como sistema autoorganizado, interactúa constantemente con su entorno, manteniendo una relación dinámica que podría considerarse una forma rudimentaria de experiencia.

Por lo tanto, la conciencia no es un fenómeno aislado limitado a organismos avanzados, sino una propiedad de los sistemas vivos en todos los niveles de complejidad. Esta perspectiva se alinea con una comprensión más amplia y no reduccionista de la naturaleza, donde las fronteras entre la mente y la materia se difuminan.

La teoría del espejo vivo tiene profundas implicaciones para nuestra comprensión de la conciencia y su lugar en el mundo natural. Cuestiona el paradigma materialista dominante, que sostiene que solo las partículas físicas y sus interacciones constituyen la realidad. En su lugar, sugiere un marco en el que la vida y la conciencia son inseparables.

Esta visión resuena con ciertas tradiciones filosóficas y espirituales que enfatizan la interconexión de la existencia y la no dualidad entre sujeto y objeto. Estas ideas han sido exploradas durante mucho tiempo en prácticas contemplativas, donde la sensación de separación entre el yo y el mundo se disuelve, revelando un campo unificado de conciencia.

Sin embargo, integrar esta perspectiva con el rigor de la investigación científica presenta desafíos. Desarrollar hipótesis comprobables y metodologías empíricas para explorar la conciencia como un aspecto fundamental de la vida requiere colaboración interdisciplinaria, aprovechando conocimientos de la neurociencia, la física, la biología y la filosofía.

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