Una ciudadana estadounidense de 92 años, propietaria de una compañía de producción y venta de equipos de autosofocación para practicar una eutanasia, fue condenada a cinco años de libertad condicional y una multa de mil dólares.
Lo peculiar de la situación es que la corte federal de California no encontró ninguna violación de la ley en el hecho de que Sharlotte Hydorn vendiera unos 1.300 equipos de eutanasia: la mujer fue condenada por no pagar impuestos. Según la investigación, a partir de 2007 Hydorn recibió más de 150.000 dólares de ingresos anualmente, pero no los incluyó en sus declaraciones fiscales.
Las autoridades únicamente reconocieron que la venta de tales dispositivos podría causar riesgo a la comunidad, porque los equipos de autoasfixia podrían ser usados también por personas sin enfermedades mortales que solo pretenderían suicidarse. Según la Fiscalía federal, los dispositivos de Hydorn podrían estar vinculados con seis muertes en California.
El equipo de autosofocación consiste en un paquete de plástico y un tubo, rellenados de helio. El dispositivo se usa según prescribe la instrucción que se adjunta. Según afirma la anciana, lo que quería es «ayudar a los que padecen enfermedades mortales a morir en el seno de la familia». Hydorn declaró que empezó la producción de los dispositivos para suicidarse después de que su marido muriera de cáncer.
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