La investigación espacial ha dejado decenas de aplicaciones prácticas a nuestro día a día, tanto en casa como en el trabajo.

La NASA está en nuestro día a día más de lo cree. Es muy probable que esta noche muchos hayamos dormido en un colchón de poliuretano, material que fue confeccionado por ellos por su propiedad de distribuir el peso. Muchos de nuestros puestos de trabajo tienen detectores de humo dirigibles, que se aplicaron por primera vez en naves y estaciones espaciales.

Nuestros semáforos, coches o carteles se iluminan con luces LED y a menudo compramos en el supermercado sopas, carnes y hasta pescados deshidratados. Cada vez que use alguna de estos productos, sepa que son el resultado de grandes investigaciones espaciales.

Otros ejemplo son los  los aspiradores de mano inalámbricos con los que se recogen las migas de muchas mesas. Los filtros de agua que poseen muchas jarras de agua para zonas en las que la calidad del líquido no es el más apropiado.

Existen otros ejemplos cotidianos como los termómetros de oído, los taladros inalámbricos o los guantes con los que sacamos bandejas del horno son soluciones a diferentes problemas con los que se habían encontrado los astronautas.

Hay más. El joystick de los videojuegos se creó como un nuevo sistema de dirección de los robots que se usan en el espacio. Las gafas que usamos a diario son 10 veces más resistentes desde hace unas décadas gracias al estudio de los cristales que tenían que portar los cascos de los astronautas. Las suelas de zapatillas ortopédicas son el resultado de necesidades de comodidad a la hora de confeccionar los trajes espaciales.

Todo ello, sin obviar que podemos usar teléfonos móviles, GPS o internet gracias a tecnología que se fue desarrollando a raíz de investigaciones que miraban al espacio.

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