La DGSE (Direction Générale de la Sécurité Extérieure), que es el Servicio de Inteligencia Exterior de Francia, actualmente dirigido por el prefecto Érard Corbin de Mangoux, ha recibido con sorpresa el repentino interés de España en participar en una misión militar en la República de Malí, conocido públicamente por las informaciones filtradas desde el ministerio de Defensa que dirige Pedro Morenés. De hecho, desde el 141 del Boulevard Mortier (sede de la DGSE conocida como “la Piscina”), se ha reclamado a los agregados competentes de la Embajada de Francia en Madrid la realización de un seguimiento especial del tema.
La intención del gobierno español tomó cuerpo después de que los dos cooperantes españoles secuestrados el 23 de octubre de 2011 en el campo de refugiados saharauis de Hassi Raduni (próximo a Tinduf), Ainhoa Fernández y Enric Gonyalons, fueran liberados en Malí, cerca de la ciudad de Gao, a unos 1.200 kilómetros de Bamako, junto a la cooperante italiana Rossella Urru. Las tres liberaciones se produjeron de forma repentina y oficialmente “sin condiciones”, aunque en los medios de opinión informada se asegura que ha habido rescate económico sustancioso y también intercambios con al menos tres detenidos próximos al “Movimiento de Unicidad y Yihad en África Occidental” (MUYAO). Esta organización, responsable del secuestro, se declara salafista y segregada de Al-Qaeda, aunque para algunos servicios de inteligencia europeos no pasa de ser una banda facinerosa oportunista, nacida al amparo de la inestabilidad política maliense.
Sin dar explicación alguna sobre las circunstancias de la liberación, el ministro español de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, ordenó la inmediata repatriación “voluntaria” de todos los cooperantes españoles que trabajaban en los campos de refugiados saharauis de la zona de Tinduf, en el desierto argelino. A continuación, el ministro Pedro Morenés sorprendió a los aliados europeos con la entusiasta disposición de España a participar en una eventual misión armada de proyección en Malí, que sería liderada precisamente por Francia, país colonizador del territorio hasta 1960 y que incluso dispone de un destacamento militar operativo en Senegal. La disposición del ministro Morenés para colaborar en una misión armada en Mali, posiblemente destacando alguna unidad legionaria, choca con la extrema precariedad presupuestaria de su ministerio y, sobre todo, con la ausencia de intereses estratégicos directos de España en la zona. En medios críticos de la Inteligencia española, se afirma que esta operación tendría por objeto establecer una barrera de protección remota anti-yihadista sobre el Magreb, y de forma particular sobre los emergentes recursos energéticos de Marruecos, país cuyos principales aliados son Estados Unidos y Francia.