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Adriana – El principio de Pareto: la regla del 80/20

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Vilfredo Pareto fue un sociólogo y economista italiano del siglo pasado (murió en 1923) que enumeró una curiosa regla la cual hoy en día parece que ha resurgido con fuerza en los análisis de numerosas disciplinas y sectores de nuestra sociedad.
Pareto observó que la gente en su entorno se dividía naturalmente entre los «pocos de mucho» y los «muchos de poco», dividiéndose en dos grupos de proporciones aproximadas de 80:20 tales que el grupo minoritario, formado por un 20% de población, ostentaba el 80% de algo y el grupo mayoritario, formado por un 80% de población, el 20% de algo.

Regla en todos los ámbitos
Esta regla del 80/20 parece tener aplicación en prácticamente todos los campos en los que la pongamos a prueba y ha sido estudiada y demostrada numerosas veces por estadistas. Así, en nuestro trabajo por ejemplo, realizamos el 80% de nuestras tareas en el 20% de nuestro tiempo, y tardamos el 80% del tiempo restante en hacer solo el 20% de lo que nos queda por hacer (de 8 horas de trabajo, realizamos la mayoría de nuestras tareas en solo 1,6 horas).
Lo mismo aplica a las ventas, el 80% de nuestros ingresos proviene del 20% de nuestros clientes. A nivel económico, se ha estimado que la regla es aun mucho mas estricta, el 10% de la población posee el 90% de las riquezas del mundo, y el 10% de las riquezas restantes se reparten entre el 90% de la población. ¿Interesante, no? ¿En qué lado de la ecuación estamos nosotros?

Usando a Pareto en nuestro desarrollo personal
La regla de Pareto tiene aplicaciones en todos los campos, pero a nosotros nos interesa el desarrollo personal y espiritual. ¿Cuántos programas, libros, meditaciones guiadas, cursos de diferentes ámbitos, etc. seguimos a la vez? ¿Cuáles de ellos tienen más repercusión en nosotros y cuáles están quitándonos el tiempo y proporcionando pocos resultados? ¿En qué podemos poner nuestras energías para que el 80% de los resultados nos venga solo del 20% del esfuerzo que hacemos?

Personalmente siempre trato de que tanto a nivel personal como profesional, mantener un equilibrio en mi vida para conseguir, por ejemplo:
-Trabajar ese 20% del tiempo que somos productivos para llegar al 80% de los resultados que se espera de nosotros. Por ello una de las razones de trabajar libremente en casa o fuera de un horario 9-18hs es que puedes buscar qué par de horas del día te van mejor para ser hiper-productivo y conseguir los mismos resultados que si estuvieras 7 horas sentado en la oficina. Esto se puede aplicar a cualquier ámbito profesional si se estudia con cuidado y se hacen algunos cambios en tu rutina laboral actual.

-Eliminar tareas, acciones, obligaciones, etc. que estén fuera de ese 20% que genera la mayoría de cosas que solo nos quitan tiempo sin beneficios ni resultados óptimos.
-Ejecutar aquellas acciones que proporcionan el 80% de los resultados que esperamos, es decir, ir a lo grande, en vez de sumar poco a poco, focalizarnos en aquello que nos proporciona de inmediato el mayor número de resultados deseados. algo que se puede extrapolar a cualquiera de las actividades que realizamos.
-Optimizar nuestra vida, nuestras energías y nuestro tiempo.

Con este principio en nuestra mente, y con sólo un poco de esfuerzo y análisis, podemos llegar a quitarnos de encima todo aquello que no es parte de ese 20% de actividad que nos genera el 80% de los resultados. El cambio puede ser espectacular, pues de repente puedes ver liberado una gran cantidad de tiempo que puedes usar para cualquier actividad por puro placer y diversión, o para descansar o para lo que quieras. Sobre todo, para conseguir algo más de paz mental al haber reducido el nivel de estrés que puede generar el tener tantas cosas que queremos hacer a la vez, sin que éstas proporcionen los resultados óptimos que esperamos de ellas.
Optimizando nuestra vida, buscando nuestro propósito. . .

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Adriana – La autoconciencia, una mirada sabia hacia nuestro interior

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La autoconciencia es la capacidad de mirar sabiamente hacia nuestro interior, una lectura cómplice de nuestras voluntades, nuestros sentimientos, nuestras emociones, nuestros pensamientos y nuestras inquietudes.

La autoconciencia como pilar de la inteligencia emocional nos permite endulzar la percepción de nuestra individualidad en el momento presente, teniendo en cuenta el pasado que fuimos y el futuro que nos acompaña en forma de expectativas personales.

La importancia de la autoconciencia o autopercepción radica en que es fundamental para modificar o redirigir aquellos aspectos de nuestra personalidad que pueden ser retocados o redirigidos.

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El trabajo interior, esencial para nuestro bienestar
Trabajando en la mejora de la conciencia de uno mismo y de la clarificación de nuestros pensamientos podemos lograr una mejora considerable. Podemos pensar que autoconscientes somos todos, pero realmente solemos atender solo a cuestiones superficiales de nuestro interior.

La vida pasa por nosotros en lugar de pasar nosotros por ella, pues descuidamos la percepción de lo realmente trascendente. Suele suceder que nos acostumbramos a unas rutinas y a unos sentimientos y, como consecuencia, desconectamos a nuestro interior de nosotros.

¿Es esto posible? Evidentemente sí, pues gran parte de nosotros vivimos desenchufados y nos comportamos casi puramente de manera mecánica. La autoconciencia en realidad es una función bastante compleja, sobre todo en el universo emocional.

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La autoconciencia emocional, un universo ignorado
Muchos de los estados emocionales que alcanzamos o podemos alcanzar son prácticamente imperceptibles si no atendemos a ellos con la intención de experimentarlos y ponerles nombre. Sin embargo, estas mismas emociones dirigen nuestros comportamientos en muchas ocasiones como si fuésemos autómatas.

La clave está en prestar atención a los indicadores emocionales leves, ya que la aparición de cualquier emoción tiene un mensaje que transmitirnos para conseguir aprender de manera constante sobre las causas ocultas que nos lo provocan. Es decir, se trata de normalizar nuestro comportamiento emocional y psíquico para lograr un bienestar más puro.

Suele ponerse el ejemplo del enfado o la rabia, emociones que tienen un destinatario pero que pueden estar disfrazando la envidia, por ejemplo. Ser conscientes de esto solo es posible a través de la introspección y el autoconocimiento.

Es bueno tener un diario emocional de lo que sentimos día a día: examinarnos de esta manera tiene la capacidad de potenciar o trasladar nuestra mirada interior. Al fin y al cabo se trata de conocernos y eso requiere trabajarse y esforzarse, lo cual es imposible si solo prestamos atención a lo que más nos interesa y desechamos el resto.

De todas formas es natural ser selectivos en nuestro estado de conciencia pero ocurre que esa misma inercia contribuye a que perdamos visión sobre aquellos sentidos que no son los tradicionales.

De este modo, cuando nos embarga una emoción y solo percibimos malestar o aflicción estamos obviando un amplio abanico de colores que pueden aportar riqueza a nuestra vida y a nuestra manera de contemplar las experiencias.

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El control del mundo interior, clave para el manejo de nuestra vida
“El dolor termina solo a través del conocimiento propio”, afirmó en una ocasión Krishnamurti. Esto quiere decir que las herramientas para acabar con el dolor que provocan nuestras emociones y sentimientos están en nuestras manos o, mejor dicho, en nuestra visión interior.

Hacernos competentes y percibir de modo consciente nuestras emociones se consigue penetrando en ellas, perdiéndole el miedo al malestar que nos las provoca y ampliando nuestras perspectivas.

Los estados emocionales no se resumen en: estoy enfadado o estoy alegre. Solo podemos percibirlos si atendemos a la realidad emocional que nos acompaña a todos lados: una reacción emocional es la suma de muchos sentimientos diferentes que la perfilan.

Una mezcla, una amalgama que tiene origen y que actúa como consecuencia, perpetuándose a su vez como si de una cadena de acontecimientos se tratase. O sea que debemos distinguir entre lo que es darnos cuenta de la reacción última (estoy enfadado) y lo que es atender a su origen y al cúmulo de sentimientos y emociones que generan el enfado.

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En definitiva, la autoconciencia emocional es darse cuenta de la manera en la que se relacionan sentimientos, pensamientos y comportamientos pretéritos y presentes, así como su interrelación con nuestras expectativas a todos los niveles.

Conseguir ser conscientes de esto es el primer paso hacia nuestro autocontrol, pues el principal artífice sobre lo que se piensa y se siente es uno mismo. No podemos arremeter contra el exterior ni buscar culpables de lo que nos pasa, pues quien valida los sentimientos y las emociones propias somos nosotros. Aunque cabe destacar que eso, sin duda, se refleja en el exterior.

Psicología/Raquel Aldana
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Rodéate de gente interesante, no interesada

Lo quieras o no, las personas de las que te rodeas terminarán influenciándote. Si te rodeas de personas positivas y entusiastas, su optimismo te contagiará. Al contrario, si te rodeas de gente estresada y pesimista, es probable que termines asumiendo su visión del mundo y que pierdas las ganas de vivir. De hecho, no olvides que las emociones son contagiosas.
Por supuesto, hay situaciones en las que no podemos elegir quienes nos rodean, como en el trabajo, pero podemos decidir si dejamos que esas personas entren en nuestra vida o no. Por eso, cuando llegue el momento de decidir qué personas quieres a tu lado, debes pensar que, por mucha autoestima y autoconfianza que tengas, incluso la roca más dura termina siendo erosionada por la acción continua del mar. Eso significa que deberías procurar rodearte de gente interesante, no interesada.

¿Quiénes son las personas interesadas?

Todos somos, en mayor o menor medida, personas interesadas. Sin embargo, hay gente que solo se acerca a nosotros porque desea algo, pero no está dispuesta a entregar nada a cambio. Les reconocerás porque:
– Son personas que se comportan como vampiros emocionales, por lo que al terminar una conversación, incluso la más trivial, es probable que te sientas como si te hubiesen extraído toda tu energía.
– Son personas muy demandantes, que nunca están conformes con lo que le das. No importa cuántos sacrificios hayas hecho o cuánto te hayas esforzado por satisfacerlas, nunca será suficiente y te lo harán saber.
– Son personas que no se comprometen con la relación y no están dispuestas a dar nada, a menos que reciban algo importante a cambio. Con estas personas las relaciones pierden su aspecto afectivo para convertirse en una especie de intercambio comercial.
– Se las ingenian para generar en ti sensaciones negativas, como la culpa y la inseguridad. Son auténticos maestros para hacer sentir mal a los demás, sobre todo si no ceden a sus peticiones.
En realidad, estas personas no son malas, el problema es que no saben relacionarse de otra forma. Creen que son el centro del universo y su egoísmo les hace pensar que todos deben convertirse en sus “súbditos”.
Para mantener una relación cordial con ellos, debes hacerles entender que les respetas pero que también esperas que respeten tu individualidad. Marca límites y asegúrate de que no los traspasen. Hazles saber que no caerás en su juego y que puedes ayudarles en determinadas situaciones pero eso no significa que siempre estarás a su disposición.

¿Quiénes son las personas interesantes?

Una persona interesante es alguien que nos aporta mucho desde el punto de vista emocional e intelectual. Estas personas:
– Son arquitectos de emociones positivas y te hacen reír, incluso en los malos momentos, manteniéndose a tu lado cuando más lo necesitas.
– Te permiten crecer como persona, ayudándote a comprender lo que no se ve a simple vista y a ampliar tus miras.
– No lo saben todo, pero tienen una mente despierta y curiosa siempre dispuesta a explorar cosas nuevas, junto a ti.
– Saben sacar tu mejor faceta a la luz, logrando que seas la mejor versión de ti mismo.
Las personas interesantes siempre deslumbran, ya sea por su conocimiento, su capacidad para transmitir afecto, su empatía o su autenticidad. No son personas perfectas, nadie lo es, pero saben acoger y respetar a los demás, relacionándose desde lo más profundo de su “yo”. Son personas con las que conectas casi inmediatamente y sientes una empatía total porque compartís ideas, pasiones y aficiones.
A menudo a estas personas no les interesa “encajar” o “adaptarse”, por lo que en muchas ocasiones sus actitudes y puntos de vista representan un desafío para los demás. De hecho, esa es una de las razones por la que nos resultan tan estimulantes ya que, a pesar de compartir valores, también son muy diferentes y se convierten en agentes de cambio que impulsan nuestro crecimiento.

Busca a gente que vibre, que sepa criticarte sin herirte, gente que persiga sus sueños y contagie su alegría, que no desfallezca, que busquen soluciones y que reconozcan sus errores cuando se equivoquen. Cuando las encuentres, no las dejes escapar porque son un hallazgo precioso.

Y por supuesto, intenta convertirte en una persona así, en una persona interesante con la que valga la pena pasar el tiempo y comprometerse.

Rincón de la Psicología

«“Yo soy visual” – El mito de los estilos de aprendizaje» Fabián Maero.

Mito de estilo de aprendizaje

Imagen: Pixabay

─ Yo más bien aprendo de manera visual, necesito ver las cosas.

¿Han escuchado frases así (quizá reemplazando “visual” por “auditivo” o “kinestésico”)? Si es así, bienvenidos al fascinante mundo de los estilos de aprendizaje y bienvenidos a una nueva entrega de nuestra serie de artículos “Haciendo Enemigos”.

La hipótesis de los estilos de aprendizaje se hizo popular en los 70’ en el ámbito de la educación y aproximadamente se puede formular así: “las personas se diferencian en cuanto a qué tipo de modalidad de aprendizaje es más efectiva para ellas (Pashler, Mcdaniel, Rohrer, & Bjork, 2009)

Dicho de otro modo, postula que cada persona tiene una forma distintiva de aprender, y si esa forma es correctamente evaluada y el docente se ajusta a ella, el aprendizaje será más fluido y eficaz para esa persona.  Por ejemplo, uno de los modelos más populares de estilos de aprendizaje (y que vamos a usar varias veces de ejemplo en este artículo, pero no es el único), sugiere que las personas se dividen según su estilo de aprendizaje en visuales, auditivas o kinestésicas, según el medio de aprendizaje: las personas visuales aprenden mejor con gráficos y diagramas, las auditivas aprenden mejor escuchando y las kinestésicas aprenden mejor a través del movimiento y la experiencia.

las personas se diferencian en cuanto a qué tipo de modalidad de aprendizaje es más efectiva para ellas

La hipótesis de los estilos de aprendizaje tiene consecuencias que no son desdeñables, ya que involucraría una serie de cambios en nuestra forma de enseñar y aprender. Después de todo, si fuera cierta implicaría que un alumno que recibiera una enseñanza ajustada a su estilo de aprendizaje obtendría mejores resultados que alguien cuya enseñanza no fuera ajustada a su estilo de aprendizaje. Podríamos decir que la hipótesis de los estilos de aprendizaje comprende tres ideas:

  • Las personas tienen distintos estilos de aprendizaje que se agrupan en categorías.
  • Los estilos de aprendizaje pueden ser evaluados confiable y consistentemente.
  • Recibir enseñanza en el estilo de aprendizaje propio lleva a mejores resultados (y a peores resultados cuando se aprende en un estilo ajeno).

¿Cuáles estilos de aprendizaje?

Hasta aquí la cosa pareciera completamente evidente ─ lo cual debería bastar para ponernos en guardia. Los problemas empiezan a aparecer cuando intentamos precisar qué y cuáles son los estilos de aprendizaje. Después de todo, el estilo de aprendizaje que usamos como ejemplo (visual/auditivo/kinestésico o VAK), es sólo una de entre muchas clasificaciones posibles. ¿Cuántas clasificaciones? Demasiadas, según parece.

Coffield, Moseley, Hall, y Ecclestone (2004), contaron 71 modelos de estilos de aprendizaje, mientras que Mitchell (1994), sostiene que hay más de 100. Cada uno desarrollado por distintas personas, proponiendo categorías e instrumentos de evaluación (tests, generalmente), distintas. La mayoría de esos modelos establece “tipos” -es decir, clasifican a la personas en categorías separadas, no en dimensiones- y suelen establecer polaridades dicotómicas. Por ejemplo, esa lista de 71 modelos incluye (sin agotarse) grupos de estilos de aprendizaje tales como:

  • Intuitivo/Analítico
  • Télico/Paratélico
  • Negativismo/Conformidad
  • Visual/Verbal
  • Holista/Analista
  • Simultáneo/Sucesivo
  • Abordaje Profundo/Abordaje Superficial
  • Activo/Reflexivo
  • Sensorial/Intuitivo
  • Secuencial/Global
  • Tolerante/Intolerante
  • Competitivo/Colaborativo
  • Participante/Evitativo
  • Heurístico/Algorítimo
  • Convergente/Divergente
  • Sintetizador/Idealista/Pragmatista/Analista/Realista
  • Teorista/Humanitario
  • Organizador/Innovador
  • Asimilador/Explorador
  • Perceptivo/Receptivo
  • Serialista/Holista
  • Amplio/Estrecho,

Y un largo, largo etcétera (traduje aquí aproximadamente una cuarta parte del listado, pueden ver la lista completa en Coffield y colaboradores, 2004). Como se puede observar, no hay absolutamente ningún criterio respecto a qué se considera “estilo de aprendizaje”, ya que puede referirse tanto al tipo de material (verbal/visual, por ej.), como a ciertas características del estudiante (competitivo/colaborativo, por ej.).

no pudimos encontrar apoyo a la hipótesis de que los verbales deben recibir instrucciones verbales y que los visuales deben recibir instrucciones visuales

Una aclaración es necesaria en este punto: no estamos hablando de preferencias aquí, sino de estilos de aprendizaje; preferir una modalidad no es lo mismo que obtener mejores resultados cuando el aprendizaje se da en esa modalidad (así que si van a dejar un comentario en la línea de “yo aprendo más con la modalidad X”, ya saben a qué atenerse)

Una regla que parece aplicar bien a este caso es la siguiente: con frecuencia el nivel de confusión conceptual está en relación inversamente proporcional con el nivel de la evidencia disponible (usen esta regla como guía al lidiar con literatura académica, me lo pueden agradecer luego).

En este caso, si fuéramos a evaluar el estilo de aprendizaje de los alumnos, la pregunta que podríamos hacer es: ¿con qué clasificación? Evaluar 71 modelos, cada uno involucrando varias categorías, es ciertamente excesivo: ¿evaluamos si el alumno es convergente/divergente/asimilador/acomodador, si es visual/auditivo/kinestésico o si es secuencial concreto/aleatorio abstracto/secuencial abstracto/aleatorio concreto? Y en caso de que eligiéramos una de las setenta clasificaciones disponibles, ¿qué tan confiable resultaría esa clasificación?

Como quizá sepan, para que una evaluación o test que mide una variable psicológica se sostenga, en psicología se exige que exhiba buenas propiedades psicométricas, es decir, que tenga una buena consistencia interna, confiabilidad test-retest, validez predictiva y de constructo. Es decir, que mida de manera consistente lo que dice medir.

Es aquí en donde encontramos el primer problema. En la revisión de Coffield y colaboradores (2004), se seleccionaron 13 de los 71 modelos y se evaluaron sus propiedades psicométricas: seis no cumplieron con criterios psicométricos, tres “se acercaron a cumplir” con los criterios psicométricos, otros tres cumplieron la mitad… Sólo uno de los modelos cumplió con los requisitos mínimos psicométricos (y el que cumplió con los requisitos no está dirigido tanto a estudiantes sino más bien a docentes y managers…).

Para resumir, de setenta y un modelos de estilos de aprendizaje solo uno cumplió con requisitos psicométricos básicos, lo cual ni siquiera es algo excepcionalmente destacable; es el mínimo absoluto que uno puede esperar de una herramienta de evaluación. Ciertamente, no parece prometedor si se tiene en cuenta que la hipótesis ha estado dando vueltas durante 40 años.

¿Vale la pena?

Como mencionamos al principio de este artículo, la hipótesis de los estilos de aprendizaje implica que los alumnos aprenderán mejor si la enseñanza es entregada en el estilo de aprendizaje propio, por tanto, los estilos de enseñanza deben ajustarse al alumno.

Así, al aprender un contenido, digamos, conceptos matemáticos, los alumnos “visuales” aprenderán mejor con gráficos y diagramas, los “auditivos” escuchando una clase oral y los “kinestésicos” haciendo experimentos con objetos, por poner un ejemplo un tanto burdo. Si a un alumno “visual” se le intenta enseñar en modalidad “kinestésica”, por ejemplo, sus resultados serán menores (no aprenderá un cuerno, digamos).

La literatura falla en proporcionar soporte adecuado para aplicar evaluaciones de estilo de aprendizaje en ámbitos escolares

La evaluación de esa hipótesis es relativamente directa, basta con evaluar el estilo de los participantes, enseñar un contenido o tarea y ver si los resultados son mejores cuando el aprendizaje se entrega en la modalidad preferida.

Eso fue precisamente lo que hicieron Massa y Mayer, (2006), en una serie de tres experimentos en donde evaluaron si seguir la modalidad preferida del alumno (visual o verbal), generaba diferencias en el aprendizaje.  Lo que encontraron es la modalidad de presentación no tiene impacto en términos de resultados. Digamos, si un alumno “visual” recibe un contenido de forma visual o verbal da lo mismo:

“En términos generales, a pesar de evaluaciones cuidadosas utilizando más de una docena de medidas de verbalizadores versus visualizadores, no pudimos encontrar apoyo a la hipótesis de que los verbales deben recibir instrucciones verbales y que los visuales deben recibir instrucciones visuales. En cambio, añadir ayudas visuales a una lección online que tenía mucho texto tendió a ser de utilidad tanto a visualizadores como a verbalizadores (Massa y Mayer, 2006, p.334).

Pashler y colaboradores (2009), citan resultados similares en varios otros casos, y ofrecen la siguiente frase:

“La literatura falla en proporcionar soporte adecuado para aplicar evaluaciones de estilo de aprendizaje en ámbitos escolares. Más aún, varios estudios que utilizaron diseños de investigación apropiados encontraron evidencia que contradicen la hipótesis de los estilos de aprendizaje. Finalmente, incluso si un estudio de una clasificación particular de estilos de aprendizaje y sus métodos instruccionales correspondientes revelara la evidencia necesaria, tal hallazgo sólo apoyaría ese sistema de clasificación –y sólo si sus beneficios sobrepasaran el alto costo de las evaluaciones de los estudiantes y la instrucción personalizada” (p.116)

En la misma línea Lilienfeld, Lynn, Ruscio, & Beyerstein (2010) sostienen lo siguiente: “desde los 70 hasta ahora, la cantidad de estudios que no apoyaron este abordaje es la misma que los que sí la apoyaron (Kavale & Forness, 1987; Kratzig & Arbuthnott, 2006; Stahl, 1999; Zhang, 2006). Esto es mayormente porque ciertos estilos de enseñanza a menudo arrojan mejores resultados que otros sin importar el estilo de aprendizaje de los estudiantes (Geake, 2008; Zhang, 2006).

Algunos apuntes finales

Llegados a este punto, adherimos a lo que varios investigadores han afirmado: los estilos de aprendizaje constituyen un mito, una hipótesis cuyo sustento dista mucho de ser tan sólido como pareciera ser si diéramos fe a su popularidad y duración (Coffield et al., 2004; Lilienfeld et al., 2010; Riener & Willingham, 2010; Scott, 2010)

Por supuesto, decir que la hipótesis de los estilos de aprendizaje carece de evidencia sólida no significa afirmar que los alumnos son todos iguales ni que las cosas son fantásticas así como están ni que queremos que nadie aprenda nada ni ninguna otra de las cosas de las cuales nos van a acusar en los comentarios (internet es un lugar mágico).

los estilos de aprendizaje constituyen un mito, una hipótesis cuyo sustento dista mucho de ser tan sólido como pareciera

No significa nada más que esto: hay poca evidencia que sustente esa hipótesis tal como está planteada y ciertamente, no suficiente evidencia como para justificar el tremendo gasto de recursos que significaría evaluar a todos los alumnos y tener varias versiones de un mismo contenido según el estilo de los alumnos. No hay buena evidencia de que valdría la pena.

Sin embargo, efectivamente hay formas mejores de aprender ciertos materiales. Pero como varios autores señalan, quizá se trate de que algunos contenidos son más fáciles de aprender de ciertas maneras. No parece tener mucho sentido aprender salto en largo utilizando modalidad auditiva o aprender a bailar utilizando gráficos, por ejemplo.

El diario satírico The Onion ilustra esto brillantemente cuando en uno de sus artículos refiere: Respaldados por expertos en educación olfatoria, padres de alumnos nasales están demandando que las escuelas públicas de Estados Unidos provean una currícula basada en olores para sus niños con dificultades académicas.

Pero no se trata de una especulación inocua; la hipótesis de los estilos de aprendizaje parece ignorar peligrosamente los contextos de los aprendizajes, para centrarse solamente en supuestas fortalezas individuales. En palabras de Lilienfeld, Lynn, Ruscio, & Beyerstein(2010):

Los modelos de estilos de aprendizaje no parecen percatarse de la posibilidad de que los mejores abordajes para enseñar y aprender pueden depender de lo que los estudiantes están tratando de aprender. Considérese la primera pregunta del Inventario Paragon de Estilo de Aprendizaje: “cuando está en una nueva situación usualmente trata de a) intentarlo inmediatamente y aprender haciéndolo, o b) prefiere observar primero e intentar después?” Es difícil de responder esta pregunta sin conocer el tipo de situación nueva. ¿Aprenderías un nuevo lenguaje, resolverías ecuaciones matemáticas y realizarías rutinas gimnásticas usando los mismos métodos?”

Esto pareciera ser consistente con las conclusiones del estudio de Massa y Mayer que citamos antes: “añadir ayudas visuales a una lección online que tenía mucho texto tendió a ser de utilidad tanto a visualizadores como a verbalizadores”, es decir, enriquecer el material sirvió a todos por igual, más allá del estilo de aprendizaje asignado.

Quizá, pero esto ya es discusión para otro día, sea una buena idea utilizar estilos de enseñanza variados, eficaces y atractivos, sin que esto implique necesariamente una evaluación de hipotéticas características de los alumnos.

Y cerramos con las palabras de Frank Coffield (link): Le hacemos un flaco favor a los estudiantes al implicar que tienen sólo un estilo de aprendizaje, más que un repertorio flexible del que escoger dependiendo del contexto.

Referencias

Coffield, F., Moseley, D., Hall, E., & Ecclestone, K. (2004). Learning styles and pedagogy in post-16 learning A systematic and critical review. Learning and Skills Research Centre, 84.

Lilienfeld, S. O., Lynn, S. J., Ruscio, J., & Beyerstein, B. L. (2010). 50 myths of popular psychology. John Wiley & Sons, Ltd.

Massa, L. J., & Mayer, R. E. (2006). Testing the ATI hypothesis: Should multimedia instruction accommodate verbalizer-visualizer cognitive style? Learning and Individual Differences, 16, 321–335. http://doi.org/10.1016/j.lindif.2006.10.001

Mitchell, D. P. (1994). Learning style: a critical analysis of the concept and its assessment. In R. Hoey (Ed.), Design for learning: aspects of educational technology. London: Kogan Page.

Pashler, H., Mcdaniel, M., Rohrer, D., & Bjork, R. (2009). Learning Styles Concept and Evidence. Psychological Science in the Public Interest, 9(3), 15.

Riener, C., & Willingham, D. (2010). The Myth of Learning Styles. Change: The Magazine of Higher Learning, 42(5), 32–35. http://doi.org/10.1080/00091383.2010.503139

Scott, C. (2010). The enduring appeal of “learning styles.” Australian Journal of Education, 54(1), 5–15. http://doi.org/10.1177/000494411005400102


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Los 10 tipos de personas tóxicas que la gente mentalmente fuerte evita

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Si quieres vivir la mejor vida posible, deberías rodearte de las mejores personas posibles. Y lo que es más importante, tal y como dijo Paul Hudson, debes evitar a todas las personas tóxicas que te harán ser peor solo por conocerlos. Las personas de mentalidad fuerte entienden la importancia e influencia que tienen unos humanos sobre otros y usan este conocimiento a su favor.

Tener una mentalidad fuerte no significa no tener defectos o ser indiferente a todo. Si hay mucho daño viniendo de todas partes, incluso los más fuertes caerán. El truco es anticiparse y evitar a aquellos quienes son lo peor de lo peor:

1. El presumido

Aquellos que sienten la necesidad de presumir y están siempre intentando validarse a sí mismos. Desafortunadamente para ellos, así es como sabes que valen muy poco.

Presumir e intentar crear envidia en otros es un desperdicio de tiempo, a menos que estés intentando hacerte sentir mejor a ti mismo a costa de los demás.


2. El tonto

No hablo del tipo de tonto que no pueden evitar serlo. Hablo del tipo de tonto que es resultado directo de un ego inmenso, ignorancia voluntaria y de ser engreídos.

La mayoría de nosotros conoce al menos a una o dos personas completamente tontas como resultado de continuas decisiones malas y de no aprender de los errores que han cometido en toda su vida.

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3. El  aprovechado

Todos hemos tenido ese amigo que siempre estaba un poco corto de dinero y que felizmente aceptaba una limosna. Cuando nuestros amigos están en un punto difícil en sus vidas, no hay motivo para no ayudarlos o para ofrecerles pagar un par de rondas de tragos para que puedan divertirse con el resto del grupo.

El problema es cuando la persona parece verse muy cómodo en esta posición y hace poco o ningún esfuerzo para mejorar su situación financiera.


4. El perezoso

La pereza es una enfermedad. Una que es altamente contagiosa. Las personas perezosas hacen que otras lo sean. Mientras más tiempo pasas cerca de los que no hacen nada, menos sientes la necesidad de hacer algo.

Los de mentalidad fuerte no son inmunes a esto. Pasa demasiado tiempo con personas flojas y te verás como tu productividad y disfrute general de la vida va en picada.


5. Cualquiera que sólo sepa salir de fiesta

El comprender que solo se vive una vez puede hacer que pongas tu vida en perspectiva. Sin embargo, eso no significa que tengas que hacer estupideces. Debes usar tu tiempo haciendo algo significativo, con un propósito. 

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6. El que dice mucho y hace poco

Aquellos que usan su tiempo hablando y poco tiempo haciendo. Los de mentalidad fuerte no se molestan en hablar porque sus actos hablan por sí mismos. Los que hablan mucho, por otro lado, no tienen nada más que las palabras vacías que dicen.


7. Los que están deprimidos constantemente

No hablo de aquellos que tienen un problema real, sino de aquellos que actúan como si lo tuvieran. Todos conocemos a personas que siempre se sienten mal consigo mismos, que siempre se quejan sobre lo difíciles que son sus vidas y de lo desafortunados que son. Energía negativa.


8. Aquellos que no salen de su zona de confort

Si deseamos vivir una vida de aventuras, entonces quienes no son aventureros deben ser evitados. Todos aquellos que conozcas y que se crucen en tu vida son compañeros en tu jornada, aunque sea por unos pocos segundos.

Si deseas salir de tu zona de comodidad de forma regular, no te juntes con aquellos quienes no están dispuestos a dejar la suya.

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9. Los que no sueñan

Aquellos que no sueñan, no viven. La vida se trata de creer que las cosas pueden ser mejor. No solo para ti, sino para todos. Lo que hace a las personas ser humanas es soñar y esperar que el cambio sea para mejor.

Quienes no sueñan no te permitirán soñar tampoco, y harán todo lo que puedan para demostrarte que tus sueños son solamente eso: sueños.


10. Los que no creen

Peor que aquellos que no sueñan, son los que sueñan pero que no creen que puedan hacer esos sueños realidad. Aquellos que no creen en sí mismos no hacen nada en la vida.

Ellos son los perdedores. Los que siempre están ahí pero que no ejercen ninguna influencia sobre el mundo.

http://www.upsocl.com/mujer/los-10-tipos-de-personas-toxicas-que-las-personas-que-son-fuertes-mentalmente-evitan/

Aida. Tu puedes cambiar tu realidad.

Durante décadas, los poderes de la mente han sido cuestiones asociadas al mundo “esotérico”, cosas de locos.
La mayor parte de la gente desconoce que la mecánica cuántica, es decir, el modelo teórico y práctico dominante hoy día en el ámbito de la ciencia, ha demostrado la interrelación entre el pensamiento y la realidad. Que cuando creemos que podemos, en realidad, podemos. Sorprendentes experimentos en los laboratorios más adelantados del mundo corroboran esta creencia.
El estudio sobre el cerebro ha avanzado mucho en las últimas décadas mediante las “tomografías”. Conectando electrodos a este órgano, se determina donde se produce cada una de las actividades de la mente. La fórmula es bien sencilla: se mide la actividad eléctrica mientras se produce una actividad mental, ya sea racional, como emocional, espiritual o sentimental y así se sabe a qué área corresponde esa facultad.
Estos experimentos en neurología han comprobado algo aparentemente descabellado: cuando vemos un determinado objeto aparece actividad en ciertas partes de nuestro cerebro… pero cuando se exhorta al sujeto a que cierre los ojos y lo imagine, la actividad cerebral es ¡idéntica!
Entonces, si el cerebro refleja la misma actividad cuando “ve” que cuando “siente”, llega la gran pregunta: ¿cuál es la Realidad?
“La solución es que el cerebro no hace diferencias entre lo que ve y lo que imagina porque las mismas redes neuronales están implicadas; para el cerebro, es tan real lo que ve como lo que siente”, afirma el bioquímico y doctor en medicina quiropráctica, Joe Dispenza en el libro “¿y tú qué sabes?”. En otras palabras, que fabricamos nuestra realidad desde la forma en que procesamos nuestras experiencias, es decir, mediante nuestras emociones.
En un pequeño órgano llamado hipotálamo se fabrican las respuestas  emocionales. Allí, en nuestro cerebro, se encuentra la mayor farmacia  que existe, donde se crean unas partículas llamadas “péptidos”, pequeñas  secuencias de aminoácidos que, combinadas, crean las neurohormonas o  neuropéptidos. Ellas son las responsables de las emociones que sentimos  diariamente. Según John Hagelin, profesor de física y director del  Instituto para la ciencia, la tecnología y la política pública de la  Universidad Maharishi, dedicado al desarrollo de teorías del campo  unificado cuántico: “hay química para la rabia, para la felicidad, para  el sufrimiento, la envidia…”
En el momento en que sentimos una determinada emoción, el hipotálamo  descarga esos péptidos, liberándolos a través de la glándula pituitaria  hasta la sangre, que conectará con las células que tienen esos  receptores en el exterior. El cerebro actúa como una tormenta que  descarga los pensamientos a través de la fisura sináptica. Nadie ha  visto nunca un pensamiento, ni siquiera en los más avanzados  laboratorios, pero lo que sí se ve es la tormenta eléctrica que provoca  cada mentalismo, conectando las neuronas a través de las “fisuras  sinápticas”.
Cada célula tiene miles de receptores rodeando su superficie, como  abriéndose a esas experiencias emocionales. La Dra. Candance Pert,  poseedora de patentes sobre péptidos modificados, y profesora en la  Universidad de Medicina de Georgetown, lo explica así: “Cada célula es  un pequeño hogar de conciencia. Una entrada de un neuropéptido en una  célula equivale a una descarga de bioquímicos que pueden llegar a  modificar el núcleo de la célula”.
Nuestro cerebro crea estos neuropéptidos y nuestras células son las que  se acostumbran a “recibir” cada una de las emociones: ira, angustia,  alegría, envidia, generosidad, pesimismo, optimismo… Al acostumbrarse a  ellas, se crean hábitos de pensamiento. A través de los millones de  terminaciones sinápticas, nuestro cerebro está continuamente  recreándose; un pensamiento o emoción crea una nueva conexión, que se  refuerza cuando pensamos o sentimos “algo” en repetidas ocasiones.
Así es como una persona asocia una determinada situación con una  emoción: una mala experiencia en un ascensor, como quedarse encerrado,  puede hacer que el objeto “ascensor” se asocie al temor a quedarse  encerrado. Si no se interrumpe esa asociación, nuestro cerebro podría  relacionar ese pensamiento- objeto con esa emoción y reforzar esa  conexión, conocida en el ámbito de la psicología como “fobia” o “miedo”.
Todos los hábitos y adicciones operan con la misma mecánica. Un miedo (a  no dormir, a hablar en público, a enamorarse) puede hacer que  recurramos a una pastilla, una droga o un tipo de pensamiento nocivo.
El objetivo inconsciente es “engañar” a nuestras células con otra  emoción diferente, generalmente, algo que nos excite, “distrayéndonos”  del miedo. De esta manera, cada vez que volvamos a esa situación, el  miedo nos conectará, inevitablemente, con la “solución”, es decir, con  la adicción. Detrás de cada adicción (drogas, personas, bebida, juego,  sexo, televisión) hay pues un miedo insertado en la memoria celular.
La buena noticia es que, en cuanto rompemos ese círculo vicioso, en  cuanto quebramos esa conexión, el cerebro crea otro puente entre  neuronas que es el “pasaje a la liberación”. Porque, como ha demostrado  el Instituto Tecnológico de Massachussets en sus investigaciones con  lamas budistas en estado de meditación, nuestro cerebro está  permanentemente rehaciéndose, incluso, en la ancianidad. Por ello, se  puede desaprender y reaprender nuevas formas de vivir las emociones.
Mente creadora.
Los experimentos en el campo de las partículas elementales han llevado a  los científicos a reconocer que la mente es capaz de crear.
En palabras de Amit Goswani, profesor de física en la universidad de  Oregón, el comportamiento de las micropartículas cambia dependiendo de  lo que hace el observador: “cuando el observador mira, se comporta como  una onda, cuando no lo hace, como una partícula”. Ello quiere decir que  las expectativas del observador influyen en la Realidad de los  laboratorios… y cada uno de nosotros está compuesto de millones de  átomos.
Traducido al ámbito de la vida diaria, esto nos llevaría a que nuestra  Realidad es, hasta cierto punto, producto de nuestras propias  expectativas. Si una partícula (la mínima parte de materia que nos  compone) puede comportarse como materia o como onda… Nosotros podemos  hacer lo mismo.
La realidad molecular.
Los sorprendentes experimentos del científico japonésMasaru Emoto con las moléculas de agua han abierto una increíble puerta a la posibilidad de que nuestra mente sea capaz de crear la Realidad.
“Armado” de un potente microscopio electrónico con una diminuta cámara, Emoto fotografió las moléculas procedentes de aguas contaminadas y de manantial. Las metió en una cámara frigorífica para que se helaran y así, consiguió fotografiarlas. Lo que encontró fue que las aguas puras creaban cristales de una belleza inconmensurable, mientras que las sucias, sólo provocaban caos. Más tarde, procedió a colocar palabras como “Amor” o “Te odio”, encontrando un efecto similar: el amor provocaba formas moleculares bellas mientras que el odio, generaba caos.
Por último, probó a colocar música relajante, música folk y música thrash metal, con el resultado del caos que se pudieron ver en las fotografías.
La explicación biológica a este fenómeno es que los átomos que componen las moléculas (en este caso, los dos pequeños de Hidrógeno y uno grande de Oxígeno) se pueden ordenar de diferentes maneras: armoniosa o caóticamente. Si tenemos en cuenta que el 80% de nuestro cuerpo es agua, entenderemos cómo nuestras emociones, nuestras palabras y hasta la música que escuchamos, influyen en que nuestra realidad sea más o menos armoniosa. Nuestra estructura interna está reaccionando a todos los estímulos exteriores, reorganizando los átomos de las moléculas.
El valioso vacío atómico.
Aunque ya los filósofos griegos especularon con su existencia, el átomo es una realidad científica desde principios de siglo XX. La física atómica dio paso a la teoría de la relatividad y de ahí, a la física cuántica.
En las escuelas de todo el mundo se enseña hoy día que el átomo está compuesto de partículas de signo positivo (protones) y neutras (neutrones) en su núcleo y de signo negativo (electrones) girando a su alrededor. Su organización recuerda extraordinariamente a la del Universo, unos electrones (planetas) girando alrededor de un sol o núcleo (protones y neutrones).
Lo que la mayoría desconocíamos es que la materia de la que se componen los átomos es prácticamente inexistente. En palabras de William Tyler, profesor emérito de ingeniería y ciencia de la materia en la universidad de Stanford, “la materia no es estática y predecible. Dentro de los átomos y moléculas, las partículas ocupan un lugar insignificante: el resto es vacío”.
En otras palabras, que el átomo no es una realidad terminada sino mucho más maleable de lo que pensábamos. El físico Amit Goswani es rotundo: “Heinsenberg, el codescubridor de la mecánica cuántica, fue muy claro al respecto; los átomos no son cosas, son TENDENCIAS. Así que, en lugar de pensar en átomos como cosas, tienes que pensar en posibilidades, posibilidades de la consciencia.
La física cuántica solo calcula posibilidades, así que la pregunta viene rápidamente a nuestras mentes, ¿quién elige de entre esas posibilidades para que se produzca mi experiencia actual? La respuesta de la física cuántica es rotunda: La conciencia está envuelta, el observador no puede ser ignorado”.
¿Qué realidad prefieres?
El ya famoso experimento con la molécula de fullerano del doctor Anton Zeillinger, en la Universidad de Viena, testificó que los átomos de la molécula de fullerano (estructura atómica que tiene 60 átomos de carbón) eran capaces de pasar por dos agujeros simultáneamente. Este experimento “de ciencia ficción” se realiza hoy día con normalidad en laboratorios de todo el mundo con partículas que han llegado a ser fotografiadas. La realidad de la bilocación, es decir, que “algo” pueda estar en dos lugares al mismo tiempo, es algo ya de dominio público, al menos en el ámbito de la ciencia más innovadora. Jeffrey Satinover, ex presidente de la fundación Jung de la universidad de Harvard y autor de libros como “El cerebro cuántico” y “El ser vacío”, lo explica así: “ahora mismo, puedes ver en numerosos laboratorios de Estados Unidos, objetos suficientemente grandes para el ojo humano, que están en dos lugares al mismo tiempo, e incluso se les puede sacar fotografías. Yo creo que mucha gente pensará que los científicos nos hemos vuelto locos, pero la realidad es así, y es algo que todavía no podemos explicar”.
Quizás porque algunos piensen que la gente “de a pie” no va a comprender estos experimentos, los científicos todavía no han conseguido alertar a la población de las magníficas implicaciones que eso conlleva para nuestras vidas, aunque las teorías anejas sí forman parte ya del dominio de la ciencia divulgativa.
Seguramente la teoría de los universos paralelos, origen de la de la “superposición cuántica”, es la que ha conseguido llegar mejor al gran público. Lo que viene a decir es que la Realidad es un número “n” de ondas que conviven en el espacio-tiempo como posibilidades, hasta que UNA se convierte en Real: eso será lo que vivimos. Somos nosotros quienes nos ocupamos, con nuestras elecciones y, sobre todo, con nuestros pensamientos (“yo sí puedo”, “yo no puedo”) de encerrarnos en una realidad limitada y negativa o en la consecución de aquellas cosas que soñamos. En otras palabras, la física moderna nos dice que podemos alcanzar todo aquello que ansiamos (dentro de ese abanico de posibilidades- ondas, claro).
En realidad, los descubrimientos de la física cuántica vienen siendo experimentados por seres humanos desde hace milenios, concretamente, en el ámbito de la espiritualidad. Según el investigador de los manuscritos del Mar Muerto, Greg Braden, los antiguos esenios (la comunidad espiritual a la que, dicen, perteneció Jesucristo) tenían una manera de orar muy diferente a la actual.
En su libro “El efecto Isaías: descodificando la perdida ciencia de al oración y la plegaria”, Braden asegura que su manera de rezar era muy diferente a la que los cristianos adoptarían. En lugar de pedir a Dios “algo”, los esenios visualizaban que aquello que pedían ya se había cumplido, una técnica calcada de la que hoy se utiliza en el deporte de alta competición, sin ir más lejos.
Seguramente, muchos han visto en los campeonatos de atletismo cómo los saltadores de altura o pértiga realizan ejercicios de simulación del salto: interiormente se visualizan a sí mismos, ni más ni menos que realizando la proeza. Esta técnica procede del ámbito de la psicología deportiva, que ha desarrollado técnicas a su vez recogidas del acervo de las filosofías orientales. La moderna Programación Neurolingüística, usada en el ámbito de la publicidad, las relaciones públicas y de la empresa en general, coincide en recurrir al tiempo presente y a la afirmación como vehículo para la consecución de los logros. La palabra sería un paso más adelante en la creación de la Realidad, por lo que tenemos que tener cuidado con aquello que decimos pues, de alguna manera, estamos atrayendo esa realidad.
Fuente: David Kether – Física cuántica.
vía/unaredhumana

Aida. Estrategias frente a la adolescencia

Todos los padres querríamos tener una guía de estrategias para hacer frente a una de las etapas más difíciles de la vida de nuestros hijos: la adolescencia.

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La Adolescencia es una oportunidad

La adolescencia es la etapa intermedia entre la infancia y la edad adulta, comienza con la pubertad y está marcada por importantes cambios físicos, emocionales y sociales.

Como afirma el profesor Fernando Alberca en su libro*, “la adolescencia es la etapa en donde se manifiesta lo que el niño recibió en la infancia”. Así, la mayoría de los problemas de la adolescencia tienen sus causas en errores que se cometieron con buena intención en la infancia: superprotección, consentimiento, falta de exigencia, carencia de normas claras, falta de afecto, de confianza y/o de libertad adaptada a su edad, etc.

Los adolescentes no son niños pero tampoco adultos. Cuando los padres los tratan como niños, se rebelan llevados por un instinto de individualidad, madurez y emancipación porque se sienten distintos  a sus padres y tal como sienten y piensan se comportan.

A pesar de esto, la adolescencia es una de las últimas oportunidades que los padres tienen para arreglar las equivocaciones cometidas durante la infancia de sus hijos. La adolescencia es la etapa donde demostrar más amor a los hijos. Un amor exigente pero desinteresado. Así, con el uso de la paciencia y el amor, los padres enseñan con el ejemplo, y manteniendo siempre las buenas formas.

¿Qué necesitan los adolescentes de sus padres?

Ser adolescentes no es fácil pero ser padres de adolescentes tampoco. Los padres deben educar a sus hijos para hacerlos independientes. Los adolescentes quieren a sus padres pero deben ser libres, capaces, con personalidad propia, y felices. Esto se debe conseguir cuanto antes porque, no se sabe cuando le faltarán.

La personalidad que se formó en la infancia se confirma en la adolescencia. Aprendiendo cada día que se puede ser distinto a los padres y coincidir con ellos en lo principal. Pero para esto, los padres deberán dejar que los hijos expongan sus propias ideas, aunque suenen provocadoras.

Si en la infancia es más necesario el cariño que la seguridad, los adolescentes buscan más la seguridad que el cariño de sus padres. Así, las dos cualidades principales de los buenos padres dehijos adolescentes son la seguridad (padres firmes) y amor (padres pacientes y respetuosos)

En la adolescencia los hijos necesitan que sus padres

  • No cambien de opinión por comodidad ante sus exigencias caprichosas o no. Los adolescentes necesitan, ante todo, seguridad, por eso necesitan que sus padres no duden ante lo que creen es lo mejor para ellos.
  • Que tengan una actitud positiva ante ellos. Olvidando el pasado, los anteriores fracasos.
  • Que tengan gran paciencia con ellos. Con sus cosas de niños y con su inmadurez. Sus rebeldías, malos modos y, desaires. Su falta de personalidad y su apariencia soberbia y, desprecio a los consejos experimentados de los padres.
  • Que sean coherentes, sin doble moral.
  • Con disponibilidad las 24 horas. Que puedan llamarles para lo que sea y cuando sea.
  • De pocas normas y principios fundamentales.
  • Insistentes, pesados, preocupados porque les quieren.
  • Y con una gran capacidad de perdón y olvido.

¿Cuál es la mejor estrategia de los padres ante los problemas de la dolescencia?

Los padres deberían ser más conscientes de lo que influye su conducta en los hijos. La tarea de los padres puede ser muy difícil a veces, otras no tanto.

Hay una estrategia necesaria para todos los casos que nunca falla:

  • Querer al hijo tal y como es.
  • Escucharle siempre con paciencia.
  • No enfadarse delante de él cuando ofenda, provoque o contradiga.
  • No ceder si se está seguro que eso es lo que conviene al hijo.
  • Mantener los buenos modos.
  • Esperar que pase el tiempo.
  • Ser optimistas transmitiendo a los hijos una vida positiva y mucha confianza.

La sensación de muchos padres durante la adolescencia de sus hijos es que su tarea educadora es una misión imposible. Lo cierto es que nadie puede educar siempre acertadamente.

“Malas actuaciones educativas por parte de padres bien intencionados, dan como resultado hijos aceptablemente educados”, destaca Fernando Alberca. La educación es el resultado de la cooperación entre padres e hijos que, aunque sean personas diferentes, están todos unidos por el amor mutuo.

Bibliografía: *Fernando Alberca. Guía para ser buenos padres de hijos adolescentes. Ediciones El Toro mítico. 2011.

Enbuenanasmanos

Aida. Influenciando las dinámicas invisibles con palabras de poder

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Habíamos hecho, hace algunos artículos, una introducción al poder de la palabra y los sonidos místicos, un conocimiento que ha sido siempre usado por todos aquellos que sabían como despertar, activar, mover o concentrar las fuerzas de la naturaleza y el Kosmos (con K, tal y como habíamos definido su significado en el post anterior) para un determinado fin. Las palabras son, pues, la herramienta para poner en marcha, a través del principio de resonancia, las fuerzas de la naturaleza y las dinámicas invisibles de las energías del ser humano. Vamos a ver ahora cómo y porqué.

Primero hemos de entender correctamente lo que significa “influenciar” estas dinámicas energéticas por medio de la voz y, para ello, hemos de volver a partir de la base de que todo es energía, en diferentes estadios de densificación y, por lo tanto, todo posee una vibración determinada. La frase bíblica de “en el principio fue el Verbo” es la manera más famosa y repetida de explicar este concepto.

Los seres humanos, gracias a nuestras cuerdas vocales, podemos crear y reproducir diferentes vibraciones en forma de fonemas. Si se conoce que fonemas, esto es, que combinación de sonidos emitir y usar, que tengan relación con las energías que se quieren poner en marcha, una persona puede, entonces, provocar efectos en lo invisible, en los planos y fuerzas que no se ven, pero que definitivamente están activas a nuestro alrededor (como lo está el aire, que no vemos, pero sentimos físicamente).

Entendiendo el fenómeno de resonancia

La resonancia armónica es la clave para que esto suceda. Y es algo fácil de experimentar y demostrar. Si tocamos un piano, en cualquiera de sus notas, el sonido emitido causará el mismo efecto energético en nosotros no importa en que octava lo toquemos. De igual manera, si tocamos por ejemplo un DO en una octava inferior, todos los DOs de las octavas siguientes vibrarán también. Este fenómeno no está asociado a la forma en la que el piano pudiera estar construido, sino que es un fenómeno que ocurre en la naturaleza, y es simplemente producto de una ley universal. Hace varios meses, en este artículo sobre el porqué se corresponden diferentes cosas entre si, ya nos adentramos en este principio de correspondencia y resonancia.

Otro ejemplo de la resonancia armónica lo podéis encontrar en la red si buscáis cantantes rompiendo copas de cristal cuando son capaces de cantar la misma nota que la frecuencia de resonancia del vidrio del que está hecho. Y, por supuesto, todos conocemos el efecto que la música tiene en nuestro cuerpo, donde podemos llegar a sentir literalmente en nosotros, por ejemplo, los sonidos graves de un tambor, o los diferentes efectos que tienen en la psique y en nuestro estado de ánimo la música clásica, el heavy metal o cualquier otro estilo musical. Simplemente, sus diferentes frecuencias resuenan con diferentes partes del ser humano y los activan, potencian, calman o modifican.

Las reglas de la resonancia

Las reglas de la resonancia que hay que tener en cuenta son simples, pero importantes. La emisión de una frecuencia de 100Hz, por ejemplo, tendrá un efecto resonante en todo aquello cuya frecuencia base sea de 200Hz, 300Hz, 400Hz, etc. La resonancia armónica siempre tiene efecto en todo aquello que vibra a un múltiplo exacto de la frecuencia original. Si un órgano de mi cuerpo tuviera una frecuencia de resonancia base de 400Hz, cualquier diapasón, canto, sonido o mantra que vibrara en un múltiplo de esa frecuencia me serviría para influenciarlo.

La segunda regla es que si emites dos frecuencias simultáneamente que se acoplan, obtendremos dos resultados, primero, una onda que es el resultado de la suma de las dos frecuencias, y segundo, una onda que es la diferencia entre ambas frecuencias. Por ejemplo, si emites un tono de 100Hz y otro de 130Hz, tendrás como resultado una onda de 230Hz y otra de 30Hz. Este efecto es muy usado en cosas como el Hemi-sync, audios y meditaciones cuyo propósito es la sincronización de ambos hemisferios del cerebro.

Finalmente, y esto es conocido por todos, las frecuencias se doblan con cada octava, es decir, el DO de una octava superior es justo el doble del DO de la octava precedente. Como comentario, algunas escuelas esotéricas sitúan el paso “energético” de las frecuencias que forman la materia y el plano sólido a las frecuencias de pura energía alrededor de la octava ochenta (80).

Usando la frecuencia adecuada para recibir y transmitir

Cuando uno oye una emisora de radio, tiene que saber que dial sintonizar para poder escucharla. De la misma forma, cuando uno usa sonidos místicos, mantras o palabras de poder, hay que saber que frecuencia es la correcta para que tengan el efecto deseado y sean “escuchadas” por aquello sobre lo que se quiere incidir (resonar con un plano u otro, activar un órgano del cuerpo específico, estimular un punto energético, etc.). Este es el tema más complicado de todos, pues los sonidos vocalizados y las palabras o mantras usados están compuestos por diferentes fonemas que pueden cada uno tener una frecuencia de emisión diferente, que depende de las diferentes consonantes y vocales que contenga. Si su pronunciación se hace distinta al tono exacto que es necesario para la activación de algún campo energético, cambia el punto de resonancia, y puede no funcionar, de ahí que, diferentes personas, entonando el mismo vocablo, tengan diferentes resultados y/o éxito variable en la conjuración de todo tipo de fuerzas, energías, entes y elementos.

En general, la forma en que se vocalice las consonantes determina el efecto a buscar. Por ejemplo, el sonido de la R refuerza al tono que tenga asociado (RRRRRRaaaaaaaa); la M tiene un efecto calmante (OOOMMMMMMMM); la L tiene un efecto de expansión de energía, especialmente afectando a los centros psíquicos del cuerpo, la B tiene efecto en la potenciación de esa misma energía, la C, K y Q tienen efectos resonantes con arquetipos y energías asociadas al conocimiento, y se considera que están relacionadas con energías ascendentes, evolutivas, mientras que la resonancia de la P, V y F tienen efecto en lo contrario, energías involutivas, descendentes, desde planos superiores hacía el plano físico. La combinación de estas consonantes en ciertos vocablos místicos varía según el propósito y aplicación en el que se quiera usar.

Además, al añadir las vocales a un mantra, un fonema o una palabra mística, lo que hacemos es modificar el nivel al cual estamos podemos influenciar, ya que la escala clásica de nuestras vocales: A, E, I, O y U, está determinada por las energías con las que resuenan en orden secuencial de los planos a los que afectan. La A es la vocal más baja, y la U es la vocal que alcanza mayor vibración y como tal, puede resonar o hacer resonar cosas en planos más altos.

Sonidos fijos y volátiles

Cuando creamos, mediante el lenguaje, vocablos y palabras, nos encontramos con lo que los lingüistas llaman sonidos “fijos” y sonidos “volátiles”.  Si uno pronuncia la vocal A, puedes mantener el mismo sonido hasta que te quedes sin aire en los pulmones y este no varia. Es un sonido fijo.  Si pronuncias un sonido donde se combina una vocal y una consonante, como AR, RA, OM, etc., el sonido completo no puede ser mantenido en el tiempo. Por ejemplo, en RA, la R se desvanece rápidamente y solo permanece el sonido de la A. Por lo tanto, se le llama un sonido volátil.

En las artes mágicas, los sonidos volátiles tienen un poder mayor que los sonidos fijos, y por eso se usan esas palabras místicas que os puse como ejemplo en el anterior artículo, como el OM, el AUM, el AMEN, el RAMA, etc. Huelga decir que este tipo de “poder” está imbuido en las palabras que salen de los órganos vocales del ser humano, por su capacidad de vibrar y retransmitir la frecuencia adecuada, con el tono y la energía especifica para producir un efecto resonante y concreto sobre un campo energético. Un sonido grabado en un CD no es capaz de activar fuerza alguna en plano dimensional alguno. Cuando la vocalización está bien hecha y, por ejemplo, se usa para activar ciertos centros psíquicos o partes del cuerpo físico, los efectos se notan de inmediato y, con la práctica, uno aprende a entonar las frecuencias adecuadas para obtener una sensación de calma, de bienestar, de armonía, para potenciar un chakra, para elevar su frecuencia de vibración, para sintonizarse con un nivel de energía concreto, etc.

En el siguiente artículo nos meteremos en los procesos de manifestación de la realidad a través del sonido, como nos dicen que hacían los antiguos rishis, y quizás comprendamos que, realmente, el vac-siddhi (el poder de crear a partir de la voz), es mucho más que un cuento mágico, y forma parte de la caja de herramientas latentes que todos poseemos, pero no conocemos, ni mucho menos usamos.

MANIPULACIÓN POR CAOS INFORMATIVO (2ª parte)

Como decíamos en la primera parte del artículo, la sobreabundancia de información en la sociedad actual nos sumerge en un estado de caos informativo que se ha convertido en una eficiente herramienta de manipulación social.

En la primera parte del artículo hablábamos de la necesidad de comprender que en el mundo de la información actual no existen ya ni las“izquierdas”ni las“derechas”y que todos estamos inmersos en un caos informativo e ideológico que no permite posicionarse en el espectro ideológico siguiendo los parámetros tradicionales.

También destacábamos que nadie en su sano juicio puede creer que ninguno de los bandos en conflicto (en cualquiera de los múltiples conflictos que hay en todo el mundo), es el portador de la “verdad absoluta”, pues en esta guerra informativa global, todos los bandos mienten y manipulan sistemáticamente, y que en todo caso, cuando alguien revela “verdades” sobre el bando “enemigo”, lo hace por puro interés.

Así pues, concluímos que la mejor manera de abordar este caos informativo, era tratar de tomar una posición lo más neutral posible ante todos los conflictos y tratar de no tomar partido por nadie.

Sin embargo, no debemos engañarnos: por más neutrales que nos mantengamos y por más analíticos que seamos con el sesgo ideológico de la información recibida, el problema principal sigue sin poder resolverse. Seguir leyendo MANIPULACIÓN POR CAOS INFORMATIVO (2ª parte)

Pensamiento desiderativo: Cuando solo vemos lo que queremos ver

Un psicoanalista estaba convencido de que soñar con peces era la causa de todos los trastornos psicológicos. Cuando los pacientes acudían a él y comenzaban a hablarle de sus problemas, el psicoanalista les interrumpía y les preguntaba:
 
Psicoanalista: Disculpe, pero ¿anoche tuvo algún sueño?
 
Cliente: No sé… Sí, me parece que sí.
 
Psicoanalista: No soñaría usted con peces, ¿o sí?
 
Cliente: Ah… no, no.
 
Psicoanalista: ¿Qué soñó entonces?
 
Cliente: Bueno, soñé que iba caminando por una calle.
 
Psicoanalista: ¿Había algún charco en la cuneta?
 
Cliente: Bueno… no lo sé.
 
Psicoanalista: ¿Hubiera podido haberlo?
 
Cliente: Supongo que sí.
 
Psicoanalista: ¿Hubiera podido haber algún pez en ese charco?
 
Cliente: No, no.
 
Psicoanalista: ¿En la calle de su sueño había algún restaurante?
 
Cliente: No.
 
Psicoanalista: Pero hubiera podido haberlo…
 
Cliente: Bueno, supongo que quizá podía haber algún restaurante.
 
Psicoanalista: ¿Servían pescado en el restaurante?
 
Cliente: Bueno, supongo que como se trata de un restaurante, quizá servían pescado.
 
Psicoanalista: ¡Ajá! ¡Lo sabía! Sueña usted con peces.

Ni tan racional ni tan lógico

Cuando deseamos algo, intentamos encontrar el camino para conseguirlo, y el pensamiento es la principal herramienta que tenemos para decidir qué dirección tomar. Cada una de esas decisiones nos irán acercando o alejando a lo que deseamos. Al igual que el psicoanalista de la historia, confiamos en esas decisiones porque pensamos que nuestro pensamiento es lógico y racional, no tenemos en cuenta que está profundamente influenciado por nuestros deseos, expectativas e ilusiones.
De hecho, el deseo es una señal de que nos falta algo, y el pensamiento desiderativo es la respuesta mental a esa necesidad. El problema es que en algunas ocasiones ese deseo es tan grande, que el pensamiento se vuelve su esclavo. Entonces no somos capaces de ver las señales que nos indican que vamos por mal camino, vemos solo lo que queremos ver y llegamos a las conclusiones que deseamos, obviando la realidad. Y eso nos puede provocar graves problemas.

Las trampas que tiende el pensamiento desiderativo

El pensamiento desiderativo nace del deseo, no de la realidad, por lo que a menudo se convierte en fuente de innumerables problemas en nuestra vida cotidiana.
– Hace que nos centremos excesivamente en el resultado. El pensamiento desiderativo es eminentemente concreto, se dirige a lograr un objetivo en el menor tiempo posible. Esa sensación de urgencia provocada por el deseo nos juega malas pasadas porque nos impide planificar de manera adecuada y ver las señales de que vamos por mal camino. Básicamente, el pensamiento desiderativo nos brinda las excusas lógicas que necesitamos para equivocarnos y tomar el camino que deseamos, aunque no sea el mejor ni el más conveniente.
– Nos impide ver las evidencias y los obstáculos. El pensamiento desiderativo hace que saquemos conclusiones y tomemos decisiones basándonos en lo que más nos gustaría, en vez de realizar comprobaciones teniendo en cuenta la realidad. Este tipo de pensamiento se basa en las emociones, más que en las evidencias. El problema de base es que deseamos tanto que algo sea cierto o que ocurra, que desestimamos las evidencias que indiquen lo contrario. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de Nueva York demostró que el pensamiento desiderativo alimenta las fantasías sobre nuestro futuro, haciendo que nos fijemos más en los pros que en los contras, de manera que, a la larga, tomamos peores decisiones.
 
– Causa grandes frustraciones. Uno de los principales problemas que genera el pensamiento desiderativo es que terminamos viviendo en el mundo de fantasía que hemos construido en nuestra mente, sustentado en las conclusiones erróneas que hemos ido sacando. En práctica, es como si viviésemos en un castillo de cartas. Obviamente, cuando soplan los vientos de realidad, ese castillo se desmorona. Entonces llegan las frustraciones, decepciones y desengaños.

¿Por qué dejamos que el pensamiento desiderativo tome las riendas?

Un estudio llevado a cabo en la Universidad de Illinois desveló que nuestro pensamiento funciona de manera bastante similar a la memoria. Es decir, a veces distorsionamos determinados recuerdos olvidando ciertos detalles y añadiendo otros porque nos resulta más conveniente, ya sea para evitar memorias dolorosas o para consolidar la imagen que tenemos de nosotros mismos, evitando la disonancia.
Estos psicólogos les pidieron a un grupo de personas que leyeran una serie de predicciones, algunas eran muy convenientes para ellas y otras decididamente negativas. La tarea de cada participante era determinar la fiabilidad de la fuente. Curiosamente, las personas solían indicar que las predicciones más convenientes provenían de fuentes confiables, mientras que achacaban las predicciones negativas a fuentes poco fiables. En práctica, nuestro deseo de que las cosas funcionen bien, nos hace perder la perspectiva.
También podemos dejar que el pensamiento desiderativo tome las riendas para evitar tener que lidiar con una realidad complicada, que no estamos dispuestos a aceptar. Cuando las cosas no funcionan como nos gustaría, en vez de aceptar la realidad decidimos fijarnos solo en aquello que nos agrada y que confirma nuestra visión del mundo. Así logramos sentirnos mejor.
Por supuesto, este mecanismo normalmente se activa a nivel inconsciente.


¿Cómo usar el pensamiento desiderativo a nuestro favor?

El pensamiento desiderativo en sí no es negativo, solo es necesario aprender a usarlo a nuestro favor. De hecho, el deseo que se encuentra en su base tiene un enorme poder motivador que podemos aprovechar a través de la técnica WOOP (Wish, Outcome, Obstacle and Plan):
1. Deseo. Piensa en algo que desees mucho. Convierte ese deseo en un objetivo factible. Ten en cuenta que mientras que los deseos pueden ser vagos y generales, el objetivo debe ser concreto y medible.
2. Resultado. Imagina el mejor resultado posible, deja que esa sensación de logro te llene.
3. Obstáculo. Regresa a la realidad, céntrate en los obstáculos que te impiden alcanzar ese objetivo y elige el mayor.
4. Plan. Piensa en las posibles soluciones y selecciona una acción concreta y eficaz que te permita superar ese obstáculo.
Fuentes:
Kappes, H. B. & Oettingen, G. (2012) Wishful Information Preference. Positive Fantasies Mimic the Effects of Intentions. Pers Soc Psychol Bull; 38(7): 870-881.
Gordon, R. et. Al. (2005) Wishful thinking and source monitoring. Memory & Cognition; 33(3): 418-429.

Rincón de la Psicología

Aida. Cómo usar tu cerebro para sentirte feliz

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Una rama de la neurociencia se ha dedicado a estudiar los cambios y movimientos que suceden en el cerebro cuando se realizan determinadas actividades con cierta regularidad. Alex Korb es uno de los científicos que se ha puesto en esta ardua tarea.

El doctor Korb sufrió de depresión cuando estaba en la universidad y esto despertó su interés por entender cuáles eran las cosas que no le permitían entristecerse. Así empezó a entender cómo el cerebro les da forma a los estados de ánimo y qué podemos controlar sobre la química y la actividad cerebral.

El científico también resalta que pensar positivamente, en muchas situaciones de la vida, puede hacernos sentir mejor, pero a menudo nos hace sentir fuera de control. Es bueno reconocer que uno tiene algún control sobre su estado de ánimo, pero lo cierto es que no lo tiene por completo. Y el bienestar no consiste en eliminar todos los sentimientos negativos. La habilidad para tolerar y aceptar estos sentimientos constituye una parte saludable de ser un humano.

La gente está cansada de que le digan que solo piense en positivo, quiere consejos que le sienten bien a su cerebro, desde tomar un baño de sol, dormir ocho horas seguidas, hasta escribir un diario con sus recuerdos. La gente quiere saber qué más puede hacer. Además, están interesados en conocer cómo funciona su cerebro. He aquí algunas actividades que el doctor Korb recomienda realizar a menudo:

  1. Toma una decisión

La ansiedad y la preocupación son generadas por las múltiples posibilidades que hay, no por las certezas. De hecho, muchas personas son menos felices porque tienen más opciones y tienen más razones por las cuales preocuparse. Si tiendes a angustiarte, reduce tus opciones y cuando sea posible toma decisiones rápidas. Tan pronto tomes una decisión, sin importar lo pequeña que sea, todo comienza a ser más manejable y el sistema límbico se calma. Además, ayuda a superar la actividad del estrato ventral, que usualmente lleva a los impulsos y rutinas negativas.

  1. Abraza con fuerza

Esto permite liberar oxitocina, lo que reduce la actividad de la amígdala. También ayuda al sistema inmunológico.

  1. Hazte masajes

Los masajes estimulan la serotonina hasta en un 30 %, decrecen las hormonas del estrés, como el cortisol, y aumentan los niveles de la dopamina, que ayuda a crear nuevos hábitos. Además, reducen el dolor porque activan las endorfinas analgésicas, mejoran el sueño y disminuyen la fatiga.

  1. Evoca momentos felices de tu vida

Recuerda eventos positivos que te hayan pasado en la vida, como un regalo de cumpleaños de tu niñez o un viaje espectacular. Visualízalos en detalle o si prefieres, escríbelos. Este simple acto incrementa la producción de la serotonina en la corteza del cíngulo anterior y lo mantiene alejado de pensar en acontecimientos negativos.

  1. Emplea el gran poder de la música

Ya sea  escuchando tu canción preferida o tocando la armónica, la música incrementa el ritmo cardiaco. Además, engancha a la mayoría del sistema límbico, incluyendo el hipocampo, el cíngulo anterior y el núcleo accumbens;ayuda a regular las emociones, baja la presión sanguínea y reduce el estrés.

  1. Siempre sé agradecido

Mantén un diario de agradecimiento por todo lo bueno que te pasa casa dia. Esto incrementa la producción de serotonina y dopamina, mejora el sueño y las relaciones personales.

  1. Vive en el presente

Situarse en el presente ayuda a reducir la ansiedad y la preocupación. Además, incrementa la actividad prefrontal dorsolateral y ventrolateral, permitiendo que esas regiones calmen a la amígdala.

  1. Crea metas concretas a largo plazo

Cuando decide alcanzar una meta, la corteza prefrontal cambia la manera en que el resto del cerebro percibe el mundo y ayuda a organizar las acciones. Se libera dopamina y puede ser una poderosa herramienta para reversar el curso de una depresión.

  1. Trata de no tener luces fuertes a tu alrededor por la noche

No tienes que caminar en la oscuridad, pero cuando te acuestes, apaga todas las luces de tu casa. Bájale el brillo del monitor de su P.C, o mejor aún, no mire ninguna pantalla. Asegúrate de que tu cuarto esté realmente oscuro. Si tiene aparatos electrónicos que tengan luces led, cúbrelos para que la luz no interrumpa tu sueño. Dormir bien eleva tu estado de ánimo, reduce el estrés, fortalece la memoria y disminuye el dolor. También ayuda a la concentración, a pensar claro y a tomar decisiones.

  1. Cultiva el sentido del humor: ríete

Es muy simple y mejora tu estado anímico. Inclusive si no hay nada gracioso, solo abre la boca y deja salir una carcajada –el cerebro no distingue entre una risa genuina y una falsa. La retroalimentación facial funciona debido a que el cerebro detecta la flexión de ciertos músculos de la cara y hace que pienses “debo estar feliz por algo”. Además, hay una retroalimentación social porque sonreír es contagioso.

Aunque el funcionamiento del cerebro no es simple, el doctor Korb explica algunos de los conceptos fundamentales de una manera simple:

  1. El sistema límbico es la parte emocional del cerebro, responsable por cosas como el miedo, la ansiedad, la memoria y el deseo. Básicamente, está compuesto por el hipotálamo, la amígdala y la circunvolución del cíngulo.
  2. La corteza prefrontal es la parte “racional” del cerebro. Es el centro de la planeación y el encargado de tomar decisiones. También, el responsable de controlar los impulsos y la motivación.
  3. Los principales neurotransmisores son:

Serotonina: mejora la motivación, el estado de ánimo y la fuerza de voluntad.

Norepinefrina: incrementa el pensamiento, la atención y lucha con el estrés.

Dopamina: aumenta el placer y el cambio de malos hábitos.

Oxitocina: estimula los sentimientos de confianza, amor y conexión, y reduce la ansiedad.

Endorfinas: alivian el dolor y producen sentimientos de satisfacción.

Equipo Mache Blog

Fuente: Maché Blog

Las bacterias intestinales de ratones calmados tranquilizan a los ansiosos

Un estudio observa también efectos en biomarcadores del cerebro
Investigadores de Canadá financiados por el ejército estadounidense han demostrado que inoculando bacterias fecales de ratones calmados a ratones ansiosos, se puede cambiar el estado de ánimo de éstos. También se observan cambios en biomarcadores específicos en el cerebro.

Bienenstock (izda.) y Forsythe. Fuente: ONR.
¿Podrían utilizarse las bacterias del intestino para curar o prevenir enfermedades neurológicas tales como el trastorno de estrés postraumático (TEPT), la ansiedad o la depresión? Dos investigadores apoyados por la Oficina de Investigación Naval (ONR) estadounidense piensan que hay muchas posibilidades.

John Bienenstock y Paul-Forsythe, que trabajan en el Instituto Cerebro-Cuerpo de la Universidad de McMaster en Ontario (Canadá), están investigando las bacterias intestinales y su efecto sobre el cerebro humano y el estado de ánimo.

Como explica en la nota de prensa de la ONR la oficial del Departamento de Aviones de Combate Linda Chrisey, este es un trabajo muy importante para su departamento, «ya que sugiere que los microbios del intestino desempeñan un papel importante en la respuesta del organismo a situaciones de estrés, así como en quiénes podrían ser susceptibles a enfermedades como el TEPT».

Los billones de microbios del tracto intestinal, conocidos colectivamente como microbioma intestinal, afectan profundamente a la biología humana -digestión de los alimentos, regulación del sistema inmunológico e incluso la transmisión de señales al cerebro que alteran el estado de ánimo y el comportamiento.

A través de investigación con ratones de laboratorio, Bienenstock y Forsythe han demostrado que las bacterias intestinales afectan seriamente al estado de ánimo y el comportamiento. También fueron capaces de controlar los estados de ánimo de ratones ansiosos alimentándolos con microbios sanos a partir de material fecal recogida de ratones tranquilos.

Bienenstock y Forsythe utilizaron un escenario de derrota social en el que los ratones más pequeños fueron expuestos a otros más grandes y agresivos durante un par de minutos al día durante 10 días consecutivos.

Los ratones más pequeños mostraron signos de aumento de la ansiedad y estrés: agitación nerviosa, disminución del apetito y una menor interacción social con otros ratones. Luego, los investigadores recogieron muestras de heces de los ratones estresados y las compararon con las de ratones tranquilos.

«Lo que encontramos fue un desequilibrio en la flora intestinal de los ratones estresados», dice Forsythe. «Había una menor diversidad en los tipos de bacterias presentes. Los intestinos tienen una ecología muy compleja. A menor diversidad, mayores perturbaciones en el cuerpo».

El cerebro

Bienenstock y Forsythe alimentaron entonces a los ratones estresados con los mismos probióticos (bacterias vivas), pero de ratones tranquilos, y examinaron las nuevas muestras fecales. A través de espectroscopía de resonancia magnética, una técnica analítica no invasiva, estudiaron también los cambios en la química del cerebro.

«No sólo el comportamiento de los ratones mejoró drásticamente con el tratamiento probiótico», dice Bienenstock, «sino que continuó mejorando durante varias semanas después de finalizado. Además, la espectroscopía nos permitió ver ciertos biomarcadores químicos en el cerebro cuando se estresaba a los ratones y cuando estaban tomando los probióticos».

Ambos investigadores dicen que los biomarcadores de estrés podrían indicar potencialmente si alguien está sufriendo de trastorno de estrés postraumático o tiene riesgo de desarrollarlo, de modo que se puede tratar o prevenir con probióticos y antibióticos.

A finales de este año, Bienenstock y Forsythe llevarán a cabo más experimentos con trasplantes fecales de ratones calmados a ratones estresados. También esperan obtener financiación para llevar a cabo ensayos clínicos para administrar los probióticos a voluntarios humanos y usar MRS para vigilar las reacciones del cerebro a diferentes niveles de estrés. La ONR también está estudiando el uso de la biología sintética para mejorar el microbioma intestinal.

 

Referencia bibliográfica:

S. Leclercq, P. Forsythe, J. Bienenstock: Posttraumatic Stress Disorder: Does the Gut Microbiome Hold the Key?. The Canadian Journal of Psychiatry (2016). DOI: 10.1177/0706743716635535.

http://www.tendencias21.net/Las-bacterias-intestinales-de-ratones-calmados-tranquilizan-a-los-ansiosos_a42492.html

Adriana – Comportamiento tóxico que afecta a tus relaciones‏

Si tu comportamiento tóxico es algo habitual, es fundamental para tu felicidad que seas capaz de reconocerlo y cambiar tu actitud cuando sea necesario. Tu comportamiento es esa pequeña cosa que
hace una gran diferencia. Hay multitud de comportamientos tóxicos que empujan a la gente a rechazarse unos de otros. Estos comportamientos causan una gran devastación en tus relaciones y en tu crecimiento personal y profesional.

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Seamos honestos, todos hemos tenido algún comportamiento tóxico, dañando a alguien en un momento
u otro. Ninguno de nosotros es inmune a los cambios de humor y de comportamiento tóxico ocasional.

Hay muchas personas que son más evolucionadas, equilibradas y conscientes, y estos comportamientos solo ocurren raramente en sus vidas.

Los diez comportamientos tóxicos más comunes son los que siguen a continuación.

1. Comportamiento tóxico de envidiar a los demás

No dejes que la envidia (o los celos) te impidan obtener lo mejor de ti. La envidia es el arte de contar las bendiciones de otra persona en tu propio lugar. No hay nada atractivo o admirable en este comportamiento. Así que deja de comparar tu vida con todas las demás. Tu vida es tu vida, no es un concurso. Estás en competencia con una persona y solo una persona: tú mismo. Estás compitiendo por ser el mejor que puedas ser. Si quieres medir tu progreso, compárate a ti mismo con el que fuiste ayer.

2. Comportamiento tóxico de tomártelo todo de forma demasiado personal

Las personas son tóxicas para todos los que les rodean cuando creen que todo lo que sucede a su alrededor es un ataque directo contra ellos. La verdad es que lo que dices y haces sobre la gente dice mucho más acerca de ti que de ellos. Reaccionas a lo que la gente dice sobre tus perspectivas, heridas y experiencias. Si piensan que eres increíble, o creen que eres lo peor, es solo una opinión. No estoy sugiriendo que deberíamos ser narcisistas e ignorar todos los comentarios. Estoy diciendo que tanto daño, decepción y tristeza en nuestras vidas proviene de cómo nos tomamos personalmente las cosas. En la mayoría de los casos es mucho más productivo y saludable ignorar una opinión buena o mala de otras personas sobre ti y funcionar con tu propia intuición y sabiduría como guía.

3. Comportamiento tóxico de actuar como si siempre fueras la víctima

Otra conducta tóxica es la queja persistente que alimenta tu sentido de víctima. Creyendo que eres una víctima, asumes que no puedes ejercer ningún poder sobre el rumbo de tu vida y es un comportamiento tóxico que te mantiene lastrado. Muchas personas han sufrido un trauma importante en su vida pero encontraron el valor para seguir adelante .Todos tenemos acceso a más poder, autoridad e influencia sobre nuestras vidas de lo que pensamos inicialmente. Cuando dejas de quejarte y no quieres verte a ti mismo como una víctima indefensa, encontrarás que eres más poderoso de lo que creíste, pero sólo si decides aceptar esta realidad.

4. Comportamiento tóxico de acumular dolor y pérdida

Una de las lecciones más difíciles en la vida es dejar ir, ya sea ira, amor, culpa y pérdida. El cambio nunca es fácil, siempre hay que luchar para aferrarse y luchar para dejar ir. Pero muchas veces dejar ir es el camino más sano para ir hacia adelante. Borra los pensamientos tóxicos del pasado. Tienes que liberarte emocionalmente de las cosas que una vez significaron mucho para ti, así podrás moverte más allá del pasado y el dolor que éste te trae. Se necesita realizar un gran trabajo para dejarse llevar y enfocar tus pensamientos, pero vale la pena cada esfuerzo que puedas hacer, por pequeño que sea.

5. Comportamiento tóxico de pensamiento negativo y obsesivo

Es muy difícil estar cerca de personas que se niegan a soltar su negatividad y hablan incesantemente de las cosas terribles que podrían suceder y han sucedido y te desprecian por cuanto ignoras de lo que han sufrido de las injusticias de la vida. Estas personas se niegan obstinadamente a ver el lado positivo de la vida y las lecciones positivas de lo que está sucediendo. El pesimismo es una cosa, pero estar encerrado perpetuamente en una actitud negativa es otra muy diferente. Solo viendo lo negativo y vivir desde un punto de vista donde todo es negativo y en contra tuya, es una retorcida manera de pensar y de vivir, y tú puedes cambiar eso.

6. Comportamiento tóxico de falta de autocontrol emocional

La incapacidad para manejar tus emociones es tóxica a todos los que están a tu alrededor. Todos conocemos a estas personas que explotan de ira o de lágrimas por el problema más pequeño. Gritan en el supermercado porque la cola es muy larga, gritan a un empleado por un pequeño error que ha cometido o pierden el control con su hija por derramar el zumo en el suelo. Si encuentras que eres excesivamente emocional y pierdes la calma en todo momento, puede que necesites algunas ayudas para ayudarte a tener control sobre tus emociones y entender lo que está en la raíz de tu angustia interior. Hay más de lo que aparece en la superficie. Una perspectiva independiente puede hacer maravillas.

7. Comportamiento tóxico de hacer juicios superficiales sobre los demás

No siempre juzgar a una persona por lo que muestran. Recuerda que lo que has visto es a menudo sólo lo que persona ha optado por mostrar, o lo que fueron a mostrar en base a su tensión interna y dolor. Por desgracia, cuando otra persona intenta hacer sufrir de alguna manera pequeña, suele ser porque sufren profundamente dentro de sí mismos. Su sufrimiento es simplemente desbordando. No necesitan castigo o burla, necesitan ayuda. Si no puedes ayudarlos, dejarlos ser.

8. Comportamiento tóxico de crueldad (o de falta de empatía y compasión)

Uno de los comportamientos más tóxicos – la crueldad – proviene de una falta total de empatía, preocupación o compasión por los demás. Lo vemos cada día en los medios de comunicación: personas que son devastadoramente crueles e hirientes con los demás simplemente porque pueden hacerlo. Acosan personas online de una forma cobarde, utilizando su anonimato como escudo. La crueldad, apuñalar y dañar a otros por cualquier razón es tóxico, y también duele. Excava profundamente en tu corazón para encontrar la compasión y darte cuenta de que estamos todos juntos en esta vida.

9. Comportamiento tóxico de constante necesidad de validación

Las personas que constantemente buscan la validación de otros son agotadoras. Aquellos hombres y mujeres que se dejen llevar por la necesidad de demostrar constantemente su valía una y otra vez quieren ganarse a todo el mundo que les rodea y son personas tóxicas. Lo saben. Mirar demasiado a los otros puede desgastarte. Hay una foto más grande en tu vida y no trata sobre lo que hay que lograr a los ojos de las masas.

10. Comportamiento tóxico de ser un terco perfeccionista

Como seres humanos, muchas veces perseguimos estados hipotéticos y estáticos de perfección. Lo hacemos cuando estamos buscando la casa, trabajo, amigo o amante perfectos. El problema, por supuesto, es que la perfección no existe en un estado estático porque la vida es un viaje continuo en constante evolución y cambio. Lo que está aquí hoy no es exactamente lo mismo mañana (la casa, trabajo, amigo o amante ideales se desvanecerán para llegar a un estado de imperfección). Pero con un poco de paciencia y una mente abierta, con el tiempo, esa casa imperfecta evoluciona a ser un hogar confortable. Ese imperfecto trabajo que ahora tienes evoluciona hacia una carrera gratificante. Ese amigo imperfecto evoluciona a un constante hombro en el que apoyarte. Y ese amante imperfecto evoluciona a un compañero confiable para toda la vida. Es sólo cuestión de dejar ir el perfeccionismo.

Si puedes relacionarte con cualquiera de estos comportamientos tóxicos, recuerda que no estás solo. Todos tenemos personalidades insalubres enterradas profundamente dentro de nosotros que tienen el potencial de aparecer a veces a hurtadillas. Como se mencionó anteriormente, la clave es reconocer estas conductas y detenerlas en sus inicios.

¿Qué comportamientos tóxicos, o cambios de humor, tienes a veces? ¿Qué comportamientos tóxicos te alejan de otras personas? ¿Cómo te sientes? Deja un comentario más abajo para compartir tus conocimientos con nosotros.

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