«La mayor deficiencia de la raza humana es nuestra incapacidad para comprender la función exponencial» Albert A. Bartlett.
1/7 LA RELATIVIDAD ES UNA REGLA MULTIDIMENSIONAL.
Debido a su simplicidad esta “regla o herramienta” tiene una inmensa potencia. Su método de funcionamiento no es más que una manera diferente de pensar, o de contemplar siempre dos planos opuestos de la realidad. En esta independencia basa su toda su potencia, realmente nada le afecta. Su escala es la inversa de la unidad: toda creencia, sea la que sea y por lógica que parezca, siempre tendrá su visión opuesta. En consecuencia, esta regla representa la “irracionalidad”…. Y, por absurda que parezca, es la única con capacidad de explicar el Universo en su totalidad.
Para entenderlo desarrollaremos un modelo que tiene como protagonista a nuestras Leyes más universales: “La leyes de la relatividad”. Estas leyes, sin ninguna duda, nos abrieron la “puerta” a una forma diferente de entender el Universo. Una forma que, en sus inicios nos resultó irracional, pero que pudimos verificar con posterioridad. En esta ocasión se trata de contemplar dichas leyes de forma fractal: ver de qué manera las podemos expresar de forma genérica en diferentes dimensiones matemáticas entrelazadas entre ellas. Esto es, la relatividad vista como si fuera un holograma.
La RELATIVIDAD GENERAL (en primer lugar) es una ley que decimos que se entiende en un ámbito tetra-dimensional. En sentido figurativo trata de explicar cómo se “curvan” nuestros tres ejes de realidad (el espacio, el tiempo y el movimiento) al introducir nuevamente el concepto “movimiento”. Dicho movimiento es muy exclusivo, dado que es único, propio, o inherente al propio Universo, en el sentido de que no lo percibimos (aunque formemos parte de él). A este movimiento “duplicado” lo llamamos “movimiento uniformemente acelerado”. En las últimas décadas también es conocido como “inflación del Universo” y, en su sentido inverso (contracción del universo) lo llamamos “Big-Bang”. Lógicamente este movimiento es totalmente consistente con la fuerza o la geometría de la gravedad.
La relatividad general implica que todos tenemos un origen común que se centra en ese punto inicial que llamamos “Punto de la Creación” o “Big-Bang”. En consecuencia, esta ley es una ley situada en una dimensión transversal a nuestra realidad, ya que establece el movimiento del Universo no a través del espacio, sino a través del tiempo.
En dicha teoría tan sólo queda una cuestión por determinar…. ¿Se extenderá el universo de forma infinita o… también habrá un final, una especie de “Big-Crash”? En otros términos… ¿Se acabará en algún momento el Universo o, por el contrario, éste es eterno? ¿Está el Universo acotado en su propio espacio-tiempo?….
La RELATIVIDAD RESTRINGIDA o ESPECIAL (por otro lado) transcurre en un reino tridimensional que nos es (relativamente) más fácil de apreciar. Esta ley nos dice qué pasa con el espacio-tiempo a medida que aumenta o disminuye nuestra velocidad respecto a un punto de referencia. Si no tuviéramos esta referencia jamás podríamos comprobar si estamos parados o en movimiento: es el conocido “Principio de Galileo”. Según ella no importa el momento temporal o el instante de tiempo en que hagamos este experimento…. siempre obtendremos el mismo resultado: la diferencia máxima de velocidad entre dos cuerpos que se están moviendo siempre será la velocidad de la luz.
La velocidad de la luz se convierte en un límite fundamental, de la misma forma en que puede serlo el “Big´-Bang”, o… también, como posibilidad el “Big-Crash”.
Es importante observar esto: nosotros tan sólo percibimos un Universo tridimensional. Podemos especular o teorizar acerca de descripciones del Universo que transcurren en dimensiones superiores, pero éstas siempre quedan fuera de nuestra experiencia habitual. Esto equivale a decir que cada “mente” o cada partícula del Universo tienen su propia escala de espacio-tiempo. Aunque, también sería cierto, que todos nosotros estaríamos incluidos en una misma escala, o una misma franja espacio-temporal.
Lo mismo ocurre cuando tratamos de entender el Universo desde dimensiones inferiores. Una visión bidimensional sería tratar de representar en un plano el comportamiento del Universo; Sería como plasmar nuestras teorías de forma simbólica (por ejemplo, dibujando una función de onda). De hecho, esto es lo que hacemos cuando trazamos una “cruz” en un plano (simbólicamente unos ejes de coordenadas) y representamos nuestras ideas.
Esta especie de transición genérica entre la 4ª y la 2ª dimensión es lo conocemos como “Matemáticas” o… de forma metafórica, como “física teórica”.
¿Existe, por tanto, alguna versión de la relatividad que siempre se cumpla en un plano geométrico o incluso numérico y que sea universal?
En una visión bidimensional, cuando descendemos al plano geométrico, los límites que encontramos en algunos desarrollos aritméticos (que denominamos “sucesiones infinitas”) nos revelan que existen “contornos matemáticos” que no podemos “traspasar”. Son límites matemáticos que no podemos abordar… Y es que… parece absurdo (o irracional) considerar que algo sea infinito y que, a su vez, esté acotado.
Pero… aún podemos descender más en el plano dimensional, hasta encontrar otras definiciones más simplificadas y genéricas de la relatividad. Cuando descendemos al plano unidimensional (el plano de las líneas, curvas o rectas) nos encontramos con los “números irracionales”. Estos números expresan genéricamente la relatividad, pues se basan en relaciones eternas o infinitas entre dos conceptos opuestos siempre entre ellos. Figurativamente el movimiento vendría expresado como una sucesión de sus infinitos elementos.
Por ejemplo, nuestro valor irracional más universal “π” es una relación entre dos elementos opuestos: el arco y el diámetro de una circunferencia y es, también, una relación que nunca se acaba. De acuerdo con Poincaré la “Esfera tridimensional” es la representación perfecta del Universo, dado que es un concepto que siempre podemos sintetizar desde su forma tetra-dimensional (la 4ª dimensión matemática) hasta un punto inicial. Dicho punto inicial sería la “no-dimensión” matemática y… simbólicamente sería una unidad.
Cuando la relatividad es absolutamente genérica, en el sentido de sólo contemplar la relación de dos elementos opuestos entre ellos, también la llamamos “Probabilidad” o, en sentido figurado… “azar”.
La probabilidad es la esencia del mundo cuántico y, en un lenguaje más técnico la llamamos “principio de indeterminación universal”. Si pudiéramos, por tanto, extender esta cualidad a nivel universal daríamos sentido a una especie de “Relatividad Universal”: un principio que establecería que el Universo se curva a sí mismo o que, partiendo de un punto inicial, después de un ciclo infinito, vuelve de nuevo al principio. Un universo consistente con la velocidad de la luz como una especie de diferencia imaginaria entre cada dos escalas.
La relatividad universal, o relatividad inter´-dimensional establece que el azar es la regla en que se basa el Universo y que, en consecuencia, el azar es una regla de comportamiento. Si podemos expresar (de forma genérica) esta regla en el plano geométrico automáticamente la podríamos extender a dimensiones superiores y…. literalmente, a todo nuestro Universo.
2/7 LA UNIDAD ES UN PATRON DE COMPORTAMIENTO.
Normalmente decimos que la unidad es un valor no-dimensional, diciendo con ello que no le atribuimos existencia. Aquí vamos a ver que eso no es cierto, porque una unidad puede ser un patrón inteligente de comportamiento. Una unidad puede guardar todo un universo dentro. Ciertamente un Universo de la nada (o… basado en los conceptos) pero, al fin y al cabo, un universo…. ¡El nuestro!
La regla siempre será ésta:
“Si partimos de una unidad inicial y ésta se mueve creciendo siempre de forma exponencial, su límite fundamental convergerá nuevamente a una unidad. Esto sucederá siempre que dicha regla de crecimiento se base en los cuadrados de sus elementos. Y a ésta regla podemos llamarla relatividad universal”
Es una regla muy básica… tanto que, para entenderla no necesitamos conceptos sofisticados, tan sólo abrir (metafóricamente) la mente a la existencia de una regla irracional porque, precisamente en este concepto, se basan todas las leyes de la relatividad.
La Ley de la relatividad especial (la que relaciona la energía y la masa) nos dice, de forma sintetizada que, en una partícula fundamental puede existir una inmensa energía o fuerza. Dicha energía es el resultado de elevar al cuadrado la velocidad de la luz.
La Ley de la relatividad general (la que nos dice que el Universo es curvado) nos dice que podemos condensar todo nuestro Universo infinito en un único punto inicial.
Estas dos concepciones de la teoría de la relatividad no son más que dos formas diferentes de entender un mismo concepto. Cuando nos referimos en términos de fuerzas a esta relación universal partimos de una perspectiva estática (o matemática) y, por lo tanto, la podemos representar de forma geométrica. En cambio cuando razonamos sobre el Big-Bang observamos una tendencia, algo que sólo podemos conceptualizar. El principio subyacente (no obstante) es el mismo… De forma general, no es más que condensar un infinito en una unidad.
Aquí vamos a dar un paso más, vamos a condensar o sintetizar todo ese infinito en nuestra forma básica de pensar: “Doble o nada”, la regla que conecta tu mente con el Universo.
La pregunta fundamental es ésta… ¿Cómo hace esto el Universo? ¿Cómo conecta elementos tan distintos? La respuesta más simple sólo puede ser ésta: dichos elementos en el fondo son el mismo.
Esto representa que el Universo se puede representar como si fuera un fractal; lo que implica, en consecuencia, que el Universo se basa exclusivamente en reglas geométricas. En la circunferencia más grande, así como en la circunferencia más pequeña que podamos imaginar siempre estará presente el mismo valor. Esta sería la idea fundamental…. El Universo visto como un holograma.
Se trata, en definitiva, de comprobar una regla fundamental… ¿Es la respuesta más sencilla la correcta?… ¿Es el Universo una simulación de sí mismo?
Bien… Sigamos las evidencias.
3/7 LA LEY DE LA RELATIVIDAD ESPECIAL ES LA LEY DE LA OFERTA Y LA DEMANDA.
Lo primero es entender que la relatividad especial es una ley auténticamente Universal, dado que se trata de una LEY FUNDAMENTAL, una ley incluso de más profundidad que una ley matemática: es la famosa “Ley de la oferta y la demanda”.
Esto implica que siempre se dará o, en otras palabras, que la relatividad universal es el único principio y final; Que no existe ninguna regla más…
Una ley fundamental es algo intuitivamente verdadero y que jamás hemos podido contradecir, ni en la teoría (o de forma lógica) ni en la práctica. El principio conocido como la “Navaja de Occam” es el ejemplo perfecto: “El diseño más eficiente es el más simple posible”
En un plano más físico (o biológico) haríamos referencia a su principio más básico, “Todo fluye, nada permanece” o a su principio más conocido: “Todo tiende al equilibrio”. Incluso en un ámbito más social podemos encontrar múltiples ejemplos de cómo toda una filosofía de vida se puede condensar en un simple slogan que la defina…. El Ying-Yang seria un ejemplo: todo lo opuesto en el fondo está equilibrado o… “Toda causa tiene su efecto”
La Ley de la Relatividad Especial no es una ley matemática en sentido estricto, dado que incumple su principio fundamental, que es ver la realidad de forma estática. Esta ley (y ésta fue su principal novedad) incorpora de forma necesaria el movimiento; De hecho, además de ser ésta la contradicción lógica (al incumplir la regla matemática) de forma paradójica ésta sería su principal cualidad.
Y es que… aunque la ley de la relatividad especial no tenga sentido matemático es tremendamente racional cuando la contemplamos desde una perspectiva geométrica. De hecho, toda la formulación de la Ley de la Relatividad Especial se fundamenta en el Teorema de Pitágoras, visto de forma genérica.
Quizás ésta ley no siga la regla matemática en sentido estricto, pero sigue una de estas reglas fundamentales o intemporales que acabamos de citar: básicamente la regla que establece (de forma genérica) que todo tiene su opuesto y que en eso consiste el equilibrio: en extender esta regla hasta el infinito.
La ley de la relatividad especial, como sabemos, nos da una relación universal entre el espacio, el tiempo y el movimiento (una triangulación de 3 elementos). Esta relación se da en un marco de referencia basado sólo en dos de ellos (el espacio-tiempo), que serían los dos ejes típicos de coordenadas (la cruz espacio-tiempo).
Como consecuencia de esta aparente contradicción la respuesta es ésta: indeterminada. Esta ley nos da, por tanto, un patrón de comportamiento del movimiento.
En esencia sería el siguiente: a cada paso que damos nos encontramos siempre con dos respuestas opuestas entre ellas: una respuesta espacial y una respuesta temporal. Ambas se extienden en dimensiones diferentes a medida que incrementamos la velocidad. Dado que todo está relacionado en este “sistema triangular” no existe una realidad objetiva o determinada. Todo depende… ¡Siempre!
La Ley de la relatividad especial refleja la oferta y la demanda porque, si en lugar de utilizar la velocidad y el espacio-tiempo utilizáramos (por ejemplo) la demanda relativa de pimientos rojos y pimientos verdes respecto a la evolución de sus precios obtendríamos los mismos resultados. El principio simple sería éste: si sólo hay un pimiento para satisfacer toda la demanda su precio será infinito. Si hay infinitos de ellos su valor será prácticamente nada, un valor simbólico.
Y éste sería el principio relativo: los precios de las dos clases de pimientos están relacionados entre ellos. Si existe poca oferta de los pimientos verdes, su precio aumentara respecto a los pimientos rojos y, lo mismo pasará a la inversa. Diríamos, por tanto, que todas las combinaciones de precios que pueden darse entre ellos pueden expresarse de forma acotada, en el sentido de que, entre ellos, forman un sistema auto-contenido.
Esta idea de la relatividad especial como una ley genérica y universal puede entenderse de muchas maneras. En este ejemplo la entendemos como una relación entre los precios que, en el fondo, equilibra la oferta y la demanda. El equilibrio sería, pues, el límite de la ley de la relatividad especial, de la misma manera que en la ley de la relatividad general es la unidad.
En sentido metafórico podríamos decir, por tanto, que la Luz (o su velocidad) equilibra todo en el Universo, incluso en sus extremos.
4/7 LAS LEYES DE LA RELATIVIDAD GENERAL REFLEJAN CICLOS…. NO UN PRINCIPIO.
Cómo hemos visto, la ley de la relatividad especial refleja una indeterminación, o un principio y final, que llamamos “Equilibrio” o… en un plano más físico, “Principio de Conservación de la Energía”. El espacio y el tiempo (en este contexto) no serían más que las diferentes escalas en que dividimos los ejes de coordenadas. Es decir, en la teoría de la relatividad especial el tiempo discrecional es visto cómo una unidad de distancia que podemos fraccionar tanto como deseemos.
Sin embargo las leyes de la relatividad general exigen otro eje suplementario: sería como trabajar (no en un plano geométrico) sino en un plano tridimensional. Dado que no podemos hacer esto físicamente tan sólo podemos hacerlo de forma conceptual. Lo que vamos a ver, por tanto, es que el equilibrio cuando ascendemos una dimensión se basa en los “ciclos”: no es que el Universo se curve, sino que el Universo ES CURVADO.
Las leyes de la relatividad general, que tienen lugar en una dimensión superior, nos dicen que… duplicando el movimiento, llega un momento en que la indeterminación se condensa en un punto inicial. Es decir, que dicho patrón en el fondo sigue una regla específica y muy determinada.
Esta sería la regla vista desde una dimensión superior:
“Todo lo infinitamente opuesto tiene (en el fondo) un patrón de comportamiento. Un patrón que hace que, partiendo de una unidad, después de recorrer un infinito, regresemos de nuevo al principio. Este patrón definiría el “eterno movimiento” de un sistema consigo mismo”
Dado que es difícil expresar este concepto de forma genérica vamos a utilizar nuevamente conceptos que nos son mucho más familiares: los productos y el dinero.
El “Dinero” tiene un comportamiento simbólico y además es un elemento que (a diferencia de un pimiento) podemos fraccionarlo indefinidamente de una forma más sencilla. Es un ejemplo perfecto para mostrar como unificar el mundo imaginario con el mundo casi, casi real. No hay que olvidar que las leyes de la relatividad son una especie de escenario mitad ciencia-ficción, mitad realidad. ¿Quién sabe lo que significa que el tiempo se haga eterno, en realidad?
En esencia, el dinero es una regla de equilibrio. Sin embargo cuando añadimos un tipo de interés el dinero “cobra” vida, dado que establece por sí mismo una distinción entre el pasado y el futuro….o (genéricamente) una distinción entre diferentes estados. Introduce, por tanto, el tiempo, como agente adicional. En realidad, no tiene ningún sentido pensar que todo lo que podemos “valorar o cuantificar” incrementa por si mismo su valor tan sólo por pasar el tiempo. No hay nada en el Universo que tenga un sentido definido, excepto claro el que nosotros mismos le otorguemos.
Cuando introducimos un tipo de interés rompemos el equilibrio. Ahora los productos dejarán de tener valor por sí mismos (en función de su escasez o abundancia relativa) para pasar a tenerlo también en función de la valoración que hacemos del tiempo. Pero… ¿Qué sentido tiene otorgar un valor material al tiempo? Lo cierto es que poco o ninguno. De hecho es el mismo sentido que tiene para nosotros que el Universo se esté expandiendo. No solemos pensar que esto nos afecte de alguna manera.
Al movimiento (acelerado) del tipo de interés lo llamamos “interés compuesto” y se trata de un crecimiento exponencial. El tipo de interés simple no sería más que una comisión cuando el dinero cambia de manos durante un periodo determinado de tiempo.
Pero… cuando aplicamos el interés compuesto lo único que conseguimos es distorsionar el proceso de equilibrio. Algo absurdo en realidad, porque todo se acabará equilibrando igual.
El dinero fracciona y valora arbitrariamente intervalos de tiempo pero… en el Universo ya se da este fraccionamiento; De hecho, es infinito. Para el Universo esto no tiene ningún sentido. ¿Para qué poner un tipo de interés si, sea el que sea, es cuestión de tiempo que el dinero crezca de forma exponencial hasta el mismo infinito? Si sólo es una cuestión de tiempo es irracional hacer esto, porque el tiempo ya es eterno en el Universo.
Cuando damos vida al dinero forma un infinito en sí mismo; Es decir, sigue un ciclo. Parte de un principio en el que no vale nada, pues tan sólo marca una regla de equilibrio, crea un infinito imaginario, y… cuando el dinero crece exponencialmente hasta el infinito, su valor vuelve al principio. El “Big-Bang” sería el punto inicial, el “Big-Crash” la consecuencia final de su cara opuesta: “la crisis de la deuda”
Esta rueda sin sentido es lo que llamamos “capitalismo”. Su lema es que tenemos que estimular la economía pero, desafortunadamente su expresión geométrica sólo puede ser ésta: la forma de una burbuja monetaria, algo parecido a un “holograma” o un patrón que se repite de forma periódica.
De forma matemática (como si de una doble sucesión irracional se tratara) el dinero, cuando aplicamos un tipo de interés consistente en doblar indefinidamente la cantidad y considerar que transcurren infinitos periodos de tiempo, tiende mágicamente y de forma natural al valor áureo –e- que es precisamente el valor que expresa el movimiento natural… (de forma genérica) en el Universo.
Por eso el valor “e” es el representante natural de la función exponencial, el único valor cuya función coincide son su función inversa: ese concepto tan extraño que llamamos “logaritmo neperiano o natural” y que expresa la tendencia general. Su punto de encuentro o de equilibrio (entre ambas funciones) es siempre la unidad.
Este patrón “doble o nada” o “patrón de los inversos” o… simplemente la “unidad de los opuestos” es una ley universal que está incluso por encima de nuestro razonamiento. Es un principio universal en el que… incluso la “Ley de la gravedad” basa sus principios, solo que… en un ámbito relativamente más físico.
Tan sólo es cuestión de tiempo que, adoptando un tipo de interés, sin importar que sea grande o pequeño, su función exponencial de crecimiento acabe adoptando la forma del crecimiento natural: la forma en que se expresa el Universo. En este sentido, bien podríamos decir que el “tipo de interés” es el precio que pagamos por una “patente” de comportamiento que, de hecho, ya existe en el Universo. Es el precio que pagamos por nuestro desconocimiento, la “vida” que cobra el tipo de interés nos supedita a su propia escala de espacio-tiempo.
5/7 LA RELATIVIDAD VISTA DE FORMA MATEMATICA.
No podemos contestar a la cuestión ¿Por qué existe este patrón? Ya que sería algo equivalente a preguntar ¿Por qué existe algo en lugar de nada? Lo único que podemos decir es que cuadra perfectamente con nuestra visión lógica del mundo. La relatividad en su versión más simplificada la llamaríamos probabilidad y… en un ámbito más matemático número irracional (una relación que nunca se acaba), algo que siempre ha existido y que siempre existirá.
¿Por qué se atraen los cuerpos? No lo sabemos, todo lo más que podemos de decir de “esto” es que sigue una regla de funcionamiento.
La Ley de la Gravedad establece que cuando dos cuerpos están infinitamente juntos (que… básicamente es lo mismo que decir que tienden a la unidad) se hace infinita la fuerza que “existe” dentro de ellos. Cuando los dos cuerpos se separan, de forma exponencial (o siguiendo la misma regla basada en los cuadrados) decrece la intensidad de la fuerza entre ellos; Esto sucede hasta que la misma se vuelve infinitamente pequeña o… en otros términos, tiende a esa unidad imaginaria que llamamos “nada”. Este es el mismo comportamiento que encontramos, incluso, a nivel planetario.
La gravedad no sólo expresa la forma de condensar un infinito en una unidad, sino que además nos da también un patrón de comportamiento, un patrón que cierra un “ciclo”, pues nos dice que todo está entrelazado, que continúa “conectado” aún cuando exista una infinita distancia de por medio. Es lo que conocemos como “computación instantánea” o “entrelazamiento” del Universo. También se trata de una regla irracional: la que establece que el Todo está incluido en la parte (y viceversa).
Podemos decir que esta visión de la relatividad (o, incluso, de la gravedad) rige en una cuarta dimensión imaginaria e irracional, una dimensión donde no cabe nada físico, tan sólo ideas y pensamientos, concepto y simbolismo. En consecuencia y, dado que la gravedad puede ser expresada de forma geométrica (formando un “paralelogramo”), nada impide poder ver las leyes de la relatividad en ese mismo plano.
La UNICA regla consistente, genérica y global capaz de condensar esta distorsión espacio-temporal o… en términos matemáticos, de combinar una geometría recta con una geometría curvada, es la identidad más famosa del mundo entero: La “Identidad de Euler”.
La Identidad de Euler sería como una especie de regla genérica inter-dimensional, una regla que establece cómo se combinan las diferentes dimensiones entre ellas y que además exige la presencia del “movimiento natural”.
Esta identidad es completamente irracional: establece la igualdad entre lo positivo y lo negativo, entre la existencia y la no existencia (i), entre una estructura geométrica y un movimiento. Pero… llega a la misma conclusión a la que llegamos todo el tiempo: el punto de equilibrio vuelve a ser la unidad. La Identidad de Euler sería una identidad situada en la 4ª dimensión matemática. Y, en consecuencia tiene varias expresiones geométricas. Son estas:
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La forma genérica de un “Cuanto de Planck” o un fotón de Luz. |
¿Existe en el Universo algún otro concepto capaz de reflejar siempre la idea inherente a la relatividad universal?
Existe, efectivamente.
Se trata de una regla ya citada, nuestra regla matemática más eterna y universal: el “Teorema de Pitágoras”. De hecho es la única regla que tiene la capacidad de unificar (por sí sola) dos geometrías opuestas entre ellas: la geometría plana (en que se basan las leyes de la gravedad) con la geometría esférica (en que se basan las leyes de la relatividad). Sin lugar a dudas, ésta demostración, llevada a cabo por Bernard Riemann es una de las más relevantes de toda la historia matemática.
El Teorema de Pitágoras es la regla de equilibrio entre dos planos diferentes o dimensiones.
Habitualmente pensamos en dicho Teorema cómo una forma de combinar la primera con la segunda dimensión matemática. Me estoy refiriendo, lógicamente, a la equivalencia geométrica entre las medidas de un triángulo rectángulo y sus dimensiones espaciales cuando elevamos sus “lados o catetos” al cuadrado. Aunque… de hecho, nada impide que lo podamos utilizar para conectar infinitas dimensiones matemáticas. Tan sólo se trata de encontrar el valor correcto que cumpla siempre la norma y que, además, sea capaz de expresarse en dos planos diferentes de la realidad.
Pero… ¿Qué es el Teorema de Pitágoras en realidad?… De hecho no es nada, un simple concepto.
Es una regla que conecta simplemente dos conceptos opuestos entre ellos, una regla genérica y universal. Sería como la Identidad de Euler pero de forma sintetizada y racional, observando solamente la estática matemática. En consecuencia, la identidad de Euler sería algo equivalente a contemplar el Teorema de Pitágoras en movimiento: la forma de integrar un triángulo con una circunferencia. Esta forma es la de una famosa figura geométrica conocida como “El Ojo de la Providencia”, nuevamente la forma de un holograma.
Esta idea de la eterna dualidad y las “convergencias imposibles” la podemos observar incluso de forma lineal. La regla nos dice nuevamente que los conceptos convergen en algún imaginario momento, si la única condición es que sean siempre opuestos.
Esta forma geométrica o lineal la podemos denominar “Sucesión de Basilea” y es uno de los resultados matemáticos más increíbles de la historia.
Esta sucesión establece simplemente que la suma de infinitos cuadrados tiende a la forma de una circunferencia en el plano complejo. ¿Qué es el plano complejo? Simplemente el plano real y su plano opuesto, el plano irracional…. Algo así como un “reflejo”
La Sucesión de Basilea sería efectivamente una sucesión irracional, cuyo límite natural sería un doble “codo egipcio” (π/6). ¿Casualidad?
Podemos establecer, por tanto, que dicha unidad de medida (que fue la que se utilizó para erigir las pirámides de Egipto) es la única escala en el Universo capaz de poder ser expresada tanto en el plano real, como en el plano irracional. Ciertamente una medida genérica y… Universal, un reflejo (como las pirámides de Egipto) de la geometría del Universo.
Dicha sucesión es capaz de cuadrar la circunferencia de forma genérica, requiriendo para ello únicamente la presencia de infinitos términos o, en otras palabras, exigiendo un tipo especial de movimiento.
Este movimiento siempre es el mismo: el movimiento exponencial…. Realmente nos está diciendo que el tiempo (matemático) se puede cuantificar, siempre y cuando se fraccione de forma infinita. Esta sería la idea inherente a un “Cuanto de Planck” (la unidad mínima en que nosotros cuantificamos el Universo) pero vista de forma dual: a cada instante de tiempo lo que denominamos “cuanto o evento” se desdobla en dos planos diferentes de la realidad.
El Teorema de Pitágoras es intemporal, es capaz de proporcionar un patrón determinado de comportamiento, pero convive pues con otra regla universal: la presencia de infinitos elementos. Esto es evidentemente cierto, dado que siempre podemos expresar de forma geométrica la forma de una circunferencia como una sucesión de infinitos triángulos, que se vuelven infinitamente pequeños. El factor de dicha sucesión sería, precisamente, la raíz cuadrada de 2.
Acabaremos este descenso en el mundo estrictamente numérico. Un número irracional sería la forma más sintetizada de observar el principio de la relatividad universal. Sólo es posible cumplir la regla en todo momento si disponemos de infinito tiempo. Un número irracional implica una referencia cíclica (o una imposibilidad lógica) precisamente porque se compone de infinitos números enteros, en una especie de cadena que nunca se acaba.
6/7 LA RELATIVIDAD UNIVERSAL IMPLICA UN UNIVERSO CURVADO Y RECTO.
Como acabamos de ver la teoría de la relatividad NO es exclusivamente una ley física, dado que es genérica en su totalidad.
Lo mismo pasa con la Ley de la Gravedad, dado que nunca se han podido detectar físicamente las “ondas gravitacionales”. De acuerdo con este modelo sería imposible hacerlo, ya que dichas ondas pasan precisamente por el “centro” de nuestra mente. De hecho, es la única “fuerza” que podemos apreciar estando despiertos… o durmiendo.
Ahora bien, la relatividad (en su versión especial) introduce una restricción arbitraria, una restricción que entendemos como racional, pero que nunca ha podido ser demostrada. Dicha teoría establece que un suceso pasado no puede ocurrir en el futuro. Debido a esto la teoría de la relatividad especial tiende a una singularidad, que entendemos como absoluta o determinada: la velocidad de la Luz.
Esta mentalidad no desaparece en su versión extendida, la relatividad general. De hecho es una consecuencia de nuestra particular forma material de observar la realidad, a su vez derivada de nuestra obsesión por cuantificar el tiempo. Debido a ello pensamos que el Universo tuvo un principio y (posiblemente) un final, pero no damos sentido a un Universo cíclico en sí mismo, un universo que ni empieza ni acaba.
La relatividad universal (o absolutamente genérica) establece que nada puede ser determinado en el Universo y que lo que llamamos “masa” no tiene una existencia definida, sino una existencia compleja, una existencia que se mueve en dos planos diferentes de la realidad. El Big-Bang no es un principio inicial, sino que simplemente es un “cambio de estado”, entendiendo este concepto como un movimiento propio de todo universo.
Si no estableciéramos esta distinción no romperíamos la dualidad y, en consecuencia, no existiría tal singularidad: el Universo nunca se acabaría, sería circular. Si no establecemos ninguna restricción arbitraria podemos conciliar las dos leyes de la relatividad, la especial y la general… en algo que podríamos denominar relatividad universal. Y, para ello, tan sólo tenemos que considerar que una unidad tiene el mismo comportamiento que todo un Universo.
La unidad no es un objeto no-dimensional (como nos enseñan en el colegio) sino que en realidad encierra “dentro” un patrón de comportamiento, un patrón que se extiende hacia los dos confines del Universo, lo más grande y lo más pequeño: uno y su opuesto.
Esta tendencia a observar la realidad de forma estática (entendiendo con esto, que no contemplamos el tránsito (o el movimiento) del espacio-tiempo, entre dos planos diferentes de la realidad) se refleja en nuestras creencias. La idea de que el Universo se puede “cuantificar” en su totalidad no es más que una extensión de nuestras ideas matemáticas. Es como una exigencia o una necesidad a buscar siempre una respuesta determinada… Pero, el Universo es una “divinidad”, el infinito no es algo que se pueda acotar, a menos… ¡Claro! que el Universo sea un ciclo en sí mismo: encendido/apagado o ambos al mismo tiempo.
Dividir la realidad según una medida de distancia, en función de una fuerza, o hacer esto con todo el Universo no deja de ser una distinción arbitraria. Un Universo eterno no tiene principio ni final, transmite su energía o su información y vuelve a empezar.
Simbólicamente el Universo cuadra circunferencias, que es lo mismo que decir que unifica conceptos aparentemente opuestos. Esto es equivalente a decir que el Universo utiliza siempre una doble escala.
7/7 LA RELATIVIDAD UNIVERSAL IMPLICA QUE NUESTRA MENTE ES EL CENTRO DEL UNIVERSO.
No debemos subestimar la importancia de la regla o de la “herramienta”. Si tan sólo medimos el mundo utilizando una escala recta, es difícil advertir que todo empieza y acaba en sí mismo, que todo es y no es al mismo tiempo, que el pasado y el futuro son el mismo concepto, o que nuestras mentes siguen las mismas reglas de comportamiento que todo el Universo.
Nuestra forma de pensar es propensa a aceptar la jerarquía, o la forma piramidal, además de todo concepto que se basa en los opuestos, pero no solemos contemplar la idea de que todo está conectado en realidad. De hecho esta mentalidad se extiende desde el inicio de nuestra civilización.
El faraón siempre fue el único “autorizado” a contemplar esto, como demuestran las dos escalas (o atributos) que tiene en sus manos. El faraón se consideraba a sí mismo como un cartógrafo del espacio-tiempo. Y es que nos han enseñado a pensar de forma local, pero nos han cortado las alas para volar…. Esta analogía es evidente en el simbolismo del “águila” y la “serpiente”.
Tan sólo existe UN concepto en el Universo que cumpla con todos los requerimientos que acabamos de citar y que, además, sea capaz de entrelazarse consigo mismo en todas las dimensiones matemáticas e, incluso, entre dos planos diferentes de la realidad. Se trata de la divina proporción, la única regla que necesitamos para conectar nuestra mente con el Universo, que es exactamente el mensaje que reflejan las pirámides de Egipto.
Toda la cultura egipcia hace referencia a lo mismo, a la dualidad universal y a su capacidad de conectar diferentes dimensiones. Por eso no es extraño que establecieran “El símbolo de la balanza” (o del equilibrio) como la regla que conecta el mundo de los dioses con el mundo terrenal.
La parte más importante de esta herramienta es su capacidad para cambiar tu mentalidad… y, de paso, demostrar que las ideas también crecen de forma exponencial, aunque éstas se muevan… en un plano inmaterial.
Si podemos demostrar que las leyes que rigen el Universo son las mismas, tanto en un plano físico como en un plano inmaterial, significa realmente que tenemos dentro un inmenso potencial para modificar la probabilidad y, en consecuencia, poder variar el rumbo de los acontecimientos.
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La Civilización egipcia representaba (con su peculiar simbolismo) su conocimiento de las Leyes que rigen el Universo. |
Artículo compartido por su autor: Ricard Jiménez
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