El ser humano materialista tiene una gran confianza en la razón y esto queda patente en la estructura de la moderna sociedad actual.
Desde hace miles de años la raza humana ha tratado de solucionar sus problemas más complejos a través de su capacidad razonadora. De esta manera hemos razonado, por ejemplo, que las guerras no son buenas y que deberían evitarse.
Las naciones se han unido, han formulado pactos, tratados y acciones con el único fin de perpetuar la Paz, sin haber conseguido los resultados esperados, puesto que las guerras o la amenaza que este conflicto significa, siguen presentes y latentes en la actualidad.
Quizás ha llegado el momento de entender que, si bien la razón es un importante factor con el que aplicamos nuestro conocimiento objetivo, no es un principio fundamental y que existen infinidad de pruebas de que muchas de las cosas nuevas que han entrado en nuestra existencia lo han hecho más por medio de la intuición que de la razón.
Si afirmáramos que en muchas ocasiones los descubrimientos son destellos de intuición, más que de razón, muchos protestarían y dirían que la razón es algo verdadero y que los científicos, después de mucho trabajo y tiempo, reúnen gradualmente conocimientos que se descubren a través de un largo periodo de razonamiento en vez de periodos de intuición.
No obstante, en cosas relativamente menores, casi todos hemos tenido alguna vez la experiencia de encontrar alguna solución a algún problema o una forma de conseguir un objetivo por un destello de nuestras mentes, de origen desconocido y que no llega como consecuencia del razonamiento….
Las experiencias místicas, es decir, los destellos de conocimiento intuitivo que llegan al místico, son mucho más importantes que su propio razonamiento, puesto que no podemos razonar más allá de nuestro propio conocimiento, es decir, no podemos razonar sobre física nuclear sino conocemos el tema, aunque es posible concebir la idea de que, a través de una correcta preparación de los estados mentales, podamos recibir conocimientos profundos o impulsos intuitivos que nos arrojen luz sobre temas que desconocemos.
De esta manera los místicos percibimos que la razón está limitada a nuestra propia comprensión, entrenamiento y experiencia y, por tanto, limitada a nuestros propios esfuerzos humanos, mientras que cualquier información que llega a través de la percepción interna y a través de la intuición, no se debe a nosotros mismos, sino al concepto del Absoluto.
El místico presta mucha más atención a la manifestación del mundo que le rodea que el resto de seres humanos
El resto de seres humanos no considera normal o natural esta observación. Por desconocimiento se suele observar únicamente el aspecto material, en pocas palabras, lo que tenemos a nuestra mano, sin ir más allá.
Conocer la existencia y significado (concepto) del Absoluto (Cósmico), es lo que al místico le hace estar convencido de que su camino es correcto y que debe seguir recorriéndolo.
El materialista razona sobre el universo y ve una variedad de cosas que forman su entorno; para él el mundo es una pluralidad de cosas, mientras que para el místico todas las cosas percibidas son manifestaciones de una sola realidad, la realidad Divina.
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Fuente: Blog de la Orden Rosacruz
www.infomistico.com