La economía industrial o de servicios ya no son claves, sino que las diferencias vienen marcadas por el conocimiento
Somos los protagonistas directos de la globalización económica, política y cultural. Todas con múltiples facetas que se interrelacionan unas con otras. Vivimos en un mundo globalizado en el que los movimientos de capitales seguirán siendo la fuerza que gobierne la economía a nivel mundial, donde el factor clave no será una economía industrial o una economía de servicios, sino que las diferencias vendrán marcadas por el conocimiento, y en el que las materias primas, el petróleo y otros productos, se convertirán en el nuevo instrumento de poder, originando múltiples conflictos geopolíticos y económicos. Y esto es lo que estudia la geoeconomía. Por Eduardo Olier.
También los hay que dicen que las crisis vienen tarde o temprano como sucede con el tiempo atmosférico, que cambia de forma cíclica. O como dice uno de los economistas que cito en el libro (Clemente Juglar): las depresiones económicas las crean los tiempos de prosperidad.
Recientemente, incluso, estuve en una conferencia de una persona relevante del mundo económico, presidente en el pasado de una importante institución reguladora, secretario de Estado, e incluso, alto cargo en el Banco Mundial.
Al comenzar su exposición sobre la situación económica española esta persona a la que me refiero se arrancó diciendo que…Tener esperanza no ayuda y que el optimismo no es bueno para resolver los problemas, que es mejor tener lo que él llamaba un “pesimismo defensivo”. Cosa que la verdad no sé muy bien que significa.
El hecho es que estamos viviendo un momento en la historia del mundo muy singular. Y a mi modo de ver lo que hay que tener es optimismo y esperanza. Diría más tener un “optimismo positivo de la realidad”.
Somos los protagonistas directos de la globalización: de la globalización económica, de la globalización política y de la globalización cultural del mundo. Todas ellas con múltiples facetas que se interrelacionan unas con otras.
El problema es que si sólo vemos uno de los aspectos, o los aspectos más negativos, tenemos grandes oportunidades de no salir de ésta, como se suele decir. Dicho de otra manera:
Sólo mirando a la economía no tendremos una visión completa de lo que sucede y nos será difícil aplicar las medidas que necesitamos.
Tres factores de globalización
A mi modo de ver, son tres los factores que mueven el mundo globalizado:
1. La complejidad de lo económico: todas las economías son interdependientes
2. La complejidad de lo político y social: están en marcha transformaciones nuevas que no sabemos dónde terminarán y el caso más claro es el norte de África y Oriente Medio. Por no hablar del hecho de que el modelo occidental, con sus valores que parecían ser el fin de la historia como argumentó Francis Fukuyama en su libro “el fin de la historia”, pues era el final superior de la organización humana, ya no son la solución ni dentro ni fuera de las democracias al uso. Las democracias occidentales, tal como están ahora, no sirven ni para los occidentales ni para los pueblos que no la tienen.
3. La complejidad en las luchas de poder: los conflictos armados, aunque sin haber desaparecido, han dado origen a enormes conflictos económicos. Basta poner sobre la mesa los constantes ataques de los mercados a las deudas soberanas en Europa, y los conflictos entre las divisas, especialmente el dólar y el euro. Por no hablar de los desencuentros en la organización mundial del comercio entre China y Estados Unidos, o las guerras en internet que se dan con el robo de patentes y otros activos empresariales en lo que ha dado en llamar cibercriminalidad.
Y esto es lo que estudia la geoeconomía y el por qué del libro: tratar de ver el caleidoscopio del mundo globalizado y reflexionar sobre los problemas desde esta óptica: lo que llamo pensar en global. No basta ver un problema en concreto, es preciso ver el conjunto, sus partes y las interacciones entre ellas. Y cómo se interrelacionan la economía globalizada y la geopolítica con sus luchas de poder, que también alcanzan al mundo empresarial.
La crisis económica actual
Primero, hay que decir que no se trata de una crisis global. Se concentra especialmente en el mundo occidental: Estados Unidos y Europa. Aunque el resto, por la globalización, sufre los efectos. De ahí que se piense que el mundo en su conjunto pueda entrar en recesión.
Un dato: los países productores de petróleo no tienen problemas financieros, pero los pueden llegar a tener si el consumo en los países occidentales no acaba de arrancar.
Países que, a su vez, son políticamente muy frágiles y se enfrentan a movimientos sociales cuyo devenir no es predecible hoy. Y esto afectará a la economía y a nuestra forma de vida.
Lo que pasa en el norte de África y en varios lugares de Oriente Medio y, no digamos, en Irán, determinará la situación económica en el futuro. E, incluso, por el impacto que esto puede tener en el petróleo y otras materias primas, puede condicionar nuestro modo de vida.
No todo es por tanto el problema de la deuda o de las políticas fiscales. Hay otros muchos factores que influyen y que hay que tener en cuenta. Y esto es geoeconomía.
A China le pasa algo parecido, ya que es la fábrica del mundo. Pero su situación social y política podría ser diferente en el futuro.
China es un país que pone en marcha una central eléctrica de carbón cada dos semanas, con el impacto medioambiental que esto tiene. Sin olvidar lo relativo a las redes sociales poco activas hoy pero ¿quién dice que no puedan estarlo dentro de poco y que al final alguien pase por encima del portal chino Baidu que tiene bloqueado a Google?
Y los países Sudamericanos y Rusia, aunque sin crisis aparente, no dejan de tener también problemas de muchos tipos.
Situaciones que la globalización hace que se sienta de forma muy rápida en muchos sitios, no sólo donde existen los problemas.
Europa está en una importante encrucijada económica y política. Los países del centro y del norte parecen tener sus economías saneadas y la crisis no les afecta como a nosotros, aunque Francia puede estar en puertas de perder su calificación de triple A.
Los países del sur y también Irlanda han entrado en una senda muy difícil económicamente, como bien conocemos.
Inglaterra diría que al mantener la libra y no haber entrado en el sistema monetario unificado del euro, va por libre. Si bien tiene problemas evidentes, sobre todo en su sistema financiero.
Y Alemania parece ser el país que marca el paso.
Esto es geoeconomía: la presión del poder político alemán o americano sobre otros países para que realicen las reformas que tienen que hacer por estar lastrando al conjunto europeo. Luchas de poder político mezcladas con poder económico que a su vez se ve influido por los mecanismos de la globalización.
Y España en este contexto resulta ser un jugador que no está en la Champion league y que no tiene otro remedio que seguir las directrices que marcan desde fuera. Lo que es geoeconomía.
Tenemos una crisis “a la española” que ha paralizado la economía y que tiene 5 millones de parados al menos. Y para salir de esta crisis no le bastará con tratar de hacer, como se suele decir, los deberes.
Se tendrá que poner en marcha nuestro potencial geoeconómico que pasa por hacer valer nuestro peso en el mundo y en Europa: el peso político y el económico. Y tener una visión positiva como decía al principio. Pues todo pesimismo lleva, en mi opinión, a la inacción, por mucho que el anterior secretario de Defensa americano dijera aquello de que para ser eficaz en la vida hay que tener el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. A mi modo de ver, hay que tener optimismo en todas nuestras capacidades vitales.
Un mundo globalizado en el que no hay vuelta atrás y en el que:
Los movimientos de capitales seguirán siendo la fuerza que gobierne la economía a nivel mundial,
Donde el factor clave no será una economía industrial o una economía de servicios, sino que las diferencias vendrán marcadas por el conocimiento. Por lo que la educación será el factor competitivo clave.
Y en el que las materias primas, el petróleo y otros productos se convertirán en el nuevo instrumento de poder, originando múltiples conflictos geopolíticos y económicos.
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