http://www.publico.es/internacional/no-mas-carne-canon-corporaciones.html
Entrevista a Vincent Emanuele, exmarine de EEUU y veterano de la guerra de Irak
¿Cuándo y por qué decidió alistarte en los Marines?
Me alisté en el cuerpo de Marines en 2002, mientras terminaba el último curso en el instituto.
Me alisté sobre todo porque no sabía qué más hacer con mi vida.
En aquella época no estaba interesado en la universidad y no tenía ninguna intención de trabajar en la acerería, así que mis opciones eran limitadas.
O bien me alistaba en el ejército o bien terminaba trabajando en algún empleo sin perspectivas por 7,25 dólares la hora.
Mi historia no es muy diferente de la de muchos que luego encontré y que venían del “cinturón de óxido” (rust belt), ciudades y municipios que habían sido centros industriales pero que ahora son un agujero desindustrializado.
Además, yo era el típico chico americano.
Pensaba que la violencia molaba. Y pensaba que para ser un hombre de verdad tenía que hacer cosas violentas, como librar guerras o llevar armas.
Parte de aquella decisión era económica, pero parte estaba basada en mi educación cultural.
Los chicos del medio oeste disparan armas y juegan a policías y ladrones con sus amigos.
“Jugábamos a la guerra” desde que tenía cuatro años.
Veíamos las películas más violentas, que reforzaban la idea de que el ejército era algo bueno.
Y jugábamos a videojuegos que hacían lo mismo.
Ha servido en Irak, donde fue testimonio del lado más oscuro de la ocupación estadounidense. Ha ofrecido una descripción a los lectores de Telesur en un artículo publicado en diciembre, e incluso ha dicho que EEUU ayudó a crear el Estado Islámico.
¿Qué recuerda de aquella época?
Fue una época muy oscura.
Escribo sobre aquella experiencia porque en este momento, quince años después del 11-S y diez años después de haber estado en Irak, no estoy seguro de qué más puedo decir sobre aquello.
Algunos de mis mejores amigos fueron asesinados.
Asesiné a gente, algunos de ellos inocentes.
Muchos de mis camaradas en los Marines torturaron a prisioneros iraquíes y mutilaron los cuerpos de los fallecidos.
Hacían fotografías de los cuerpos desmembrados y volvían a casa como drogadictos y alcohólicos.
Hoy esos veteranos se matan a sí mismos en índices absurdos mientras los iraquíes aún tienen que soportar la ocupación estadounidense y el legado de décadas de locura del Tío Sam.
Me sorprende que el pueblo iraquí haya sido tan pacífico.
Es un milagro que no haya un ataque terrorista en Estados Unidos cada día.
Más importante aún, tenemos que recordar al mundo que más de un millón de iraquíes han muerto como resultado directo de la invasión y la ocupación estadounidense. Eso es lo más importante a tener en cuenta.
Desde entonces, todo Oriente Medio, buena parte del Norte de África y Asia oriental ha descendido al caos. EEUU no solamente ha destruido Irak, sino que ha destruido o ayudado a destruir Afganistán, Libia, Siria, Palestina, el Líbano, Pakistán, Yemen, Somalia y muchos más.
Y la peor parte es que no parece haber un fin a la vista. Estas guerras, a diferencia de la de Vietnam, continuarán durante décadas, o hasta que no haya nadie más a quien matar o dominar.
Los veteranos de guerra están muy presentes en esta campaña electoral. Donald Trump, por ejemplo, ha prometido mejorar su situación.
¿Cuál es la situación real de los veteranos de las guerras más recientes de EEUU (Afganistán, Irak)?
Es difícil hablar de los “veteranos” como un todo. Para los veteranos pobres, la situación es diferente, y mucho peor, que para los veteranos que vienen de familias adineradas. Lo mismo vale para los veteranos afroamericanos y latinos, que terminan en números desproporcionados sin hogar, sin empleo, en prisión, etcétera.
Para las mujeres la situación es muy diferente que para los hombres. Como ahora sabemos, casi un tercio de las veteranas de guerra han sufrido de trauma sexual militar (MST, por sus siglas en inglés) durante algún momento de su servicio.
Los veteranos han sido siempre utilizados como instrumentos políticos. Al final no somos más que carne de cañón para el Estado, las corporaciones y los bancos.
La parte más extraña es que todo el mundo más o menos lo sabe. En otras palabras, si le preguntas al ciudadano medio, básicamente sabe que la guerra es un negocio (racket), como escribió Smedley Buter hace tiempo.
Los veteranos que combatieron en la Guerra del Peloponeso no eran más o menos instrumentos que los veteranos que combatieron en Vietnam o en la Guerra Civil Americana: eran peones de un juego geopolítico y económico mucho mayor.
La mejor manera de expresarlo sería decir que los veteranos no son héroes. Nunca fueron héroes y nunca serán héroes. Los verdaderos “héroes” en la sociedad, en la medida en que podría decirse que la sociedad tiene “héroes”, son los activistas y artistas que imaginan y luchan por un mundo mejor.
El discurso en la Convención Nacional Demócrata de Khizr Khan –padre de un soldado fallecido en Irak– ha sido recientemente fuente de controversia.
¿Qué opina de este caso?
El comentario de Medea [Medea Benjamin, de la organización antibelicista Code Pink, escribió en su cuenta de Twitter: “No he oído a nadie hablar de la tragedia de que el hijo de los Khan muriera en vano por una guerra por la que Hillary votó a favor”] fue mi reacción inicial.
Pensé para mis adentros: “Esto es muy extraño. Estos padres están haciendo campaña por una mujer que votó por una guerra ilegal e inmoral en la que su hijo perdió la vida”. ¿Pero qué podemos hacer? Es muy posible que la familia de Khan esté traumatizada. Por supuesto, deberíamos poder cuestionar sus acciones y declaraciones, pero no quiero emplear mucho tiempo hablando de ellos como los padres de alguien que murió por las compañías petrolíferas y el hibris.
¿Han participado los veteranos de Afganistán e Irak en las manifestaciones contra la guerra en EEUU, como hicieron algunos veteranos de Vietnam en su momento?
Ha habido grupos como Veteranos de Irak contra la Guerra y Veteranos por la Paz que han proporcionado un espacio para los veteranos de Irak y Afganistán contrarios a la guerra. Sin embargo, el movimiento antibelicista y las propias guerras son cosas muy diferentes. Para empezar, no hay servicio obligatorio, así que la mayoría de estadounidenses no tienen que preocuparse demasiado por las guerras en Irak o Afganistán como estuvieron obligados a preocuparse por la de Vietnam. Por decirlo con una expresión: no se juegan la piel en esto. Además, los medios de comunicación han hecho un trabajo de mierda cubriendo estas guerras, así que la gente no ha recibido la información adecuada sobre ellas.
Y lo más importante, no hay un movimiento antibelicista en EEUU. Desde el 11-S nunca hubo un movimiento antibelicista vibrante en EEUU. El movimiento antibelicista que existió durante los años de Bush era un movimiento anti-Bush, no antibelicista. Era un movimiento sin guías y nunca fue capaz de llegar al americano medio. Muchos eran blancos privilegiados de los suburbios y las zonas residenciales de clase media-alta.
Durante Vietnam, la izquierda era mucho más fuerte. Pero luego la izquierda fue desmantelada, en parte debido al propio sinsentido de la izquierda, pero sobre todo porque el FBI, la CIA y en general el aparato de Estado de EEUU hicieron un esfuerzo concertado para destruir lo que se había estado construyendo a lo largo de los sesenta. No quisiera desviarme del tema, pero creo que es importante recordar la historia porque los activistas de hoy están lidiando con sus ramificaciones.
Las guerras en Vietnam, Laos y Camboya eran muy diferentes a las guerras de hoy. Entonces era también más fácil para los izquierdistas y activistas de todo el mundo identificarse con la oposición.
La gente que luchaba contra el imperialismo estadounidense defendía valores y plataformas políticas con las que la gente en Occidente podía identificarse y a las que podía apoyar.
Hoy eso ha dejado de ser cierto. La gente que lucha contra el imperialismo estadounidense son sobre todo reaccionarios de derecha cuyas plataformas políticas son incluso más regresivas y peligrosas que las propuestas sin ton ni son del Partido Republicano.
Ésa es una diferencia importante.
Además, EEUU quería abandonar Vietnam porque no era una prioridad estratégica, mientras que lo opuesto es lo cierto en Oriente Medio, el norte de África y Asia oriental, regiones que EEUU nunca abandonará, a menos que se les obligue a hacerlo, por supuesto. Si eso no ocurre, EEUU nunca abandonará sus intereses en esas regiones.
Usted ha descrito en un artículo la brecha que existe en el movimiento antibelicista estadounidense entre una minoría de activistas con “mentalidad de campus” y una mayoría formada “por los trabajadores de Small Town”, a los cuales los primeros supuestamente se dirigen (y fracasan).
Y encabezaba el texto con una cita muy mordaz de Hunter S. Thompson.
Por empezar respondiendo a la última parte de tu pregunta: me encanta Hunter S. Thompson.
Mientras el resto de Marines de mi unidad leían Playboy o Maxim, yo leía a Thompson.
En cierto modo su obra me salvó la vida.
Me recordó que estaba bien ser tú mismo, especialmente en un ambiente como el del ejército. Luego empecé a leer sobre la contracultura de los sesenta y aquello fue el comienzo del fin, o el fin del comienzo para mí.
Me desconecté del ejército después del primer año, así que los tres siguientes fueron, como poco, muy interesantes.
En cualquier caso, sí, como he dicho antes, el movimiento antibelicista en EEUU era muy blanco y de clase media-alta.
Muchos liberales de universidad, muchos radicales de los sesenta y profesores, pero muy pocos afroamericanos y latinoamericanos.
Y en la práctica ningún blanco pobre participaba en el movimiento. Las políticas de identidad proceden de esta gente de los campuses y la gente del fideicomismo liberal que vive y trabaja en Bay Area [ área de la Bahía de San Francisco, una de las regiones más progresistas de EEUU ], son la gente que dominaba el movimiento antibelicista.
Ése es el motivo por el que el movimiento antibelicista era tan limitado en sus perspectivas y ya no existe.
Creo que existe una oportunidad para reconstruir el movimiento antibelicista, pero necesita estructurarse de un modo fundamentalmente distinto al de los anteriores. Ahora mismo existen varios movimientos sociales en EEUU, aunque ninguno de ellos es muy fuerte.
Y con todo, existen, y algunos de ellos incluso están creciendo. Yo diría que ése es el caso del movimiento ecologista.
Black Lives Matter, si puede llamársele un movimiento, parece que se está estancando, pero ha abierto espacio para un debate significativo sobre el racismo sistémico, el trabajo de la Policía y mucho más.
Pero las guerras continúan.
Los ataques con drones aumentan, y también la vigilancia.
Podemos pretender que estas cosas mejorarán por sí mismas, o que movimientos que están centrados en otras cuestiones en algún momento tratarán éste, pero no creo que eso ocurra.
Son varios países en el mundo los que siguen militarizándose.
Y todos los Estados nacionales han mejorado sus capacidades para el espionaje. Tenemos que crear un movimiento que sea capaz de tratar estas cuestiones. Por ahora ese movimiento no existe.
Y lamento tener que decir que ni siquiera nos acercamos a su creación.
Intelectuales como Jean Bricmont han criticado la ideología del “imperialismo humanitario”, que justifica las intervenciones militares occidentales con fines humanitarios, como el establecimiento de la democracia y los derechos humanos.
¿Sigue esta ideología estando extendida entre los liberales estadounidenses?
En el ejército solíamos decir: “Buena intención, mal criterio”. Creo que este dicho se ajusta bien a la idea de las “intervenciones humanitarias”.
Le explicaré una anécdota: en 2011 estaba dando una charla sobre la política exterior estadounidense en el North Side de Chicago (una zona adinerada y liberal de la ciudad) y un tipo se levantó y dijo:
“Mire, estoy en contra de la guerra, pero no puedo estar de brazos cruzados y ver a toda esa gente ser asesinada en Libia. ¡Tenemos que hacer algo!”.
Este episodio me recordó cuán fácil es manipular a la gente, particularmente en el contexto neoliberal actual. Slavoj Zizek se refiere a esto cuando habla sobre la ideología liberal y el capitalismo.
En el mundo de hoy, las corporaciones han entendido que la gente cada vez es más liberal, así que sus campañas de publicidad y marketing reflejan esa realidad.
Ya no compras jabón, sino que compras jabón y salvas la vida de personas en África.
Ya no compras una cerveza, sino que compras una cerveza y ayudas al estudio del cáncer de mama, salvando la vida de mujeres.
Es este tipo de lógica la que conduce a las intervenciones humanitarias.
La gente tiene buenas intenciones. Ven a gente inocente siendo asesinada y quieren hacer algo para ayudar. Pero son manipulados por los medios de comunicación y los llamados líderes políticos en beneficio de los intereses empresariales y estatales, por supuesto.
Tal y como yo lo veo, la única manera de combatir adecuadamente esta propaganda es hacer pedagogía sobre qué es y qué no es el ejército. Tenemos que recordar a la gente que el ejército de EEUU, y todos los ejércitos en definitiva, tienen una función primaria, y ésa es matar a gente.
El ejército es una fuerza de muerte y destrucción. Cuanta más gente comprenda la historia del imperio estadounidense, menos posibilidades habrá de que exista ese apoyo para las llamadas “intervenciones humanitarias”.
En España hemos visto también recientemente cómo soldados y oficiales del ejército participan en el debate político, como el teniente Luis Gonzalo Segura o el antiguo general José Julio Rodríguez. Rodríguez, sin embargo, ha sido criticado por defender que España siga siendo miembro de la OTAN.
¿Qué opina de este caso?
Honestamente, no estoy familiarizado con ninguno de los dos casos, así que no puedo comentarlos de manera específica.
Dicho esto, existen casos parecidos aquí en EEUU y con veteranos de todo el mundo. Lo más importante es que no deberíamos hacer de los veteranos un fetiche.
Si los veteranos eligen participar en la vida política, estupendo. Pero no deberíamos ponerlos en un pedestal. Sus opiniones e ideas no son menos o más importantes que los de un trabajador o una ama de casa.
Lo más importante es desmantelar y deconstruir la mitología que rodea a los veteranos. No estoy para decir: “¡Miradme, soy un veterano y tengo una experiencia especial!”.
Estoy aquí para decir: “Bien, soy un veterano y he participado en algunas cosas realmente malas. Creo que mis experiencias pueden ayudar a otros a entender mejor por qué no deberíamos precipitarnos a la hora de matar a gente que no conocemos en un país en el que nunca hemos estado”.
Me aseguro de decir a la gente que el servicio militar y el ejército son muy diferentes de lo que la gente cree. Esto es lo más importante que los veteranos pueden hacer: desalentar a otros a la hora de participar en esta locura.
No digo esto como pacifista.
Digo esto como alguien que se opone a que cualquiera luche y muera por el imperio. La OTAN y sus componentes ancillares son anticuados y destructivos. Rusia no es una “amenaza”. El imperio estadounidense es la principal amenaza.
El neocolonialismo europeo también es una amenaza. Hoy la OTAN sirve a los intereses imperialistas occidentales. Por desgracia, parece que el general Rodríguez quiere nadar y guardar la ropa al mismo tiempo. Pero eso no es posible.
Deberíamos estar pensando en alternativas al ejército.
Deberíamos estar creando alternativas al militarismo y al imperio. Un proyecto más amplio en el que imaginar y crear alternativas al Estado, a la religión, al capitalismo. Deberíamos estar pensando en maneras de interactuar mejor con nuestro entorno natural y los miles de millones de seres vivientes con los que interactuamos a diario. Nos enfrentamos a enormes desafíos, a desafíos sin precedentes.
Y no tenemos tiempo para reformar instituciones existentes como la OTAN. Espero que esto ayude a responder a tu pregunta. Espero que tanto el teniente Segura como el general Rodríguez continuen su carrera política, pero espero que se radicalicen en sus críticas y acciones, como por otra parte, todos debiéramos hacer.