Después de dos mil años han sido descubiertos los jardines largo tiempo olvidados de la asombrosa ciudad de Petra. Se han encontrado además en el corazón de los jardines fuentes maravillosas y un gran estanque, abastecidos por avanzados sistemas de irrigación y almacenamiento de agua que permitían la existencia de tan magníficos jardines en pleno desierto.
Haaretz informa de que las excavaciones en la capital de los antiguos nabateos han revelado la existencia de un tesoro arqueológico, uno de los hallazgos más impresionantes realizados en esta monumental ciudad en décadas. Los investigadores han logrado desenterrar avanzados sistemas de irrigación y almacenamiento de agua. Sistemas que permitían a la población sobrevivir, a la ciudad prosperar y a los jardines florecer. Los arqueólogos han descubierto además fuentes, estanques y una enorme piscina, datados todos ellos en el siglo I a. C.
Emplazamiento de la monumental piscina, elemento que refleja la pujanza y prosperidad de esta antigua ciudad
Estos monumentales jardines fueron construidos hace 2.000 años, cuando se dio nueva forma a la ciudad. La capital nabatea alcanzó un nuevo estatus cuando se convirtió en una de las más importantes fuentes de agua de la región. En el corazón del desierto de Jordania florecía una ciudad a la fresca sombra de viñas, palmeras datileras, árboles y muchas otras especies vegetales, identificadas gracias al descubrimiento de las cáscaras y semillas halladas en torno a la impresionante piscina de 44 metros de ancho. Los jardines desenterrados recientemente habrían sido algo parecido al paraíso en la Tierra, un oasis en medio del seco y yermo páramo que lo rodeaba. El uso de avanzada tecnología hidráulica permitía asimismo a sus habitantes disponer de una cantidad de agua más que suficiente para satisfacer todas sus necesidades.
Como explica Leigh-Ann Bedal, profesora asociada de antropología del Penn State Behrend College en declaraciones recogidas por Haaretz: “La piscina marca el destino final de un acueducto que transportaba agua desde uno de los manantiales, ‘Ein Brak, situado en las colinas que rodean Petra. La monumental arquitectura de la piscina y su frondoso jardín servían como una celebración visual del logro de los nabateos de abastecer de agua el centro de la ciudad.”
La monumental ciudad de Petra en el desierto jordano.
En el transcurso de las excavaciones los investigadores descubrieron asimismo un pozo que conducía el agua hasta 10 metros bajo tierra. Este pozo permitía suministrar agua desde el sistema de acueductos hasta el nivel al que se encuentra la piscina. También se encontró un sistema de canales subterráneos creado para ayudar a controlar las aguas de escorrentía durante la estación lluviosa. El sistema al completo estaba compuesto de canales, tuberías cerámicas, cisternas subterráneas y tanques de agua. Abastecía a Petra de agua suficiente tanto para la agricultura y el consumo como para la higiene personal.
Canalización del acueducto en la que se observa parte de la roca que la cubría en el pasado.
Los nabateos eran un antiguo pueblo semítico cuya presencia se remontaba al siglo VI a. C. y que habitó el norte de Arabia y sur del Próximo Oriente. Su territorio fue conquistado por los romanos en el año 106 d. C., y desaparecieron definitivamente como pueblo hacia el 700 d. C. Como explica M. R. Reese en
su artículo sobre los nabateos publicado en octubre del año 2014 en Ancient Origins:
“El clima del desierto planteaba dificultades a los nabateos a la hora de practicar la agricultura, pero este pueblo aceptó el desafío y creó un avanzado sistema de recogida de aguas que les permitió construir un impresionante imperio comercial en el corazón de Arabia.
Los datos más antiguos de los que disponemos sobre los nabateos nos demuestran que habitaban en territorio edomita, aunque existe cierta controversia acerca de cómo y cuándo llegaron a la zona los nabateos: hay quien cree que vivieron junto a los edomitas durante cientos de años, mientras que otros sostienen que los nabateos emigraron a territorio edomita después de que los edomitas se desplazaran más al norte. Los nabateos eligieron finalmente el emplazamiento de Petra para construir su ciudad.
El mayor reto para los nabateos fue el clima árido y seco del cañón en el que se encuentra Petra. Este hecho convertía la agricultura en un desafío, de modo que los nabateos tuvieron que trabajar duro para garantizar un adecuado abastecimiento de agua para los habitantes de la ciudad y para regar cualquier tipo de cultivo. Uno de los métodos que utilizaban para recoger agua era plantar un solo árbol frutal en medio de una zona previamente acondicionada con una suave pendiente para que actuara como embudo. Cuando llovía, toda el agua fluía hasta el centro y quedaba estancada en el terreno, formado por finos sedimentos denominados loess, consiguiéndose de este modo almacenar el agua. Pero su impresionante tecnología de canalización de aguas incluía muchos otros procesos, entre ellos la construcción de acueductos, terrazas, diques, depósitos y cisternas, así como métodos para la recogida de agua de lluvia y el aprovechamiento de aguas subterráneas, escorrentías y manantiales naturales.
Interior de una de las grandes cisternas de la ciudad nabatea de Pequeña Petra.
Utilizando su avanzada tecnología hidráulica, los nabateos fueron capaces de garantizar un continuo suministro de agua a lo largo de todo el año. Poseían un minucioso conocimiento de toda eventual fuente de agua disponible en la zona, y de cómo aprovechar, conservar y utilizar de manera óptima este recurso. Equilibraban la capacidad de almacenaje de sus depósitos de agua con sus sistemas de tuberías, garantizando de este modo un suministro constante de agua. El diseño del sistema hacía uso también de estanques de decantación de partículas para purificar su agua potable. Los amplios conocimientos hidráulicos de los nabateos les permitieron crear un sistema que maximizaba el ritmo de recogida de agua y minimizaba las pérdidas o filtraciones. No resulta sorprendente de todos modos que esta tecnología altamente evolucionada fuese empleada en primer lugar para beneficiar a la élite civil nabatea, transmitiéndose luego gradualmente a los estratos más bajos de la sociedad.”
Depósito de agua nabateo en la antigua ciudad de Hawara, la moderna Humayma o “Humeima”.
Los investigadores han afirmado asimismo que el descubrimiento da credibilidad a las palabras del antiguo historiador Estrabón tras su visita a Petra del siglo I d. C.: “abundantes manantiales de agua tanto para su uso doméstico como para el riego de jardines”