El arqueólogo Vendyll Jones comunicó en 1994 a la agencia de prensa Reuters que conocía la situación exacta del Arca gracias a unas fotografías de alta resolución de Israel tomadas desde un satélite de la NASA. Las imágenes mostraban una explanada rectangular, rodeada por los restos de una muralla. Después de tres meses de excavaciones, Jones y sus colaboradores concluyeron que aquel yacimiento reproducía a escala el Templo de Salomón.
Esta minirréplica se encuentra en Gilgal, la ciudad descrita en el Antiguo Testamento como el punto de partida para el ataque de Josué contra Jericó.
Jones declaró que la muralla exterior hacía las veces de pared ritual para el Tabernáculo, el lugar donde se supone se encontraba el Arca… o su réplica.
El Dr. Vendyll Jones -cuyas investigaciones inspiraron a Spielberg el personaje de Indiana Jones- sigue buscando en Israel el paradero del Arca de la Alianza. En la actualidad, Jones trabaja en Qumran, realizando excavaciones en las llamadas Cuevas de la Columna y las Especias
Su interés por este sitio surgió a raiz de descifrarse una parte del Rollo de Cobre encontrado en 1952, que consiste en una lista de objetos del Sancta Sanctorum del Templo, indicándose hasta sesenta y dos lugares donde se ocultaron objetos litúrgicos tras la destrucción del Segundo Templo. Vendyl Jones dice que el Arca de la Alianza está en la relación y se halla en la ciudad de Gilgal, tal como reivindicó él en su día.
– El Arca en Alemania
En su libro «La copa esmeralda», un coronel médico norteamericano, Howard Buechner, narra que el Arca de la Alianza, junto con el tesoro de Salomón, llegó a Francia gracias a los visigodos y no a los templarios. Este escritor afirma que el año 70 d.C., como consecuencia de un levantamiento de los judíos, el general romano Tito redujo a escombros la ciudad de Jerusalén y el Templo de Salomón que reformara Herodes.
En su libro «La copa esmeralda», un coronel médico norteamericano, Howard Buechner, narra que el Arca de la Alianza, junto con el tesoro de Salomón, llegó a Francia gracias a los visigodos y no a los templarios. Este escritor afirma que el año 70 d.C., como consecuencia de un levantamiento de los judíos, el general romano Tito redujo a escombros la ciudad de Jerusalén y el Templo de Salomón que reformara Herodes.
Tras la destrucción, los romanos realizaron excavaciones para buscar el tesoro del templo, «peinando» también la zona de los establos. Pues bien: Buechner afirma que tuvieron éxito en sus trabajos y encontraron el Arca, así como otros tesoros de gran valor.
Tras ello, Tito envió el botín a Roma y ordenó erigir en el Foro un monumento que conmemorara la victoria sobre Palestina. En uno de los relieves del Arco de Tito se ve todavía hoy a un grupo de soldados transportando un enorme candelabro de siete brazos, que bien pudiera ser el que acompañaba al Arca en tiempos de Moisés. A pesar de la gran erosión de las figuras, se puede observar que dos soldados llevan algo suspendido entre dos palos apoyados sobre sus hombros.
Tras ello, Tito envió el botín a Roma y ordenó erigir en el Foro un monumento que conmemorara la victoria sobre Palestina. En uno de los relieves del Arco de Tito se ve todavía hoy a un grupo de soldados transportando un enorme candelabro de siete brazos, que bien pudiera ser el que acompañaba al Arca en tiempos de Moisés. A pesar de la gran erosión de las figuras, se puede observar que dos soldados llevan algo suspendido entre dos palos apoyados sobre sus hombros.
Para el investigador inglés Michael Baigent, esa era el Arca. Según él, una vez en manos romanas pasaría de un emperador a otro hasta la cristianización del Imperio, cuando quizás iría a parar al Vaticano.
Pues bien: en el año 410 d.C., el rey visigodo Alarico se tropezó con ese tesoro durante el tercer asalto a Roma trasladándolo a Francia y escondiéndolo en el último reducto visigodo, al sur de Carcasona, en la provincia gala del Languedoc, cerca de los Pirineos.
Según Buechner, los visigodos habrían escondido el tesoro en una gruta, donde sería olvidado.
Según Buechner, los visigodos habrían escondido el tesoro en una gruta, donde sería olvidado.
Pero en 1931 el historiador alemán Otto Rahn fue a Languedoc a buscar el Tesoro de Salomón.
Aunque no se sabe que encontró en esa primera vista, debió ser lo suficientemente relevante como para que Heinrich Himmler lo enviara de nuevo a realizar una exploración más a fondo en 1937, financiado por el partido nazi. Murió poco después y hubo que esperar hasta 1942 a que los nazis fueran derrotados en Rusia para llevar a cabo una misión que parecía imposible.
Otto Skorzeny, jefe del comando que rescató a Mussolini, fue quien dirigió el nuevo intento.
Tras elegir un equipo compuesto por escaladores y alpinistas de primera fila, estableció su cuartel general en Montsegur. En primer lugar organizó una avanzadilla para reconocer las montañas cercanas y la fortaleza cátara, descubriendo la ruta que éstos usaron para escapar del asedio católico en el siglo XIII. Se trataba de una pared vertical y lisa, imposible de escalar, pero accesible para descender, quizás con el tesoro a cuestas.
Lo cierto es que al pie de esta pared encontraron un sendero que conducía a las cumbres más elevadas y, finalmente, a una gruta con «algo» dentro. Era el día 15 de marzo de 1944, la víspera del setecientos aniversario de la caída de Montsegur. Se piensa que los expedicionarios trasladaron el Arca y el resto del tesoro a Alemania, donde seguiría oculto, quizás en las Cuevas de Externstein, cerca de Wewelsburg, donde estuvo el palacio de Himmler.