No le preguntes a tu médico sobre el “T bajo”

Una colaboración de Jose Frechina

Un suceso curioso está teniendo lugar en los EE UU en las últimas décadas. Los niveles medios de testosterona de los hombres han estado cayendo por lo menos un 1% al año, según un estudio realizado en 2006 publicado en la revista The Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism.

La testosterona parece disminuir de forma natural con la edad pero la grasa abdominal interna disminuye la hormona aún más, sobre todo en los hombres obesos. Las medicamentos como los esteroides y opiáceos también disminuyen la testosterona y se sospecha que productos químicos como el bisfenol A (o BPA, sustancia muy usada en los envases de plástico para alimentos) y enfermedades como la diabetes tipo 2 también juegan un papel importante.

Los hombres son conscientes de su cambio. Clínicamente la deficiencia de testosterona varía entre cotas inferiores de 220-350 nanogramos de testosterona por decilitro de suero sanguíneo, y puede causar tanto una pérdida del deseo sexual como de fertilidad. Su densidad ósea suele disminuir y es posible que se sientan cansados y experimenten sofocos y sudores.

Sin embargo el “T bajo”, como ya se le denomina a esta condición, no es tan común como nos quieren hacer creer los anuncios que promocionan la prescripción de testosterona. Las compañías farmacéuticas se han aprovechado de la disminución de los niveles de testosterona convirtiéndola en patológica y aplicable a todos los hombres. Su objetivo es convencer a los hombres de que los efectos comunes del envejecimiento, como la ralentización de los ritmos y el descenso de apetito sexual, en realidad constituyen una nueva enfermedad y se necesita una receta médica para curarlo. Este es un mensaje seductor para muchos hombres que sólo quieren sentirse mejor y quieren, literalmente, darle un chute.

El problema es que el tratamiento con testosterona no incrementa los niveles de T sino que también puede aumentar el riesgo de ataques al corazón. Además de un posible incremento desmesurado del número de glóbulos rojos en el torrente sanguíneo y la reducción del tamaño de los testículos. En algunos hombres aumenta la agresividad y la irritabilidad. Los niños que accidentalmente entran en contacto con la hormona pueden desarrollar pelo púbico y cambios genitales no deseados. La semana pasada un minucioso estudio [1] publicado en la revista PLoS ONE determinó que, en el plazo de tres meses, se duplicó la tasa de ataques de corazón en hombres mayores de 65 años que toman la hormona, así como en hombres más jóvenes que sufrían alguna enfermedad cardiaca. La FDA ha iniciado una investigación.

El número de recetas de testosterona prescritas a hombres estadounidenses se ha triplicado desde 2001. Utilizada clínicamente desde 1937 y aprobada por la FDA desde 1953, la testosterona es ahora administrada por lo menos en cinco formas incluyendo parches, geles e inyecciones. AndroGel, lider de este mercado, prescribió por sí sola tres millones en 2012. Las ventas de todos los medicamentos para el incremento de testosterona se estiman en unos US$2 mil millones en 2012 y se prevé que llegará a los US$5 mil millones en 2017.

Gran número de médicos están recetando ahora testosterona sin ni siquiera medir los niveles hormonales del paciente mucho menos piden pruebas confirmatorias ni  ajustan la dosis después de la prescripción. Hasta una cuarta parte de estas recetas se dispensan sin un análisis de sangre.

Desde una perspectiva psicológica esto no está ayudando a los hombres. Desde un punto de vista médico, es devastador. Además de los riesgos cardíacos, la prescripción de T puede ocasionar el cese de la producción de testosterona, aunque ya disminuida, por el propio cuerpo. En otras palabras, una vez que empiezas es muy posible que quedes adicto de por vida.

En vez de acudir a la farmacia para encontrar soluciones, los hombres deberían ir a la raíz del problema. Está comprobado que perder peso aumenta naturalmente los niveles de testosterona. Según los resultados presentados en la reunión anual de la Endocrine Society 2012, los hombres obesos que perdieron un promedio de 17 libras vieron sus niveles de testosterona aumentar en un 15%. En general, la cintura de un hombre debe ser la mitad de su altura.

Algunos cambios en la dieta pueden ser útiles pero ya no solo con miras a una pérdida de peso. Si usted bebe demasiado alcohol, pues el alcohol disminuye los niveles de testosterona, beba más agua. El consumo de hortalizas crucíferas como el brócoli o berzas también pueden ayudar porque disminuyen los efectos del estrógeno en el cuerpo de un hombre. Básicamente, llevar una dieta sana comiendo los alimentos adecuados y evitando la comida basura mejora el estado de ánimo y energía, siendo en muchos casos la mejor solución para los hombres.

Algunos cambios en la dieta pueden ser útiles y no solo con miras a una pérdida de peso. Si usted bebe demasiado alcohol, pues el alcohol disminuye los niveles de testosterona, beba más agua. El consumo de hortalizas crucíferas como el brócoli o berzas también pueden ayudar a acolchar los efectos del estrógeno en el cuerpo de un hombre. Básicamente, llevar una dieta sana comiendo los alimentos adecuados y evitando la comida basura mejora el estado de ánimo y energía, siendo en muchos casos la mejor solución para los hombres.

En la década de 1990 y principios de 2000, las mujeres de mediana edad pasaron por su propio periodo de prueba pues se empezó a utilizar la prescripción de estrógeno y progesterona sintética para tratar los síntomas de la menopausia, entre otras razones. Pero ya en 2002 se supo que dichas hormonas elevaban el riesgo de accidente cerebrovascular, cardiopatía, coágulos de sangre potencialmente mortales y cáncer de mama invasivo en mujeres sanas.

Por suerte no tenemos que esperar 12 años más para aprender acerca de los riesgos de la testosterona en hombres sanos. Los hombres estamos siendo drogados tanto por los alimentos procesados como por productos químicos como el BPA. Lo último que necesitamos ahora es una receta médica de un fármaco de riesgo para tratar falsas enfermedades.

Referencias

1. Finkle WD, Greenland S, Ridgeway GK, Adams JL, et al. Increased Risk of Non-Fatal Myocardial Infarction Following Testosterone Therapy Prescription in Men  published | PLOS ONE 29 de enero de 2014 10.1371/journal.pone.0085805

http://www.saludyfarmacos.org/lang/es/2014/06/16/no-le-preguntes-a-tu-medico-sobre-el-t-bajo/

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