domi Crecimiento personal en la vida cotidiana Una mirada interior para crecer en compañía

A medida que nos vamos haciendo más y más adultas, nos vamos dando cuenta de los cambios que se han ido dando en nosotras, en nuestra forma de entender la vida, y sobre todo, la de estar en el mundo. Imaginamos que el lector o la lectora que lea estas palabras sabrán de lo que hablamos. Siempre ha sido un reto tomar decisiones, avanzar en la vida, alcanzar metas. Pero un reto más o menos fácil, en el que los riesgos los asumía una, y las consecuencias no solían afectar a otras personas del entorno. Eso hacía que la posibilidad de plantearnos un trabajo personal, para ser más feliz, aprovechar nuestras capacidades y habilidades, no apareciera como algo importante en mi vida. Desde luego no como algo prioritario.

Sin embargo, al comenzar a plantearnos un futuro en pareja, con la perspectiva de una familia creada por ambos miembros, aparecen los miedos a cometer errores, incluso los mismos errores que cometieron nuestros padres y madres cuando nos criaron con tanto amor. Y es comprensible. La responsabilidad es grande. Y la necesidad de ser cariñosos/as con nosotros/as mismas/os también. Sin duda, hacemos lo que podemos. Es importante saberlo. Pero también lo es el acercarnos a nuestra familia de origen para aprender, para saber, y para ser más “una misma”. La mirada hacia atrás en nuestra vida, nuestra infancia, adolescencia, juventud, y el trato dado y recibido, nos hará conscientes, en muchos casos, de las debilidades que tenemos todos los seres humanos, pero también de las grandezas que habitan en nosotros/as.

Como progenitores, somos portadores/as de nuestro bagaje cultural familiar, de nuestras alianzas y lealtades, de nuestro estilo de resolver conflictos, y modelos de educación. Y eso se une al paquete que trae el otro miembro de la pareja. Gran combinación de elementos, sin duda. De ahí la necesidad de colocar las piezas: formar una unidad funcional, un Holón, que hará lo que pueda por sacar adelante el proyecto familiar.

Una de los aspectos a revisar es el ¿por qué hago las cosas como las hago? Y a partir de este punto surgen muchas más: ¿lo hago así porque lo he decidido, o más bien lo he asumido sin actitud crítica?, ¿Viene de mi familia o lo he desarrollado yo a lo largo de mi vida? ¿Qué consecuencias tiene? ¿Qué hay en la base? ¿Lo quiero o lo cambio? Y es que, además, ser quien se quiere ser no es fácil. Nos cuesta mirar hacia adentro, nos da miedo. ¿Cómo hacerlo, si hasta nos cuesta trabajo mirarnos en el reflejo del espejo?

Son pocas las personas que se conocen y pueden definirse a sí mismas desde su sustancialidad. Por ello, iniciar un proceso de autoconocimiento, de exploración personal no será, en principio, sencillo. En primer lugar, tendremos que vencer nuestros propios miedos a lo que desconocemos de sí mismos/as. Solo así podremos mirar hacia lo más hondo de nuestras raíces.

Partimos de esta reflexión personal para destacar la importancia del crecimiento o desarrollo personal, que parece ser el eslabón perdido que empezamos a buscar o necesitar, como escape al estilo de vida que llevamos. El constante estrés, el agobio por el tiempo o la falta del mismo, el consumo indiscriminado, la sensación constante de carencia, la búsqueda de placer sin saber lo que realmente nos hace bien, se han convertido en los protagonistas de muchas historias o proyectos de vida.

Lo importante es no llegar al “eslabón perdido” en un intento desesperado por dar respuestas o soluciones a problemas ya establecidos, sino, para poder anticiparnos y prevenir esas situaciones complejas que requieren luego de una intervención más costosa en esfuerzo y tiempo personal, además del dinero.

Cuando nos conocimos (Laura y Carina), hace ya 8 años atrás, teníamos la ilusión de cambiar todo aquello que encontráramos a nuestro paso. Ilusiones de jovencitas que tienen el empuje y la fuerza para caminar hacia delante en esa búsqueda de sueños y proyectos. Comenzamos nuestra andanza como voluntarias en institutos de la comunidad de Madrid. Pero nos encontramos con muchos obstáculos. Éramos formadoras y apostábamos, ya entonces, por la prevención y la mejora de la calidad de la vida cotidiana. Pero nos enviaban a colegios dónde ya no había cabida para la prevención, sino que los problemas requerían de intervenciones puntuales y urgentes. De esta forma el programa, tan bello y tan noble, en muchos casos fracasaba, se frustraba, y nosotras con él. Con esta mezcla de emociones e ilusiones, nació naskendi años después, un proyecto que cree en el potencial de las personas, en su capacidad creativa y espontánea para resolver de forma adecuada y funcional cualquier situación de la vida cotidiana, aunque para ello requiera de facilitadores o facilitadoras del proceso de cambio.

Muchas personas han tenido la fortuna de nacer en un entorno apropiado e idóneo que estimuló y aportó riquezas en cuanto a experiencias, vínculos afectivos sanos y nutritivos, habilidades y recursos tanto internos como externos. Pero no todas las personas tenemos la misma suerte. Y pudiéramos encontrarnos con carencias de habilidades personales y de relación para salir adelante en la vida de una manera funcional, adecuada y saludable.

El Crecimiento personal es una opción para todas aquellas personas que necesitan de un empuje, de una luz diferente que ilumine más allá de la zona a la que miran todos los días. A veces se trata simplemente de correr un telón casi traslúcido que no nos deja “Ver” la realidad en su originalidad. Una realidad que se nos muestra opaca por nuestros propios fantasmas, miedos, inseguridades, personajes de nuestra historia que han quedado o los hemos dejado atrapados internamente, por excesos de preguntas o ausencias de respuestas, por aquello que no se dijo, o lo mucho que se dijo y el daño que ocasionó. Heridas internas que encuentran solución desde el esfuerzo y el compromiso de un trabajo personal.

El crecimiento personal nos permite mejorar como personas, conociendo con honestidad nuestras virtudes y defectos; nos permite ser más libres al tiempo que nos devuelve la responsabilidad sobre nuestras decisiones, actos, pensamientos y sentimientos, cuya máxima finalidad es alcanzar la salud emocional que repercutirá en todas las demás áreas del desarrollo de la persona.

Pero como decíamos en un principio, una cosa es andar la vida solo/a y otra muy distinta es seguir andando, con todas las dificultades a nuestro paso, al tiempo que guiamos, enseñamos, construimos, apoyamos… a nuestros hijos/as. Tremenda responsabilidad la que asumimos. Miedo, inseguridad, desconcierto, bloqueos, dejar hacer o dejar de hacer… son estados emocionales y actitudinales cada vez más frecuentes. No sabemos ser padres y madres. Es un aprendizaje más que debemos llevar a cabo con responsabilidad.

Cuando constituimos una nueva familia, traemos de la nuestra todo lo que hemos aprendido de ella, lo bueno y lo malo, lo funcional y disfuncional, lo adecuado y lo inadecuado, los errores y los aciertos, los éxitos y los fracasos, las historias, los legados, las lealtades, los mandatos, las normas y valores. Y todo ello marcará o condicionará la constitución de nuestra nueva familia.

Pero una familia se forja de a dos, por lo tanto, cada uno trae lo suyo sea semejante o diferente, y despliega sobre la mesa del nuevo hogar el tapete verde para dar comienzo a los juegos individuales y de pareja, con sus reglas. Aquí la pareja debe construir su propio juego, sus propias normas, que nacerán de la conjunción de todo lo que yo traigo y de todo lo que tú traes, de la valoración de aquello con lo que me quedo y de lo que desecho. Aunque no siempre sabemos valorar adecuadamente lo que nos sirve y lo que no; simplemente lo hacemos así porque lo aprendimos y no lo hemos cuestionado. Incluso, por una cuestión de nobleza hacia nuestras tradiciones familiares, mantenemos fórmulas que no funcionan en nuestra nueva realidad, que dificultan la convivencia y nos distancian de la pareja y/o de nuestros hijos/as.

También traemos a la familia que creamos los esquemas familiares que ya había en la que nos criamos, y podemos repetir en nuestra vida la de personas que tuvieron su hueco en nuestra historia familiar. Las lealtades invisibles, los legados pueden ser un obstáculo para la “nueva vida” si no se visualizan y se modifican, o simplemente no se perdona y supera el pasado.

Nuestra apuesta pasa por el crecimiento personal, por el ser mejor persona, más libre y más feliz, con la responsabilidad sabida de cuidarnos y de iluminar nuestro entorno. ¿Cuál es la tuya?

 

http://www.naskendi.com/crecimiento_personal.html

 

Un comentario en “domi Crecimiento personal en la vida cotidiana Una mirada interior para crecer en compañía

  1. Gracias domi, cuantas enseñanzas para poner en práctica nuestra convivencia, la tolerancia, mas el espacio que debe tener cada ser humano también nos ayudan en el diario vivir y sobre todo el amor verdadero.

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