Vaya por dios. Como es sabido, el próximo martes 18 el PSOE presentará en el Congreso de los Diputados una proposición no de ley instando al Gobierno a que reconozca a Palestina, la Palestina ocupada desde 1967 como Estado. Felizmente y en bien de la dignidad de Europa, hay movida. El PSOE continúa la iniciativa del Gobierno de Suecia y de los parlamentarios británicos, irlandeses y franceses en la misma dirección. Pero hay que resaltar (normalmente no se hace) que, antes de ingresar en la Unión Europea, otros ocho países europeos ya habían reconocido a Palestina.
Pero, miren ustedes por donde, dicha movida es calificada por el Gobierno de Israel como «no útil». Válgame dios, insisto ¿cómo es posible que no les guste? Fíjense que incluso dentro de Israel hay lúcidas personas que preconizan lo mismo. Por ejemplo, Oded Eran, antiguo embajador en Jordania y luego ante la UE, quien, por razones que explicaré en otra ocasión, lo ha publicado recientemente en The Jerusalem Post.
He aquí las razones del disgusto: Emmanuel Nahson, portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores, acaba de declarar: «Este reconocimiento no es útil y manda a los palestinos el mensaje de que no tienen que negociar con Israel para tener su Estado. Este tipo de votaciones son una demora en las negociaciones, que son la vía correcta. Será mucho mejor que el Parlamento español mande un mensaje a favor de la vuelta al diálogo». Cáspita, sutil argumentación de similar modo expuesta a los parlamentarios europeos de las otras nacionalidades.
Veamos. Dice el avezado portavoz que «las negociaciones son la vía correcta».¡Pero si no hay vía! ¡Si Israel ha hecho descarrilar el tren hace tiempo porque los palestinos se negaron a viajar en tercera clase! Pero, ¡si los Gobiernos de Israel, especialmente los de Sharon y Netanyahu, llevan tomando el pelo a Europa y a diversas administraciones norteamericanas desde hace décadas (algo más abajo les cuento cómo tratan al secretario de Estado Kerry), violando el derecho internacional y mofándose de las numerosas resoluciones de Naciones Unidas!
Por otro lado, estimado portavoz, las iniciativas europeas que comento (¡ya era hora!) nacen precisamente porque cada vez más parlamentarios, políticos, empresas y ciudadanos europeos en general están hartos de la ausencia de voluntad negociadora de Israel y comprueban con preocupación el avance de la peligrosa tendencia israelí contraria a la (co)existencia de dos Estados, israelí y palestino. ¿Conoce usted, didáctico portavoz, que una muy reciente encuesta Gallup/BBC llevada a cabo en Reino Unido, Alemania, Francia, España e Italia indica que entre dos tercios y tres cuartas partes de su población tienen una opinión negativa de la política israelí a este respecto? ¿Sabe usted que algunos fondos de pensiones europeos han comenzado a retirar sus inversiones en los bancos israelíes presentes en los Territorios Palestinos Ocupados? Ah, el poder de la libre empresa…
En fin, preclaro portavoz del ministerio israelí de Asuntos Exteriores, a Israel -como se decía en Venezuela hace tiempo- «las papas se le están poniendo pompiduras» o, como también gráficamente comentaban los venezolanos, «las cosas están color hormiga», expresión algo menos inadvertidamente racista que afirmar que el asunto está negro, pero que muy negro.
Saben muy bien UE y EEUU que la intransigencia de Israel ha llegado a su punto máximo. Ni siquiera es eufemístico hablar de «proceso de paz». Ni hay paz ni hay proceso. Y la paciencia tanto en Europa como en Washington parece consumida. Lo más sintomático es que destacados judíos norteamericanos han manifestado su hartazgo ante esa irresponsable actitud del Gobierno Netanyahu, que consideran autodestructiva. Hartos de que Israel no cese en la expansión de las colonias mientras Obama y Kerry llevan un par de años intentando lograr una paz justa para Israel.
Una pregunta oportuna, aunque quizás de difícil respuesta inmediata: ¿Es todo esto síntoma de que la radicalización extrema de un ya muy extremista Gobierno presidido por Netanyahu desembocará en el rechazo de la teoría de dos Estados, el israelí y el palestino? Algo está claro. Nunca como hasta hoy tantos componentes de ese gabinete ultra se habían manifestado pública y rabiosamente contra un posible Estado palestino. No ya un clásico, como el ultra y racista ministro de Exteriores, Lieberman. La camada ha crecido. El ministro de Defensa, Yalon, califica a Kerry -que durante meses y meses ha intentado imponer la cordura- de «obsesivo» y «mesiánico». Y el ministro de Economía, Bennett, dice que «la iniciativa de Kerry [y por tanto la de Obama] es suicida». En este ambiente, el propio Netanyahu (antes de que las elecciones parlamentarias recién celebradas en EEUU hicieran perder al Partido Demócrata el control del Congreso) manifestó que excluiría a Obama de sus contactos y se dirigiría directamente «al Congreso y pueblo norteamericanos» si se alcanzaba un acuerdo nuclear con Irán. Aunque dichas palabras están pronunciadas en el contexto de la relación con Irán, son trasladables al «proceso de paz» con los palestinos, más ahora que Obama se halla parlamentariamente asediado.
Hace años que se habla de la pérdida de credibilidad internacional de Israel debido a su intransigencia. Sin embargo, nunca había llegado al grado actual. Pérdida de credibilidad y de amigos en el mundo. He comentado el hastío de sectores judíos norteamericanos. Presten atención a esta reacción de hace un mes, cuando parlamentarios británicos de distintos partidos votaron a favor de Palestina como Estado. Sir Richard Ottaway, diputado conservador, explicó que la familia de su esposa había contribuido a la creación del Estado de Israel. Y añadió: «Mucho antes de llegar al Parlamento, yo era amigo de Israel, pero ser amigo de Israel no implica ser enemigo de Palestina. No tengo más remedio que decir al Gobierno de Israel que si están perdiendo a gente como yo, perderán a mucha más gente».
Agudo portavoz del ministerio israelí de Asuntos Exteriores, señor Emmanuel Nahson ¿es usted sensible a este tipo de argumentaciones? ¿Lo es su ministerio, su Gobierno?
Coda esperanzada: Si Obama -que aún conserva la facultad ejecutiva presidencial de actuar en política exterior, revive el espléndido discurso que hizo en la Universidad de El Cairo al poco de iniciar su primer mandato- se coaliga con la creciente actividad europea pro Palestina y por una vez renuncia a aplicar en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas el veto pro Israel, haga este lo que haga, tal vez la causa palestina, causa moral de nuestro tiempo, pueda alcanzar una paz justa (que no sólo estriba en la ausencia de guerra), compatible con un Estado de Israel seguro e igualmente justo.
http://www.huffingtonpost.es/emilio-menendez-del-valle-/a-israel-no-le-gusta-que_b_6159448.html?utm_hp_ref=spain