El mito de la caverna y la relación con los estados de conciencia

No creáis en nada simplemente porque os lo diga la tradición, ni siquiera aunque muchas generaciones de personas nacidas en muchos lugares hayan creído en ello durante muchos siglos. No creáis en nada por el simple hecho de que muchos lo crean o finjan que lo creen. No creáis en nada sólo porque así lo hayan creído los sabios en otras épocas. No creáis en lo que vuestra imaginación os propone cayendo en la trampa de pensar que Dios [¿los Dioses?] os inspira. No creáis en lo que dicen las sagradas escrituras sólo porque ellas lo digan. No creáis a los sacerdotes ni a ningún otro ser humano. Creed únicamente en lo que vosotros mismos habéis experimentado, verificado y aceptado después de someterlo al dictamen de la razón y a la voz de la conciencia.»

(Buda)

El mito de la caverna (República, VII)

I – Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza.

Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.

– Ya lo veo-dijo.

– Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.

– ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!

– Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?

– ¿Cómo–dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?

– ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?

– ¿Qué otra cosa van a ver?

– Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?

– Forzosamente.

– ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?

– No, ¡por Zeus!- dijo.

– Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.

– Es enteramente forzoso-dijo.

– Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?

– Mucho más-dijo.

II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría que éstos, son realmente más claros que los que le muestra?

– Así es -dijo.

– Y si se lo llevaran de allí a la fuerza–dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?

– No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.

– Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.

– ¿Cómo no?

– Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y contemplar.

– Necesariamente -dijo.

– Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.

– Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.

– ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?

– Efectivamente.

– Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente «trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio» o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?

– Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.

– Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?

– Ciertamente -dijo.

– Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aún de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?.

– Claro que sí -dijo.

III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.

– También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo.

Según la versión de J.M. Pabón y M. Fernández Galiano, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1981 (3ª edición)

Cuatro estados de conciencia

Existen cuatro estados de Conciencia posibles para el hombre: el Sueño, la Vigilia, la Auto-Conciencia y la Conciencia Objetiva.

Imaginad por un momento, querido lector, una casa con cuatro pisos, el pobre animal intelectual equivocadamente llamado hombre, vive normalmente en los dos pisos de abajo, pero jamás en la vida usa los dos pisos superiores.

El animal intelectual divide su vida dolorosa y miserable entre el sueño común y corriente y el mal llamado estado de vigilia, que es, por desgracia, otra forma de sueño.

Mientras el cuerpo físico duerme en la cama, el Ego envuelto en sus cuerpos lunares anda con la Conciencia dormida como un sonámbulo moviéndose libremente por la región molecular.

El Ego en la región molecular proyecta sus sueños y vive en ellos; no existe lógica alguna en sus sueños, continuidad, causas, efectos, todas las funciones psíquicas trabajan sin dirección alguna y aparecen y desaparecen imágenes subjetivas, escenas incoherentes, vagas, imprecisas, etc.

Cuando el Ego envuelto en sus cuerpos lunares regresa al cuerpo físico, viene entonces el segundo estado de Conciencia, llamado estado de vigilia, que en el fondo no es otra cosa sino otra forma de sueño.

Al regresar el Ego a su cuerpo físico, los sueños continúan en el interior, el llamado estado de vigilia es realmente el soñar despierto.

Al salir el sol, las estrellas se ocultan, pero no dejan de existir; así son los sueños en el estado de vigilia, ellos continúan secretamente, no dejan de existir.

Esto significa que el animal intelectual equivocadamente llamado hombre, sólo vive en el mundo de los sueños; con justa razón dijo el poeta que la vida es sueño.

El animal racional maneja carros soñando, trabaja en la oficina, en la fábrica, en el campo, etc., soñando, se enamora en sueños, se casa en sueños; rara, muy rara vez en la vida, está despierto, vive en un mundo de sueños y cree firmemente que está despierto.

Ante todo, es necesario comprender que se está dormido, sólo cuando alguien se da cuenta cabal de que está dormido, entra realmente en el camino del despertar.

Quien llega a despertar, se hace entonces auto-conciente, adquiere Conciencia de sí mismo.

El error más grave de muchos seudo-esoteristas y seudo-ocultistas ignorantes, es el de presumir de auto-conscientes y creer además que todo el mundo está despierto, que todas las gentes poseen auto-conciencia.

Si todas las gentes tuvieran la Conciencia despierta, la tierra sería un paraíso, no habría guerras, no existiría lo mío ni lo tuyo, todo sería de todos, viviríamos en una edad de oro. Cuando uno despierta Conciencia, cuando se hace auto-consciente, cuando adquiere Conciencia de sí mismo, entonces es cuando realmente viene a conocer la Verdad sobre sí mismo.

Antes de alcanzar el tercer estado de Conciencia, (la Auto-Conciencia), uno realmente no se conoce a sí mismo, aún cuando crea que él mismo se conoce. Es indispensable adquirir el tercer estado de conciencia, subir al tercer piso de la casa, antes de tener derecho a pasar al cuarto piso.

El cuarto estado de conciencia, el cuarto piso de la casa, es realmente formidable. Sólo quien llega a la Conciencia Objetiva, al cuarto estado, puede estudiar las cosas en sí mismas, el mundo tal cual es.

Quien llega al cuarto piso de la casa, es fuera de toda duda un iluminado, conoce por experiencia directa los misterios de la vida y de la muerte, posee la sabiduría, su sentido espacial está plenamente desarrollado.

Durante el sueño profundo podemos tener destellos del estado de vigilia, durante el estado de vigilia podemos tener destellos de Auto-Conciencia, durante el estado de Auto-Conciencia podemos tener destellos de Conciencia Objetiva.

La identificaron y la fascinación conducen al sueño de la Conciencia. Ejemplo: vais muy tranquilos por la calle, os encontráis de pronto con una manifestación pública, vociferan las multitudes, hablan los líderes del pueblo, ondean al aire las banderas, las gentes parecen como locas, todos hablan, todos gritan.

Aquella manifestación pública está muy interesante, ya vosotros os olvidásteis de todo lo que teníais que hacer, os identificáis con las multitudes, las palabras de los oradores os convencen.

Tan interesante está la manifestación publica que ya os habéis olvidado de sí mismos, os habéis identificado con aquella manifestación callejera, que ya no pensáis en otra cosa, estáis fascinados, ahora estáis fascinados, ahora caéis en el sueño de la Conciencia, mezclados con las multitudes que gritan, vosotros también gritáis y hasta lanzáis piedras e insultos, estáis soñando a lo lindo, ya no sabéis quién sois, se os ha olvidado todo.

Vamos ahora a poneros otro ejemplo más sencillo, estáis en la sala de vuestra casa sentados ante la pantalla de televisión, aparecen escenas de vaqueros, hay balaceras, dramas de enamorados, etc., etc.

La película resulta muy interesante, ha llamado totalmente vuestra atención, ya os habéis olvidado tanto de sí mismos que hasta gritáis entusiasmados, estáis identificados con los vaqueros, con los balazos, con la pareja de enamorados.

La fascinación es ahora terrible, ya ni remotamente os acordáis de sí mismos, habéis entrado en un sueño muy profundo, en esos momentos sólo queréis ver el triunfo del héroe de la película, os alegráis con él, os preocupa la suerte que pueda correr.
Son millares y millones las circunstancias que producen identificación, fascinación y sueño. Las gentes se identifican con las personas, las cosas, las ideas y a todo género de identificación le sigue la fascinación y el sueño. Las gentes manejan carros soñando y también matan a los peatones que van soñando por las calles, absortos en sus pensamientos.

Durante las horas de reposo, el cuerpo físico, el Ego se sale del cuerpo físico y se lleva sus sueños a donde quiera que va. Al volver al cuerpo físico, al entrar nuevamente al estado de vigilia, continúa con sus mismos sueños y así pasa toda su vida, soñando.

Las personas que mueren dejan de existir, pero el Ego, el «yo», continúa en las regiones suprasensibles más allá de la muerte. A la hora de la muerte, el Ego se lleva sus sueños, su mundanalidad y vive en el mundo de los muertos con sus sueños, continúa, con la Conciencia dormida, ambula como un sonámbulo, dormido, inconsciente.

Quien quiera despertar Conciencia debe trabajar aquí y ahora. Tenemos la Conciencia encarnada y por ello debemos trabajarla aquí y ahora, quien despierta Conciencia aquí en este mundo, despierta en todos los mundos.

Quien despierta Conciencia en este mundo tridimensional, despierta en las dimensiones cuarta, quinta, sexta y séptima. Los cuatro evangelios insisten en la necesidad de despertar, despertar aquí y ahora, pero las gentes no entienden.

Las gentes duermen profundamente, pero creen que están despiertas, cuando alguien acepta que está dormido, es señal clara de que ya comienza a despertar. Es muy difícil hacerle comprender a otras personas que tienen la Conciencia dormida, las gentes no aceptan jamás la tremenda verdad de que están dormidas.

Quien quiera despertar Conciencia debe practicar de momento en momento la «íntima recordación de sí mismo». Esto de estarse recordando a sí mismo de momento en momento es de hecho un trabajo intensivo. Basta un instante de olvido, para comenzar a soñar a lo lindo.

Necesitamos con urgencia estar vigilando todos nuestros pensamientos, sentimientos, deseos, emociones, hábitos, instintos, impulsos sexuales, etc.

Todo pensamiento, toda emoción, todo movimiento, todo acto instintivo, todo impulso sexual, deben ser auto-observados inmediatamente conforme van surgiendo en nuestra psiquis, cualquier descuido en la atención es suficiente como para caer en el sueño de la Conciencia.

Muchas veces vais por la calle absortos en vuestros pensamientos, identificados con esos pensamientos, fascinados, soñando a lo lindo, de pronto pasa un amigo junto a vosotros, os saluda, no le contestáis el saludo porque no le veis, estáis soñando, el amigo se enoja supone que vosotros sois gentes sin educación o que posiblemente estáis enojados, el amigo también va soñando, si estuviera despierto no se haría a sí mismo semejante conjetura, se daría cuenta de inmediato que vosotros vais dormidos.

Vais en un vehículo de transporte de la ciudad, tenéis que bajaros en determinada calle, pero vais identificados, fascinados, soñando a lo lindo con un negocio en vuestra mente, o con un recuerdo, o con un afecto, de pronto os habéis dado cuenta de que os habéis pasado de calle, hacéis detener el vehículo y luego a regresar a pie unas cuantas calles.

Son muchas las veces en que os equivocáis y golpeáis donde no debéis golpear, porque estáis dormidos. Es muy difícil mantenerse despierto de momento en momento, pero es indispensable. Cuando aprendemos a vivir despiertos de momento en momento, entonces dejamos de soñar aquí y fuera del cuerpo físico.

Cuando uno aprende a vivir despierto, de momento deja de soñar aquí y en los mundos superiores. Es necesario saber que el Ego, «yo», envuelto en sus cuerpos lunares, se sale del cuerpo físico cuando el cuerpo duerme, desgraciadamente el Ego vive dormido en los mundos superiores.

Dentro de los cuerpos lunares existe además del Ego, eso que se llama esencia, alma, fracción de alma, Conciencia. Es a esa Conciencia a la que debemos despertar aquí y ahora. Aquí en este mundo tenemos la Conciencia, aquí debemos despertarla si es de verdad que queremos dejar de soñar y vivir conscientes en los mundos superiores.

La persona consciente no tiene problemas de desdoblamiento, el problema de aprender a desdoblarse a voluntad es tan sólo para los dormidos. La persona despierta ni siquiera se preocupa por aprender a desdoblarse, vive consciente en los mundos superiores mientras su cuerpo físico duerme en la cama.

La persona ya no sueña, durante el reposo del cuerpo vive en esas regiones donde la gente anda soñando, pero con la Conciencia despierta. La persona despierta está en contacto con la Logia Blanca, visita los templos de la Gran Fraternidad Universal Blanca, se entrevista con su Guru-Deva, mientras su cuerpo duerme.

La íntima recordación de sí mismo de momento en momento, desarrolla el sentido espacial y entonces hasta podemos ver los sueños de las gentes que andan por las calles.

El sentido espacial incluye en sí mismo vista, oído, olfato, gusto, tacto, etc. El sentido espacial es el funcionalismo de la Conciencia despierta.

Los chacras, de los cuales habla la literatura ocultista, con relación al sentido espacial, son lo que la llama de un cerillo, con relación al Sol. Si bien la íntima recordación de sí mismo de momento en momento es fundamental para despertar Conciencia, no lo es menos aprender a manejar la atención.

Los estudiantes gnósticos deben aprender a dividir la atención en tres partes: Sujeto, Objeto, Lugar.

Sujeto, no caer en el olvido de sí mismo ante ninguna representación.

Objeto, observar en detalle toda cosa, toda representación, todo hecho, todo suceso por insignificante que éste parezca, sin el auto-olvido de sí mismo.

Lugar, observación rigurosa del lugar donde nos hallemos, preguntándose a sí mismo: ¿Qué lugar es éste? ¿Por qué estoy aquí?

Dentro de este factor lugar, debemos incluir la cuestión dimensional, pues podría darse el caso de encontrarse realmente en la cuarta o en la quinta dimensión de la naturaleza durante el momento de observación.

Recordemos que la naturaleza tiene siete dimensiones, dentro del mundo tridimensional reina la ley de gravedad, dentro de las dimensiones superiores de la naturaleza, existe la ley de la levitación. Al observar un lugar, no debemos olvidar jamás la cuestión de las siete dimensiones de la naturaleza, conviene entonces preguntarse a sí mismos: ¿En qué dimensión estoy? y luego es necesario, a modo de verificación, dar un saltito lo más largo posible con la intención de flotar en el ambiente circundante.

Es lógico que si flotamos es porque nos encontramos fuera del cuerpo físico, no debemos olvidar jamás que cuando el cuerpo físico duerme, el Ego con los cuerpos lunares y la esencia adentro, ambulan inconscientes como un sonámbulo en el mundo molecular.

La división de la atención entre Sujeto, Objeto, Lugar, conduce al despertar de la Conciencia. Muchos estudiantes gnósticos, después de acostumbrarse a este ejercicio en esta división de la atención, en tres partes, a estas preguntas, a este saltito, etc., durante el estado de vigilia, de momento en momento, resultaron practicando el mismo ejercicio durante el sueño del cuerpo físico, cuando realmente estaban en los mundos superiores y al dar el famoso saltito experimental, flotaron deliciosamente en el ambiente circundante; entonces despertaron Conciencia entonces recordaron que el cuerpo físico había quedado dormido entre la cama y llenos de gozo pudieron dedicarse al estudio de los misterios de la vida y de la muerte, en las dimensiones superiores.
Es apenas lógico decir que un ejercicio que se practica de momento en momento diariamente, que se convierte en un hábito, en una costumbre, se graba tanto en las distintas zonas de la mente, que después se repite automáticamente durante el sueño, cuando realmente estamos fuera del cuerpo físico, y el resultado es el despertar de la Conciencia.

Relación entre la caverna y los cuatro estados de conciencia

El Ser humano se encuentra en tinieblas. El incosciente (Ego) dentro de cada uno, nos tiene prisioneros de nuestra propia mente (esto se puede ver en los hombres atados de pies, manos y cuellos), nos hacen ver lo que ellos quieren que veamos, y sólo vemos proyecciones de figuras que no son la realidad (se puede ver en los báculos que sostienen las figuras encapuchadas, que representan al ego, el enemigo oculto, que muestran figuras de lo que es la realidad). Más arriba están los chispazos de conciencia que tenemos durante el día (representado por la fogata), pero que no alcanza para que los hombres sentados, se den cuenta que están en tinieblas. Además de que ese 3% de conciencia libre que tenemos, se ve distorsionada por la presencia del ego en nosotros. 

Sólo cuando tenemos la necesidad de cambiar, de detenernos un segundo y inquirir en el interior, de ver qué hay más allá de la mente, nos damos cuenta después, del deplorable estado en el que nos encontramos, que se encuentra nuestra conciencia. (esto se ve en los hombres que logran salirse del agujero de la cueva, pasar a través de lo les dicta el ego, y escalar fuera. Pero obviamente, la luz, es decir la conciencia que adquirimos por un tiempo, al hacer un trabajo interior, es demasiado fuera, porque estuvieron tan acostumbrados a las sombras, que la luz es muy fuerte. Nos confunde, nos deslumbra, xq dentro nuestro existen entidades que nos distorcionan todavía la realidad. Basta con la eliminación del ego, para quedar libres (en el ejemplo de los hombres que ya están afuera y pueden ver la realidad de las cosas: los jarrones, los árboles y los pájaros, de los que sólo veían antes sombras de las figuras) y así poder reconocer la verdad de las cosas, a la luz de la conciencia despierta o no a través del ego.


Por gnosiscorrientes

Un comentario en “El mito de la caverna y la relación con los estados de conciencia

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