«Todos creen saber lo que es la poesía. Sí, lo saben, pero en los libros, no en la vida. En la vida, la mayoría son prosaicos: fríos, petrificados, apagados, a ras de suelo, sin que emane de ellos nada sutil. Dejan la poesía para los poetas que la escriben e incluso si, de vez en cuando, lean algunos versos, la vida que llevan no es en absoluto poética. Por eso hace falta que una nueva concepción del arte les enseñe, de ahora en adelante, a vivir noche y día en la poesía, es decir, a manifestar algo luminoso, cálido, expresivo, sutil. Y entonces también empezarán a amarles.
Los humanos necesitan ser amados, tienen necesidad de establecer buenas relaciones entre sí, pero se diría que hacen todo lo posible para rechazarse mutuamente: permanecen cerrados, sombríos, pesados. ¿Cómo podemos ser amados si nos mostramos tan antipáticos? Para ser amado, cada uno debe aprender a vivir una vida poética para poder aportar a los demás el calor y la luz.»
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