Ocho atacantes en seis sitios distintos bañaron de sangre la capital francesa. Pero, ¿cómo se inició todo? ¿Qué ocurrió, y cómo, en las dramáticas horas de esta serie de atentados que dejó al menos 128 muertos?
Valeria Perasso BBC Mundo
Suzan Yücel, holandesa y periodista, estaba en París de visita. Una noche de viernes, templada para la época, parecía un buen momento para salir a cenar con una amiga parisina que sabría llevarla a las zonas de moda.
I
Eligieron Le Petit Cambodge, un local de sillas de colores, mesas comunales y menús inspirados en la cocina camboyana escritos con tiza sobre pizarras, muy a tono con el coqueto 10ème arrondissement.
No había sitio y decidieron hacer tiempo tomándose una cerveza en la acera de enfrente. De repente, el ruido.
«Papapa papapapapa. Unas veinte detonaciones. Primero pensamos que eran fuegos artificiales. Todo el mundo corría, así que dejamos los vasos en el suelo y corrimos nosotros también».
Eran las 21.20, los disparos eran de Kalashnikov y París registraba el que sería uno de seis atentados coordinados sobre los que Estado Islámico reclama autoría.
Perpetrados por ocho atacantes, dejaron al menos 128 muertos y más de 300 heridos en una noche de horror que tomó desprevenida a la capital francesa.
El primer objetivo fue el bar Le Carrillon, sobre la Rue Alibert y a metros de Le Petit Cambodge, donde un hombre armado abrió fuego contra los comensales, luego cruzó la calle y apuntó contra la cantina camboyana.
Una balacera de un minuto, según testigos. Lo mismo duraron los gritos.
La policía cercó la zona de bares en el distrito 10, pero para entonces el atacante se había dado a la fuga.
«Escuché la Kalashnikov… Crees que nunca te va a pasar algo así y de repente te encuentras en el medio. Hay sirenas en todas partes. Realmente mucho miedo», tuiteó Yücel.
Entre las mesas y sobre la calle, al menos 12 muertos, según contó la policía francesa.
Chris Pitt, un camarógrafo que en ocasiones trabaja para la BBC, había salido al supermercado justo a esa hora. Corrió a buscar cobijo cuando sonaron los primeros disparos.
«Luego cuando se calmó todo un poco, salí al frente del café… había una pila de cuerpos, quizá siete a la izquierda y cuatro a mi derecha de comensales que habían estado sentados en las mesas de afuera… Y muchos heridos», relató Pitt.
Las fuerzas antiterroristas tomaron control del área: «Se sospecha que el atacante está libre, la gente debe evacuar el área», pidieron con urgencia. Según dijeron, el atacante se había dado a la fuga «en uno o dos vehículos».
Mientras, una pizzería a apenas unas calles de distancia se sacudía bajo la metralla de otro atacante: fue en la terraza de La Casa Nostra, donde se registraron cinco muertos.
Cientos de parisinos corrieron para escapar del horror en un barrio de moda y usualmente atestado un viernes por la noche.
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II.
Iban 20 minutos de juego y la pelota estaba en el mediocampo, en el pie del lateral derecho de la Juventus, el francés Patrice Evra, cuando sonó el primer estruendo.
Entre los espectadores del Stade de France, unos 80.000 que habían asistido al amistoso entre los seleccionados de Francia y Alemania, hubo quienes lo tomaron por fuegos de artificio y respondieron con vivas y aplausos.
El partido se detuvo por unos instantes, pero pronto la pelota volvió a rodar sin que el árbitro instruyera lo contrario.
Eran pasadas las 21.20 y el ruido era, en realidad, un estallido de bomba de los tres que sacudieron el barrio de Saint-Denis, en el norte de la ciudad.
El objetivo: una brasserie y dos locales de comida rápida en las inmediaciones del estadio nacional.
El resultado: tres muertos, que luego se confirmaría fueron los atacantes suicidas en los primeros atentados de este tipo realizados por EI en Europa, según señalaron expertos en seguridad.
Para evitar el pánico colectivo, el juego siguió como si nada. O casi: al presidente François Hollande, que seguía el juego junto al ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, lo evacuaron discretamente en el entretiempo.
Los espectadores saltaron a la grama, un sitio seguro donde esperar la evacuación del estadio que mantuvo sus puertas cerradas por un rato tras el final del partido.
Francia ganó 2-0 y, apenas sonó el pitazo final, los espectadores invadieron la grama. Allí se atrincheraron miles, celular en mano para buscar información sobre lo que ocurría afuera.
«Muy silencioso, nada de ruido. ¿Miedo de dejar el estadio?», tuiteó Simon Kuper, periodista deportivo basado en París.
Debieron esperar a que se abrieran las puertas del estadio y las autoridades coordinaran una evacuación lenta por las calles del barrio atestadas de policías.
Y lo hicieron cantando «La Marsellesa», Français, pour nous, ah! quel outrage, en voz de uno y juego de cientos, a modo de desafiante protesta contra el extremismo.
Francia reforzó la seguridad en las calles y cerró sus fronteras.
Los jugadores, en tanto, se enteraron de los ataques mediante una pantalla de TV instalada en el túnel a los vestuarios.
Entre ellos, el delantero francés Antoine Griezmann. Tal vez allí pensó en su hermana, que esa noche había ido a un concierto en el teatro Bataclan.
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III.
Para entonces, los parisinos sabían que su cuidad estaba jaqueada.
Apenas diez meses habían pasado desde los 11 muertos a manos de extremistas islámicos en el atentado contra la revista satírica Charlie Hebdo y la retahíla de ataques esta vez se adivinaba mucho más letal.
El día después de los ataques en París: duelo e incertidumbre.
Los siguientes reportes llegaron desde el distrito 11, al sureste del sector donde habían ocurrido los primeros ataques. A las 21.38, dos hombres abrieron fuego contra La Belle Equipe, un bistro de la calle Charonne que es un favorito entre los vecinos y estaba colmado como casi todos los viernes.
«Duró por lo menos tres minutos,» le dijo un testigo a la BBC.
Los atacantes, otra vez, huyeron en su vehículo en dirección a la estación de metro de Charonne. Detrás, 19 muertos más.
Pero el conteo más dramático estaba por empezar.
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IV.
La banda Eagles of Death Metal había tocado en Dublín el jueves. En la gira, seguía París a sala llena.
Unas 1.500 personas habían agotado las boletas del teatro Bataclan, en el 11ème arrondissement, para escuchar en vivo a esta banda de rock californiana, un proyecto paralelo del líder de Queens of the Stone Age, Josh Homme.
Media hora después de que la banda apareciera en escena, cuatro atacantes, cara descubierta y rifles de asalto, entraron a la sala por detrás y dispararon a mansalva.
Según un testigo, fue al grito de Alá Akbar (Dios es grande, en árabe). Según otro, hubo tiempo para una condena a gritos de la intervención de Hollande en Siria antes de abrir fuego.
«Les oía cargar una y otra vez… seguían disparando contra la gente», relató un sobreviviente a la emisora France Info.
Los sobrevivientes del teatro fueron evacuados con mantas térmicas, muchos en estado de shock.
Fueron tres o cuatro rondas de balas, un proceder «metódico y calmo».
«No tenían más de 25 años. Nos hicieron tirar a todos al piso, estaban bastante en calma. Por un momento me pregunté si serían balas reales, hasta que vi caer a uno», relató a la BBC Jereme Bartelemy, sobreviviente.
«Duró unos 10 o 15 minutos. Fue sumamente violento y se generó una ola de pánico», apuntó el periodista de la radio Europe 1 Julien Tierce, que estaba dentro.
Entre carga y carga, algunos huyeron por una salida de emergencia a la izquierda el escenario. Otros encontraron una vía hacia el techo.
Hacia las diez de la noche, los hombres atrincherados en el teatro tenían bajo su control a varias decenas de atemorizados espectadores que no habían logrado escapar.
«Crisis de rehenes», alertaba en vivo la televisión francesa, que estimó que había hasta 100 personas encerradas en el Bataclan.
Escenas de dolor y homenaje a las puertas del Bataclan en la mañana del sábado.
Los relatos descarnados que se filtraban desde el interior, por Twitter y mediante aquellos que lograban salir con éxito, hablaban de «ejecuciones uno a uno».
El cada vez más denso cerco policial irrumpió en el teatro casi dos horas después. Tres de los atacantes activaron entonces sus chalecos con explosivos mientras que un cuarto fue abatido por las fuerzas de élite.
La noche todavía retumbó con más bala, aunque sin víctimas, en el boulevard Beaumarchais, cerca del teatro. El reporte policial diría después que allí se quitó la vida el último de los ocho atacantes que quedaba vivo.
La hermana del futbolista Griezmann se cuenta entre los sobrevivientes, así como los miembros de Eagles of Death Metal para alivio de los fans que los rastrearon por redes durante varias horas.
El conteo de cuerpos en el Bataclan, entre tanto, arrojó 82 pero es aún incompleto. París, a fronteras cerradas y en estado de emergencia declarada, aún cuenta los muertos de su viernes 13.