La intervención de Turquía en Siria ha hecho saltar las alarmas a sus aliados occidentales.
Varios días han pasado desde que Turquía atacara partes de Siria con fuerzas terrestres. Por enésima vez en estos días, se han registrado explosiones y muertes a consecuencia de los avances de las fuerzas turcas en las zonas fronterizas.
Ankara dice querer mantener lejos al grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe), y también detener el avance de los kurdos que, por su parte, luchan contra la banda takfirí. Se trata de una contradicción evidente, incluso para los aliados occidentales de Turquía.
Francia dice entender que los turcos quieran defenderse de Daesh, pero no que ataquen a los kurdos, una de las fuerzas más efectivas sobre el terreno contra los terroristas takfiríes activos, tanto en Siria como en Irak.
Estados Unidos, por su parte, instó a los turcos a dejar de atacar a las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF, en inglés), un grupo multiétnico que lucha contra Daesh.
Las críticas de los aliados occidentales pueden aumentar las tensiones con Turquía, ya muy contrariada por la falta de apoyo mostrado por Europa y EE.UU., después del fallido golpe de Estado del pasado mes de julio. Los aliados le reprochan a Ankara las excesivas medidas tomadas contra grupos opositores.
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