La decisión de la expulsión del partido del histórico dirigente socialista Nicolás Redondo Terreros se ha tomado incumpliendo las reglas internas del PSOE. Según ha podido saber THE OBJECTIVE, «la dirección ha incumplido sus propios estatutos» al no reunir al órgano competente, la Comisión Federal de Ética y Garantías, para abrir un expediente e iniciar el proceso pertinente. El órgano que preside la exministra María Luisa Carcedo no se reúne desde hace casi un año, en octubre de 2022, según adelantan fuentes socialistas a este periódico.
Según fuentes de Ferraz, la decisión la tomó la Ejecutiva federal del partido el pasado lunes por el «reiterado menosprecio a las siglas del PSOE». Sin embargo, fuentes de la Ejecutiva aseguran que «ni se mencionó» este asunto en la reunión del pasado 11 de septiembre y que la mayor parte de sus miembros se enteraron de la expulsión por la prensa tres días después, este mismo jueves, contraviniendo los estatutos en relación al carácter colegiado de dicho órgano, donde «las decisiones se adoptan por mayoría simple de miembros presentes. Para que las decisiones sean válidas se requiere que todos los miembros hayan sido notificados de la convocatoria de la reunión» (artículo 32).
En cambio, la decisión de expulsar a Redondo se tomó por parte del reducido núcleo duro de la dirección: el secretario general, Pedro Sánchez, junto a la vicesecretaria general, María Jesús Montero, y el secretario de Organización, Santos Cerdán. La número dos del partido, María Jesús Montero, quien parafraseó a Guerra el lunes tras la Ejecutiva asegurando que «en este PSOE, quien se mueve sí sale en la foto», restó importancia el viernes a la decisión, que enmarcó en el «mecanismo habitual que se tiene en las organizaciones» que se aplican cuando las personas tienen «comportamientos no adecuados». En una entrevista en Radio Nacional, defendió que ha sido un proceso realizado con garantías: «Todas las organizaciones tienen sus reglamentos y estatutos perfectamente establecidos».
Ferraz se salta sus propios estatutos
Sin embargo, los estatutos del PSOE desmienten que se haya seguido el procedimiento reglado. El artículo 90 establece la posibilidad de que la Ejecutiva suspenda cautelarmente a cualquier «militante o afiliado directos sometidos a expediente o que hayan sido denunciados por un órgano del partido en cualquier momento del procedimiento». También el artículo 9 establece que la expulsión requiere de una sanción previa «por el órgano competente con la expulsión del PSOE tras la tramitación del preceptivo expediente disciplinario razonado, motivado y contradictorio».
Tanto las fuentes socialistas consultadas como el entorno de Redondo confirman a THE OBJECTIVE que no ha existido expediente alguno, motivo por el cual no se ha elevado a la Comisión de Garantías o de la propia Ejecutiva federal. El único expediente que ha existido sobre Redondo se abrió en mayo de 2021 por su participación, junto a Joaquín Leguina, en un acto de campaña de la presidenta del PP de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Entonces sí cumplieron los procedimientos reglados, abriendo un expediente sancionador y permitiendo que el sancionado presente alegaciones. Redondo Terreros pidió entonces disculpas y en octubre de 2021 se archivó a su favor, a diferencia de Leguina, quien fue expulsado.
Ésa fue la última reunión de la Comisión Federal de Garantías. La dirección federal de Ferraz asegura que Redondo Terreros «no hizo alegaciones para defenderse del proceso y se acordó la expulsión». Según la información de eldiario.es, el citado expediente se abrió el pasado 19 de agosto, al día siguiente de la publicación del artículo de Redondo en la plataforma La España que reúne, en el que calificaba de «inadmisible» que los españoles dependamos de un político fugado e «intolerable» que «se deje secuestrar por un prófugo». Pero, como adelantan las fuentes socialistas consultadas, no se reunió ninguno de los órganos competentes el 19 de agosto, cuando la inmensa mayoría del PSOE se encontraba de vacaciones. Es más, el día 19 de agosto fue sábado, no se reunió ningún órgano federal, y la primera ejecutiva del PSOE tras las vacaciones no fue hasta el miércoles 30 de agosto, diez días después, para solemnizar el rechazo a la investidura de Feijóo.
Por este motivo, según ha podido saber THE OBJETIVE, varios exdirigentes cercanos a Redondo le han recomendado que presente un recurso sobre esta decisión ante «el evidente incumplimiento de los estatutos» con el objetivo de que «estas irregularidades no pasen sin pena ni gloria». Públicamente, en el programa Cuatro al día de la cadena Mediaset, lo ha confesado Joaquín Leguina, que ha anunciado que recurrirá a los tribunales para revertir la decisión de su partido. Pero Redondo Terreros no ha tomado aún una decisión al respecto.
«Un calentón, se les han hinchado las narices»
Las fuentes socialistas consultadas apuntan a que la decisión adoptada por el núcleo duro de Ferraz fue «un calentón» del entorno del secretario general del PSOE, Pedro Sánchez: «Se les han hinchado las narices» tras las críticas reiteradas de Redondo Terreros. Pero, sobre todo, en un contexto de críticas orquestadas por los históricos del PSOE para frenar la amnistía y como aviso a navegantes. «Se atreven con Redondo pero no con Felipe o Guerra».
En las redes internas del partido, se ha reiterado en las últimas horas el siguiente mensaje: «El siguiente será Felipe, ¿no?». Evidentemente, la dirección no pretende acometer más expulsiones y menos con un expresidente del Gobierno. Pero lo que auguran los críticos con la dirección es que esto generará un doble efecto: «Que esto haga reaccionar a mucha gente» para sumarse al movimiento de crítica y resistencia a las cesiones a Junts; y que se genere un miedo en los cuadros medios ante futuras actuaciones que derive en un «todos con el líder hasta la trinchera». Algo similar al primer golpe que el secretario general, Pedro Sánchez, dio en 2015 al disolver la federación madrileña de Tomás Gómez para poner un cortafuegos a las críticas y demostrar autoridad.
Pese a ello, algunos socialistas creen que transmite el efecto contrario: debilidad e incluso temor a las críticas y a que afloren «muchos jáureguis», en referencia al histórico dirigente vasco y exministro en tiempos de Zapatero, Ramón Jáuregui, considerado una voz cualificada pero no significada, «a diferencia de Guerra o González». Lo sucedido calienta notablemente el ambiente en el PSOE de cara al acto de presentación del libro de Alfonso Guerra el próximo miércoles 20 de septiembre en el Ateneo de Madrid. Ferraz espera «un akelarre» pero los históricos abogan estratégicamente por «rebajar el tono para no victimizar a Pedro Sánchez».
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