El restaurante Wing Wah en Harare. Crédito: Stanley Kwenda/IPS
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HARARE, ene (IPS) – Alec Marembo construyó su fortuna familiar fabricando ladrillos en Dzivarasekwa, un denso suburbio de la capital de Zimbabwe. Pero su negocio comenzó a claudicar por la crisis económica de la última década. Aunque al principio se mantuvo, finalmente fue vencido por la competencia china.
«No puedo entender cómo nuestro gobierno permite que los chinos vengan aquí y ocupen pequeños empleos que consideramos empresas familiares, y que se los den como inversiones», dijo Marembo a IPS, mientras miraba a la distancia una nueva fábrica china de ladrillos.
El presidente Robert Mugabe introdujo la política de «mirar al Este» en 2004, luego de que altos funcionarios de su gobierno y compañías estatales recibieran sanciones de Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países occidentales por supuestos abusos a los derechos humanos.
Esto estimuló a China y a otras naciones asiáticas a invertir en Zimbabwe, sin establecer las condiciones que imponían los antiguos socios de Occidente.
Los tiempos han sido duros para muchos zimbabwenses debido al cierre de varias industrias a causa de la crisis económica.
Por eso, cuando los inversores chinos comenzaron a arribar, fueron recibidos con los brazos abiertos. Pero ahora, las relaciones comerciales están comenzando a generar tensiones.
«Los chinos, al igual que otros inversores, son recibidos, pero tienen que venir y construir industrias que ofrezcan empleos a las personas», dijo a IPS el comerciante Thulani Mkwebo, dueño de un pequeño negocio en el centro de Harare. «Si pudiera elegir, los sacaría de aquí», afirmó.
El resentimiento contra los chinos se puede sentir en muchas partes de Zimbabwe.
En los últimos días se produjeron huelgas espontáneas en varias empresas chinas. El mes pasado, unos 600 obreros zimbabwenses empleados por la minera china Anhui Foreign Economic Construction Company (AFEC) suspendieron sus actividades.
Denunciaban desde abusos físicos hasta horarios irregulares de trabajo y bajos salarios, de unos cuatro dólares diarios, mucho menos que el sueldo mínimo requerido por el Consejo Nacional de Empleo de Zimbabwe para la industria de la construcción, de entre un dólar y 1,50 dólares la hora.
La compañía construye un colegio militar por 98 millones de dólares en las afueras de Harare, financiado con un crédito chino que será pagado con diamantes.
AFECC explota diamantes en el este de Zimbabwe en sociedad con los militares de este país África austral, según informó el Ministerio de Minas.
Los chinos tienen muchos intereses en Zimbabwe, especialmente en los sectores minorista, manufacturero, minero, agrícola y de la construcción.
Según un informe de 2011 de la Unidad de Investigación y Análisis de Políticas Económicas de Zimbabwe, las exportaciones de este país a China crecieron de 100 millones de dólares en 2000 a 167 millones en 2003, pero cayeron a 140 millones de dólares en 2009.
Mientras, las ventas chinas a Zimbabwe pasaron de 30 millones de dólares en 2000 a 197 millones en 2007.
Las ventas de Zimbabwe a China son fundamentalmente materias primas, sobre todo tabaco y minerales, mientras que el gigante asiático provee créditos y varios productos terminados, la mayoría de los cuales son llamados por la población zimbabwense «ZhingZhongs» (de mala calidad).
Pero esto no ha disuadido a los inversores chinos, que siguen llegando a este país e instalan pequeñas empresas, obligando a los comerciantes locales a abandonar sus negocios por falta de competitividad.
Mara Hativagone, expresidenta de la Cámara Nacional de Comercio y actual presidenta de la Autoridad de Inversiones, dijo que los chinos no deberían competir en industrias tradicionalmente reservadas para los empresarios locales.
«Queremos ver más transferencia de tecnología de parte de extranjeros. No deben venir aquí y hacer toda clase de cosas, aprovechándose de las relaciones existentes entre los dos países», dijo Hativagone.
«No hay forma de que los zimbabwenses puedan competir con los chinos, pues estos pueden usar mano de obra barata y producir masivamente, mientras que, en nuestras industrias, la mitad de las veces no tenemos ni agua ni electricidad para producir», señaló.
También acusó a los chinos de engañar. «A veces la Autoridad de Inversiones de Zimbabwe les da licencias para fabricar, pero ellos van y abren restaurantes bajo esas grandes marcas chinas como Wing Wah International Hotel y Shangri-la», añadió.
Pero Chris Mutsvangwa, embajador zimbabwense en Beijing entre 2002 y 2007 y ahora director de la firma consultora MONCRIS, que ayuda a los inversores chinos a instalarse en este país africano, se mostró más cauto.
Dijo no esperar una inundación de inversores chinos sobre los tradicionales empleos zimbabwenses.
«La industria de cualquier lugar en el mundo debe estar reservada para los habitantes locales. No espero que los zimbabwenses vayan a China a competir con los pequeños negocios, y no espero que los chinos hagan lo mismo», dijo Mutsvangwa.
«Deben venir a explotar otras áreas donde tenemos escasez, pero no debemos descartarlos por completo, sino mirar las otras cosas que han hecho por nosotros. Ellos le hicieron competencia a los estadounidenses», añadió.
Luego de que el gobierno lanzara su reforma agraria en 2000, capitales estadounidenses abandonaron en masa Zimbabwe, volcándose a Sudáfrica y privando a los zimbabwenses de millones en potenciales divisas.
Beijing está al tanto del malestar generado en Zimbabwe, pero subrayó la importancia de mantener sanas las relaciones bilaterales.
«China entiende la necesidad de la indigenización (del trabajo), pero esperamos que Zimbabwe proteja los legítimos derechos de los negocios chinos en el país», dijo el viceprimer ministro del gigante asiático, Wang Qishan, el año pasado en Harare.
Algunos sí reciben con gusto a los inversores chinos.
«Los chinos son bienvenidos, los amamos, nos traen artículos baratos. Cualquiera que diga que no los quiere, primero debe generar empleos para nosotros», señaló Zvikomborero Moyo, trabajadora en una boutique de ropa.
«Gracias a la ayuda china, podemos comenzar negocios. Les compramos (artículos) muy baratos y los revendemos en los suburbios, y de esa forma podemos vivir», agregó.
http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=99938