La idea de que los ciclos lunares alteran el humor y comportamiento de los humanos data de miles de años atrás. Y aunque fue desestimada por la ciencia moderna, nuevos estudios apuntan a que quizás no era una teoría tan descabellada.
El hombre de 35 años sentado en el consultorio psiquiátrico de David Avery era un ingeniero. «Le gustaba resolver problemas», cuenta.
El problema que lo desconcertaba ese día de 2005 en que fue ingresado a la guardia psiquiátrica de Seattle, Estados Unidos, donde Avery trabajaba, eran sus cambios de humor.
Cambiaban violentamente de un extremo a otro, a veces con fantasías suicidas o viendo y escuchando cosas que no estaban allí.