Parte 3 de 3
Por la cronología de los Evangelios, sabemos que la segunda unción marital de Jesús por Maria Magdalena en Betania, fue durante la semana antes de la crucifixión. Y sabemos que en esa etapa, Maria tenía tres meses de embarazo y por lo tanto, habría dado a luz en el mes de septiembre siguiente.
Así pues, ¿qué nos dicen los Evangelios sobre los acontecimientos en septiembre del año 33 D.C.? De hecho, los Evangelios no nos dicen nada, pero la historia se narra en Los Hechos de los Apóstoles, y en ella se detalla que para el mes de septiembre, sucedió el acontecimiento al cual hemos llegado a conocer como “La Ascensión”.
Lo que los Hechos no hacen, sin embargo, es llamar el acontecimiento “La Ascensión”. Esto fue un nombre dado al ritual cuando se establecieron las doctrinas de la Iglesia Romana más de tres siglos después. Lo que realmente dice el texto es: “Y habiendo dicho esto… fue llevado por una nube que lo llevó lejos de su vista”. Luego continúa diciendo que “un hombre de blanco” dijo a los discípulos: “¿Por qué buscan entre los cielos? Este mismo Jesús…vendrá en el mismo modo que lo han visto marcharse”. Luego, un poco más adelante en Los Hechos, se dice que el “cielo” debe recibir a Jesús hasta “el momento de la restitución”.
Dado que ese era el mismo mes en el cual era esperado el hijo de Maria Magdalena, ¿hay quizás cierta conexión entre el confinamiento de Maria y la supuesta ascensión? Ciertamente la hay, y la conexión se hace en virtud de la época de la restitución.
No sólo había reglas que regían la ceremonia marital de un heredero Mesiánico, sino que también había reglas que regían el matrimonio mismo. Las reglas del matrimonio dinástico eran bien distintas a las normas de las familias judías, y los padres Mesiánicos eran formalmente separados al momento de nacer el niño. Incluso antes de esto, solo se permitía la intimidad entre un marido y mujer mesiánicos en el mes de diciembre, de modo que los nacimientos de herederos cayeran siempre en el mes de Septiembre – el mes de la Expiación, el mes más santo del calendario judío.
De hecho, esta fue la misma regla que los propios padres de Jesús (José y Maria) habrían roto. Y ésta era la razón por la que los judíos estuvieron divididos en la opinión de si Jesús era, de hecho, el verdadero Mesías.
Cuando se concebía a un niño dinástico en la época incorrecta del año, la madre generalmente se ponía en custodia monástica hasta el nacimiento, con el fin de evitar la vergüenza pública. A esto se le llamaba ser “puesto en privado”, y Mateo indica muy claramente que cuando se supo del embarazo de Maria, “José, su marido, siendo un hombre justo y no queriendo someterla al escarnio público, decidió ponerla en privado”.
En este caso, fue concedida una dispensación especial para el nacimiento por el Arcángel Simeón, quien en aquel momento, llevaba la distinción de “Gabriel”, siendo el sacerdote angelical responsable. Los Rollos del Mar Muerto y el libro de Enoc (que fue excluido del Viejo Testamento) detallan que los “Arcángeles” (o embajadores principales) eran los sacerdotes mayores en Qumran, conservando los títulos tradicionales de “Miguel”, “Gabriel”, “Rafael”, “Sariel”, etc.
En el caso de Jesús y Maria Magdalena, sin embargo, las reglas del matrimonio habían sido obedecidas al pie de la letra, y concibieron a su primer niño correctamente, en diciembre del año 32 D.C., para nacer en septiembre del año 33 D.C.
A partir del momento de un nacimiento dinástico, los padres se separaban físicamente – por seis años si el hijo era varón, y por tres años si era hembra. El matrimonio solo sería retomado en la época señalada de la restitución. Mientras tanto, la madre y el niño entrarían en el equivalente de un convento, y el padre entraría “al Reino de los Cielos”. Este Reino era realmente el Alto Monasterio Esenio en Mird, cerca del Mar Muerto, y la ceremonia de entrada era conducida por los sacerdotes angelicales bajo la supervisión del Líder designado de los Peregrinos.
En el libro del Éxodo del Viejo testamento, los peregrinos israelitas fueron llevados a la Tierra Santa por una “nube” – y de acuerdo con esta continua imaginería del Éxodo, se señalaba al Líder sacerdotal de los peregrinos con el título de “Nube”.
Así pues, si ahora leemos los versos de Los Hechos como se suponía debían ser entendidos, vemos que Jesús fue llevado por la Nube (el líder de los peregrinos) al reino de los cielos (el Alto Monasterio). Y el hombre de blanco (un sacerdote angelical) dijo que Jesús volvería al momento de la restitución (cuando su matrimonio terrenal fuese restaurado).
Si ahora revisamos la epístola de San Pablo a los hebreos, descubriremos que él explica el mencionado acontecimiento de la ascensión en mayor detalle, porque Pablo nos cuenta cómo admitieron a Jesús al Sacerdocio del Cielo, cuando él no tenía realmente ningún derecho a un oficio tan sagrado. Él explica que Jesús nació (a través de su padre José) en la línea Davídica de Judah – la cual daba derecho al reinado pero no al sacerdocio, porque esto solo era la prerrogativa de la línea de Aaron y Levi.
Pero, continúa Pablo, se concedió una dispensación especial, y dice que “para cambiar el sacerdocio, también se requería un cambio de la ley”. Como resultado de este “cambio expreso de la ley”, explica que a Jesús se le permitió entrar en el Reino de los Cielos en la Orden sacerdotal de Melquizedek.
Así pues, en septiembre del año 33 D.C., nació el primer hijo de Jesús y Maria Magdalena, y Jesús entró debidamente en el Reino de los Cielos. No hay referencia de que ese niño fuese varón (como la hay para los dos nacimientos posteriores), y dado que Jesús volvió tres años más tarde, en el año 36 D.C., sabemos que Maria debió haber tenido una hija.
Siguiendo la cronología de Los Hechos, vemos que en septiembre el año 37 D.C. nació un segundo hijo; y luego otro en el año 44 D.C. El período desde estos dos nacimientos hasta la segunda restitución en el año 43 D.C., fue de “seis años”, lo que indica que el niño del año 37 D.C., fue un varón. Este hecho también es reseñado por el uso de la fraseología críptica – la misma utilizada para el niño del año 44 D.C. – de manera que sabemos que este tercer niño también fue un varón.
De acuerdo con los códigos de los escribas detallados en los Rollos del Mar Muerto, en el Nuevo Testamento todo lo secreto es avisado de antemano por cierta clave, que explica que el mensaje inherente es “para aquellos que tengan oídos”. Una vez que se entienden estos códigos y alegorías, jamás varían. Significan lo mismo cada vez que se utilizan, y se utilizan cada vez que se requiere el mismo significado.
Por ejemplo, los Evangelios explican que a Jesús se le llamaba “la Palabra de Dios”: “Y el verbo fue hecho carne, y moró entre nosotros… pleno de gracia y verdad.” Juan se explaya abundantemente para explicar la importancia de esta definición, y los pasajes subsecuentes dan los detalles tales como “la Palabra del Dios reposó cerca del lago” y “la Palabra de Dios estaba en Samaria”.
Los mensajes que contienen información sobre fertilidad y nueva vida, se establecen en la parábola del agricultor cuya semilla “dio frutos y se multiplicó”. Así, cuando se dice que “la Palabra de Dios se multiplicó”, “aquellos que tengan oídos” reconocerían inmediatamente que “Jesús se multiplicó” – es decir, que tuvo un hijo. Hay dos pasajes así en Los Hechos, y caen exactamente en el año 37 D.C. y el año 44 D.C.
Probablemente el libro peor interpretado del Nuevo Testamento es El Libro de las Revelaciones de San Juan el Divino – es decir, malentendido por la Iglesia; no por el libro en sí mismo. Este libro es absolutamente diferente a cualquier otro en la Biblia. Está distorsionado con insinuaciones supernaturales terribles, y sus imaginería ha sido salvajemente corrompida por la Iglesia para presentar el texto como cierta forma de presagio o profecía de advertencia! Pero el libro no se llama “Las Profecías” o “Las Advertencias”. Se llama “Las Revelaciones”.
Así pues, ¿qué revela el libro? Cronológicamente, su trama sigue a continuación de Los Hechos de los Apóstoles, y el libro de Las Revelaciones es, de hecho, la continuación de la historia de Jesús, Maria Magdalena y sus hijos, particularmente el hijo mayor, Jesús Justus. Hace seguimiento a su vida y detalla su matrimonio, junto con el nacimiento de su propio hijo. Este mal interpretado libro del Nuevo Testamento, no es una predicción o una advertencia como la temerosa Iglesia hizo que creyéramos. Es exactamente lo que dice ser: una revelación.
Como vimos anteriormente, a los sacerdotes ordenados de la era se les llamaba los “pescadores”; a sus ayudantes se les llamaba “barcas”, y a los candidatos bautismales se les llamaba “peces”. Jesús se hizo pescador ordenado cuando entró al Reino de los Cielos, pero hasta ese momento (según lo explica San Pablo) no sostuvo ningún oficio sacerdotal.
En el rito de la ordenación, los sacerdotes Levitas oficiantes del Santuario administrarían cinco hogazas de pan y dos pescados para los candidatos, pero la ley era muy firme en cuanto a que tales candidatos debían ser judíos circuncisos. Los Gentiles y los Samaritanos no circuncisos, de ningún modo eran tomados en cuenta para tal privilegio.
De hecho, fue este ritual ministerial en particular el que Jesús habría violado en la denominada “alimentación de los cinco mil”, porque él asumió el derecho de concederles acceso a su nuevo ministerio liberal, ofreciéndoles los panes y los peces a una muchedumbre impura. Aparte de hacerse eventualmente un pescador, Jesús también fue llamado “el Cristo” – una definición griega que significaba “El Rey”. Al decir el nombre “Jesucristo”, estamos diciendo realmente “El Rey Jesús”, y su herencia real era de la Casa Real de Judah (La Casa de David), como se menciona abundantemente en los Evangelios y en las Epístolas de San Pablo.
Por lo tanto, a partir del año 33, Jesús emergió con un estatus dual de “Sacerdote Cristo” o, como se cita más comúnmente, un “Rey Pescador”. Esta definición, como veremos, se convertiría en el oficio hereditario y dinástico de los descendientes de Jesús, y los sucesores “Reyes Pescadores” fueron de importancia capital en la historia del linaje del Grial.
Antes del nacimiento de su segundo hijo en el año 44, Maria Magdalena fue exiliada de Judea por una sublevación política en la cual ella estuvo implicada. Junto con Felipe, Lázaro y algunos partidarios, ella viajó (mediante arreglo con el Rey Herodes-Agrippa II) para vivir en el estado Herodino de Lyon, en Gaul (que más adelante se convirtió en Francia).
Desde los primeros tiempos, pasando por la era medieval, hasta el gran Renacimiento, la huída de Maria fue retratada en manuscritos iluminados así como en grandes obras de arte. Su vida y trabajo en Francia, especialmente en Provenza y el Languedoc, aparecieron no sólo en trabajos de historia europea sino también en la liturgia de la Iglesia romana – hasta que su historia fue suprimida por el Vaticano.
El exilio de Maria Magdalena se relata en el Libro de las Revelaciones, el cual describe que ella estaba embarazada en ese momento. También cuenta cómo las autoridades romanas persiguieron posteriormente a Maria, a su hijo y a sus herederos:
“Y ella, estando encinta, lloró… y con dolor parió… y contempló un gran dragón rojo, de siete cabezas… y siete coronas… se posó ante la mujer… para devorar a su hijo… Y ella alumbró a un hijo-hombre… y la mujer huyó al desierto … Y el dragón se enfureció con la mujer, y por siempre hizo la guerra con el remanente de su semilla… lo cual… tiene el testimonio de Jesucristo.”
Se dijo que fue a Gaul donde Maria hubo de llevar el Sangréal (La Sangre real, El Santo Grial); y fué en Gaul que la famosa línea de los herederos inmediatos de Jesús y Maria, Los Reyes Pescadores, prosperaron por 300 años.
El lema eterno de los Reyes Pescadores era “en fuerza” – inspirada en el nombre de su antepasado, Boaz (el gran abuelo del Rey David), cuyo nombre similarmente significa “en fuerza”. Cuando se tradujo al latín, esto se convirtió a “In Fortis”, que fue corrompido posteriormente a “Anfortas”, el nombre del Rey Pescador en el romance del Grial.
Ahora podemos volver al simbolismo tradicional del Grial como un cáliz que contiene la sangre de Jesús. También podemos considerar diseños gráficos que datan bastante más allá de las edades oscuras alrededor del año 3.500 A.C. Y en hacerlo, descubriremos que un cáliz o una copa era el símbolo establecido más antiguo de lo femenino. Su representación fue el Recipiente Sagrado – el vas uterus, el vientre.
Y por eso, al huir a Francia, Maria Magdalena llevó el Sangréal en el Cáliz Sagrado de su vientre – tal como explica el Libro de las Revelaciones. Y el nombre de este segundo hijo era José.
El símbolo tradicional equivalente del varón era una hoja de espada o un cuerno, generalmente representado por una espada o un unicornio. En la canción del Viejo Testamento de Salomón y en los Salmos de David, el unicornio fértil se asocia con la línea real de Judah; y fue por esta misma razón que los Cataros de Provenza utilizaron la mítica bestia para simbolizar el linaje del Grial.
Maria Magdalena murió en Provenza en el año 63. En ese mismo año, José de Arimatea construyó la famosa capilla en Glastonbury en Inglaterra, como monumento a la reina Mesiánica. Ésta fue la primera Iglesia Cristiana “sobre suelo” en el mundo, y al año siguiente, el hijo de Maria, Jesús Justus lo dedicó a su madre. Jesús hijo, de hecho, ya antes había estado en Inglaterra con José, a la edad de doce años, en el año 49. Fue este acontecimiento el que inspiró la famosa canción de William Blake, Jerusalén:
“Y esos pies en tiempos ancestrales, caminaron sobre las verdes montañas de Inglaterra.”
¿Pero quién era José de Arimatea, el hombre que asumió pleno control de los asuntos en la crucifixión? ¿Y por qué fue que la madre de Jesús, su esposa y el resto de la familia aceptaron la intervención de José sin cuestionamientos?
Solo hasta el año 900, la Iglesia de Roma decidió anunciar que José de Arimatea era el tío de Maria la madre de Jesús. Y a partir de ese momento, las representaciones de José lo muestran un poco mayor en la crucifixión, cuando la Madre Maria misma estaba en sus ’50. Sin embargo, antes del anuncio romano, los expedientes históricos de José representaban a un hombre mucho más joven. Se registró que había muerto a la edad de 80 años, el 27 de julio del año 82 D.C., y de este modo habría tenido 32 años al momento de la crucifixión.
De hecho, José de Arimatea no era otro más que el propio hermano de Jesucristo, Santiago, y su título no tenía nada que ver en absoluto con un topónimo. Arimatea nunca existió. Por lo tanto no sorprende que José negociara con Pilatos para colocar a Jesús en su propia tumba familiar.
El título hereditario “Arimatea” fue una corrupción de la lengua inglesa de la voz Greco-Hebrea ha-Rama-Theo, que significaba “de su Alteza Divina”, o “de su Alteza Real”, como lo definiríamos hoy en día. Puesto que Jesús era el heredero Mesiánico mayor – el Cristo, Khristos o Rey – entonces su hermano menor era el Príncipe de la Corona – Su Alteza Real, Rama-Theo. En la jerarquía Nazarena, el príncipe de la corona siempre llevaba el título patriarcal de “Joséf” – tal como Jesús tenía el título de “David” y su esposa el de “Maria”.
A principios del siglo V, los Reyes Pescadores descendientes de Jesús y de Maria se unieron en matrimonio a los francos Sicambrianos, y de ellas surgió una dinastía “reinante” completamente nueva. Fueron los Reyes conocidos como Merovingios quienes fundaron la monarquía francesa e introdujeron la muy conocida fleur de lys (el antigua símbolo judío de la circuncisión), como el emblema real de Francia.
A partir de la sucesión Merovingia, otra rama de la familia estableció un reino judío totalmente independiente al Sur de Francia: el reino del Septi-mania, el que ahora conocemos como el Languedoc. Los primeros príncipes de Toulouse, Aquitaine y Provenza eran todos descendientes del linaje mesiánico del Santo Grial. Septimania fue cedido a la Real Casa de David en año 768, y el príncipe Bernardo de Septimania se casó luego con una hija del emperador CarloMagno.
De los Reyes pescadores también se deriva otra importante línea paralela de sucesión en Gaul. Mientras que los Reyes Merovingios continuaron la herencia “masculina” patrimonial de Jesús, esta otra línea perpetuó la herencia matriarcal de Maria Magdalena en una línea “femenina”. Ellas fueron las Reinas dinásticas de Avalon en Borgoña, la casa del Acqs- que significaba “de las aguas”, un nombre concedido a Maria Magdalena en los primeros días cuando ella navegó a Provenza.
Aquellos familiarizados con el conocimiento Arturiano y del Grial, a estas alturas habrán reconocido el significado total de esta familia Mesiánica, de los Reyes Pescadores, las Reinas de Avalon y la casa del Acqs (corrompido en el romance Arturiano a “du Lac”).
Los herederos descendientes de Jesús planteaban una amenaza enorme a la alta Iglesia romana, porque eran líderes dinásticos de la verdadera Iglesia Nazarena. En términos reales, la Iglesia romana nunca ha debido existir, porque no era más que un movimiento “híbrido” compuesto varias doctrinas paganas unidas por una base fundamentalmente judía.
Jesús nació en el año 7 A.C. y su natalicio fue en la fecha equivalente al 1 de marzo, con un aniversario real “oficial” el 15 de septiembre, para satisfacer la regulación dinástica. Pero, al establecerse la Alta Iglesia Romana en el siglo IV, el Emperador Constantino ignoró ambas fechas y las reemplazó por el 25 de diciembre, como el nuevo Día Masivo de Cristo (N.del T.: Original en inglés Christ’s Mass Day) – para que coincidiera con el festival pagano del sol.
Más adelante, en el sínodo de Whitby en el año 664, los obispos expropiaron el festival Céltico de Pascua (Eostre), la diosa del verano y la fertilidad, y le añadieron un significado Cristiano completamente nuevo. Al hacerlo, cambiaron la fecha del festival Céltico, para separarlo de su asociación con la Pascua judía.
La Cristiandad, como la conocemos, ha evolucionado como “religión compuesta”, distinta a cualquier otra. Si Jesús fue su catalizador vivo, entonces la Cristiandad debería basarse correctamente en las enseñanzas del mismo Jesús – los códigos morales y sociales de una mente serena, un ministerio tolerante, con la gente como sus benefactores.
Pero el Cristianismo ortodoxo no se basa en las enseñanzas de Jesús: se basa en las enseñanzas de la Iglesia Romana, las cuales son completamente diferentes. Hay una cantidad de razones para ello, siendo la principal de ellas, que Jesús fue deliberadamente apartado en favor de las enseñanzas alternas de Pedro y Pablo – las cuales fueron denunciadas a fondo por la Iglesia Nazarena de Jesús y su hermano Santiago.
Sólo apartando a Jesús de su papel protagónico, podrían reinar en forma suprema los Papas y los Cardenales. Al instituir formalmente el Cristianismo como la religión de estado en Roma, Constantino declaró que “sólo él” era el “Mesías salvador”, no Jesús! En cuanto a los obispos de Roma (los Papas), fueron nombrados descendientes apostólicos de San Pedro – no un descendiente legítimo del matrimonio de Jesús y de sus hermanos, como se mantuvo dentro de la Iglesia Nazarena.
La única forma para la Alta Iglesia Romana de inhibir a los herederos de Maria Magdalena, fue desacreditándola y negándole su relación marital con Jesús. ¿Pero qué hay acerca de Santiago el hermano de Jesús? Él también tuvo herederos, al igual que sus hermanos Simón, Joses y Judas. La Iglesia no pudo librarse de los Evangelios que contaban que Jesús era el primer hijo varón de la bendita Madre Maria, por lo que la propia maternidad de Maria también debía reprimirse.
Como consecuencia, la Iglesia presentó a la Madre Maria como virgen, y a Maria Magdalena como prostituta- descripciones que no se mencionaron en ninguno de los Evangelios originales. Luego, solo para consolidar la posición de la madre Maria fuera del dominio natural, eventualmente se dijo de su propia madre, Ana, que la había parido mediante Inmaculada Concepción”!
Con el transcurso del tiempo, estas doctrinas inventadas han tenido un gran alcance. Pero, en los primeros días, costó más fijar las ideas pues las mujeres originales de la misión Nazarena tenían feligreses en la Iglesia Céltica – mujeres tales como Maria Magdalena, Martha, Maria Jacob-Cleofás y Helena-Salomé quienes habían conducido escuelas y misiones sociales alrededor del mundo mediterráneo. Todas estas mujeres habían sido discípulas de Jesús, y amigas intimas de su madre, Maria, acompañándola hasta la Crucifixión, como lo confirman los Evangelios.
La única salvación de la Iglesia era negar a todas las mujeres; negarles no sólo sus derechos para los oficios eclesiásticos, sino negarles también su derecho a cualquier estatus en la sociedad. Por lo tanto, la Iglesia declaró que las mujeres eran todas heréticas y brujas!
Para ello los obispos se apoyaron en las palabras de Pedro y Pablo y, basados en sus enseñanzas, la Alta Iglesia Romana fue capaz de volverse completamente sexista. En su Epístola a Timoteo, Pablo escribió:
“No tolero que una mujer enseñe, ni que usurpe autoridad alguna sobre un hombre, solo deben permanecer en silencio”.
En el Evangelio de Felipe, incluso Pedro es citado diciendo “las mujeres no son dignas de vivir”. Los obispos incluso citaron las palabras del Génesis, en donde Dios le habla a Eva acerca de Adán, diciéndole “el regirá sobre ti“