Archivo por días: octubre 23, 2010

OVNIS EN TIEMPOS DE LOS ROMANOS

«El Libro de los Prodigios» es una rareza inclasificable. Un libro maldito. Una obra que recoge un amplio compendio de hechos extraordinarios e inexplicados ocurridos durante el reinado romano. Estos acontecimientos fueron recopilados por un misterioso autor, Julio Obsecuente, que quiso dejar testimonio escrito de los mismos. Tal y como señala Ana Moure Casas, autora de la magnifica traducción al castellano del libro de Julio Obsecuente (1); «del autor de la única monografía de prodigios que existe en la literatura clásica, es muy poco lo que puede decirse con certeza. Ningún escritor de la antigüedad lo menciona; parece que, además, se perdió la parte inicial de su obra, con lo que tampoco existe un proemio que pudiera indicarnos quien era ni por qué escribió un libro de prodigios» (2).

¿Pero que son los prodigios?, de nuevo tomamos la erudita opinión de la autora cuando escribe; «R. Bloch en su estudio sobre los prodigios de la Antigüedad clásica ha señalado que el prodigio es un fenómeno inmanente de psicología religiosa y social. Para el hombre primitivo -continua Ana Moure- todo fenómeno antinatural implica una transgresión del orden cósmico, rompe la paz con los dioses y exige un ritual sagrado de reparación para volver al curso normal de la vida». Por tanto todos los acontecimientos sobrenaturales y no tantos (3), ocurridos en distintas épocas de la humanidad eran tomados como presagios enviados por la «divinidad», para enmendar un error humano, presagiar una derrota o una victoria en el campo de batalla, erigir o derrocar a un rey, etc.

Naturalmente estos prodigios eran interpretados por la casta sacerdotal, o por los más altos escalafones del poder reinante, que sabían «exactamente» que hacer ante tales eventos (4). En su «Liber Prodigiorum» Julio Obsecuente, hace una exhaustiva antología de toda clase de extraños fenómenos registrados desde el año 737 antes de Cristo al 9 a.C.; lluvias de piedras, sangre, leche y carne, voces extrañas que vaticinan acontecimientos, misteriosas tormentas eléctricas que destruyen selectivamente templos, murallas y estatuas, animales que hablan (sic), estatuas que emanan sangren, animales y objetos que arden y no se consumen, ríos de sangre, estatuas que lloran, nacimiento de animales monstruosos y por supuesto, no podían faltar, extraños fenómenos celestes. Precisamente ese será el eje central de nuestro articulo, exponer los diferentes prodigios observados en los cielos de la antigua Roma (5). Muchos de estos relatos, como comprobara el lector, obedecerán a causas naturales, pero algunos tienen una sugerente relación con el moderno fenómeno de los OVNIs (6):

500 a. C. «Durante el II Consulado de Publio Postumo Tuberto y I de Agripa Menenio Lanato, se vieron en el cielo, hasta muy avanzada la noche, lanzas de guerra en llamas». Este peculiar prodigio sobre la observación de llamas en el cielo, se repite con cierta frecuencia en el libro de Obsecuente, como por ejemplo en el 463 a.C., 461 a.C., 460 a.C., 221 a.C. y 198 a.C..

221 a.C. «Siendo Cónsul Gayo Quintio Flaminio y Publio Furio Filón, en Rímini brilló resplandeciente el día cuando era muy de noche y aparecieron tres lunas en zonas distintas del cielo». Obviamente por su tamaño, y extremada luminosidad no podían tratarse de simples estrellas…

215 a.C. «Bajo los Cónsules Cneo Servilio Gémino y Gayo Quintio Flaminio, en Roma se vieron en el firmamento apariciones de naves. (…) en Arpi se vio un escudo en el cielo, un combate entre la Luna y el sol y, además, dos lunas durante el día. (…) en Capua se vio el firmamento en llamas y se contemplaron apariciones de naves en el cielo». Estos testimonios hablan claramente de hechos que poco o nada tienen que ver con cuestiones relacionadas con los fenómenos atmosféricos y astronómicos. La forma de escudo, de naves… etc, evocan la presencia física de objetos inusuales en los cielos…

212 a.C. «En el IV Consulado de Quintio Fabio Máximo Verrugoso y III de Marco Claudio Marcelo, en Adria se vio un altar en el cielo y, a su alrededor, apariciones de hombres vestidos de blanco». ¿Un objeto Volador No Identificado con sus respectivos tripulantes…?

202 a.C. «En época de los Cónsules Marco Cornelio Cetego y Publio Semprenio Tuditano, se vieron dos soles y durante la noche hubo destellos de claridad. En Sezza se observó un meteoro que se extendía desde el nacimiento del sol hasta el poniente». Si bien lo ocurrido en Sezza pudo deberse a la caída de un simple meteorito… el primer fenómeno reseñado por la pluma de Obsecuente es mas difícil de identificar…. y volvería a repetirse…

201 a.C. «En el Consulado de Cneo Servilio Cepión y Cneo Servilio Gémino, en Anagni se observaron, primero, destellos intermitentes en el cielo y, luego, un meteoro luminoso en el firmamento».

202 a.C. «En el Consulado de Gayo Claudio Pulcro y Tiberio Sempronio Graco, un aerolito enorme cayó desde el cielo al bosque de Marte en la comarca de Crustumerio». Aquí reseñamos también que en el año 165 a.C. «en Lavinio se divisó en el firmamento un lucero ígneo».

Y en el 92 a.C. «apareció un meteoro en el firmamento y todo el cielo se vio envuelto en llamas».

172 a.C. «Siendo Cónsules Sempronio Paulo y Publio Mucio Escévola, en el foro romano, brillaron al tiempo tres soles; durante la misma noche se deslizaron por el firmamento muchos astros errantes en Lanuvio».

171 a.C. «En el consulado de Lucio Postumio Albino y Marco Popilio
Lenate, en Lanuvio se vieron apariciones de una gran escuadra en el cielo».

161 a.C. «El Consulado de Tiberio Graco y Marco Juvencio, en Capua se vio el sol por la noche. (…) en Formia se vieron dos soles durante el día. (…) por la noche brilló en Pisauro una especie de sol». Referencias a extraños «soles» la encontramos también varios años antes, en el 164 a.C. en Cassino, donde «durante algunas horas de la noche se vio el sol». Y más tarde en el 132 a.C. en Armiterno donde «se vio el sol por la noche y se observó su resplandor durante algún tiempo». En el 25 a.C. «un resplandor celeste que se extendía del sur al norte hizo que la noche se iluminase como el día».

152 a.C. «En época de los Cónsules Lucio Opimio y Quinto Postumo, en Conza se vieron armas en el cielo». Para hacer referencia a extraños objetos voladores, se utilizaban palabras comunes tales como lanzas, escudos y estandartes, por ejemplo Obsecuente escribe que hacia el 138 a.C. «En Preneste y en Celalonia se vieron caer estandartes del cielo”.

145 a.C. «Durante el Consulado de Publio Africano y Gayo Livio, en Lavinio entre las 8 y las 11 horas rodearon al sol dos círculos de distinto color, uno de tono rojizo y otro blanco. Una estrella destello durante treinta y dos días».

102 a.C. «Siendo Cónsules Gayo Mario y Gayo Flaco, en Rímini a pleno día, desde las ocho a la una de la tarde, apareció la luna y una estrella».

100 a.C. «Bajo el Consulado de Gayo Mario y Quinto Lutacio, en la Galia resplandeció de noche una luz sobre un campamento».

98 a.C. «Durante el Consulado de Gayo Mario y Lucio Valerio, en Tarquinio se vio a gran distancia un astro centelleante que se deslizo a un vertiginoso descenso. A la puesta de sol se divisó un objeto circular parecido a un escudo, que cruzaba desde el oeste al este».

91 a.C. «El Consulado de Gayo Valerio y Marco Herennio, al amanecer se observó en Bolsena una llama centelleante en el firmamento; después de concentrarse en un solo punto la llama dejó ver una embocadura de color ferruginoso; pareció que el cielo se abría y en su apertura aparecieron las puntas de la llama» (7).

89 a.C. «El Consulado de Lucio Marcio y Sexto Julio, Hacia el amanecer brilló un globo ígneo en la zona norte acompañado de un gran estrépito en el firmamento. (…) en Espoleto un globo de fuego de color dorado cayó rodando a la tierra; pareció dirigirse desde el suelo hacia el oriente, aumentando de tamaño, y ocultó con su volumen el sol» (¡). También hallamos extraños objetos llameantes en el 61 a.C. donde «una viga en llamas se extendió en el cielo por el poniente.»

42 a.C. «El Consulado de Marco Antonio y Publio Dolabela, Gayo Octavio se unió a la familia Julia por testamento de su padre, Cesar, en Bríndisi. Cuando entraba en Roma, a las ocho de la mañana acompañado de una gran muchedumbre, que se había concentrado alrededor, el sol, ceñido de un pequeño disco en un cielo azul y sereno, lo rodeó con una aureola de muy tenue contorno, tal como suele ponerse el arco iris sobre las nubes. (…) se observó un lucero en el firmamento, que se desplazaba hacia el poniente. Una estrella luminosa centelleó de manera especial durante siete días. Brillaron tres soles y, alrededor del sol mas bajo, resplandeció una corona parecida a una espiga en forma de circulo; seguidamente, el sol se redujo a un solo halo y durante muchos meses, su luz fue tenue».

40 a.C. «En época de los Cónsules Marco Lépido y Munacio Planco, en Módena se vieron tres soles alrededor de las ocho de a mañana, que, seguidamente, se concentraron en un único disco».

Y hasta aquí llegan estos «prodigios celestes» de Obsecuente, al que cualquier lector aficionado a la literatura ufológica podría extraer interesantísimos paralelismos con el Fenómeno OVNI (8). No hay que olvidar, para terminar, que el primer incidente que señala Julio Obsecuente en su «Liber Prodigiorum» se refiere a la súbita y misteriosa desaparición de Rómulo, fundador y patriarca de Roma, que también concuerda con ciertos episodios OVNIs (9); Rómulo «celebraba una reunión con los soldados junto al lago de la Cabra, una tormenta que estalló de forma inesperada con grandes rayos y truenos, envolvió al rey en una nube tan densa que lo quitó de la vista de la asamblea sin que nunca jamás volviera a aparecer sobre la tierra”…

NOTAS:

(1) El Libro de los Prodigios. Ediciones Clásicas, S.A. Magnolias 9, bajo izquierda. 28029 Madrid. 1990. Libro de recomendada lectura para todos aquellos interesados tanto en cuestiones ufológicas como «forteanas».

(2) Varios autores piensan que quizás Julio Obsecuente sea el seudónimo de un escritor pagano en época posterior cristiana, ya que tampoco se tiene la certeza de cuando fue confeccionada esta obra, que se inspira en parte en la propia de Tito Livio, Ab Urbe Condita.

(3) Algunos de estos «presagios» podían ser simples terremotos, fenómenos naturales desconocidos en la época, nacimiento de niños hermafroditas, el aparente extraño comportamiento de un animal, una fuerte tormenta, etc.

(4) Normalmente un prodigio era contestado con alguna suerte de ceremonia ritual o sacrificio, a la espera de la buena providencia.

(5) Se ha respetado fielmente la traducción realizada por Ana Moure de los distintos prodigios, que aparecerán debidamente entrecomillados para que se distingan perfectamente de nuestros particulares comentarios.

(6) La propia autora hace constar en una de las notas del libro, concretamente la 119, la enorme similitud entre algunos fenómenos reseñados por Obsecuente y los reportados actualmente bajo el contexto del fenómeno OVNI. Aunque deja claro eso si, su natural escepticismo ante tales hechos.

(7) Según muchos autores contemporáneos esta descripción puede pertenecer a la observación de una aurora boreal. Señalando que en otros textos antiguos pertenecientes a Séneca y T. Livio entre otros, se encuentran reseñados fenómenos semejantes. Naturalmente muchos de los portentos reseñados por Obsecuente se corresponden a fenómenos totalmente naturales mal interpretados, no obstante hemos querido exponer los principales prodigios celestes que se encuentran en el Libro de los Prodigios para que el lector extraiga sus propias conclusiones…

(8) Quien sí lo hizo fue R.G. Wittmann en su articulo «Flying Saucers or Flying shields», publicado en el Classical Journal, LXIII, 1968.

(9) En la literatura OVNI actual encontramos decenas de incidentes donde se describen el extraño comportamiento «nada natural» de algunas nubes. En ocasiones y tal como aseguran los testigos, habiendo incluso pruebas fotográficas, los mismos OVNIs han «fabricado» alrededor de ellos una especie de nube para camuflarse. Se nos viene a la memoria solo a modo de ejemplo, la famosa columna de humo que condujo al pueblo de Israel en su peregrinaje por el desierto y de la que muchos investigadores entre ellos el exjesuita Salvador Freixedo sospechan pudo ser un OVNI.