Sufrir ataques de hipo es inevitable en algún momento de la vida: al igual que los gatos, las ratas y los fetos humanos, los adultos sufrimos de hipo cada tanto y aplicamos alguna de las soluciones milagrosas del vox populi que, sin embargo, no tienen ningún sustento científico: asustarse, lastimarse, provocarse cosquillas, beber un vaso de agua, ponerse de cabeza… hasta que el hipo se va de manera tan misteriosa como llegó.
Tyler Cymet, jefe de medicina educativa en la Asociación Americana de Colegios de Medicina Osteopática, realizó un estudio sobre pacientes con hipo durante cinco años en 54 hospitales. La idea era buscar qué remedios contrarrestaban los espasmos involuntarios y molestos del hipo, aplicando técnicas como mantener la respiración, al igual que algunos medicamentos, pero se dieron cuenta de que ninguna solución es capaz de aliviar a todos los pacientes con hipo.
La conclusión de Cymet es en realidad muy simple: el hipo “comienza y termina solo, y eso es todo.”
Pero ¿por qué nos da hipo? De hecho, las causas nos son tan desconocidas como las soluciones. Algunos investigadores creen que se trata de un reflejo digestivo del estado fetal para no respirar líquido amniótico, pero también está la teoría de que el hipo puede ser una especie de “entrenamiento” del feto para enseñarse a respirar cuando nazca.
El hipo (cuyo nombre médico es singultus) consiste en una concatenación de hiatos respiratorios abruptos provocados por la súbita contracción del diafragma y los músculos intercostales (localizados entre las costillas), seguido por el cierre de la glotis; el rápido espasmo de la inhalación choca con la laringe bloqueada por la glotis, lo cual produce la conocida nota del hipo: “hic”.
Fuera de casos como el de Coleen O’ Lear, editora del Washington Post que afirma sufrir de ataques de hipo diarios, el singultus no presenta sino una molestia pasajera y una oportunidad para hacer una pausa en la conversación para concentrarnos en la respiración.
http://pijamasurf.com/2014/06/hip-el-hipo-sigue-siendo-un-misterio-para-la-ciencia/
Una de mis abuelas decía que hacía crecer, y la verdad es que es más común en la infancia. Me hacían tomar 7 sorbos de agua sin respirar para que se me pasara.