Hoy en ufopolis vamos a estudiar un impresionante caso ocurrido en Alemania entre el 8 y el 9 de marzo de 1993 protagonizado por un piloto llamado Erwin Lohre. Este militar se encontraba durmiendo plácidamente con su familia en la localidad de Braunschweig y nada le hacía sospechar del increíble evento que iban a presenciar en pocos minutos.
Eran las 00.30 horas y Lohre se levantó súbitamente con un fuerte dolor de espalda. Malhumorado, se levantó y fue a tomarse una pastilla para calmar el dolor. Acto seguido volvió a tumbarse en la cama a esperar a que el dolor se le pasara y así seguir durmiendo. Mientras eso ocurría, su mujer también se había despertado espontáneamente, en el mismo momento, según le comentó al Dr. Peter Hattwig, investigador que se encargó de las pesquisas del caso. Los dos a la vez, primer detalle.
De pronto, ambos comenzaron a escuchar un zumbido procedente del cielo. Era claro y muy alto. Tras tres o cuatro segundos con ese sonido que identificaron como algo “metálico”, quizá producido por una fuerza de giro o centrifugado industrial, se dieron cuenta de que aquello se estaba acercando. Sonaba cada vez más y más fuerte. Se iban a volver locos. Fueron corriendo a la ventana del dormitorio y se encontraron con un objeto estacionario flotando a una altura de unos 10 metros sobre los árboles cercanos a su vivienda.
Asomados y asombrados, comenzaron a ver más detalles. Había luna llena y era una noche clara con bastante luz debido a ello. Pero algo anormal estaba pasando mientras tanto. La habitación, la ventana, el objeto y la luna llena no eran nada comparado con la luz que parecía rodearles por completo. Era blanca, como las luces de neón de las discotecas. Y una extraña sensación física. Su paladar comenzó a llenarse de un sabor metálico. El resplandor invadía todos los resquicios de su cuerpo y de su alcoba. Solo había pasado un minuto desde que estaban durmiendo plácidamente y no se explicaban qué estaba pasando. Ese sabor, esa luz, ese objeto. ¿Qué estaba pasando?
En aquel momento los dos protagonistas no estaban asustados, sobre todo él, de carácter más tranquilo. Pero sabían que todo lo que estaba pasando no era natural. Ambos declararon haber estado “hechizados”, término fascinante para definir el complejo control mental que parecen recibir las víctimas de este tipo de encuentros. Erwin Lohre quería como mínimo ir a cerrar la ventana para evitar que aquel rayo le diese a su mujer pero no podía. La luz que invadía su cuarto y todos los poros de su cuerpo era cada vez más intensa. No sabía qué hacer ante aquello pero, “hechizado”, se encontraba, como decíamos, bien tranquilo.
A los pocos segundos su mujer y él comenzaron a tener convulsiones. Al parecer eso fue todo. El misterioso incidente de la luz y la ventana duró en total unos 40 segundos más o menos, y entonces todo terminó abruptamente. Luego, unos 30 ó 40 segundos más tarde, se acercaron a la ventana mirándose, cariacontecidos, y observaron al objeto volando sobre la ventana de la habitación en dirección oeste, acercándose a la misma de forma espectacular y desapareciendo finalmente. Al mismo tiempo la parálisis que aún tocaba algunas partes de su cuerpo terminó para los dos. La esposa de Lohre estaba demasiado alterada como para poder dormir más, y Lohre igual. No tenían explicación ante lo que había pasado.
Aquel objeto tenía todos los colores en su fuselaje.
No podían dormir y allí estaban los dos, en silencio total. Trataron de hablar del tema pero estaban aún demasiado impresionados. Silencio. Luz apagada. Intentemos dormir.
Acurrucados, volvió el horror. Otra vez el sonido, el mismo sonido. Volvía esta vez desde otra dirección. ¿Por qué ellos y qué quería ahora? Aún se podían mover. Fueron a toda prisa hacia la ventana y observaron de nuevo al objeto a unos 300 metros. No veían a otros vecinos asomándose desde sus casas, cosa que hubiese sido lo más normal. No, aquello parecía solo para ellos. La habitación tenía dos ventanas y esta vez, aquello venía desde la segunda de ellas. Pudieron ver esta vez el objeto perfectamente con mucho más detalle. Los mismos sonidos acercándose, incrementándose. Casi se estaban preparando de nuevo para la parálisis. Seis segundos después, el objeto se plantó ante ellos con todo su esplendor. Brillaba con todos los colores posibles. La cúpula era brillante, plateada y brillante. La parte de abajo mostraba tres aberturas y una luz central.
Visión desde abajo del increíble ovni
Un disco, era solo un disco de unos 10 metros de diámetro. Se acercaba. Iba hacia ellos, incansable él. Y entonces ocurrió algo imposible: aquello se desvaneció en el aire. Se diluyó, se evaporó. En una décima de segundo. Sin transición. En un abrir y cerrar de ojos. La nada.
Todo acabó ahí. Erwin Lohre reportó su incidente a un periódico local y acto seguido fue contactado por 25 personas diferentes queriendo saber más sobre su caso. Parecía aún así que nadie excepto ellos había presenciado el evento. Era solo para ellos. Les buscaba solo a ellos, como así aseguraron al Dr. Hattwig en su entrevista. “Era como si supiera dónde estábamos, y lo raro siempre fue esa sensación de parálisis y de tranquilidad, esa falsa tranquilidad”.
Calcularon 10 metros de diámetro y 2 metros de altura para aquel ovni
El día después del incidente ocurrieron más cosas. Por la tarde, a las 16:00 horas contó Lohre que su hija y su mujer, encontrándose en diferentes lugares en ese momento, vieron un fogonazo de luz enfrente de sus aparatos de televisión, acompañados de un extraño sonido crepitante que les heló la sangre. No supieron qué había pasado. Entonces, una hora después las dos televisiones comenzaron a dar calambrazos y descargas eléctricas, cada uno en su habitación, algo que no había ocurrido nunc, al más puro estilo de la película “encuentros en la tercera fase”. Poco después, más terror. Golpes increíbles dentro de un armario de la habitación del matrimonio. Iban corriendo, abrían y no había nada. Cerraban y comenzaban al poco los golpes dentro. No encontraron tampoco una razón para que eso pasara. Esto pasó durante ocho semanas en donde los golpes aparecían y desaparecían sin ningún tipo de explicación. Perturbados y hartos siguieron con sus vidas.
Erwin Lohre declaró que tras su encuentro siempre tenía una constante sensación de dolor en la espina dorsal. Algo le molestaba siempre. Una semana después del incidente y con la ayuda de un espejo se descubrió en la nalga derecha dos marcas muy rojas bajo la piel a unos dos centímetros de distancia el uno del otro. Fue a ver a un un médico, quien encontró dos puntos negros debajo de la piel. Le aplicó una pomada, y le mandó hacerse un TAC (tomografía por ordenador). Mientras esperaba los resultados una noche notó cómo algo se deslizaba sobre sus piernas, dos gotas negras de un extraño material y con forma de lente parecían haber salido de las marcas. Las puso en un bote de cristal y con mucho cuidado lo cerró para mostrárselas al día siguiente al médico. Nunca pudo hacerlo. Por increíble que pareciera, aquellas gotas simplemente se habían evaporado. ”
El Dr. Hattwig le preguntó en el marco de sus investigaciones sobre esas gotas de líquido negro. Lohre nunca supo ni su origen ni por qué se evaporaron. Nunca dieron el paso ni su mujer ni él de hacerse una regresión hipnótica por miedo a ver cosas que jamás dejarían de acompañarles de por vida. No querían saberlo. ¿Para qué? Se preguntaban. Quizá tuviesen razón.
Hasta aquí el artículo sobre la extraordinaria experiencia de este matrimonio alemán que en 1993 se encontró con un interesantísimo caso ovni con interacción directa sobre los testigos y un posible secuestro durante los segundos que duró el incidente, del que por cierto no existió ese missing timetan característico. Si os ha gustado la entrada podéis ver también el asombroso caso de Kelly Cahill en Australia, también en el mismo año 1993. Esperamos que el programa sea de su interés.
Ufopolis.com 2015
La verdad es que no me hubiese gustado vivir esta experiencia…