UNIDAD DE INTOLERANCIA y SENSIBILIDAD QUIMICA MÚLTIPLE (I/SQM)

Una colaboración de Jose Lopez

La aparición, cada vez más frecuente, de casos relacionados con el Síndrome de la Intolerancia Química Múltiple, trastorno, o grupo de trastornos, de salud conocido también con otros muchos nombres, afecta de manera directa el ámbito de la salud laboral y de la política preventiva. La dificultad de su diagnóstico, por las limitaciones de los criterios empleados al efecto, los innumerables factores determinantes de la aparición de los casos, y el hecho de que puede afectar no solamente a trabajadores que manipulan productos químicos, sino también a los de aquellas actividades carentes, en principio, de este tipo de implicación, lo convierten en motivo de controversia científica y, a la vez, amplían el ámbito de incidencia de nuevos casos de manera difusa a prácticamente todo el campo de la actividad laboral.

Introducción
El trastorno en la respuesta fisiológica de determinados individuos frente a una multiplicidad de agentes y componentes que se encuentran en el medio ambiente, alimentos o incluso medicamentos, con la serie de características que más adelante se definen, recibió la denominación de «Intolerancia Química Múltiple» o «Síndrome de Intolerancia Química Múltiple» a mediados de los años 80. Se le conoce también como «enfermedad del siglo XX», «enfermedad ambiental» o, incluso, «enfermedad ecológica». Tanto por su origen como por sus características es objeto de intensa discusión porque la mayoría de los «casos» de este trastorno tienen muy pocos aspectos comunes, dada la variedad de síntomas que presentan las personas afectadas y el grado mismo de su afectación. También existe una clara controversia en cuanto a los criterios médicos que hay que aplicar para su diagnóstico. Y es posible, además, que no se trate de un solo trastorno sino de muchos trastornos distintos que obedezcan a diferentes mecanismos.
Las estimaciones de los casos existentes de este trastorno o condición en la población son absolutamente dispares. En EEUU, según datos de algunos autores, sería del orden del 2% hasta algo menos del 10 % de la población general; aunque según otros, la cifra real no llegaría al 1%. En todo caso, se considera un trastorno en franca expansión.
Entre las personas afectadas hay un predominio de mujeres y, si bien hay unas manifestaciones que son las más frecuentes (en el sistema nervioso central, respiratorio y gastrointestinal), en general, pueden tener su origen en cualquier sistema. Inicialmente, al estudio de este tipo de trastornos, así como a la búsqueda de soluciones, se les dio un enfoque estricta y exclusivamente médico. Los profesionales que los trataban se consideraban especialistas en «ecología clínica».
En cualquier caso, el consenso actual más difundido es que estamos ante una patología frecuente y en expansión, que ya no puede considerarse rara, y que afecta a u grupo de personas no inferior al 5 % de la población general.
Ocasionalmente, este tipo de trastorno o condición en algunos individuos tiene su origen en la presencia de contaminantes a bajas concentraciones en el interior de edificios, aunque la mayoría de personas que han manifestado malestar como consecuencia de un ambiente interior no desarrolla sensibilidad química. Por su relación con estos problemas de contaminación del aire interior, el NIOSH ya en 1985 había estudiado un total de 356 edificios, públicos y privados. Como consecuencia de la crisis del petróleo de 1973, cambió el diseño de los sistemas de ventilación, calefacción y aire acondicionado de los edificios, con una notable reducción de la renovación del aire, bajo la nueva exigencia de su estanqueidad.
Por todo ello, dada la complejidad y variantes de los trastornos y/o enfermedades a que se alude con las denominaciones arriba indicadas, según la conclusión de un panel de expertos convocado por la OMS (1996), la denominación de enfermedad ambiental idiopática o, mejor, Intolerancia Ambiental Idiopática (IAI, Idiopathic Environmental Illness, Idiopathic Environmental Intolerance, IEl) debería sustituirlas a todas ellas, por las razones que se exponen en el apartado «Criterios de consenso».
Conviene hacer hincapié en que el sufrimiento de algunas de las personas afectadas puede llegar a ser muy importante como consecuencia de los padecimientos físicos de la enfermedad y de las limitaciones de vida a que frecuentemente se ven sometidas, al reducir drásticamente su capacidad laboral y su autonomía personal: el entorno físico y/o el ambiente químico fácilmente les resultan hostiles, por lo que deben evitar aquellos entornos que, por propia experiencia, han comprobado que les causan reacciones indeseadas o adversas. Por todo ello, la consideración de los afectados dentro de la sociedad es realmente muy discutida: a menudo están en entredicho, son víctimas del rechazo médico y social por ser considerados como simuladores y, en consecuencia, no obtienen el lógico beneficio de una atención sanitaria y de otras prestaciones adecuadas a su situación. No hay duda de que se trata de un trastorno, o grupo de trastornos, que ocasionan sufrimientos cuya magnitud no se puede evaluar más que por las consecuencias físicas, psicológicas y sociales en las personas que los padecen; las dudas existen en cuanto a las causas, origen, mecanismos y algunas otras características de la   (o la I/SQM).
Definiciones
Hay una gran variedad de situaciones y/o condiciones de las personas afectadas difíciles de distinguir. De hecho, no todas las denominaciones empleadas para este tipo de trastornos significan exactamente lo mismo. Los agentes causantes son de lo más variado; van desde agentes ambientales, como las pinturas y el humo, pasando por plaguicidas y disolventes hasta el calor o el herpes zoster, incluidos alimentos, aditivos alimentarios, y medicamentos, como puede verse en la tabla 1. Así mismo, tal como muestra la tabla 2, los síntomas manifestados varían ampliamente según los sistemas afectados y, dentro de cada uno de ellos, hay distintas variantes. No obstante, los más frecuentes son dolor de cabeza, mareo, debilidad, confusión, dificultad de concentración, opresión pectoral, trastornos gastrointestinales, ansiedad y disnea.
TABLA 1
Agentes más frecuentemente señalados como causantes de I/SQM o IEI

 

  • Disolventes orgánicos, pinturas y lacas para acabados (xileno, cloruro de metileno, destilados de petróleo, éteres de glicoles, tricloroetano)

  • Plaguicidas (diazinon, gution, y otros organofosforados)

  • Humos diversos y humos de soldaduras

  • Metales (níquel, plomo)

  • Sustancias químicas diversas (formaldehído, freón, etanol, ácido nítrico, ácido clorhídrico, toluendiisocianato)

  • Polvo (madera, remolacha, azúcar)

  • Alimentos

  • Ciertas enfermedades (sarna, herpes zóster)

  • Productos de perfumería y ambientadores (champú, barnices de uñas y quitaesmaltes, colonias, lociones de afeitado, cosméticos varios, desodorantes de loca les)

  • Estrés y caídas en el trabajo

  • Muebles

  • Papel

  • Edificios nuevos

El sentido de arriba abajo da una idea aproximada de la frecuencia decreciente de tales agentes supuestamen te implicados.

 

Muchos pacientes con un diagnóstico de «enfermedad ambiental», realizado por «ecólogos clínicos», han sido diagnosticados, por otros especialistas de la correspondiente especialidad, como aquejados de un trastorno de tipo psiquiátrico, ansiedad o depresión, aunque estos diagnósticos son sistemáticamente rechazados por el propio paciente. Muchas de las personas afectadas ya presentaban, con anterioridad al momento del estudio, dificultades psicológicas, incluyendo la depresión, ansiedad, somatización, estrés y enfermedades funcionales relacionadas con el estrés. Para algunos investigadores la I/SQM no constituye una enfermedad en el sentido característico del término, por lo que consideran que no puede ser, en rigor, objeto de diagnóstico; para ellos no es sino una condición o incluso, para ser más precisos, un fenómeno. Para estos investigadores, pues, la I/SQM no sería una «verdadera enfermedad», en el sentido usual de esta expresión. En general, la aceptación del síndrome de la I/SQM por parte de los investigadores depende de los criterios diagnósticos empleados, exigiendo una constancia en los resultados obtenidos por procedimientos objetivos validados, circunstancia que, en rigor, no se da en el caso de la I/SQM.

TABLA 2
Sistemas/órganos implicados y principales síntomas referidos por las personas afectadas

 

  • SISTEMA NERVIOSO CENTRAL: Dolor de cabeza, fatiga, irritabilidad, pérdida de memoria y capacidad de concentración, disfunciones cognitivas, insomnio, cambios de humor, depresión y ansiedad.

  • MUSCULOESQUELÉTICO: Entumecimiento, debilidad, dolor muscular, tensión muscular, falta de coordinación, dolor articular.

  • RESPIRATORIO: Dificultad respiratoria, tos, ronquera, otitis recurrente, rinitis, afonía.

  • CARDIOVASCULAR: Dolor pectoral, palpitaciones, ritmo irregular, taquicardia, hipertensión.

  • GASTROINTESTINAL: Espasmo esofágico, náuseas, vómito, diarrea recurrente, estreñimiento, cambios de apetito, anorexia.

  • PIEL Y MUCOSAS, OJOS:Irritación, prurito, eczema, irritación cutánea, hinchazón facial, dolor de garganta, irritación y dolor ocular.

  • GENITOURINARIO:Trastornos menstruación, vaginitis, dolor, disuria, retención urinaria, impotencia.

 

Cullen definió la Intolerancia Química Múltiple en 1987 como «un trastorno adquirido caracterizado por síntomas recurrentes, referibles a múltiples sistemas orgánicos, que se presentan como respuesta a la exposición demostrable a muchos compuestos sin relación química entre sí a dosis muy por debajo de las que se han establecido como causantes de efectos perjudiciales en la población general». Este autor utilizó el término en plural (Multiple Chemical Sensitivities, MCS), precisamente para poner de relieve la multiplicidad de manifestaciones, orígenes y procesos implicados.
La definición de caso se basa en los siete grandes rasgos que caracterizan este trastorno, según este autor:
  • Se trata de un desorden adquirido, relacionado con una(s) exposición(s), insulto(s) o enfermedad(es) documentable(s) del ambiente. Este criterio restringe la aplicación a pacientes que desarrollan los síntomas por primera vez después de un encuentro con su ambiente, excluyendo aquellas personas con problemas permanentes de salud, aunque puedan desarrollar ciertos síntomas atribuibles a sustancias químicas.
  • Los síntomas implican más de un sistema orgánico. Limita la atención a afectados con síntomas muy complejos.
  • Los síntomas aparecen y desaparecen en respuesta a estímulos predecibles. Esto excluye los pacientes cuyos síntomas permanecen constantes, sin variación, o que, en gran parte, no están relacionados con las exposiciones.
  • Los síntomas son provocados por exposiciones a sustancias químicas de clases estructurales y modos de acción toxicológicos diferentes. Esto lo distingue de las reacciones alérgicas, que se desencadenan por sustancias específicas o muy estrechamente relacionadas
  • Los síntomas son provocados por exposiciones que son demostrables, aunque de bajo nivel. Significa que otras personas, distintas del afectado, son capaces de percibir la presencia de la sustancia, por el olor, p. ej., aunque sin producirles molestias.
  • Las exposiciones que provocan los síntomas han de ser muy bajas, entendiendo por tales aquellas que están varias veces la desviación estándar por debajo de las exposiciones promedio que se conocen que son capaces de causar respuestas adversas en las personas. Puesto que, en general, no se tiene un conocimiento cierto de las concentraciones promedio que desencadenan respuestas adversas o desagradables en la mayoría de las personas «normales», una regla sencilla lo constituye el que tales exposiciones serían inferiores al 1% del valor de los criterios higiénicos ambientales usuales (TLV).
  • No hay ninguna prueba funcional orgánica única que pueda explicar los síntomas. Esta característica excluye los individuos cuyos síntomas se puedan atribuir a broncoespasmos, vasoespasmos, o a cualquier otra lesión o condición reversible que se pueda identificar o tratar específicamente.
La Intolerancia Ambiental Idiopática se define (Sparks, 2000) como «un trastorno adquirido con síntomas recurrentes múltiples, relacionado con múltiples factores ambientales tolerados por la mayor parte de las personas y que no se explica por ningún trastorno médico o psiquiátrico». Lo más importante de esta definición es que su amplitud es mayor que la del síndrome de I/SQM (y la de enfermedad ambiental, EA), denominaciones a las que debería sustituir, aunque con sus variantes aún se siguen empleando, y trata, además, de centrarse en otros padecimientos, con etiquetas difíciles de establecer, reconocidos en pacientes que refieren síntomas que ellos atribuyen a exposición ambiental, como el «síndrome del edificio enfermo» y el «síndrome de la Guerra del Golfo». Con todo, y precisamente porque la denominación I/SQM se sigue empleando, los distintos aspectos que se tratan a continuación se refieren básicamente a esta etiqueta que, por lo dicho, quedaría incluida en la más amplia de  .
Características
La mitad de las personas afectadas manifiestan tener dolor de cabeza, debilidad, problemas de memoria, falta de energía, congestión nasal, dolor o compresión en la garganta y molestias en las articulaciones (de los sistemas nervioso central, neuromuscular, respiratorio, y esquelético, respectivamente), alrededor de casi un tercio refieren otros síntomas, de otros sistemas orgánicos, como son dolor abdominal, náuseas, trastornos visuales, opresión pectoral, etc. Todos estos síntomas son referidos por los afectados por la I/SQM con una frecuencia mayor que por la población general, especialmente los que se refieren al sistema nervioso central, la piel, vías bajas del aparato respiratorio, y los generales de tipo sistémico.
Una cuestión importante es lo limitado de los datos existentes sobre la exposición química, tanto la inicial, a partir de la cual se desarrolla el proceso, como de las posteriores, desencadenantes de las nuevas crisis o episodios subsiguientes. Mientras en un estudio el 80% de los afectados dicen saber, cuándo, dónde y qué sustancia originó el trastorno (el 60% de los cuales lo relacionan con los plaguicidas), en otro la mayoría de los participantes es incapaz de identificar todas estas circunstancias. Los resultados de los ensayos de provocación a doble ciego con las sustancias implicadas, llevados a cabo en grupos de pacientes distintos, discrepan ampliamente, lo que también va en contra de la credibilidad del síndrome, aunque existen importantes errores metodológicos en muchos de los trabajos consultados. Tanto o más importante aun, es el hecho de que, en muchos casos, no está demostrada la relación entre las exposiciones químicas y el desencadenamiento de las respuestas en las personas afectadas por el I/SQM. En este mismo sentido, conviene señalar que existe, entre estas personas, una profunda «creencia» en una relación entre las exposiciones químicas y la aparición de síntomas, aunque a menudo falten pruebas. Por falta de datos fiables de las exposiciones, no se puede comprobar si tras una exposición inicial (actuando como estímulo iniciador) tiene lugar un descenso del umbral de respuesta, a consecuencia del cual estímulos posteriores desencadenarían respuestas similares. La consecuencia de todo ello es que se admite que existe una relación entre una exposición y una enfermedad (si se considera que realmente lo es) aunque no exista una clara relación exposición-respuesta (dosis-respuesta). Teniendo presentes estas dificultades, a continuación se comentan los posibles mecanismos por los que se podría desarrollar la I/SQM en una persona.
Un diagnóstico erroneamente cuestionado
Aunque se han descrito cambios en el Sistema Nervioso Central mediante la utilización de técnicas de imagen, lo cierto es que estudios ya clásicos no avalaban estos hallazgos (enlace externo a la cita), aunque algunos más recientes, de un grupo español, vuelven a traer al plano de la actualidad la posibilidad de detectar alteraciones en el SPECT de las personas afectadas por el síndrome (enlace externo a la cita).
La causa orgánica de la SQM ha sido puesta en cuestión a raíz de la reciente publicación de un estudio multicéntrico alemán de gran calidad metodológica (enlace externo a la cita), aunque se han detectado anomalías éticas en la financiación del mismo.
Estudios comparativos a doble ciego con placebo, no han demostrado que el grupo de pacientes con SQM presenten reacciones diferentes a las de un grupo de personas sanas, a pesar de que el tamaño de la muestra es escaso y compromete la calidad del estudio (enlace externo a la cita).
Partiendo de la base de la implicación de los pesticidas en el desarrollo de la SQM, se ha realizado un seguimiento a trabajadores especializados en la aplicación de los mismos, sin que se detecte un aumento de la frecuencia de SQM en dicha población (enlace externo a la cita).
Posibles mecanismos causales de la I/SQM
Básicamente, para dar razón de la existencia de este trastorno, se han señalado hasta el momento, cuatro tipos de mecanismos: dosis-dependiente, de tipo biológico, de tipo psicogénico, y combinaciones de ambos.
Mecanismo Dosis-Dependiente
En todas las personas, una dosis determinada de sustancias tóxicas, induce una afectación sistémica amplia grave que se cronifica en la mayoría de casos y que se acompaña del desarrollo de una I/SQM como respuesta a una hiperreactividad de gran participación del Sistema Nervioso Central.
En el mecanismo Dosis-Dependiente, la expresión fenotípica es irrelevante.
Mecanismos de tipo biológico – no dosis dependiente
Es el más frecuente. La I/SQM se produce frente a estímulos mínimos que, para la mayoría de la población parecen ser seguros.
Déficit inmunológico
Fue uno de los mecanismos inicialmente considerados como implicados en la génesis de este trastorno en Estado Unidos, pero nunca se dieron explicaciones de los resultados obtenidos coherentes con los trastornos manifestados por los afectados. En ningún estudio se ha descrito un patrón constante de alteraciones de tipo inmunológico indicativo de un déficit específico. Los trabajos de los últimos diez años reafirman la inexistencia de tal patrón en relación con la I/SQM. Por tanto, la relación entre ambos tipos de alteraciones es muy improbable.
Trastornos respiratorios
Se ha postulado la implicación de la mucosa respiratoria, y en el mecanismo estarían implicadas las neuronas de fibras c (fibras que se encuentran desde la nariz hasta las vías respiratorias inferiores), que, en los experimentos con animales, al ser estimuladas liberan neuropéptidos (parecidos a proteínas pero de mucho menor peso) que pueden causar dilatación y constricción de vasos sanguíneos y vías respiratorias. Pero este mecanismo no explicaría la amplia respuesta en distintos sistemas (multisistémica) observada en los afectados. La llamada inflamación neurogénica se desarrollaría a través de la liberación de sustancias (como la sustancia P) en las terminaciones de los nervios sensoriales, provocando una respuesta inflamatoria local. En cuanto al resto de los sistemas orgánicos afectados, el mecanismo podría ser, o bien por liberación de las denominadas interleukinas en las mucosas, que ejercerían una acción sobre actividad del sistema nervioso central (aunque normalmente estas sustancias actúan sólo de manera local), o bien por la llamada conexión neural o neurogénica, una forma de entrecruzamiento entre vías nerviosas (del tipo, por ejemplo, determinante de respuestas respiratorias, o urticaria, como consecuencia de alergias alimentarias, o de los síntomas respiratorios y sudoración facial por ingestión de comida picante). En cualquier caso, dada la complejidad de las respuestas observadas y la falta de apoyo directo de resultados experimentales en pacientes con I/SQM, la relación de causalidad permanece oscura.
El sistema límbico – olfatorio
Según esta teoría, la respuesta multisistémica desencadenada por un agente químico se debería a las interconexiones entre el nervio olfativo (responsable del sentido del olfato) y una parte del cerebro (el sistema límbico), considerado como centro de las emociones del sujeto, una zona del cual, es muy vulnerable a la sensibilización, el proceso en virtud del cual la exposición repetida a un agente específico tiene como consecuencia una respuesta aumentada por parte del organismo, a dosis inferiores a las normalmente esperadas para provocar una respuesta. Experimentalmente, se comprueba que los estímulos iniciales no afectan el comportamiento de los animales, pero al final manifiestan una clara susceptibilidad (se desencadenan ataques convulsivos), o bien puede observarse una progresiva amplificación de la respuesta frente a la exposición química (o física) intermitente. Este último mecanismo experimental en animales expuestos a distintas sustancias químicas, tiene un gran parecido con la I/SQM en el hombre. Así pues, experimentalmente, una vez determinadas sustancias han alcanzado el cerebro a través del sistema olfatorio, podrían influir en el comportamiento del individuo, por la relación existente entre esa parte del cerebro (sistema límbico) y determinadas formas de comportamiento, de una manera que teóricamente podría ser similar a lo que ocurre en los individuos afectados de I/SQM.
Algunos autores han pretendido que modulaciones psicológicas del Sistema Límbico podrían ser efectivas para evitar la I/SQM. Lamentablemente no existe evidencia alguna de que ninguna intervención psicológica mejore esta enfermedad.
Pérdida de tolerancia inducida por agentes tóxicos
Es la teoría más reciente para tratar de explicar la I/SQM en términos toxicológicos, teniendo en cuenta que las respuestas se producen a niveles muy por debajo de los considerados como tóxicos. Se trataría de un proceso en dos fases, la inicial, de pérdida de tolerancia, causada por la exposición química, y la subsiguiente, de respuestas desproporcionadamente elevadas a otras sustancias. El mecanismo podría ser similar al de la adicción a las drogas, aunque los pacientes de la I/SQM no responderían primariamente a estas sustancias. Esta teoría no explica la enfermedad sino la forma de manifestarse los síntomas que experimentan las personas afectadas.
Si la personas con I/SQM bloquea absolutamente todos los contactos químicos, después le será muy difícil la relación con el mundo exterior. A pesar de ello, un porcentaje significativo de enfermos solo encontrará la compensación de sus síntomas con una evitación estricta de los contactos, en otros casos puede intentar establecerse u equilibrio que no favorezca el aislamiento. Esta es una decisión controvertida que requiere, muy especialmente, la participación del enfermo en la misma, tras una información científica rigurosa.
Teorías psicogénicas
Respuesta condicionada
Se basa en la teoría de los reflejos condicionados de Pavlov, de modo que estímulos aparentemente ¡nade cuados podrían producir respuestas somáticas, especialmente cuando la exposición química del sujeto ha sido traumática. Entre los agentes traumáticos concomitantes se encontraría, según Staudenmayer, el abuso sexual durante la infancia, que se hallaría presente en el 60% de los pacientes del grupo estudiado por este autor, y que habría actuado como elemento condicionante, lo que explicaría que los síntomas de estos pacientes mejorasen tras un tratamiento con psicoterapia.
Trastornos psiquiátricos
Se ha relacionado la I/SQM con la relativamente alta incidencia de estas depresivos o de ansiedad. Así, la frecuencia de rasgos anómalos, trastornos de personalidad, síntomas de hipocondría era anormalmente elevada en grupos de individuos con enfermedad ambiental, sugiriendo que se podría tratar de sujetos con problemas emocionales no reconocidos. Se podría considerar la I/SQM como un trastorno fóbico, consecuencia de un condicionamiento; con un origen psicosomático, a tenor de los elevados niveles de depresión, ansiedad y estrés en muchos de los pacientes estudiados en distintos grupos y por diferentes autores. E general se considera una hipótesis anticuada y poco ajustada a la realidad cuando se consigue un diagnóstico certero.
Quimiofobia
Algunos pacientes con claras I/SQM de base, desarrollan una fobia química (quimiofobia), que complica el cuadro del enfermo y dificulta el diagnóstico de la patología de base.
La quimiofobia puede llevar a un verdadero aislamiento social, debe ser diagnosticada precozmente y prevenida por los profesionales. Precisa tratamiento especializado y no debe favorecerse su potenciación con la complacencia de los requerimientos del paciente.
La quimiofobia puede ser clasificada en el epígrafe F40.2 del CIE-10.
La quimiofobia casi siempre se sustenta por una SQM de menor evidencia e impacto.
Criterios de consenso y recomendaciones
Por todo lo hasta aquí expuesto en cuanto a la complejidad de la condición o efecto que de manera genérica denominamos I/SQM, y dada la magnitud cuantitativa y la dimensión social del problema que representa este tipo de trastorno (entre el 5 y el 10 % de civiles adultos diagnosticados de este síndrome, respectivamente en California y Nuevo México, aparte de los soldados de la guerra del Golfo), en la sociedad norteamericana se ha llegado a un principio de acuerdo.
Los criterios de consenso (BARTHA, L. et al. Multiple Chemical Sensitivity: a 1999 Consensus. Arch. Environ. Health. 1999; 54: 147-149) adoptados para el diagnóstico de la I/SQM son:
  • Los síntomas son reproducibles con la exposición química repetida.
  • La condición es crónica.
  • Niveles bajos de exposición ocasionan manifestaciones del síndrome.
  • Los síntomas mejoran o se resuelven cuando los incitantes son eliminados.
  • Las respuestas se presentan a múltiples sustancias sin relación química.
  • Los síntomas implican múltiples sistemas orgánicos
Cuando una persona afectada de este tipo de sintomatología relate padecimiento de sensibilidad química o por sus referencias se pueda inferir tal posibilidad, diversas entidades oficiales -a partir de la declaración conjunta de 1994, de la American Lung Association, la American Medical Association, la U.S. Environmental Protection Agency y la U.S. Consumer Product Safety Comissión-, recomiendan «no desestimarlo como de origen psicogénico», sino llevar a cabo el diagnóstico cuando se cumplan todos los criterios mencionados en el párrafo anterior, junto con el de otros trastornos concomitantes, si los hubiese.
La asociación de SQM, Fibromialgia y Síndrome de Fatiga Crónica, que parece frecuente, empeora la funcionalidad y el pronóstico (enlace externo a la cita).
Tratamiento
La I/SQM no es una situación de «intoxicación», de hecho, las determinaciones de sustancias tóxico-químicas en los enfermos son normales o incluso bajas en la mayoría de ellos. Ningún tratamiento con «antídotos» o «para eliminar los tóxicos», es eficaz.
No existe un tratamiento específico para la I/SQM, ni siquiera sintomático. Los fármacos habitualmente utilizados en las alergias, son ineficaces, aunque algunos estudios recientes sugieren que la utilización del Cromoglicato puede mejorar la tolerancia a los fármacos (enlace externo a la cita).
Los enfermos deben evitar el contacto con las sustancias que les desencadenan los síntomas, pues mantener dicho contacto favorecerá el incremento de gravedad de las crisis y la presencia de nuevas intolerancias.

En Resumen
El síndrome de Intolerancia/Sensibilidad Química Múltiple (I/SQM), también denominado Intolerancia Ambiental Idiopática o Sensibilidad Química Múltiple (SQM), es un síndrome frecuente y poco estudiado, que cursa con múltiples síntomas ante la presencia ambiental de diversas sustancias a las que el paciente está sensibilizado. Todo parece indicar que se desencadena, en determinadas personas, con la exposición aguda o crónica a sustancias químicas, con frecuencia ante concentraciones no consideradas tóxicas.
Los mecanismos de producción son poco conocidos. Puede encontrarse asociado a la Fibromialgia, alSíndrome de Fatiga Crónica o ambos, por lo que se sospecha que pueden existir mecanismos fisiopatogénicos comunes, al menos en algún subgrupo de enfermos.
El diagnóstico de este síndrome es clínico, existiendo unos criterios diagnósticos, y no existen pruebas complementarias que confirmen el diagnóstico de forma indubitable, aunque se proponen técnicas de neuroimagen y pruebas de estimulación como instrumentos de confirmación diagnóstica, no exentos de riesgos. Se han intentado buscar pruebas diagnósticas patognomónicas pero las alteraciones encontradas han sido inespecíficas y de difícil interpretación, por lo que no está justificada su realización universal. Pueden realizarse pruebas específicas para descartar otras enfermedades.
No existe tratamiento causal. La drástica evitación de las sustancias desencadenantes estabiliza los síntomas y es la actitud a adoptar, aunque en la práctica resulta difícil dada la ubicuidad de productos químicos en el ambiente especialmente en medios urbanos.
La I/SQM es una patología crónica que reduce, de forma dramática, la calidad de vida del enfermo que la sufre.
Puede ser de su interés descargar éste documento con recomendaciones para enfermos con I/SQM (documento pdf en castellano 41 Kb.).
Seguimiento
Las personas con I/SQM pueden presentar modificaciones en el curso de su enfermedad. Es recomendable que realicen un mínimo de una visita al año a su unidad de referencia de I/SQM y también al endocrinólogo, pues son frecuentes los trastornos endocrinológicos asociados a este síndrome (tiroides, hormonas sexuales, etc.). También deben acudir ante cualquier cambio en la presentación de su sintomatología.

aEn Noviembre de 2010, un grupo de trabajo sobre Sensibilidad Química, seleccionado por Servei Català de la Salut, emitió un documento de recomendaciones de buena práctica clínica para la atención en urgencias de pacientes con SQM. El documento reconoce que el único protocolo sobre el tema en todo el Estado español, es el de Clínica CIMA, que lo viene implementando hace más de dos años. Ningun experto de la clínica ha sido invitado a participar en el citado grupo de trabajo.
aCLASIFICACIÓN I/SQM ICD-10 (V. 3.1) : T 78.4 (en España este código está indicado como «Alergia No Especificada». Nuestro equipo considera urgente la clasificación de la patología en los Códigos Internacionales.

aSi está Vd. afectado/a y diagnosticado por esta patología le puede ser de utilidad descargar nuestro Documento sobre Recomendaciones en la Anestesia y Fármacos a Evitar en la I/SQM (pdf en castellano de 29 Kb), elaborado por el comité científico del IFR con la especial participación del Dr. Antonio Montes Pérez, anestesiólogo, jefe de nuestra Unidad de Dolor Crónico Benigno.
aDescargue un documento con recomendaciones para enfermos con I/SQM (documento pdf en castellano 41 Kb.)

Bibliografía
  1. ANÓNIMO (1997)
    Report of Multiple Chemical Sensitivities (MCS)
    Workshop: International Programme on Chemical Safety (IPCS)/German Workshop on Multiple Chemical Sensitivities. Berlin, Germany, 21-23 February 1996. Int. Arch. Occup. Environ Health 69:224-226.
  2. BARTHA, L. et al. (1999)
    Multiple Chemical Sensitivity; A 1999 Consensus
    Arch. Environ. Health 54: 147-149.
  3. CLILLEN, M. R. (1987)
    The Worker with Multiple Chemical Sensitivities: an overview
    Occup. Med. (Oct- Dec. Pgs. 655-661).
  4. GRAVELING, R.A., PILKINGTON, A., GEORGE, J.P.K. et al. (1999)
    A review of multiple chemical sensitivity
    Occup Environ. Med 56: 73-85.
  5. LEVY, F. (1997)
    Clinical features of multiple chemical sensitivity
    Scand. J. Work Environ. Health. 23 (suppl 3):69-73.
  6. MILLER, C. S. (1997)
    Toxicant induced loss of tolerance an emerging theory of disease?
    Environ Health Perspect 105: 445-453.
  7. MOOSER, S. B. (1987)
    The Epidemiology of Multiple Chemical Sentivities (MCS)
    Occup. Med. (Oct.-Dec. Págs. 663-668).
  8. STALIDENMAYER, H (1999)
    Environmental Illness. Myth and Reality.
    Lewis Publishers, CRC Press LLC, Boca Raton (Florida), USA.
  9. TERR, A. I. (1989)
    Clinical Ecology in the Workplace
    J. Occup. Med 31: 257-261.
  10. SPARKS, P. J. (2000)
    Idiopathic environmenta intolerances: Overview
    Occup. Med. (July-Sept. Págs. 497-510).
  11. SPARKS, P. J.,
    Guest Editor Multple Chemical Sensitivity/Idiopathic Environmental Intolerance

2 comentarios en “UNIDAD DE INTOLERANCIA y SENSIBILIDAD QUIMICA MÚLTIPLE (I/SQM)

  1. La evolución no se ha detenido. Ni la nuestra ni la de los demás organismos vivos ni la del entorno en que vivimos, por lo que no es sorprendente que vayan apareciendo dolencias que, al agravarse, devengan en enfermedades.

    Nuestro entorno ambiental está sujeto a fuertes modificaciones debidas mayormente a la presencia masiva de productos – químicos en su mayoría – de creación humana. Pensar que estos cambios no afectarán a los humanos es no ser realista.

    La contaminación, los pesticidas, los abonos, los productos domésticos, los resíduos farmacológicos……….. Todos estos elementos modifican el entorno y obviamente nos afectan o nos afectarán, en mayor o menor medida, ahora y en el futuro.

    Lo que al principio puede considerarse como casos de alérgias, con el tiempo puede llegar a ser auténtica enfermedad. Y es un hecho demostrado suficientemente que el índice de casos de alérgias en el mundo – sobre todo en paises desarrollados – ha aumentado y continua haciéndolo de manera exponencial.

    Solo en EEUU hay más de 26.000.000 de personas con asma. De los cuales cerca de 7.000.000 son niños. Y el asma no tiene cura.

    La Tierra es un ecosistema cerrado y, por ello, todo lo que ponemos nuevo en el ambiente tarde o temprano acabará afectándonos de alguna manera. Aunque no siempre seamos conscientes de ello.

  2. Muy interesante, no sé si mi hijo de 13 tendrá esto, pero es muy alérgico a mucha cosas, los cambios de temperatura del ambiente le dan rinitis, ciertos productos como el cloro de piletas le hacen salir sarpullidos en la piel, lo rasguñó la gata, sarpullido en la zona afectada, da impotencia ver esta situación.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.