Cada una de las diferentes mitologías que existen están plagadas de referencias a misteriosos seres híbridos cuyo parecido con el ser humano resulta engañoso ya que este tipo de seres, que habitan el mismo mundo que el hombre, parecen más venidos de otros mundos que autóctonos de nuestro medio.
Resulta casi sorprendente la frecuencia con la que este tipo de criaturas manifiestan una naturaleza reptil en el folklore de cualquier nación del mundo siendo uno de los ejemplos más representativos la raza Naga presente sobretodo en la mitología Hindú, pero que también tienen marcada importancia en las leyendas de países como Pakistán, Nepal, Camboya o Tailandia.
Esta raza de seres, a menudo femeninos, aparece en los relatos descritos con una forma híbrida en la que el torso y la cabeza son humanos mientras que la parte inferior del cuerpo es la de una serpiente.De mirada penetrante, poseen grandes ojos muy brillantes e intimidan a quienes se los encuentran con su gran altura.
Según las diferentes narraciones, estas serpientes semidivinas destacan por su gran inteligencia y sabiduría además de por su considerable paciencia. Normalmente, presentan un carácter sibilino y traicionero y se les suele representar de forma negativa como seres venenosos que merecen la muerte. Aunque en ciertas culturas se les considera también protectores de la naturaleza.
Habitan en cuevas, ruinas oscuras o en lugares cerca de ríos, lagos, océanos y pozos. Según el Mahabharata, uno de los textos épicos más importantes de la religión hindú, la mayoría de estos seres legendarios reside en el más profundo de los 7 Patalas o infiernos subterráneos de su cosmogonía.
Estos híbridos ejercen un gran poder de atracción sobre el ser humano, al que son capaces de seducir y engañar para sus propósitos. Característica que se atribuye también a las populares sirenas, criaturas mitad humano y mitad pez que en la tradición atraen a los marineros con sus cantos a un terrible final.
La raza Naga, aunque en ocasiones ayuda a los dioses en la realización de sus empresas, prefieren, si tienen elección, mantenerse alejados de ellos.
Según el Mahabharata, se organizan en una sociedad jerárquica en la que existen tres reyes: Vasuki, Sesha y Taksaka; y algunos de los individuos que integran esta sociedad, resultan tremendamente poderosos llegando a tener control sobre el clima o la creación de terremotos.
El origen de estos dioses menores, según el hinduismo, parte de la figura de una madre ancestral: Kadru, que puso mil huevos de los que surgió esta nueva raza pero a los que, más tarde, maldijo, siendo sus propios hijos, a morir. Es lo que se denomina ‘’el sacrificio de las serpientes’’ cuando diera comienzo el Kali Yuga, al que en aquel momento, aún le faltaban 4 millones de años para llegar.
Lo que motivó esta extrema decisión fue que todos sus hijos se negaron a prestarle ayuda en la apuesta que la diosa hizo con su hermana en la que la perdedora quedaría esclavizada ante la ganadora por toda la eternidad.
Sin embargo, algunos nagas pudieron evitar su fatal destino consiguiendo beber el ‘’Amrita’’ o elixir de la inmortalidad de los dioses.
Estas criaturas legendarias también aparecen en los mitos del budismo tibetano, siendo una de las historias más notables la que relata como en una ocasión en la que Buda se encontraba meditando en el bosque, fue sorprendido por una fuerte tormenta y el rey naga Mucalinda le auxilió dándole refugio bajo sus siete cabezas. Al pasar la tormenta, la serpiente adquirió la forma de un joven y le presentó sus respetos.
Por lo que nos cuentan la gran cantidad de relatos en los que aparecen estas criaturas, parece que tendrían la facultad de cambiar de aspecto a voluntad pudiendo transfigurarse y dejándose ver con aspecto enteramente humano o enteramente reptil.
Encontramos referencias a los Nagas en varias culturas. En Camboya, por ejemplo, son una raza reptil hijos del rey Kaliya, cuyo reino se situaba en las tierras que son bañadas por el océano Pacífico, tuvieron que huir a buscar refugio en India bajo la persecución de Garuda y una de las hijas de rey contrajo matrimonio con un noble indio. De esta unión surgió el pueblo camboyano.
Y no son los únicos que afirman ser descendientes de esta raza, en el Norte de la India existen, a día de hoy, comunidades que manifiestan orgullosas ser descendientes de los Nagas autodenominándose‘’naga voshi’’ o ‘’linaje naga’’.
Damos con un amplio abanico de entes con características reptiles al explorar los antiguos relatos de diferentes culturas: en Malasia, los nagas se presentan con forma de dragón de varias cabezas, en Java y Tailandia, se les considera dioses del inframundo y en Laos son representados como serpientes acuáticas. En Filipinas estas deidades serpiente se conocen como ‘’Kapampangan’’ y algunas de ellas son aladas. Unos seres muy parecidos, aparecen también en la literatura de Sri Lanka.
Podemos establecer un paralelismo de los Nagas con los dragones de la mitología china y en el folklore tibetano, suelen representarse con forma de cobra de una o varias cabezas. En dicha religión tibetana, estos reptiles sirven a Virupaksa, uno de los cuatro reyes celestiales encargado de guardar el Oeste. En las leyendas japonesas encontramos a ‘’Orochi’’, una serpiente de ocho cabezas y ocho colas y, en la antigua mitología griega, se nos presenta un monstruo de similares características: la policéfala Hidra de Lerna a la que dio muerte el héroe Heracles.
No son estos los únicos ejemplos de seres híbridos legendarios. En la ancestral China se hablaba de los ‘’reyes dragón’’ que gobernaban los océanos y residían en un palacio de cristal subacuático. Tenían la habilidad de cambiar de aspecto y de mostrarse con forma completamente humana si así lo deseaban. También en China existen relatos acerca del héroe Fu Xi y su hermana gemela Un Wa, ambos con cabeza humana y cuerpo de serpiente, fueron los responsables de la creación del ser humano a partir de arcilla.
La deidad mesopotámica Ningishzida, de nuevo un reptil con cabeza humana, era uno de los guardianes del palacio celestial del dios supremo Anu y era considerado un dios del inframundo.
En el folklore portugués y gallego aparece la figura de las Moiras, unas damas mágicas con la capacidad de cambiar de aspecto, algunas de ellas, representadas como seres reptiles con largos cabellos.
El fundador y primer rey de Atenas, Cecrops I, se nos describe como un ser híbrido parte reptil y parte humano y, en la misma Grecia, no podemos olvidarnos de las gorgonas, mujeres cuyos cabellos son serpientes.
El dios serpiente emplumada Quetzalcoatl en la cultura mesoamericana es un claro ejemplo de la manifestación de estos dioses reptiles ante las antiguas civilizaciones por todo el planeta. Es posible que todas estas diferentes narraciones y representaciones de seres divinos con aspecto reptil, se estuvieran refiriendo a lo mismo, tal vez a una raza con estas características que interactuó con la antigua humanidad.
Concluimos citando una referencia al reptil mitológico más conocido en nuestra cultura:
‘’Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Con que Dios os ha dicho que no comáis de todo árbol del huerto?“
Gen 3:1
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