«En algún momento de su vida, en su adolescencia o más tarde, ¡cuántos hombres y mujeres tienen tendencia a rebelarse contra sus padres y su entorno familiar! Y aprovechan la primera ocasión para cortar los lazos con ellos, persuadidos de que encontrarán cosas mejores en otra parte. Podemos no tener muchas afinidades con nuestro entorno familiar y no nos está prohibido abandonarlo. Pero cada persona en la tierra debe saber que si el destino le ha hecho encarnar en tal familia y no en tal otra, no es sin razón. Hay ahí algo que aprender, que comprender, ciertas experiencias a hacer para evolucionar.
Existe una justicia en el universo, una inteligencia absoluta que determina exactamente, según sus méritos, en qué condiciones deben encarnarse los humanos, en qué época, en qué país, en qué familia… Y quejarse o rebelarse es inútil, esto no cambiará nada. Deben aceptar esta situación y trabajar, a fin de merecer mejores condiciones de existencia para su próxima encarnación.»
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te has cargao el libre alberdío de un plumazo.
La familia está viva en la piel, en el cuerpo, está hablando. Hasta tal punto que podemos reconocer a nuestro árbol por la huella que este ha dejado en nosotros…
En cada zona corporal conviven tres informaciones:
1.-La memoria de nuestro árbol genealógico
2.-La memoria biográfica personal
3.-Los mensajes que el sabio interior nos envía a través del cuerpo