El Bardo Thödol, mejor conocido como Libro Tibetano de los Muertos (aunque esta traducción es imprecisa), es un texto que se lee a los muertos en el budismo tibetano con la intención de ayudarlos a navegar el mundo intermedio o bardo para que puedan lograr la liberación y no reencarnar en un lugar indeseado. El investigador Daniel Bourke ha comparado lo que se enseña en este texto, el cual es supuestamente el resultado de las experiencias de maestros budistas que recuerdan sus vidas pasadas y sus incursiones en el bardo, con las experiencias cercanas a la muerte que en los últimos años se han estudiado y han acumulado interesantes reportes en la literatura médica.
El Libro Tibetano de los Muertos es en cierta forma un manual de instrucciones para navegar el mundo intermedio, similar a las instrucciones que podría recibir alguien que quiere tener sueños lúcidos. Lo fundamental en el texto es que la persona que navega el estado liminal se dé cuenta de que lo que experimenta en este mundo intermedio o limbo es resultado de y responde a su propia mente. Padmasambhava, a quien normalmente se le atribuye el texto originalmente, señala «¡Cuándo la experiencia incierta de la realidad se presente, que pueda yo hacer a un lado todo pensamiento de miedo, terror o asombro, y que reconozca las visiones que aparecen como reflejos de mi propia conciencia». Todo los fenómenos que aparecen, como ocurre en un sueño, son las radiaciones imaginativas de la mente.
El texto, como enseñan otras tradiciones como la egipcia, sostiene que al principio el mundo que se experimenta suele moldearse de tal forma que se parece al ambiente y a los objetos que le son familiares al individuo. Una de las experiencias más documentadas de la literatura científica, la de George Ritchie, tiene paralelos en este sentido. Ritchie cuenta que cualquier pensamiento que tuviera aparecía instantáneamente, materializándose de manera expedita.
Daniel Bourke señala que existen muchos relatos de experiencias cercanas en los que personas interactúan con seres aparecen para confortar a los individuos, algo así como hacerles menos terrorífica la transición con situaciones familiares. El filósofo A.J. Ayers, quien tuvo una experiencia cercana a la muerte dice: «La primera vez que traté de cruzar el ‘río’ me sentí frustrado, pero la segunda vez lo logré. Fue algo extraordinario. Mis pensamientos se convirtieron en personas».
Bourke dice que un tema recurrente en las experiencias cercanas es la sensación de un incremento de inteligencia o lucidez o una agudización de los sentidos. La persona está en muerte clínica o en coma profundo, pero aún así tiene estas experiencias que además son en extremo nítidas y significativas. En el Bardo Thödol se dice que es importante que una persona escuche el texto, porque con sólo oírlo una vez y sin comprenderlo es probable que en el estado post-mortem lo recuerde, porque «la inteligencia se vuelve nueve veces más lúcida» allí. Son numerosos los casos de personas que al tener una experiencia cercana a la muerte sienten como su mente se vuelve más lúcida y pueden percibir con más claridad. Esto mismo es reforzado por la sensación de que lo que se vive no es una alucinación sino algo más real que la realidad todavía.
Una experiencia de 1795, del almirante Sir Francis Beaufort, quien sintió la muerte al casi ahogarse, dice: «aunque los sentidos estaban apagados, no así la mente, la actividad parecía vigorizada, a un nivel indescriptible, puesto que el pensamiento se elevaba del pensamiento a una velocidad inconcebible». Esta es otra de las experiencias comunes, la noción de que el tiempo se comprime y se pueden experimentar instantes largos como años o eones. El Dr. Eben Alexander, neurocirujano de Harvard, quien tuvo una experiencia cercana a la muerte que transformó todas sus creencias, cuenta que la claridad de su visión y sus pensamientos le hicieron pensar en «una función cerebral, no más baja, sino más alta».
Luego existen casos de personas que no podían ver u oír y que en estos estados pueden ver u oír con una novedad milagrosa. Esto es algo que el texto tibetano también afirma exactamente. El texto también señala que en el bardo, la persona puede viajar a cualquier destino con sólo dirigir su intención. La literatura recoge el caso de una mujer llamada Lisa que, al encontrarse flotando por encima de la habitación, se preguntaba qué hacer. Sus entrevistadores señalan: «La respuesta le llegó instantáneamente. Se dio cuenta de que todo lo que necesitaba hacer era dejar que la mente le dijera a su alma a dónde moverse, y con sólo hacer esto, el alma viajaría a su destino».
El psicólogo Charles Tart, por otra parte estudiando experiencias de desdoblamiento o extracorporales, nota que lo más común es aparecer en un lugar en el que apenas un momento atrás habías pensado.
Tanto el texto como la literatura médica abundan relatando que la persona que experimenta no puede comunicarse con las personas vivas, y esto es una fuente de frustración. Incluso se ha especulado que las experiencias cercanas a la muerte podrían ser un «mecanismo evolutivo de confort» para los que mueren.
Otro tema que se repite frecuentemente es la noción de un juicio final, de una balanza en la que se ponen los actos o de una revisión de los hechos realizados durante la vida, lo que en el budismo tibetano se ha llamado «espejo de karma», episodio que a veces incluye un encuentro con el Señor de la Muerte. En los relatos modernos existen numerosas experiencias de evaluación y revisión, aunque muchas suelen ser evaluadas o revisadas solamente por el propio individuo. Se tienen experiencias típicas de «ver la película de la propia vida». En algunos casos aparecen ciertos seres como elfos o ángeles que son los encargados en mostrar los sucesos. El anestesiólogo Goren Grip relata que una experiencia cercana al muerte, volvió a experimentar cada momento de su vida, tanto lo que él había experimentado como desde la perspectiva de las personas que sus actos habían afectado.
Daniel Bourke concluye que existe una completa correspondencia entre las experiencias cercanas de la muerte y el Libro Tibetano de la Muerte, lo cual no es una prueba de que exista una vida después de la muerte. Se podría tratar de paralelos en los estados de conciencia visionarios o místicos, donde se presenta un lógica onírica. De cualquier manera las coincidencias son fascinantes.
http://pijamasurf.com/2018/02/las_asombrosas_similitudes_entre_los_recuentos_de_experiencias_cercanas_a_la_muerte_y_el_libro_tibetano_de_los_muertos/
Siempre conviene tener presente que estar » cerca de «, es muy distinto de estar » en «. Las experiencias cercanas a la muerte no son experiencias de muerte.