La terapia metacognitiva es especialmente efectiva en el tratamiento de los trastornos de ansiedad, la depresión, el estrés postraumático y el trastorno obsesivo-compulsivo. Su ventaja es situar el foco en procesos de rumiación, preocupación patológica o irracionales, y esas creencias disfuncionales que alimentan el malestar.
Cabe señalar que estamos ante un modelo terapéutico de creación reciente. Fue Adrian Wells, profesor de psicopatología clínica y experimental en la Universidad de Manchester, quien la desarrolló. Y tras formarse con Aaron Beck como terapeuta cognitivo, terminó dando forma a un nuevo enfoque centrado en exclusiva en las metacogniciones.
Recordemos, la metacognición hace referencia a la supervisión y regulación que hacemos de los propios procesos mentales. Ser hábiles en esta estrategia nos capacitaría para entender mucho mejor nuestro universo mental (y el de los demás). Porque, tal y como explica el propio doctor Wells, buena parte de los procesos psicopatológicos tienen como origen ese conjunto de procesos mentales disfuncionales.
La terapia metacognitiva: ¿en qué consiste?
La terapia cognitiva-conductual ha sido durante años una piedra angular dentro de la psicología. Su modelo terapéutico ha sido uno de los más efectivos y valorados. Sin embargo, llevamos un tiempo en el que se advierte que ya no es tan eficaz como antes en el tratamiento de la depresión, por ejemplo. En el 2015, un estudio publicado en el Psychological Bulletin ya se señalaba este aspecto.
¿Cuál es la causa? Algunos expertos advierten de que a medida que una terapia se vuelve más y más popular, aparecen terapeutas menos hábiles. Sin embargo, hay otro aspecto que ya señaló en su día el psicoterapeuta Allen Wheelis: las personas estamos cambiando. Tal vez, necesitemos nuevas técnicas para nuevas necesidades.
La terapia metacognitiva de Adrian Wells parte de una premisa. Buena parte de los trastornos psicológicos se alimentan de estrategias de afrontamiento inútiles. Somos, quizás más que nunca, una sociedad que se preocupa mal y en exceso, que rumia de manera constante y que asienta un diálogo interno claramente negativo. Es necesario abordar este tipo de procesos mentales.
Es común que muchas personas hayan pasado por terapia cognitiva-conductual y no hayan avanzado. Por ello, disponemos de otros enfoques como la terapia de aceptación y compromiso o la terapia metacognitiva.
Las creencias metacognitivas: así piensas, así sientes
Muchos de nosotros hemos adoptado una costumbre muy común: pensar que necesitamos preocuparnos para sentirnos mejor. Casi sin darnos cuenta, caemos en laberintos de rumiación infinita donde terminamos perdidos, agotados e indefensos. Preocuparse mucho no soluciona nada; nos hace infelices.
Según la terapia metacognitiva, nuestras creencias son el combustible que alimenta la ansiedad, la depresión y el estrés. Algunas son explícitas (se pueden verbalizar y la persona suele ser consciente de ellas) y otras son implícitas, es decir, son procesos inconscientes que dominan nuestra atención, nuestras reacciones y nuestras formas de interpretar la realidad.
El sufrimiento y el síndrome cognitivo atencional
Adrien Wells sugiere que el malestar que termina dando forma a muchos de los trastornos mentales se nutre del síndrome cognitivo atencional. Se trata de un filtro mental que nubla nuestra capacidad de hacer uso de un enfoque cognitivo saludable, flexible y útil. Los procesos que conforman este tipo de síndrome son los siguientes:
- La rumiación y la preocupación excesiva e inútil.
- Utilizar un sesgo atencional que solo atiende lo negativo o lo problemático (sea real o no) es un claro desencadenante del sufrimiento.
- Aplicar unas estrategias de regulación o afrontamiento negativas. Ejemplo de ello sería poner la atención solo en las amenazas y posibles peligros y no en las soluciones.
Aferrarnos a pensamientos o emociones negativas impide que la mente pueda tener en cuenta otros aspectos, que sea flexible.
La terapia metacognitiva asume que la mente puede “curarse” a sí misma
Hay una metáfora al respecto de la terapia cognitiva que resulta tan curiosa como interesante. Se destaca que, al igual que el cuerpo es capaz de favorecer procesos de reparación y curación (como cuando nos hacemos una herida), la mente también es capaz de “curarse” a sí misma.
Lo logra mediante los siguientes mecanismos:
- Se enseña al paciente a tomar conciencia de esos procesos mentales que refuerzan la sintomatología del cuadro clínico.
- Se le revela cómo sus propias estrategias de afrontamiento lo que han hecho hasta el momento es reforzar el malestar.
- Asimismo, se ayuda a la persona a identificar sus creencias metacognitivas patológicas y a desafiarlas.
- Otro punto que se trabaja es la inutilidad de la preocupación excesiva y de la rumiación.
- Se les habilita en la técnica de la atención flexible, con la que dejar de dar relevancia a los pensamientos negativos, para sustituirlo por razonamientos más saludables.
- Desarrollo de estrategias como el mindfulness.
Efectividad y tasa de éxito terapéutico
La terapia metacognitiva nos puede parecer interesante. Sin embargo, lo más importante es saber si es realmente efectiva. Bien, una investigación de la Universidad de Copenhague destaca que esta metodología puede ser superior a otras psicoterapias, como la cognitiva conductual.
Asimismo, además de ser efectiva y rápida, se evitan las recaídas en buena parte de los casos. Esto sin duda la hace aún más destacable.
https://lamenteesmaravillosa.com/terapia-metacognitiva/