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Adriana – Los cambios ocurren cuando decidimos hacer lo que no solemos hacer

Psicología/Jennifer Delgado
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Es probable que en más de una ocasión te hayas propuesto cambiar. Cambiar tu estilo de vida, cambiar esos pensamientos que te hacen sentir mal, cambiar tu forma de relacionarte con la gente… Sin embargo, también es probable que después de un breve período «de prueba» hayas dado marcha atrás recuperando esos viejos hábitos, lo cual suele generar una gran frustración. ¿Qué ha sucedido?

En realidad, somos seres de hábitos. No es culpa nuestra, estamos programados así. Nuestro cerebro es un ahorrador de recursos nato, quiere hacer lo máximo posible con el menor esfuerzo. De hecho, ni siquiera se trata de algo negativo, los hábitos nos permiten ahorrar tiempo y energía, que podemos destinar a cosas más importantes. Sin embargo, el problema comienza cuando nos convertimos en víctimas de esos hábitos y formas de pensar, cuando no le dejamos espacio al cambio. Entonces funcionamos en piloto automático y comenzamos a morir lentamente.

¿Cómo funcionan nuestras dos mentes?

No tenemos uno, sino dos cerebros que trabajan de manera concertada a través de un cableado neuronal ascendente y descendente. Existe un cerebro subcortical, que es más primitivo y que usa la vía ascendente para comunicarse con el neocórtex, que forma el estrato más elevado del cerebro y está vinculado a la toma de decisiones conscientes, el pensamiento y el autocontrol emocional. Ese cerebro usa la vía descendente para comunicarse con la zona subcortical.

Por eso, es como si existiesen dos mentes funcionando al unísono. La mente subcortical siempre está en funcionamiento, es más rápida, involuntaria y automática. Está motivada por impulsos y emociones, encargándose de nuestras rutinas habituales y de guiar nuestras acciones cuando debemos tomar una decisión en cuestión de milisegundos.

El neocórtex es más lento ya que funciona de manera voluntaria. Su tarea es la de movilizar las rutinas, acallar los impulsos emocionales, aprender nuevos modelos, esbozar planes y tomar decisiones en las que hemos sopesado, más o menos, los pros y los contras de las diferentes alternativas.

Lo interesante es que cada vez que tenemos que aprender algo nuevo, el neocórtex se activa. Sin embargo, a medida que vamos dominando la técnica, por una mera cuestión de economía energética, la balanza comienza a inclinarse hacia la parte descendente. Así, cuanto más ejercitamos cierta rutina, más se desconectará el neocórtex y más se activará la zona subcortical.

El cerebro funciona de esta manera para ahorrar energía. Con esa distribución de las tareas el cerebro intenta obtener, con el mínimo esfuerzo, el máximo resultado. Por supuesto, no es algo negativo, al contrario, de esta forma el resto de nuestros recursos cognitivos se liberan.

De hecho, el sistema automático funciona la mayor parte del tiempo bastante bien, pero también tiene ciertas “debilidades”. Nuestras emociones y motivaciones provocan sesgos y desajustes de los que no solemos darnos cuenta. Por tanto, si de vez en cuando no activamos el neocórtex, corremos el riesgo de quedarnos estancados en esa zona de confort que ha creado nuestro cerebro.

Apostar por el cambio puede dar miedo pero es imprescindible

El cambio implica novedad, y todos los estímulos novedosos pasan primero por el tamiz de la zona subcortical. Sin embargo, cuando nuestra mente ha estado funcionando durante demasiado tiempo a base de hábitos, ese cambio genera una respuesta de alarma. La amígdala considera que es un peligro que desestabilizará el equilibrio alcanzado, por lo que enciende un bombillo rojo.

Si no somos capaces de superar esa fase, nos quedaremos paralizados, superados por el miedo. Nos quedaremos limitados a nuestra zona de confort, donde podremos sentirnos muy cómodos pero, tarde o temprano, cuando el mundo cambie, nos daremos cuenta de que somos incapaces de adaptarnos y de modificar nuestros hábitos. En ese preciso instante nuestra zona de confort se convertirá en la zona del disconfort.

Por eso, es importante no apoyarnos demasiado en nuestra zona subcortical y mantener activo nuestro neocórtex. Eso significa:

– Desarrollar la atención plena, ser más conscientes de lo que nos rodea, de nuestros hábitos y de nuestros pensamientos y emociones.

– Buscar la novedad y vivir nuevas experiencias, de manera que el cerebro subcortical no se asuste ante lo nuevo.

– Reflexionar sobre nuestros hábitos y creencias, preguntándonos si siguen siendo funcionales o si han perdido su razón de ser.

El secreto para cambiar es muy sencillo: tomar la decisión, con nuestro neocórtex, y luego implicar la zona subcortical de manera que su función se limite a mantenernos motivados. Hacerlo es más fácil cuando comprendes que esos miedos, inseguridades y resistencias en realidad provienen de la parte de tu cerebro que quiere mantenerte atado a los viejos hábitos.

Recuerda que solo cuando te atreves a hacer lo que no sueles hacer, logras resultados diferentes, a menudo extraordinarios.

Fuente:
Goleman, D. (2013) Focus. Desarrollar la atención para alcanzar la excelencia. Barcelona: Editorial Kairós.

Adriana – El científico loco de Google

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Astro Teller es el científico a cargo del laboratorio de investigación de Google. Más que hablar de qué cosas vamos a tener el futuro, dice que a él le preocupa qué problemas vamos a tener que solucionar en el futuro.

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Astro Teller

Pocas subsidiarias de Alphabet inspiran tanta curiosidad como Google X, el laboratorio de innovación de Google donde se gestan, desarrollan y prueban ideas. Allí se desarrolló el concepto del auto eléctrico, donde se experimentaron los lentes de contacto de glucosa y donde se está experimentando con drones para cosas más grandes que la entrega a domicilio.

Al frente de los 250 empleados que allí trabajan está Astro Teller, el entrepreneur experto en tecnología inteligente. Lo llaman el científico loco y se ha convertido en uno de los personajes más reconocibles de Google. Después de recibirse en ciencias de la computación y doctorarse en inteligencia artificial fundó Body Media antes de entrar a Google X.

Aunque trabaja a diario en proyectos futurísticos se niega rotundamente a predecir el futuro. Para él, X no es un laboratorio que produzca inmediatamente tecnología para usar productos comercializables, sino un lugar donde la innovación se sistemiza. Una especie de línea de ensamblaje pero para ideas. Él habla no de soluciones a producir sino de los problemas que va a haber que solucionar en el futuro, ya sea el meta-problema del cambio climático, las promesas y también amenazas de la inteligencia artificial o si la sociedad va a aceptar la nueva tecnología al mismo ritmo que avanza la innovación.

Sobre este tema dice que históricamente, los cambios en la sociedad, especialmente los que impulsó la tecnología, llevaban bastante tiempo. Hace mil años, cuando alguien descubría una nueva tecnología el tiempo que mediaba entre el invento y su difusión por el mundo era enorme. Eso daba a la sociedad varias generaciones durante las cuales la gente podía reconciliarse con la idea de que la sociedad cambiara por esa tecnología. Cien años atrás, cuando se inventó el motor a vapor, el telégrafo o el teléfono y más tarde la televisión, esas cosas se difundieron mucho más rápido entre toda la humanidad. Les llevó más o menos 10 o 20 años.

Hoy el tiempo que media entre que se introduce una tecnología y cuando logra cambiar el mundo es cada vez más corto. Ahora es entre cinco y siete años para que la nueva tecnología logre cambiar el mundo en forma profunda. Si el mundo está cambiando a una velocidad mayor de la que la sociedad necesita para acomodarse, se crea una sensación de ansiedad en la sociedad.

Adriana – OPEP: sin acuerdo entre los dos clásicos rivales

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Como es usual, el problema para acordar la producción total petrolera del grupo, es Irán. Está produciendo 3,8 millones de barriles diarios y su meta es llegar a 4,2 millones. En su descargo hay que decir que hace poco le levantaron el embargo y por primera vez en años puede exportar crudo.

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En los últimos días los precios del barril de crudo siguieron descendiendo. Lo que torna más difícil -para la próxima reunión de la OPP- que lleguen a un acuerdo los dos grandes rivales del grupo: Arabia Saudita e Irán. La posibilidad – tan esperada por muchos productores- de acordar un volumen de extracción que permita una mejoría de precios, parece desvanecerse.

La tesis de Teherán es que Riyad aumentó su producción en un millón de barriles diarios desde 2014, mientras insiste en que los demás reduzcan el nivel de extracción.

El nudo de la cuestión es éste: Arabia Saudita dice que está dispuesta a bajar su nivel de producción de 10,7 millones de barriles diarios, a 10,2 millones, siempre que Irán congele su extracción en 3,7 millones. Los iraníes aseguran que solamente pueden considerar la propuesta cuando lleguen a 4,2 millones diarios, nivel que no piensan resignar.

Nadie tiene certeza de que se produzca la próxima reunión (a finales de noviembre), y mucho menos de que tenga éxito. Los rumores señalan que los sauditas estarían dispuestos a incrementar su producción diaria a 11 millones de barriles (algunos incluso hablan de 12 millones).

Este escenario se da en el medio de un contexto de grandes transformaciones que amenazan modificar dramáticamente – y pronto- la tradicional estructura de la industria petrolera. El actual modelo de organización de las empresas no es sustentable con precios por debajo de US$ 50 el barril. La abundancia mundial del recurso, lleva a menores precios y obliga a poner foco en costos, eficiencia, y velocidad de reacción. La capacidad de explorar ya no es un diferenciador, al igual que el talento en los recursos humanos, que no escasea. No es necesario recurrir en este momento a megaproyectos.

Tanto en la explotación tradicional, como la bajo el agua, como la no convencional o en inversión en energías alternativas, hacen falta modelos organizacionales diferentes a los que emanan de la casa central.

Los tremendos avances tecnológicos producen gran disrupción en la forma de trabajar y aportan cambios sustantivos en productividad. La robotización avanza de modo creciente. Los empleos humanos obligan a una creciente interacción con las máquinas. Big data y analytics crean oportunidades para reinventar la forma de operar.

Además, las grandes transformaciones demográficas hacen sentir su impacto. Los actuales y los nuevos empleados demandan cambios en el entorno laboral, y sobre todo expresan preocupación sobre el papel de las empresas de petróleo y gas en la sociedad en la que actúan, y la forma desfavorable en que son percibidas. En cuanto a los millennials, no tienen directamente interés expreso en trabajar en este tipo de empresas. Un verdadero problema a futuro.

Adriana – Se descubre que las represas contaminan

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Se descubre que las represas contaminan. Y mucho. Se ha comprobado que emiten una enorme cantidad de gases de invernadero. Y lo que emiten es mucho más poderoso que el dióxido de carbono.

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Las emisiones del agua quieta

La hidroenergía es una enorme fuente de emisión de gases de invernadero, según acaba de descubrir un estudio de la Universidad de Washington. Emiten metano, un gas que es por lo menos 34 veces más potente que el dióxido de carbono.

►Ese gas constituye 80% de las emisiones de los reservorios de agua que crean las represas.

Peor aún, esas emisiones no están incluidas en los registros globales de emisiones. Esto aumenta aún más la preocupación por el aumento de las temperaturas que elevan los niveles de los mares y aumentan la intensidad de los huracanes.

Ls investigación, que examinó 100 estudios recientes sobre 267 represas en todo el mundo, cuestiona también la conveniencia de construir más diques para generar electricidad y depender menos del carbòn, del gas y del petróleo. En todo el mundo hay 3.700 represas en proyecto o en proceso de construcción, dice el estudio y reclama que la industria de la energía hidroeléctrica se haga cargo de controlar sus emisiones.

Adriana – Solo Trump sintonizó con el profundo EE.UU

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Por eso es hoy el Presidente electo. Nadie sabía nada. Ni los medios, ni los encuestadores, ni los analistas políticos, ni los académicos, ni la clase ilustrada. Emergió el poder de los resentidos, los frustrados, los postergados. Y todo cambió.

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Donald Trump, presidente electo de EEUU.

Al principio de la jornada electoral, se barajaban diez encuestas nacionales de último momento. Ocho daban victoriosa a Hillary Clinton. Una anunciaba empate. La última, apostaba por Trump. Desde hoy, las acciones de ésta han crecido.

Al final de la larga vigilia, los azorados comentaristas se preguntaban: ¿quiénes serán ministros de Trump? ¿Cuáles serán los lineamientos centrales de su gestión? ¿Cómo serán las relaciones con ambas cámaras (les dio el triunfo en el Senado a la republicanos) y dentro del mismo partido de gobierno con la actual dirigencia que le dio la espalda?
Es que con Trump son todos interrogantes. Incluso en temas donde se supone que se conoce su pensamiento, como es el caso de los inmigrantes, las alianzas comerciales y militares.

Lo cierto es que si con una campaña de pocos meses transformó el escenario político y de los partidos del país, mucho más podrá incidir sobre las corrientes principales de pensamiento de la sociedad estadounidense durante los próximo cuatro años (si no son ocho).
A partir de ahora hay una nueva forma de hacer política, otro modo de entender el funcionamiento de la democracia estadounidense y del rol del país en el escenario global.

Muchos políticos tendrán la tentación de seguir su ejemplo y su modelo. La campaña de Trump -ausente de los medios tradicionales y con mucho menor presupuesto que los Demócratas – se centró en las redes sociales. Tal vez eso explica, de un lado, el impacto que logró; y de otra parte, por qué los medios tradicionales no vieron venir el fenómeno Trump y tendieron a subestimarlo.

Queda por ver si la nueva etapa implica decir adiós a toda pretensión de inyectar seriedad y trascendencia en el debate político estadounidense. Con el consiguiente efecto que tendrá sobre las instituciones y sobre la esencia misma del concepto actual de democracia.

En cuanto al Partido Republicano, puede quedar bajo control total del nuevo mandatario, fragmentarse, caer en manos de un émulo de Trump, o rejuvenecer con aportes de nuevos dirigentes. En otras latitudes, las consecuencias del fenómeno son perceptibles.

Muchos países europeos están viendo el auge de partidos de extrema derecha, que militan contra los inmigrantes. Sin hablar de todos los matices del Brexit británico y de la militancia a favor del proteccionismo comercial y en contra de tratados globales.

Esta es tal vez la verdadera tragedia: el modo de entender la política de Trump comienza a verse como parte normal de la escena cotidiana.

Adriana – La sabiduría del «No»

Walter Riso

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La sabiduría del «no»

Algunos separados, más allá del malestar que esto conlleva, adquieren lo que podría llamarse la sabiduría del «no»: es posible que no posean una absoluta claridad sobre lo que esperan y quieren del amor, pero sí sobre lo que no quieren y no estarían dispuestos a tolerar por segunda vez. Después de un tiempo, cuando la vivencia del «nunca más» se instala y se hace consciente, funciona como un antivirus.

¿Qué no quisieras repetir en una nueva relación? Por ejemplo: no quiero vivir en abstinencia sexual, no quiero una persona extremadamente ahorrativa, no quiero una pareja celosa que me quite libertad; no quiero que no me respeten; no quiero alguien poco cariñoso; no quiero que se olviden de mi cumpleaños; no quiero que mi pareja sea aburrida; no quiero que me sea infiel… En fin: tus «no quiero», ordenados y sistematizados de mayor a menor, lo que no sería negociable, lo que no serías capaz de soportar de nuevo. Un mal matrimonio o una mala relación saca a flote nuestras sensibilidades más profundas que, probablemente, no conocíamos antes de sufrirlas.

Aprende de las experiencias anteriores. Que tu próxima «elección afectiva» sea sustentada y pensada: amar no es volverse bobalicón (a pesar de que en la etapa de enamoramiento se nos baje por unos meses el coeficiente intelectual). Los que se equivocan por segunda o tercera vez lo hacen porque no han detectado ni incorporado los «no quiero» correspondientes de los primeros intentos.

Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso
Fotografía de internet

Adriana – LLAMA A LAS COSAS POR SU NOMBRE

Francisco De Sales
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En mi opinión, todos disponemos de un mecanismo inconsciente de defensa que trata de preservarnos del dolor y de lo desagradable, pero evitar eso no es siempre la mejor opción, ya que es necesario afrontar las cosas como son en realidad y no engañarnos.

Si pretendemos disfrazarlas o desnaturalizarlas para que no nos resulten tan duras, y si pretendemos disimular su realidad encubriendo su verdad y pretendiendo cambiarla por otra más amable, pero que no es real, nos estamos engañando.

Y ya sabemos que el Proceso de Desarrollo Personal la mentira y el autoengaño están prohibidos.

La realidad es la realidad, y ocultarla o negarla no va a hacerla desaparecer.

A las cosas hay que llamarlas por su nombre aunque eso duela. Aunque no sea lo que se quiere escuchar. Aunque se prefiera otra cosa.

Así que no es recomendable eludir lo que no gusta, ni hacer malabarismos con las palabras para que parezca otra cosa distinta, ni negar lo evidente, ni mentir o mentirse con consciencia.

Si hay un sentimiento doloroso no se resuelve pensando en otra cosa o buscando un culpable. Se resuelve afrontándolo, comprendiéndolo, reconociéndolo y aceptándolo, buscando su origen, sanándolo en ese origen, desmontándolo si no es cierto, y dejándolo que se extinga en el corazón si es cierto.

Si uno se siente mal es mejor reconocer que se siente mal y prestar atención a ese malestar y su origen en vez de negarlo con un “no me pasa nada” o conformarse con un “ya se me pasará”. Así se elude, pero no se resuelve. Al no afrontarlo parece que desaparece en el olvido, cubierto por un aluvión de distracciones, pero la realidad es que sobrevive a ello y se mantiene intacto y necesitado de solución.

Si uno se siente mal tiene que averiguar dentro de él quién se siente mal y por qué. Tal vez no es Uno quien está mal, sino su ego decepcionado, o sus ilusiones desilusionadas, o sus esperanzas desesperanzadas, o tal vez es que no se han cumplido las expectativas puestas en algo y la frustración le contagia su penar.

Hay una agravante, y es que, por error, confundimos el que algo no haya salido según lo previsto con que “todo” está mal.

No es lo mismo estar decepcionado que estar mal.

Equivocarse no es motivo suficiente como para estar mal, es algo que se ha de aceptar sin más drama.

Estar decepcionado es motivo para sentirse decepcionado pero no para sentirse mal.

No hay que consentir que una parte se convierta en un todo.

SI ESTÁS TRISTE, ESTÁS TRISTE, PERO NO ESTÁS MAL. SOLAMENTE ESTÁS TRISTE. Y SERÁ BUENO PARA TI QUE COMPRENDAS LA DIFERENCIA.

No es malo permitirse los estados temporales que provocan los sentimientos o las emociones, lo que no es adecuado es consentir que el hecho de que cuando un mínimo porcentaje de la totalidad que es uno no esté bien del todo eso sea confundido con que la totalidad está mal.

Propongo ser templados, serenos, afrontar las cosas sin miedo, encararlas con naturalidad, sin hacer de ello un drama ni una guerra.

LOS ASUNTOS DESAGRADABLES SOLAMENTE SON ASUNTOS DESAGRADABLES Y NO EL ENEMIGO. SON ASUNTOS A RESOLVER QUE HAY QUE RESOLVER TRANQUILAMENTE.

Serenidad. Paz. Paciencia. Amabilidad para con uno mismo. Lo que no gusta y se puede resolver hay que resolverlo.

HAY QUE SER VALIENTE Y RECONOCER LAS COSAS COMO SON, PERO ESO, COMO SON: EN SU JUSTA MEDIDA, SIN MAGNIFICARLAS NI MENOSPRECIARLAS.

Y llamarlas por su nombre.

Te dejo con tus reflexiones. . .

Adriana – Dulce de Mora

Diego Bianchi
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Si uno sale a recorrer las fantásticas calles del barrio de Villa Devoto de la Ciudad de Buenos Aires a finales del mes de octubre, ya bien entrada la primavera, no solo podrá disfrutar de la explosión de colores y aromas de las infinitas flores que pueblan sus bellos jardines. También se encontrará con árboles cargados de frutas maduras como nísperos y moras a disposición del transeúnte que las quiera aprovechar en su mesa.

¿Y que mejor que consumir los alimentos recién sacados del árbol, en su punto exacto de maduración, sin que hayan sido manipulados artificialmente, guardados en cámaras frigoríficas ni sometidos a conservantes y agroquímicos?.

Este fin de semana aproveché a recoger unas deliciosas moras que nos servirán para hacer un dulce riquísimo. Esta misma receta la podrán utilizar para hacer con arándanos, entre otros frutos del bosque.

Pero en caso de querer hacerlo con frambuesas o frutillas, por la escasa cantidad de pectina que contienen, -sustancia fundamental para gelificar y darle consistencia al dulce – deberán agregarle una cucharadita extra por cada kilo y medio de fruta. Esta se puede adquirir en dietéticas y tiendas especializadas en repostería.

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Ingredientes:

Moras: …………………. 500 g
Azúcar: ………………… 350 g
Limón: …………………. 1 mediano
Agua: …………………… igual cantidad que jugo

Preparación:

1. Debemos tener cuidado de que la fruta se encuentre en su punto exacto de maduración. Ni muy verde ni muy pasada, ya que esta última tiene menor cantidad de pectina, sustancia que gelifica y espesa el dulce al unirse con el azúcar. Desecharemos las bayas que estén dañadas porque éstas podrían llegar a arruinar toda la preparación.

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2. Sumergimos la fruta en agua, la lavamos bien y desechamos el cabito verde.

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3. Agregamos el azúcar – que nunca debería representar menos del 70 % ni más del 100 % del peso de la fruta – a fin de que el dulce nos quede con la densidad justa.

Hay que tener en cuenta que el azúcar hace de conservante, por lo que si le sumamos una menor cantidad, puede ser que con el tiempo la preparación fermente y termine por arruinarse. Por el contrario, si se le agrega demasiado excediendo la proporción máxima de 1 x 1, aparte de quedar muy dulce nos exponemos a que el azúcar termine por cristalizarse nuevamente.

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4. Mezclamos bien y dejemos macerar el preparado en la heladera por unas cuantas horas. Esto hará que la fruta vaya soltando sus jugos, que se irán fusionando naturalmente con el azúcar.

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5. Cuando ya estemos listos para cocinar nuestro dulce, agregamos el jugo de un limón e igual cantidad de agua. El limón, aparte de aportar un agradable sabor ácido, ayudará a activar la pectina de la fruta, fundamental para que nuestro dulce se espese. Podemos perfumar el dulce con unos clavos de olor y canela, aunque personalmente prefiero sentir el gusto original de la fruta.

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7. Luego tapamos la olla y cocinamos por 40 minutos a fuego mínimo.

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8. Pasados los 40 minutos destapamos la olla, subimos a fuego medio y cocinamos aproximadamente durante 10 minutos más hasta lograr la densidad deseada. Si disponen de un termómetro de cocina, deberán esperar que la preparación alcance los 104° C, punto en que la pectina se fusiona con el azúcar, logrando así la consistencia ideal. Podemos en este punto dejar el dulce así, o hacerlo tipo mermelada homogénea triturando la fruta con una Minipimer o procesadora de alimentos.

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9. Si no disponen de un termómetro de cocina no desesperen. Hay un truco muy sencillo para saber si la preparación está lista. Consiste en llevar un poco de ella a un plato y hacer un surco en el medio con una cuchara. Si este surco queda firme y no se cierra, lo hemos logrado!!

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10. Solo nos resta pasar el dulce en caliente a un frasco previamente esterilizado con su tapa durante 25 minutos. Luego cerramos fuertemente la tapa. Si querés que el dulce te dure por años lo llevás a hervir así cerrado a baño maría por otra media hora.

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11. Dejamos una semana el frasco cerrado para que se asiente el sabor del dulce. Bueno, siempre y cuando podamos resistir la tentación de disfrutarlo al instante con una buena tostada.

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Adriana – En la vida tienes 2 opciones: Disfrutas en la primera fila o mueres lentamente en la tercera

Psicología/Jennifer Delgado
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La vida significa tomar decisiones. De hecho, tomamos decisiones continuamente, desde que abrimos los ojos hasta que nos acostamos, algunas decisiones son triviales, otras son más importantes. Sin embargo, todas tienen una repercusión en nuestras vidas, aunque no siempre somos capaces de vislumbrar sus consecuencias.

Y es que cada decisión siempre implica decantarse por algo, por lo que también habrá algo a lo que debemos renunciar. Cada decisión nos lleva en un sentido, alejándonos de otro camino, no podemos escapar del Efecto Mariposa. Por eso, cuando llegamos a cierto punto en nuestra vida, deberíamos comenzar a decidir de forma más consciente.

Nunca dejes escapar una oportunidad solo porque a los demás no les guste

La sociedad impone sus reglas, y se encarga de hacérnoslas saber desde que somos muy pequeños. Así vamos aprendiendo que debemos cumplir con lo que los demás esperan de nosotros. Cuando somos pequeños dependemos de la aprobación de los padres, luego de los maestros y compañeros del colegio y más tarde de los amigos y colegas del trabajo. A medida que pasa el tiempo esa red se suele ir haciendo más intrincada, hasta que nos envuelve como si fuera una tela de araña. Aunque podemos notar su existencia y aprender a evadir sus hilos.

De hecho, el problema surge cuando, en el fondo, deseamos que los demás nos den palmaditas en el hombro por nuestras decisiones. Por eso, a veces cometemos el error de elegir lo que quieren los demás, obviando lo que nos satisface y entusiasma verdaderamente. Dejamos escapar oportunidades que nos harían felices solo porque a los otros no les gustan.

De esta forma, decisión tras decisión, terminamos construyendo una vida que no nos satisface, solo para cumplir con los estándares que ha impuesto la sociedad. Esto a menudo significa quedarnos atados a una ciudad que no nos gusta solo porque ahí nacimos o tenemos un puesto de trabajo que tampoco nos satisface, ir a cenas que nos aburren con personas con las que prácticamente no tenemos puntos en común y estar pendientes obsesivamente de nuestro aspecto.

Sin embargo, vivir de esta forma es la manera más segura para llenarse de arrepentimientos y convertirnos en infelices crónicos.

A veces pensar en ti no es egoísmo sino una cuestión de defensa propia

En el viaje de nuestra vida nos suelen acompañar muchas personas. Debemos intentar no hacerles daño, respetar sus decisiones y, siempre que sea posible, llegar a acuerdos que nos permitan mirar en la misma dirección. Eso significa que cuando tomamos una decisión también debemos tener en cuenta cómo esta les afecta.

Sin embargo, una cosa es ser sensibles y considerados y otra muy diferente es sucumbir siempre ante los deseos y las expectativas de los demás. Hay personas tan posesivas que pueden llegar a ahogarnos, en esos casos, pensar en nosotros y elegir lo que nos hace verdaderamente felices no es egoísmo sino una cuestión de defensa propia.

Por otra parte, si hay algo que nos debemos a nosotros mismos es ser felices. Cuando resplandecemos podemos iluminar a los demás y llevarles un trozo de felicidad a sus vidas. Y ese es el mayor regalo que podemos hacerle. Por tanto, nunca te sientas mal por aprovechar las oportunidades que te permiten crecer y darte permiso para ser feliz. El sentido de culpa es la camisa de fuerza que ha creado una sociedad demasiado preocupada porque las personas estén «adaptadas», no tiene nada que ver con la felicidad.

En la vida, como en una montaña rusa, elige siempre la primera fila

Si pensamos en la vida como en una montaña rusa, nos daremos cuenta de que tenemos dos opciones: sentarnos delante y vivir todas las emociones en primera fila, o sentarnos a buen reparo en la tercera o cuarta fila.

En la primera fila podremos vivir intensamente la experiencia, el viento nos despeinará, sentiremos la sensación de vértigo, reiremos y nos aferraremos al brazo de la persona que se encuentra a nuestro lado. Es probable que también tengamos más miedo, a veces es el peaje a pagar por atreverse a vivir nuevas aventuras, pero cuando te bajes, te habrás dado cuenta de que ha valido la pena. Y más tarde, cuando pasen los años, seguirás recordando ese momento.

Si decides sentarte en las filas posteriores no te despeinarás, podrás mantener la compostura, tendrás más control y, sobre todo, siempre tendrás a personas delante que, de cierta forma, serán el modelo que te indicará cómo se supone que reacciones y qué debes sentir. Es probable que durante el viaje te sientas más cómodo porque experimentarás menos sobresaltos, pero cuando te bajes y pasen los años, apenas recordarás aquel momento.

La buena noticia es que, a diferencia de la montaña rusa, en la vida eres tú quien decides dónde quieres sentarte. Nadie te quitará ese asiento, a menos que se lo permitas. Por tanto, no te escondas detrás de excusas, atrévete a elegir lo que realmente te gusta y te hace feliz. No podrás saber cómo será el viaje, pero puedes estar seguro de que valdrá la pena.

Adriana – ¿De qué va la vida?

Merce Roura
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Creo que lo he entendido.

Esto va de sonreír aunque duela. De casi fingir que es hasta que sea… De cerrar la puerta al pasado y sólo dejar pasar lo aprendido, lo intuido y lo soñado si aún te conmueve.

Va de saltar al vacío y confiar. De apurar el día hasta que llega el momento de apurar la noche… De mirar siempre a los ojos y afrontar el reto…. De destruir todos tus escondites para cuando el miedo te tiente a retroceder y no dar la cara.

Va de descubrir que el único refugio eres tú mismo.

En el fondo lo sabía, supongo…

Hasta que no te des cuenta de que mereces que te traten bien, aparecen en tu camino mil personas que te tratan mal…

Repites la prueba, una y otra vez, hasta que la pasas, hasta que levantas la cabeza y dices basta y percibes tu valor.

Esto va de derribar muros, de tender manos. Va de abrazos y de palabras, de escuchar y mutar de piel cuando escuchas y ocupar zapatos ajenos para poder contemplar el mundo de mil formas.

Va de aprender cuándo debes ser un camaleón y cuándo mostrar el brillo de tus alas.

Va de desaprenderlo todo y quedarte con lo que te reconforta y lo que te reta a seguir…

Ya lo veo, ahora me doy cuenta.

Es cuando dejas de ocultarte de la sombra que sale el sol.

Cuando lo sueltas es cuando lo alcanzas…

Cuando dejas de necesitarlo, aparece. Viene a ti, lo ves y lo notas. Sólo lo alcanzas cuando tienes claro que siempre te ha pertenecido… Si es que algo nos pertenece aunque sea un rato…

Esto va de bailar imaginando la música y caminar dibujando el camino.

Sólo cuando decides que vas a aflojar tu exigencia, cuando vas a aceptar tu imperfección maravillosa, cuando vas a amar al mundo tal como es… Entonces desaparecen las ataduras, las pesadas corazas, la hormas rígidas a las que amoldarse…

Esto va de ver tan claros tus sueños que se conviertan el realidades. De darle la vuelta a todo y aferrarse a lo bueno para eternizarlo, para que se te quede tan dentro que ya nunca puedas perderlo… Va de perder para poder descubrir qué te queda, qué buscas, qué necesitas.

Sólo cuando te da igual el premio, eres capaz de ganar la carrera llegando el último.

Si dejas de perseguir lo efímero, empiezas a ver lo sustancial, lo esencial.

Esto va de atesorar tus fracasos y tropezar mucho hasta darte cuenta de que no se trata de no cometer errores sino de entenderlos, abrazarlos, amarlos.

Y a medida que caminas, amas cada paso. Porque esto llamado vida va de andar, aunque no se vea el final o lo que buscas te quede muy lejos.

Porque consiste más en encontrar que en buscar.

Sólo cuando cierras esas puertas a las que estás amarrado, se abre el techo y pasas al siguiente nivel.

Esto va de levantarse y topar con una cara amarga y reírse.

Va de acordarse de cada beso y cada arañazo. De nadar entre tiburones y sembrar entre plantas carnívoras… Y reírse, otra vez, con más intensidad.

Que no te importe si no les importas. Que no te moleste si no te ven o no quieren verte.

Va de caer y alzarse a tientas… De cantar para espantar los males…

Porque es cuando empiezas a fluir que todo parece más fácil…

Esto va de llorar para vaciarse de miserias… Y reírse, hasta que se oiga al otro lado de tu conciencia esa risa pegajosa y sepas que puedes.

Cuando renuncias a lo que te limita, eres capaz de crecer, de evolucionar, de aumentar de tamaño.

Esto va de besar y seguir remando cuando las olas te escupen rabia en tu cara y el viento zarandea tu barca hasta que pierdes el sentido. Y de saber cuándo dejar de remar y dejar que el viento te lleve…

Va de quemar naves para estar obligado a quedarse en tu vida para cambiarla si no te gusta.

De vencer sin pelear, con palabras y conciencia, de llevar la contraria cuando nadie más se atreve. Va de ser tú mismo hasta las últimas consecuencias… Sin sufrir, sin amargar, sin sujetarse al dolor y quedarse atrapado en él.

Esto va de rodearte de personas que hacen magia. Que te guían para que veas tus errores pero que nunca te permiten morar en ellos…

Esto va de amar.

Adriana – La importancia de los sesgos en el malestar psicológico

Psicología/Laura Reguera Carretero
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Pero, ¿qué es eso de los sesgos? Es la tendencia del cerebro a dar mayor relevancia y procesar un cierto tipo de información por encima de otro. Puede parecer algo complicado de entender, lo sé. Por eso, en este artículo os explicaré de forma amena y concreta cómo influyen en nuestras emociones.

Así pues, veremos las diferencias entre los sesgos normales y los negativos. Estos últimos van a hacer que el malestar que sintamos sea mayor. Así, para evitar sus efectos indeseables va a ser imprescindible que conozcamos cómo surgen y de qué manera actúan en nuestros procesos de pensamiento .

“La verdad es lo que es, y sigue siendo verdad aunque se piense al revés”
-Antonio Machado-

¿Qué son los sesgos cognitivos?
Cada día nos cruzamos con una cantidad considerable de información, que procede tanto del exterior como de nuestro interior. Si nuestro cerebro tuviera que procesarla toda, no habría tiempo para nada más. De esta forma, no podría cumplir el resto de funciones sobre las que tiene competencia y responsabilidad.

Es por esto que nuestra mente toma unos “atajos” a la hora de interpretar la información que recibimos. Son los sesgos cognitivos. Así, todos nosotros presentamos una cierta tendencia a atender, interpretar y recordar cierta información por encima de otras. De esto se vislumbran tres tipos de sesgos:

Atencional: es la tendencia a atender a un tipo de estímulos en contra de otros cuando se presentan a la vez.
Interpretativo: es la tendencia a interpretar las situaciones de una determinada manera.
De memoria: es la tendencia a recordar ciertos eventos para interpretar la situación actual.

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El sesgo atencional
A priori, presentar sesgos es normal, necesario y beneficioso ya que nos ahorra una cantidad considerable de recursos mentales. Como se ha comentado, ahorran tiempo y energía a nuestro cerebro en el procesamiento de la información y permiten que este se focalice en el resto de tareas que debe realizar.

Así pues, ¿cuándo se tornan perjudiciales para nosotros? Respecto al sesgo atencional, esto ocurre cuando se da hacia estímulos negativos. Es decir, cuando una persona se fija más en la información que pueda ser amenazante o perjudicial por encima de la neutra o beneficiosa.

Por ejemplo, una persona tendría un sesgo atencional negativo si se fija en que un oyente está con el ceño fruncido en lugar de otro que le está prestando atención en una situación de hablar en público. Otra que presente un sesgo atencional que no va a perjudicarla probablemente se fije en otras aspectos, como en que hay alguien escuchándola que tiene el mismo ordenador que ella.

Ante esta situación, la persona con un sesgo negativo se irá con la sensación de que la gente ponía caras de extrañeza mientras hablaba, desencadenando un procesamiento que derive en una serie de emociones negativas. Por otro lado, este sesgo atencional negativo puede ser una consecuencia natural del sesgo de confirmación: un sesgo mediante el cual buscamos activamente información que confirme la tesis previa que mantenemos.

En este caso, la persona puede haber buscado confirmar que no tiene aptitudes para exponer en público y por lo tanto ha prestado especial atención a la información que estaba en sintonía con su tesis. Por otro lado, ha ignorado la contraria o la ha desligado de su aptitud. Puede pensar que las personas que no han torcido el gesto o han aplaudido lo han hecho por cortesía más que por una valoración sincera del espectáculo. Este es precisamente el sesgo interpretativo del que hablaremos a continuación.

«La mente es un espejo flexible, ajústalo, para ver mejor el mundo”
-Amit Ray-

¿Y el sesgo interpretativo?
Algo similar pasa con los otros dos sesgos que hemos definido. El interpretativo es perjudicial cuando valoramos las situaciones como peligrosas o amenazantes, aunque en realidad sean neutras o ambiguas.

Un ejemplo de ello se puede derivar del puesto anteriormente. Una persona con un sesgo normal no tiene por qué pensar que a la gente no le ha gustado su discurso. Puede creer que simplemente tiene alguna duda al respecto o que está pensando en sus propios asuntos. Sin embargo, alguien que presente este sesgo negativo interpretaría esto como que él es un mal orador, que el tema que está exponiendo carece de interés, que los oyentes piensan que es un ridículo, etc.

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El sesgo de memoria, ¿cómo actúa?
Por último, el sesgo de memoria nos hace mal cuando tendemos a recordar situaciones negativas pasadas para interpretar las actuales, en lugar de recuperar de la memoria otras que sean neutras o positivas.

En relación con el ejemplo que estamos desarrollando para explicar los sesgos, una persona que se acuerde de que hace unos años hizo una presentación desastrosa y valore en función a esto el momento actual, va a pensar que la actual necesariamente también va a ir mal.

En contraste, una persona que también haya pasado por una situación similar, en la que le haya salido mal una exposición, pero que recuerde más las que le han salido bien, no hará una presentación invadida por las emociones negativas que nacerían en ella si solamente recordara la exposición desastrosa.

Son numerosos los estudios que prueban la presencia de sesgos cognitivos negativos en relación con numerosos trastornos psicológicos. También existen numerosos estudios que hablan de personas sin ningún trastorno, pero para las que estos sesgos suponen una fuente enorme de emociones negativas. Finalmente, todos a lo largo de nuestra vida hemos caído alguna vez en sus redes.

De esta manera, se hace interesante saber cómo funcionan, así como trabajar para mejorarlos de manera que su poder quede reducido. Así, esperamos que este artículo te eche una mano a la hora de identificarlos y realizar una intervención rápida para que condicionen tus pensamientos y emociones lo mínimo posible.

Imágenes cortesía de Ryan McGuire.

Adriana – Yoga y meditación, un mismo sendero

José Manuel Martínez Sánchez
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Cuando comprendemos que la meditación no es sólo algo que se intenta durante la postura del loto sino que empieza desde la primera respiración de nuestra práctica, entenderemos también que dicha práctica no ocurre solo un día o dos a la semana, sino que comprende todos los minutos de nuestra vida consciente.

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Tanto la palabra yoga como la palabra meditación podrían entenderse como sinónimas en muchos aspectos. Si bien la meditación (dhyana) está descrita por Patanjali, autor del primer tratado sobre yoga, como una parte del yoga que se refiere al control mental (samyama), cabe entender también que el auténtico yoga, cuyo significado es unión, ha de integrar todos sus aspectos al unísono. De este modo, la meditación no sería una parte o nivel del yoga, sino uno de sus fundamentos constitutivos en todo momento de su práctica. Una vez introducida esta cuestión, prioritaria a la hora de entender ambos conceptos, pasemos a ver ahora sus aspectos más significativos.

A menudo, la práctica del yoga en Occidente se ha vinculado especialmente al hatha yoga, entendido éste solamente como yoga físico, cuya finalidad principal sería el ejercicio en el dominio de las asanas (o posturas). El maestro Osho afirmó que el yoga físico es, si acaso, una mera introducción, un aperitivo, de todo lo que el yoga tiene que ofrecernos. No obstante, el dominio y control de las posturas no aportaría nada si no hubiese una mente encargada de conducir todo el proceso. Es así la mente el elemento clave en la práctica ordinaria del yoga. La mente que es observada y la mente que a su vez observa y dirige al cuerpo. La labor del yogui será la de ir posicionándose en un nivel de testigo tanto del cuerpo, como de la mente e incluso del ser (atman).

El maestro B. K. S. Iyengar, fundador del yoga Iyengar, ampliamente difundido en Occidente, señaló en una ocasión que la postura más difícil de lograr es la del cadáver (savasana). Esta pequeña ironía encierra una gran verdad, pues una postura que consiste en quedarse tumbado completamente sobre el suelo –como un cadáver- supone una dificultad extrema para el observador, puesto que los focos de tensión que le sirven como referente para llevar la atención quedan suprimidos (relajados) y la atención mental ha perdido todo punto de referencia.

Tanto la postura como pranayama (el control de la respiración) son precisos soportes para enfocar la atención. El elemento fundamental de todo yoga es la atención, el tomar conciencia, la observancia. Si no olvidamos esto, cualquier estilo de yoga y cualquier aspecto que remarquemos del mismo serán igualmente correctos. La atención se irá volviendo espontánea, no forzada. Completamente natural. El hecho fundamental que el yoga investiga es esto mismo, la atención, nuestra capacidad de ser conscientes, la Conciencia, el Ser. Por ello, la atención irá naturalmente hacia ella misma, hacia su estado autoconsciente.

El cuerpo es el templo que guarda nuestro espíritu. No somos sólo un cuerpo, pero el cuerpo está ahora en nosotros, por tanto, prestarle atención es algo natural, así como cuidarlo y respetarlo, todo ello será una forma sabia de entender la vida.

Como hemos apuntado, el yoga es el arte de la unión, y por tanto se trata de ir uniendo todas las dimensiones que tienen lugar en nosotros. La dimensión física y la dimensión mental o emocional son interdependientes, y no se puede trabajar la una sin la otra. Observar una postura es observar lo que en ella sucede: pensamientos, emociones, sensaciones… La clave del yoga va mucho más allá del control y tiene mucho más que ver con la escucha atenta. Una vez que vayamos familiarizándonos con esa forma de práctica, podremos realizar un trabajo yóguico integral.

Una vez que la meditación no es sólo algo que se intenta durante la postura del loto sino que empieza desde la primera respiración de la sadhana (práctica), iremos viendo el verdadero significado tanto del yoga como de la meditación y comprenderemos finalmente también que dicha práctica no ocurre solamente durante un periodo de tiempo al día o a la semana, sino que comprende todos los minutos de nuestra vida consciente. He aquí cuando el practicante de yoga es, ciertamente, un yogui.

Adriana – Recuerda: la gente hace cosas y tú decides si te afectan o no

Psicología/Valeria Sabater
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La gente hace cosas que no siempre armonizan con nuestros gustos, con nuestros principios o valores. Sin embargo, solo tú decides si te afectan o no. Porque amargarnos por lo que no se puede cambiar es perder calidad de vida. Al fin y al cabo, se trata de algo tan sencillo como “ser y dejar ser”.

En física cuántica existe un concepto conocido como “entrelazamiento cuántico” que inquietó desde siempre al propio Albert Einstein y que, de algún modo, puede aplicarse al comportamiento humano. Según este principio cuando dos partículas toman contacto entre sí cambian en algún aspecto para siempre. Aún más, aunque no estén cerca una de la otra, aquello que han creado juntas, impacta a su vez en el resto de partículas.

“Todo lo que te molesta de los demás es solo una proyección de lo que no has resuelto de ti mismo”
-Buda-

Este entrelazamiento cuántico también nos caracteriza a todos nosotros. Es fácil de entender, pongamos un ejemplo. Tenemos un compañero de trabajo con una afición muy particular: sembrar críticas. El mal humor que nos produce su comportamiento y actitud se introduce cada día en nuestra mochila emocional, hasta el punto de que ese malestar afecta al trato con nuestra familia.

Todos somos como partículas caóticas chocando las unas con otras e imantando determinadas cargas emocionales. Lo que unos hacen otros lo sufren y los que lo sufren comienzan una cadena de contagio de ese sufrimiento. Es necesario romper esta interconexión que diezma día a día la calidad de nuestras relaciones. Eduquemos a nuestra mente para que sea capaz de tomar distancia y romper este juego de fuerzas.

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Hay cosas que ya no me afectan: el principio de la flotabilidiad
Estamos seguros de que a estas alturas de la vida habrá muchas cosas que ya no te afecten. Has aprendido que no es bueno esperar tanto de las personas, que es mejor ser cauto y dejar que el trato cotidiano te revele la auténtica esencia de ese supuesto amigo.

No obstante, y a pesar de todo tu bagaje experiencial, aún tropiezas con la misma piedra: la de la decepción. Porque en estas nuestras selvas comportamentales, la conocida frase de “ser y dejar ser” se convierte muy a menudo en un “yo soy y no te dejo ser”.

¿Cómo evitar que este tipo de actitudes nos afecten? No se trata en absoluto de ser pasivos, de llevar a cabo la “no resistencia” donde convertirnos poco a poco en las dianas de todas las flechas envenenadas. El conocido analista laboral y escritor Daniel Pink nos introduce un término muy interesante a la vez que útil en este mismo contexto: la flotabilidad.

Para comprenderlo basta con visualizar una preciosa boya suspendida en el mar. Este objeto sabe muy bien lo que es y cómo la trata el océano, sin embargo, jamás se hunde. Siempre está a flote sobre la superficie sin importar los embistes del océano o las tormentas. Esta resistencia mental proviene de ese punto sutil de equilibrio y fortaleza donde uno sabe muy bien cuáles son sus valores, sus firmezas interiores y sus amarres emocionales.

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Lo que yo soy y lo que tú eres también está en armonía
Las personas esperamos y merecemos respeto, consideración y reconocimiento. Cuando uno de estos pilares se viene abajo tenemos pleno derecho a defendernos, a reaccionar y a protegernos. Sin embargo hay que tener claros varios aspectos.

“Tú eres tú y yo soy yo”. Lo que otros digan o piensen de nosotros NO determina lo que somos. No importa cuánto fuego salgan por sus bocas, ni qué tipo de veneno deseen lanzarnos. Quien decide si se quema o no somos nosotros. Quién tiene el poder para retirar la mano y elegir no envenerarse también somos nosotros.

“Te acepto por como eres”. Aceptar a una persona no implica estar de acuerdo con lo que dice o hace. Supone dejar de pelear con ella para aceptarla como alguien diferente a nosotros. Aceptar por tanto en este caso es renunciar a más peleas, a invertir más tiempo, esfuerzo y sufrimiento en lo que no vale la pena.

Asimismo, en esa renuncia que genera aceptar a una persona por como es para ser libres, también hay cierta armonía. Es desprenderse de algo para recuperar un equilibrio interno: para subir a flote de nuevo.

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Hablábamos al inicio del principio de “entrelazamiento cuántico”. Sabemos que no estamos solos en nuestros entornos, en estos campos gravitacionales donde todos chocamos con todos en un baile en ocasiones desafinado.

En este juego de fuerzas e interacciones, como decía el propio Einstein, casi siempre nos llevamos algo de los demás. Intentemos por tanto no quedar imantados solo por la carga negativa, esa que de algún modo, podemos contagiar a nuestros seres más queridos.

Dejemos, simplemente, que los demás sean como deseen ser. Permite que el hablador hable, que el desordenado pierda tiempo en su desorden. Deja que el amargado se amargue la vida y que el criticón se envenene con su propia lengua. Déjalos ser como bien quieran, pero cuando estén cerca de ti, no olvides CÓMO ERES TÚ.

Actúa como esa boya firme en el océano, bien aferrada a sus principios, a sus fortalezas internas. Tarde o temprano la tormenta siempre escampa.