“¡Odio la coliflor!”
“¡Odio hacer esto!”
“¡Odio a esa gente!”
La palabra “odio” está por doquier, sobre todo en los últimos tiempos. Se ha convertido en una etiqueta que usamos sin pensar demasiado para designar una amplia gama de estados emocionales que a menudo poco tienen que ver con el odio. De hecho, a veces usamos esa palabra simplemente para describir sentimientos muy negativos que experimentamos, pero que no son odio. Y a veces incluso la utilizamos para enfatizar algo que no nos gusta o incomoda sobremanera.
Las redes sociales, los medios de comunicación y los platos de televisión se han encargado de validar ese “odio”. Incluso se han probado leyes específicas para atacar los delitos de odio. Pero en realidad solemos confundir el odio con la rabia o la ira. Esa confusión puede conducirnos a posturas más extremas y una rigidez funcional, por lo que conocer la diferencia entre ira y odio es importante, tanto a nivel personal como social. Seguir leyendo Banalizar el odio nos convierte en personas mas irracionales y manipulables