Casi desde niños interiorizamos algunas dimensiones como binarias. Las personas son buenas o malas. El mundo es hermoso o feo. La vida es alegre o triste. Percibir lo que nos rodea desde ese prisma tan reduccionista nos niega la posibilidad de percibir todo ese sutil, pero fascinante caleidoscopio de estados intermedios que conforma la existencia.
Lo cierto es que puede haber cierta belleza en el dolor o felicidad en la imperfección, lo que de alguna manera complica la vida. El ser humano se siente mejor con las ideas simples que con aquellas que tienen curvas o matices. Este es un motivo por el que muchos adultos pueden llegar a echar de menos la idealizada seguridad de la infancia. Seguir leyendo El poder de lo agridulce o como responder a la imperfeccion de la vida