LA SENTENCIA DE LOS MAYORES
El aplastamiento de la Rebelión provocó jolgorio en la mayor parte del Cosmos, no obstante faltaba lo más importante: decidir qué se hacía con los insurrectos. Voces iban y venían, cada cual proponiendo hacer justicia a su manera, e incluso se inventaban los castigos más crueles. Pero los únicos que podían establecer una decisión correcta eran los Mayores.
Otro de los Mayores, de nombre Archer, expresó que la mejor forma de que los disidentes aprendieran era enviarlos a uno de los Planetas que estuvieran dentro de los proyectos que ellos mismos negaron, y así aportaran a su desarrollo.
Entonces, los Rebeldes fueron apresados astralmente en Ergomenones especialmente programados para «atar» sus Esencias a la Tierra: unos con forma de Pirámide de base cuadrada (colectivos), y otros con forma de Octaedro (individuales); éstos últimos de menor número en nuestro Planeta, debido al fuerte poder que emanan.
Esos Cristales de Retención fueron instalados por los Vigilantes en cavernas. De esta forma, se evitaba que Satanel y sus seguidores encarnasen en los cuerpos adultos que tenían ocultos en Orión —y que la Confederación Galáctica buscaba infructuosamente para «confiscarlos»—. La medida era lógica. De lo contrario, desde allí se habría iniciado una nueva Guerra Cósmica…
Para todos los presentes fue una buena idea, sabia y conciliadora, pero para los que no pertenecían a las Altas Jerarquías de la Evolución, la decisión era absurda y contraria a los ideales de preservación de mundos como el nuestro.
Aunque la Guerra, en verdad, no terminó.
La raza de pequeños hombres grises, creada durante la Guerra Antigua, fue controlada por Satanel. Estos seres se convertirían más tarde en la posibilidad de escape para los Orionitas atrapados en la Tierra.
EL «BRAZO DERECHO» DE SATANEL
Además, hubo una mujer, Vigilante de Orión y «brazo derecho» de Satanel en la Rebelión, que logró escapar de la Guerra al mando de un importante colectivo de seres de aspecto reptiloide.
La Confederación, les había perdido el rastro.
Ellos viajaron a Antares para pedir una suerte de asilo. Fueron recibidos, y hasta intentaron convencer a los poderosos Jerarcas Antarianos de plegarse a una nueva Guerra. Y aunque sus antiguos enemigos no aceptaron participar directamente, sí convinieron en otorgar tecnología bélica que pudiese convertir a esta Vigilante y su pequeño Ejército de Reptilianos en una avanzada invencible.
Con esto, los Antarianos estaban violando el Tratado de Paz Galáctica que, a consecuencia de la Guerra Antigua, señalaba que no debían producirse máquinas destinadas a planes bélicos o de agresión.
Pero la suerte de aquel grupo orionita en Antares no fue tan abundante. Sus cuerpos adicionales —o réplicas físicas— fueron finalmente hallados por la Confederación en Orión, y por tanto controlados.
Así, este pequeño ejército fiel a Satanel tenía tan sólo un cuerpo físico —el que llevan «puesto»— para llevar a cabo sus planes, y congelaron sus únicos cuerpos disponibles en Antares, para ser despertados en el momento indicado en que se llevaría a cabo la «Guerra de las Guerras».
Este punto en contra frente a las Fuerzas de la Confederación, había sido superado por la posesión de poderosísimas armas. Entre ellas, una terrible y prohibida. Se trataban de Cañones de Antimateria, que habían sido adaptados por los Antarianos para no sólo destruir el cuerpo físico, sino también la «Memoria Virtual», que involucra todo lo aprendido a lo largo de vidas sucesivas.
Las criaturas alcanzadas por estas terribles armas, a consecuencia, «olvidarían» todo y empezarían de cero. Un arma, desde luego, muy conveniente para ser utilizada no sólo contra los Vigilantes de la Confederación, sino contra la misma Humanidad de la Tierra…
ÉXODO A LAS LUNAS DE JÚPITER
La Rebelión de Satanel, afectó muchísimo la vida y organización espacial en Orión, que sumada a la fuerte crisis que significó la destrucción física del Consejo de los 14, creó un ambiente de incertidumbre e inseguridad, a pesar que la Confederación Galáctica tenía ya el control.
Finalmente, un importante sector de los Orionitas —que no participaron de la Guerra Cósmica que desencadenaría Satanel— sumados al Consejo Galáctico, abandonaron Ahelón y otros mundos de Orión en un viaje espacial que los llevaría a las Lunas Mayores de Júpiter, en nuestro Sistema Solar, a las que ellos denominaron:
ANETA (Ío): Base Militar de la Confederación.
ANATIA (Europa): «Mundo de Cultivos y Creaciones Bellas».
MORLEN (Ganímedes): «Mundo de Perfección».
CALONIA (Calixto): «Mundo de Capacitación».
En Morlen, se establecería la nueva Sede del Consejo. Renunciaron a su pasado guerrero, y dejaron atrás los abusos tecnológicos de la Clonación. Volvieron a los orígenes, hasta el punto de procrear nuevamente niños.
DEPORTACIÓN DE LOS REBELDES
Los Rebeldes fueron deportados a nuestro Planeta en cerca de 30 Naves oscuras, con forma circular, pero con la parte superior puntiaguda. El primer grupo aterrizó junto a lo que hoy es el Volcán Rano Raraku, de Rapa Nui. Y ahí mismo, dentro del volcán, fue instalado el primer Cristal de Retención.
(Ronald Hubbard, fundador de la Cienciología, hablaba de una deportación masiva de seres extraterrestres realizada por la Confederación Galáctica a fines de la Era Secundaria, hace 70 millones de años. Según su versión, millones de seres fueron arrojados a los volcanes de Hawai, y otras partes del mundo, quedando desde entonces sus Esencias atrapadas en la Tierra).
Pero un fenómeno que se registró en este primer grupo, alertó a la Confederación. Se trataba de un envejecimiento prematuro, fruto de poseer cuerpos clonados y estar bajo una influencia energética extraña para ellos: nuestro Planeta.
Finalmente, Satanel y Luzbel fueron dejados en el Asia Central. Lo que no sabían aún es que ese era un punto en donde había enterrados dos Cristales de Retención, por lo que era más fácil aún el control de estos legionarios interestelares.
Cuando empezaron a envejecer rápidamente los primeros en venir, muchos de estos Orionitas intentaron hallar en los Laboratorios que pudieron construir, una alternativa o «antídoto» para prolongarse. Mas la mayoría de estas iniciativas fueron suprimidas por los Vigilantes de las Pléyades, que seguían pacientemente las indicaciones de la Confederación Galáctica.
Sin embargo, una vez más no fue suficiente. Los Orionitas Deportados, totalmente ajenos a la Misión de Ayuda para la cual fueron enviados en primera instancia a la Tierra, seguían generando peligrosas tensiones en los diferentes puntos donde se establecieron.
REPTILIANOS TERRESTRES
Según Talmir, cuando los Rebeldes vieron que nuestro Planeta estaba habitado también por dinosaurios —que de alguna manera eran como sus parientes primitivos—, hallaron en ellos una forma ideal para acabar con la floreciente Civilización Humana.
Para esto debieron intervenir genéticamente a los reptiles gigantes —del tipo de los carnívoros—, reduciendo considerablemente su tamaño y dotándolos de un alto nivel intelectual, convirtiéndolos rápidamente en sus «discípulos», los cuales eran aleccionados con el fin de aniquilar a los humanos y ser ellos los nuevos Modelos de Evolución Alternativa del Cosmos.
Fue de esta forma como surgió un verdadero ejército de Reptiles Inteligentes… hasta que se desató una grotesca guerra, la cual no resultó en lo que los Reptilianos de Orión habían esperado. Por el contrario, la batalla fue una carnicería de reptiles, debido a la superioridad tecnológica desarrollada por los humanos.
EXTERMINIO DE LOS DEPORTADOS
Los Vigilantes recibieron tarde la orden de destruir las pocas Colonias que habían logrado establecerse y operar en el Planeta. No intervinieron en un principio, porque dentro de los propios Orionitas que participaron en la Rebelión, y que ahora se hallaban deportados con Satanel en la Tierra, había un grupo que no deseaba participar de la nueva revuelta; al contrario, deseaba ayudar sinceramente a la Humanidad, con la cual se sentía identificado por proceder todos de la misma Fuente de Vida.
Esta tensión fue tan intensa que se estaba convirtiendo en una disputa interna entre los Deportados.
Entonces, los Vigilantes de las Pléyades recibieron la orden de destruirlos a todos. El foco de tensión era tal, que no se podía esperar más… Los lugares donde se intervino bélicamente las pequeñas instalaciones y Laboratorios Subterráneos, incluían enclaves como Paititi, Monte Shasta, Sakkara, el Monte Sinaí, y Talampaya.
A los Rebeldes Deportados a la Tierra, y que deseaban ayudar a la Humanidad —pero que fueron alcanzados por esta intervención bélica de los Vigilantes Pleyadianos— se les dio la oportunidad de encarnar en el futuro como seres humanos, y así participar en las diferentes Misiones de Ayuda que procurarían la concreción del Plan Cósmico. Pero siempre, luego de cumplir con cada existencia en la Tierra, sus Esencias volverían a Orión.
Este misterio, desde luego, no tiene explicación alguna en nuestro Plano Físico, sino en una determinación de los Guardianes del Destino, Seres Ultraterrestres que desde el Universo Mental, siguen los pormenores del Plan Cósmico.
No obstante a ello, y viéndose atrapados en el Plano Astral o Cuarta Dimensión de la Tierra, los disidentes declararon una Guerra Psíquica a la Humanidad. Y se constituyeron en un Gobierno Interno Negativo Planetario, que procura manipular a aquellas personas débiles de voluntad y de carácter, encendiendo sus carismas, para ejercer a través de ellas, una fascinación sobre el resto de la Humanidad que conduzca a la colectividad hacia la Autodestrucción.
RUMBO AL DESASTRE
Mientras tanto, en un gesto de nobleza, los humanos habían perdonado a los Reptilianos Terrestres sobrevivientes, permitiéndoles vivir entre ellos, siempre y cuando cooperaran con el progreso de la Civilización, que para ese entonces estaba conformada por grandes Ciudades-Estado, las que eran gobernadas por un Consejo Regente.
Empero, los sobrevivientes no sólo no cooperaron, sino que empezaron a librar otra batalla, pero esta vez utilizando un arma distinta: su alto Poder Psíquico, en combinación con el de los Deportados en el Astral. Fue una guerra lenta pero segura, sembrando discordia al interior de la sociedad, creando un clima de gran negatividad y tensión, que buscaba desintegrar desde dentro la Civilización que ingenuamente los cobijaba.
El clima de negatividad llegó a tal, que incluso las buenas relaciones que mantenían los humanos con los Sunkies se tornaron hostiles. Éstos últimos fueron dominados y utilizados por los de superficie, cuyos afanes y ansias de poder provocaban serios estragos, desestabilizando las Energías Planetarias.
Todo esto, finalmente desembocó en la Gran Catástrofe: hace 65 millones de años, la Luna que se encontraba más próxima a la Tierra, se precipitó violentamente sobre ésta, destruyendo por completo no sólo las ciudades, sino prácticamente toda la vida de superficie. La modificación de la órbita y el eje del Planeta, y el serio daño a la Atmósfera, acarreó el congelamiento casi total del mismo.
No obstante, según Talmir, muchos humanos que no se habían corrompido, lograron escapar de la hecatombe refugiándose en las entrañas de la Tierra, mediante la apertura de aquel gran Portal Dimensional, en lo que actualmente es el Polo Norte.
Pero éstos no cerraron completamente el umbral, sino que quedó abierto en parte para regresar cuando las condiciones fueran apropiadas. Sin embargo, más tarde éste sería utilizado por todo tipo de seres provenientes de las más diversas Civilizaciones y con los más variados fines.
RESURGIMIENTO DE LA VIDA
Continuando con el relato de Talmir, luego del desastre y después de mucho tiempo —en que se sucedieron repetidos congelamientos y des-congelamientos del Planeta, Lluvias Meteóricas y Cataclismos varios—, reapareció nuevamente la vida en la superficie.
(Por lo que sabemos por fuentes científicas, la última Lluvia Meteórica que azotó la Tierra, ocurrió hace 27 millones de años).
Pero los habitantes retornados tenían ahora un aspecto renovado: su piel era oscura (como cobriza) y su aspecto como una mezcla entre la raza negra y la roja, de elevada estatura, espigados, con miembros largos y delgados. Incluso su cráneo tenía una forma alargada y pronunciada hacia atrás.
Con el tiempo, la zona donde se había asentado la Cultura Lemuriana (sur oriente de África y Madagascar, Océano Indico) se tornó inestable por una cadena de movimientos sísmicos. Ello les empujó a explorar el mundo.
ANATEYLÁN
El panorama que ofrecía entonces la Antártica era distinto. Un clima templado, con un paisaje de ensueño esgrimiendo importantes cadenas montañosas; numerosos ríos serpenteando en su extensa geografía, regando inmensos valles y planicies hasta llegar al Océano circundante.
Allí se fundó una ciudad que reuniría a todas las Colonias Lemures. Le llamaron Anateylán, un nombre propio de su cultura y que significa: «Todos somos uno».
Los Lemurianos la fundaron originalmente allí, en las cercanías de un gran lago, donde acorde a sus leyendas, se había originado la vida. Y no se equivocaban. Era el lugar donde se había sembrado la Molécula de Vida Auto-Replicante, y donde se había instalado la Máquina de Kayona, millones de años atrás.
(Nordac afirma que los Lemurianos llamaron Kayona a su ciudad, lo que probablemente es una confusión. Talmir en cambio, indica que el nombre de la ciudad era Anateylán, lo que parece más acertado).
Anateylán era una ciudad majestuosa, una mezcla de tecnología avanzada con construcciones de orden piramidal que parecían haber sido levantadas en un material similar al mármol. Se apreciaban varios jardines y caídas de agua, en medio de una gran paz.
Una vía muy ancha, conducía a una Pirámide mayor, rodeada de varias cúpulas en el centro de la ciudad. Era el «Templo del Principio», un Monumento erigido al Origen de la Vida en la Tierra.
Esta ciudad, con el tiempo, sería frecuentada por visitantes estelares que servían a la Confederación de Mundos de la Galaxia. Pronto, Anateylán se convertiría en un enclave que agrupaba a diferentes culturas de la Tierra y a colonos de otros mundos, en una época en que la Tierra recibía frecuentes visitas extraterrestres. Llegó a convertirse en una zona protegida por la propia Confederación.
LA CIVILIZACIÓN ANTÁRTICA
Así, la Civilización Antártica se estableció rápidamente, formando ciudades muy avanzadas y sofisticadas: sus construcciones eran redondeadas, algunas muy altas, y todas ellas dentro de una gigantesca cúpula a modo de escudo protector.
Sus habitantes eran también muy avanzados: podían moverse a voluntad entre las Dimensiones, pues eran conscientes de sus vehículos sutiles.
En ese momento, en que habían alcanzado un alto desarrollo evolutivo y científico, desde Anateylán, se enviaron avanzadas que empezaron a establecerse en otros puntos del Planeta. Algunos de estos bien conocidos hoy en día, como Rapa Nui, que por aquellos tiempos no era una isla, sino una gigantesca montaña cónica, en cuya cima a modo de sombrero —utilizada a modo de altar ceremonial— ya habían Moais…
Otros de los lugares de «avanzada» de esta Civilización, y que actualmente guardan vestigios arqueológicos, eran el Desierto de Atacama y El Enladrillado, en el Norte y Sur de Chile, respectivamente. Otros puntos estaban en la actual Polinesia y Australia, como también Asia y sur de África. Incluso, algunos habían emigrado fuera del Planeta, pero dentro del Sistema Solar.
Todavía no nos imaginamos los alcances de esta Civilización, anterior a la Atlántida y superior a ésta en muchos aspectos, como uno en particular y muy especial: ni más ni menos que la encarnación del Espíritu Crístico. Éste se manifestó por primera vez en el Planeta, en medio de una fulgurante luz que descendió del cielo, llenándolo todo…
(Según Javier Cabrera, las Piedras de Ica hablan de un Cristo que existió en una época en que los caballos tenían 3 dedos en cada pata. Según fuentes científicas, el Mesohippus —antecesor del caballo, y con tres dedos en cada pata—, vivió durante el Oligoceno, época que se extiende entre los 33 y 23 millones de años, aproximadamente).
No obstante, la Civilización Antártica perecería en un Cataclismo posterior, que para Nordac es el mismo que destruyó la Atlántida. A pesar de que la Confederación sugería una evacuación, los colonos humanos de Anateylán, se mantuvieron firmes en permanecer en la ciudad hasta el final de la misma, tanto por los secretos que protegía y que no debían ser trasladados a otro lugar, como por su simbolismo de esperanza y unidad.
Muchos se reunieron en los subterráneos que se hallan bajo el Templo del Principio, momentos previos a la catástrofe. Eligieron estar allí, bajo uno de los Templos más antiguos de la Tierra: un templo que era respetado por todos, incluyendo a los Visitantes Extraterrestres.
Con la Catástrofe, nuestro mundo experimentó un violento e inesperado cambio de eje, que sepultó tierras otrora templadas bajo el manto de un hielo polar. Anateylán quedó ubicada más al sur, a cientos de metros bajo el paisaje blanco de la actual Antártica.
EL ARRIBO DE LOS 32 MENSAJEROS
Para contrarrestar el Gobierno Interno Negativo de Satanel, los 32 Mensajeros de la Paz restantes, llegaron a la Tierra para establecer un Gobierno Interno Positivo. Es decir, plasmar en nuestro Planeta un orden que ya existía en el Universo, y que se veía reflejado en la Confederación de Mundos de la Galaxia. Era el inicio de la Hermandad Blanca de la Tierra.
La Gran Nave Campana, de aspecto triangular y de un color blanco tan puro como la nieve, se instaló en lo que hoy es el Desierto de Gobi, en Mongolia. La ubicación había sido estudiada previamente, pues en esa área del mundo, en el pasado, diversas expediciones extraterrestres se habían asentado construyendo inmensos túneles para la explotación mineral.
Los 32 Enviados aprovecharon la existencia de esas galerías abandonadas para adaptarlas a su misión de preservar y proteger la Verdadera Historia de la Tierra, que fueron «leyendo» del Registro Akáshico o Memoria Matriz del Planeta, y archivándola en una impresionante colección de planchas metálicas de ingeniosas aleaciones, semejantes al legendario «Oricalco» Atlante.
Este procedimiento era más que importante, ya que cada cierto tiempo, poderosas energías provenientes del Espacio afectan el Campo Magnético de la Tierra alterando la información contenida en su «Registro». En términos sencillos, los 32 Enviados procuraron una «copia de respaldo» de toda esa información para que ningún fenómeno externo la perdiese para siempre.
También fue allí, en los «Salones de Amenti», donde se construyó el Gran Disco Solar Ilumana, un Plan Maestro que procuraba «unir» los otros 12 Discos creados para conectarse con el Universo y comprender su naturaleza. El Disco representa al Sol Central de la Galaxia.
LA RED DEL TIEMPO
Los 13 Discos de la llamada «Red del Tiempo», se encuentran actualmente distribuidos en Templos Subterráneos a lo largo de América y la Antártida. Sus nombres y ubicaciones son las siguientes:
01) Emanashi (Monte Shasta, USA).
02) Sipenbó (Valle de las 7 Luminarias, México).
03) Aromane (Ciudad Blanca, Honduras).
04) Xemancó (Laguna de Guatavita, Colombia).
05) Urinam (Monte Roraima, Venezuela).
06) Jasintah (Cueva de Los Tayos, Ecuador).
07) Ilumana (Ciudad de Paititi, Perú).
08) Demayón (Lago Titicaca, Bolivia).
09) Ramayah (Volcán Licancabur, Chile).
10) Mitakunah (Cañón de Talampaya, Argentina).
11) Omsarah (Sierra del Roncador, Brasil).
12) Ulimen (Estancia de Aurora, Uruguay).
13) Íon (Lago Vostok, Antártida).
«ALUMBRAMIENTO» DEL GRIAL
Pero la misión de los 32 poseía un ingrediente secreto: habían traído con ellos el Gran Cristal que fue hallado en la Nebulosa de Orión. Lo depositaron en una galería subterránea especialmente acondicionada para su protección, bajo el suelo del silencioso Gobi.
Y cuando el Gran Cristal fue colocado, se «activó», iluminándose con un brillo esmeralda que parecía provenir de otro plano más allá de la materia. Entonces se produjo el «alumbramiento» del Gran Cristal: un pequeño objeto, de similar naturaleza, se desprendió de su madre.
Aquella nueva piedra cósmica, con forma de copa, lucía de primera impresión como un cuenco por su boca ancha. Sin embargo, al observarla de cerca, se apreciaba el aspecto pentagonal de su circunferencia.
Era el nacimiento del Grial.
Ese objeto, al igual que el Gran Cristal que lo engendró, era indestructible. Pero ambos eran intensamente custodiados para que no cayeran en manos equivocadas.
LA FUNDACIÓN DE SHAMBHALA
Los 32 Enviados sabían que sólo la Humanidad de este Planeta podría revelar el Misterio y Mensaje del Gran Cristal, por tanto cierta tranquilidad reposaba en sus mentes cuando se produjo el despertar y alumbramiento de su tesoro secreto. Fue así que decidieron mover la Gran Nave hacia el extremo oeste del desierto, donde dominan las altas y sagradas montañas del Altai. Desde allí vigilarían cada rincón del antiguo Gobi.
Hallaron en el macizo del Belukha el lugar perfecto para ocultar su Nave bajo su corpulenta estructura. Luego aprovecharon la Tecnología de Navegación de su ingenio espacial para congelar sus cuerpos —como si fueran a emprender un largo viaje— quedando en estado de Animación Suspendida. Lo hacían así, pues al morir en la Tierra —donde seres de otros mundos experimentan un envejecimiento prematuro— sus almas deberían volver a sus Planetas de origen, y ellos aún no habían terminado su misión.
De esta forma quedaron físicamente «dormidos» en sus Cápsulas de Hibernación, pero espiritualmente activos y vigilantes desde otro plano. Mientras la luz del Gran Cristal permaneciese encendida, cual rayo dador de vida desde su escondite secreto en el Gobi, ellos permanecerían aquí.
Este proceso supuso un traspaso de postas: desde que llegó el Gran Cristal a la Tierra los hombres más elevados del mundo, muchos de ellos supervivientes de la catástrofe de la Atlántida, emprendieron viaje hacia el Gobi y el Altai, sintiendo fuertemente el llamado de los 32 y la energía de aquel objeto cósmico que ahora latía, cual Luz Maxin o antorcha eterna de cada Retiro Interior.
Así, el remanente de antiguas culturas antediluvianas, todos ellos seres sabios que habían comprendido el error de sus semejantes cuando se generó el divorcio entre la Ciencia y la Espiritualidad —como ocurrió con la Atlántida— se constituyeron en los nuevos Guardianes Materiales del Gobi y las altas cadenas montañosas adyacentes.
Era el inicio de Shambhala. La Ciudad Luz, la Semilla de la Paz.
(Los Misioneros Rahma suelen situar la fundación de Shambhala tras el hundimiento de la Atlántida, ocurrido hace unos 12.500 años. Sin embargo, textos tibetanos afirman que Shambhala fue fundada hace más de 18 millones de años por un grupo de 7 seres venidos desde Venus. Tal vez la llegada de los 32 Mensajeros, corresponda en realidad a un capítulo posterior en la historia de Shambhala).
EL CUMPLIMIENTO DEL PLAN
El Gran Cristal se había enlazado mágicamente con la Red Nodal del Planeta, conectando incluso túneles y espacios subterráneos, inundando todo con su brillo verde brillante de creación.
Durante varios miles de años, los habitantes de esta Humanidad Subterránea, vigilante y protectora de los Secretos del Gobi y las montañas, permaneció activa físicamente. Hoy en día, la mayoría de aquellos Maestros ha emigrado a otros planos, en donde continúan su magna labor.
Esto está sucediendo porque se aguarda otro cambio de postas, tal como ocurriera con el deseo de los 32 Enviados de perpetuar la cadena, quedando por voluntad propia a vanguardia de que todo lo anunciado se cumpla.
Los Mensajeros Extraterrestres conocían bien su Misión, pues en anteriores oportunidades, su Consejo había enviado diferentes Misiones a lejanos mundos para sembrar la Semilla de la Paz. La visita de estos seres a la Tierra suponía la Décima Cruzada. Y quizá la última y definitiva.
De allí en adelante, el Grial estaría al cuidado de los Guardianes del Mundo Subterráneo, quienes en determinadas épocas, permitían que la piedra salga a la superficie a través de sus Emisarios y sea infiltrada en gravitantes momentos de nuestra historia. Aquella suerte de Esmeralda Espacial, en su estado natural, lucía similar a un cuenco, por ello no resultó difícil moldearla para darle una apariencia de copa humana y hacerla pasar desapercibida. Luego sería cubierta de metal, oro o piedra para ocultar su procedencia, poderes y misión.
No hay que olvidar que la piedra era algo más que un elemento de poder. Se trataba de un poderoso Oráculo que sintetizaba el Misterio de la Creación, y que seguía almacenando gran cantidad de información donde estuviese. Por esta razón los Maestros la exponían en ciertos momentos claves a la superficie, sin perder de vista su cuidado y protección.
De hecho aquel pequeño cristal ha vuelto una y otra vez a los diferentes Retiros Interiores de Asia y de todo el mundo, pero sin integrarse nuevamente al gran objeto viviente que lo desprendió. Ello ocurrirá cuando la magna obra de la Hermandad Blanca termine.
Los 32 «Hijos de la Luz», como los describe Toth el Atlante en «Las Tablas Esmeralda», están aguardando ese momento, cuando llegue el Anrrom, el «Día de la Gran Luz», y el Universo sea redimido.
FUENTES PRINCIPALES: