El viento, el incesante canto del mar, el aleteo de un pájaro, todos tienen un increíble poder sanador en el ser humano. Basta detenerse a escucharlos para equilibrar cuerpo y mente. También están los instrumentos milenarios como los cuencos de cuarzo, que provienen del mundo terapéutico.
Parar. Detenerse. Frenar. Quedarse por unos instantes frente al mar. Viendo las olas morir en la orilla, escuchando el canto de la masa de agua y arena que se aproxima a la playa. Cerrar los ojos y oír la inmensidad.
Ese simple ejercicio que parece la quintaesencia de un new age, no es solo una pose alternativa. Es mucho más. Quien lo haga sentirá el poder curativo que esconde la naturaleza, sobre todo en el sonido, en la vibración del mundo haciendo resonancia en el cuerpo humano.
El mismo arte sanador que se puede experimentar al detenerse en medio del campo y escuchar el viento que mece las copas de los árboles. O una noche oscura en el sur de Chile cuando se oye el intermitente cricrí de los grillos insomnes en medio del silencio.
Pero la ciudad nos vuelve sordos. Nos acostumbramos al ruido, al miedo al silencio, reflejado hasta en las musiquillas que acompañan las esperas telefónicas. Todo es bulla en Occidente.
Los sonidos de la naturaleza “generan un estado anímico tranquilo, un remanso, eso se siente al oír el viento, las olas, el sonido de la noche. El oleaje tiene otra particularidad, la persona escucha el mar y se entretiene en el ir y venir, lo mismo que el viento, eso tiene que ver con el pulso; le tomas el pulso a la naturaleza y eso nos trae un recuerdo de cuando estamos en la guata de la mamá, porque ahí se sienten fuerte las palpitaciones. Por ejemplo, si un niño llama a la mamá y ella no está, tú le pones cerca el tictac de un reloj y se calma, pues lo regresa a su vida prenatal, lo pone en otro estado de conciencia”, explica Thais Nowack, profesora de Educación Musical y experta en musicoterapia.
Los sonidos calman y ayudan a eliminar el estrés porque “entran en una frecuencia vibratoria de uno como ser humano, se conectan con tu columna vertebral, con tu centro. La parte lumbar vibra con determinados sonidos y tu cuerpo te va indicando cuáles son”, agrega.
El músico Tomas Thayer, intérprete de música clásica de la India y líder de la organización Sargam, que trabaja con música hindú y el denominado Nada Yoga Sadhana o yoga del sonido, explica: “El ser humano antes vivía en torno a lo natural, pero hoy la naturaleza desapareció y en la ciudad ya no se conocen los sonidos como el de los ríos, el viento. De hecho mi maestro decía ‘Dios es sonido’. Por eso al oír la naturaleza volvemos a estados más primitivos, más genuinos”, dice.
El especialista recuerda que la sílaba sagrada ‘om’ es el sonido del silencio y representa a la trinidad hindú; cuando se entra en esa fase, el hombre se conecta con el sonido universal. Al ir más lejos nos encontramos con que en la filosofía india se dice que la materia se creó a partir del sonido.
Pero, coinciden los expertos, la persona debe “poner de su parte”. Como sucede en las sesiones de reiki, que van acompañadas de una música que el terapeuta elige especialmente, “así tú te entregas, porque además vas preparado, bajas tus decibeles, te predispones a un estado”, dice Nowack.
LOS CUENCOS DE CUARZO
Desde sus orígenes el hombre necesitó comunicarse y para ello siempre recurrió al sonido, por lo que empezó a fabricar sus propios instrumentos, desde las milenarias flautas hasta simplemente hacer chocar dos piedras para emitir un mensaje. “Eso proviene de la observación de la naturaleza, como escuchar que las cañas ahuecadas emiten silbidos cuando pasa el viento”, explica la experta vinculando naturaleza y música.
Este arte fue una forma de comunicarse con las divinidades. Tomas Thayer explica que el ‘om’ es también el sonido primordial, cuando el hombre era Dios, “luego vienen los conocidos mantras, que son cuando rezas o miras al cielo”, añade.
Pero ¿qué música me ayuda a sanar? La pregunta acarrea una amplia respuesta. Para Maven Lomboy, sicóloga transpersonal que trabaja junto a Thayer en un proyecto de terapia y música, “toda la música posee un estado vibratorio determinado y en especial la música de la India, que lo hace en una alta frecuencia, haciendo resonancia con estados superiores del ser, activando procesos de sanación, a través de un experto que guíe a la persona en este viaje”.
En suma, la música posee un poder curativo natural. Es cuando decimos que una canción “nos pone la piel de gallina -añade Thais-. Cada persona tiene un sonido y debe procurar buscarlo, encontrarlo, investigarse a sí mismo”, agrega.
¿Qué instrumentos ayudan a sanar y calmar? Hay varios de moda. El más top es el cuenco vibrador de cristal de cuarzo. “Como lo usan los orientales se asocia a la cultura del autoconocimiento”, explica Thayer. Estos instrumentos generan vibraciones que penetran entre lo físico y lo espiritual y entregan armonía. Hasta se utilizan para hacer limpiezas y buscar el equilibrio.
Por otro lado, la música medieval, renacentista, tiene una pureza de sonido, debido a que utiliza menos instrumentos y son más acústicos, que ayuda a descubrir nuevos estados de conciencia. También están los raga, que representan la música clásica de la India, esquemas melódicos que se repiten y que son capaces de cambiar estados de ánimo y desbloquear zonas que mantenemos cerradas.
A esta lista Thais Nowack suma un clásico, Bach, cuya obra ha sido denominada ‘la voz de Dios en forma humana’. Diversos estudios indican que su música hace trabajar al cerebro de un modo más balanceado, lo que ayudaría a espíritus apesadumbrados a salir del pozo. Incluso dicen que estudiar el contrapunto de Bach podría curar enfermedades.
“La música facilita que el cúmulo de pensamientos que tenemos a diario disminuya, logrando un aquietamiento de la mente, y desde ahí el ser humano logra conectarse con estados más profundos de sí mismo, desde una experiencia que a la vez es placentera, lo que se refleja en la sensación de calma experimentada”, aporta Maven.
UN SONIDO PARA CADA UNO
Pero no todo es música clásica o instrumentos milenarios. En general hay voces humanas o ciertos sonidos que por su altura producen estados beneficiosos. “Para cada persona hay un sonido. Cuando estás escuchando una música determinada dices ‘esto me encanta, me relaja, se me pone la piel de gallina’. Con otra dices ‘esto me estresa’. Ahí la tarea del terapeuta será investigar cuál es tu sonido”, explica la profesora de música.
Incluso los Beatles, cuando sintieron un vacío en su música viajaron a la India en busca de nuevos sonidos y descubrieron el sitar y compusieron Norwegian Wood, el primer tema occidental con este instrumento de gran poder vibratorio.
Un par de consejos simples
Acompañar el sonido con una respiración ad hoc. Basta buscar el espacio más silencioso de la casa y hacer un pequeño ritual, poner una música que nos guste, descubrir cuál nos relaja, cuál nos da sueño. Buscar un estado de conciencia que nos calme para lograr lo que, por ejemplo, le provoca a un bebé una canción materna, que lo conduce a un estado amoroso de tranquilidad.
Otro punto donde coinciden los especialistas es que cuando le hablas en forma suave a otra persona lo invitas a calmarse, si subes el tono te acercas más al caos.
Fuente: Reportaje de Ignacio Tobar en mujer.latercera.com