Una colaboración de Linterna Blanca
Una colaboración de Linterna Blanca
Una colaboración de Yasmin Monsalve
Candidata al Oscar a la mejor película extranjera (2005), que se titula En tierra de ángeles. La traducción al sueco, sería literalmente Así en la tierra como en el cielo. Y cuánto mejor refleja esta fórmula el contenido de la cinta. Un director de orquesta, de fama internacional, sufre un colapso en plena actuación musical.
Su corazón se ha debilitado, y decide renunciar a su carrera de éxito. No le importa demasiado. Al contrario: está harto de vivir la música de un modo, competitivo y elitista, que no concuerda con sus más íntimos sentimientos. Anhela una música interior, del corazón, una música liberadora y libre.Decide retornar al norte, al pequeño pueblo en el que creció. A pesar de que no tuvo una infancia feliz (huérfano de padre, inadaptado en el colegio), escoge ese lugar para recuperarse. “He venido a escuchar”, le dice al pastor del pueblo, cuando se encuentran a su llegada. Un buen día decide pasarse por la Iglesia, y entrar, en plena actuación del coro parroquial. Uno de tantos coros como hay en el mundo, cargado de buenas intenciones. Le piden que lo dirija y, sin gran entusiasmo por su parte, decide hacerlo. Se da cuenta de que la música, en realidad, ha sido creada para todos, para la gente normal y corriente. Al menos, la música tal y como él la concibe. Lo que empieza siendo casi una casualidad, acaba por convertirse en una experiencia extraordinaria (religiosa, en el fondo). El coro se convierte en una familia, unida por lazos invisibles, irrompibles, espirituales. Los lazos del amor, del perdón, de la comprensión mutua, de la solidaridad profunda. Los cantantes se abren al resto, y lo que es más importante y difícil, se abren a sí mismos. El coro, y cada uno de sus componentes, adquieren vida propia. Nadie es excluido. Sólo aquellos que con su intolerancia prefieren quedarse fuera, prefieren afirmar su propia imagen, vivir del prejuicio y la sospecha, juzgar al resto. De entre las muchas verdades teológicas que se entrelazan en esta bella historia, me quedo sobre todo con la que refleja su título original. Así en la tierra como en el cielo. O sea, que entre la tierra y el cielo hay un vínculo más estrecho de lo que a veces pensamos. Lo que es bueno aquí, allí es bendecido. Y a la inversa. El reino de Dios está entre nosotros. No lo malbaratemos con una visión estrecha y raquítica.
Una colaboración de Marge
Su padre, Shivrampant, trabajó como sirviente doméstico en Bombay y después como pequeño granjero en Kandalgaon, un pueblecito de los bosques del distrito Ratnagiri, en Majarastra. Tras la muerte de su padre, Marutti (su nombre de nacimiento) dejó el pueblo al cumplir los dieciocho años, y se fue a Bombay, donde trabajó brevemente como vendedor. Después se hizo pequeño comerciante y desarrolló su propio negocio. En 1924 se casó con Sumati Bai y tuvieron tres hijas y un hijo. Abrió una tienda de bidis (cigarrillos finos indios). Fue a partir de aquí (con unos 35 años) cuando llegó a interesarse abiertamente por los temas espirituales.
Un amigo suyo, Yashwantrao Bagkar, era discípulo de Siddha Rameshuar Majarásh, a quien llevó a ver un día. Marutti quedó conmovido por la personalidad y la enseñanza de aquel hombre, y poco después fue su gurú. Sri SiddhaRameshuar Maharás propició la iluminación de Nisargadatta a los 37 años con instrucciones como «mantente en la sensación de “yo soy”, ahí reside la verdad última […] tú eres lo Supremo».
Siddha Rameshuar murió poco después, en 1936. Entonces Nisargadatta abandonó a su familia y su negocio de bidis y se fue a losHimalayas; pero pronto volvió y comenzó a impartir sus enseñanzas.
Despertar a lo Eterno (subtítulos en español). Parte 1. Un viaje de autodescubrimiento. Un recorrido por la vida y obra de Sri Nisargadatta.
Oficialmente, la industria de la psiquiatría moderna se ha vuelto loca. Prácticamente cada emoción experimentada por un ser humano — tristeza, congoja, ansiedad, frustración, impaciencia, emoción — ahora está siendo clasificado como un “trastorno mental” exigiendo tratamiento químico (con medicamentos recetados, por supuesto).
La nueva versión de la “Biblia de la psiquiatría” denominada DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales – DSM por sus siglas en ingles) se espera que sea lanzada en el 2013, ha pasado de ser un manual de referencia médica a un testimonio de la locura de la propia industria.
Los “Trastornos Mentales” nombrado en el DSM-5 incluyen “Trastorno de Ansiedad Generalizada” o TAG para abreviar. El TAG puede diagnosticarse en una persona que se siente un poco ansiosa de hacer algo como, por ejemplo, hablar con un psiquiatra. Así, el mero hecho que un psiquiatra participe en la posibilidad de hacer un diagnóstico hace que los “síntomas” de ese los diagnósticos aparezcan mágicamente.
Esto es llamado ciencia quack (falsa ciencia) y razonamiento circular, aún así es indicativo de que toda la industria de la psiquiatría se ha convertido en un hazmerreír entre los círculos científicos, incluso la ciencia, los escépticos están comenzando a darle la espalda en disgusto. La psiquiatría no es más “científica” que la astrología o la lectura de la palma, pero sus practicantes se hacen llaman “doctores” de la psiquiatría para intentar hacer que su charlatanería suene creíble.
Cómo funciona realmente la psiquiatría moderna
Así es como funciona realmente la psiquiatría moderna: Un grupo de engreídos, intelectuales pagados en exceso que quieren ganar más dinero inventando una enfermedad fabricada que llamaré “Trastorno Hoogala Boogala” o THB.
Mediante votación a mano alzada, ellos traen a la existencia cualquier “síntoma” que desean asociar con el Trastorno de Hoogala Boogala. En este caso, los síntomas pueden ser canto espontáneo o el deseo de tomarse la nariz de vez en cuando.
Ellos convencen a profesores, periodistas y los reguladores del Gobierno que el Transtorno de Hoogala Boogala es real — y lo más importante es que millones de niños sufren de ella! No sería compasivo no ofrecer tratamiento a todos los niños, ¿Verdad?
Así comienza la convocatoria para el “tratamiento” por una enfermedad completamente fabricada. A partir de ahí, es un juego de niños para lograr que el Big Pharma (apodo dado a la industria farmacéutica.) fabrique cualquier dato científico que necesite para “demostrar” que las drogas estimulantes, las anfetaminas, el crack farmacéutico o cualquier veneno que quieren vender “reduce el riesgo del Transtorno de Hoogala Boogala.”
“Serios psiquiatras” — quienes estan todos riendose a carcajadas en la trastienda — luego “diagnostican” a los niños con el Trastorno de Boogala Hoogala y “prescriben” los medicamentos recetados que pretenden tratarla. Por esta acción, estos psiquiatras — que son, vamos a reconocerlo, peligrosos depredadores de niños — ganan comisiones financieras del Big Pharma.
Con el fin de maximizar sus sobornos y regalos del Big Pharma, grupos de estos psiquiatras se reunen cada pocos años e inventan más trastornos ficticios, ampliando su tomo ficticio llamado el DSM.
El DSM es ahora más grande que nunca, y incluye trastornos como el “Trastorno de Desafío a la Obediencia”, que se define como negarse a lamer las botas y seguir la falsa autoridad. Los violadores que sienten excitación sexual durante sus actividades de violación tienen la excusa de que tienen “Desorden Coercitivo Parafílico” y por lo tanto no son responsables de sus acciones. (Pero van a necesitar medicación, por supuesto!)
Usted también puede ser diagnosticado con “Trastorno de Acaparamiento” si hacer acopio de alimentos, agua y municiones, entre otras cosas. Sí, usted está preparando ahora para posibles desastres naturales le hace un paciente mental en los ojos de la psiquiatría moderna (y el Gobierno, también).
El ex presidente del DSM se disculpa por la creación de las “falsas” epidemias
Allen Frances había presidio el DSM-IV que fue lanzado en 1994. Ahora confiesa que fue un error enorme que se ha traducido en el sobrediagnóstico en masa de personas que son en realidad muy normales. El DSM-IV “.. . inadvertidamente ha contribuido a tres falsas epidemias — trastorno por déficit de atención, autismo y en el trastorno bipolar infantil,” escribe Allen en un artículo de opinión del LA Times.
Él continúa diciendo:
“El primer borrador de la próxima edición del DSM… está lleno de sugerencias que multiplican nuestros errores y ampliar el alcance de la psiquiatría dramáticamente más profundo dentro del dominio de lo normal. Esta imperialization médica de la normalidad podría potencialmente crear decenas de millones de personas inocentes quienes se etiquetaran incorrectamente como si padecieran un trastorno mental. La industria farmacéutica tendría un día de campo. — a pesar de la falta de pruebas sólidas sobre los tratamientos eficaces para estos diagnósticos propuestos recientemente.”
Todos ellos fabrican trastornos, por supuesto, resulta en una serie de abombamientos de falso positivo. Como Allen escribe:
El “Síndrome De Riesgo Psicótico” podría usar la presencia del extraños pensamientos para predecir que más tarde tendría un auténtico episodio psicótico. Sin embargo, la predicción sería un error por lo menos tres o cuatro veces por cada vez que eso sea correcta — y muchos adolescentes mal identificados recibirían medicamentos que pueden causar un enorme aumento de peso, diabetes y una esperanza de vida más corta.
Pero ese es el punto de la psiquiatría: el recetar medicamentos a personas que no los necesita. Esto se logra casi en su totalidad por diagnóstico de personas con trastornos que no existen.
Y culmina en psiquiatras pagados con dinero nunca ganado (y ciertamente no merecen.)
Imagina: Toda una industria inventada de la nada! Y sí, tienes que imaginar porque nada dentro de la industria es realmente real.
¿Qué es “normal” en la psiquiatría? Ser un zombie sin emociones!
La única forma de ser “normal” cuando estas siendo observado o “diagnosticado” por un psiquiatra — un proceso que es totalmente subjetiva y completamente desprovista de cualquier cosa parecida a la actual ciencia — es exponerse absolutamente sin emociones o ningún tipo de comportamiento.
Una persona en estado de coma es una persona “normal”, según el DSM, porque no presentan síntomas que podrían indicar la presencia de esas cosas espantosas llamada emociones o comportamiento.
Una persona en una tumba también es “normal” según la psiquiatría, sobre todo porque la gente muerta no califica para el reembolso del seguro social y por lo tanto no valen diagnosticar o medicar. (Sin embargo si el seguro social cubriese a los pacientes fallecidos, entonces por dios que verias a psiquiatras alineandos en todos los cementerios para medicar a los cadáveres!)
Todos eso es una crueldad, un completo engaño. La Psiquiatría debe abolirse completamente ahora y todos los niños que se les están poniendo drogas que alteran la mente deben de detenerse y dar una buena nutrición en su lugar.
Casi todos los que han sido diagnosticado con un trastorno mental en nuestro mundo moderno está sufriendo realmente de nada más que los desequilibrios nutricionales. Demasiada comida chatarra procesada y venenosa que no muy saludable y no contiene ningun nutriente. A veces, ellos también son envenenados por metales por tomar demasiadas vacunas (aluminio y mercurio) o comer demasiados alimentos tóxicos (mercurio en peces, cadmio, arsénico, etc.). La deficiencia de vitamina D es ridículamente generalizada, especialmente en el Reino Unido y Canadá donde la luz del sol es más difícil de lograr en forma constante.
Pero la razón nutricional nunca se destaca como la solución a los trastornos mentales y las enfermedad y es porque la industria farmacéutica sólo hace dinero vendiendo “tratamientos” químicos para las condiciones que se dan nombres complicados, sonidos técnicos para hacerlos parecer más real. Si los alimentos y suplementos nutricionales pueden mantener el cerebro sano — y créanme, pueden! — entonces ¿quién necesita medicamentos de alto costo? ¿Quién necesita psiquiatras de alto precio? ¿Quién necesita representantes farmacéuticos? ¿Píldora impulsados por los médicos? ¿Y programas de confiscación de dinero para el seguro de la salud obligatorio?
Nadie los necesita! Esta es la simple y evidente verdad del asunto: nuestra sociedad sería mucho más feliz, más saludable y más productiva si mañana toda la industria farmacéutica y la psiquiatría simplemente se desvanecieran durante la noche.
Prácticamente toda la industria es ejecutada por maniaticos verdaderamente locos, hambriento de poder que utilizan su poder para victimizan a los niños (y adultos, también). No existe lugar en la sociedad de la psiquiatría distorsionada que no sea sobre la base de los trastornos fabricados. Toda la operación tiene que ser cerrada, disuelta y prohibida.
Una colaboración de Marge:
Referencia: blogs.Scientific.American.com .
Le llamaban “Diógenes el Cínico“, porque “cínico” venía a significar que vivía como un “perro”, y él tenía la costumbre de tomar el sol desnudo en el césped, en tanto sus colegas filósofos conversaban en el porche. Y mientras los demás discutían los misterios del cosmos, Diógenes prefería disfrutar de algunos rayos de sol; algunos lo han llamado el Jimmy Buffett de la antigua Grecia.
En fin, una mañana, el gran filósofo Platón tuvo un golpe de intuición. Captó la atención de todos, reunió a una multitud a su alrededor, y anunció su deducción: “Un hombre se define como un animal sin pelo, sin plumas y con dos patas”. Entonces, Diógenes saltó repentinamente desde el césped, salió corriendo hacia el mercado, cuando volvió se subió al porche llevando un pollo desplumado, que mantenía en alto mientras gritaba: “¡Contemplad: He aquí … un hombre!”
Estoy seguro de que a Platón no le gustó nada este truco, pero la historia nos recuerda que estos primeros filósofos seguían martilleando los principios más básicos de la ciencia que ahora conocemos como taxonomía: La agrupación de objetos del mundo en categorías abstractas. Esta técnica de atajar la realidad no fue inventada en la antigua Grecia. De hecho, un estudio reciente demuestra, es fundamental para entender la forma de funcionar de que nuestro cerebro.
Trozos de realidad
En el nivel más básico, nosotros en realidad no percibimos objetos separados, sino que percibimos las respuestas de nuestros sistemas nerviosos hacia un flujo ilimitado de ondas electromagnéticas y de reacciones bioquímicas. Nuestros cerebros hacen hueco a ciertos patrones de respuesta neural de las vías sensoriales que llamamos “vista”, “olor”, etc.; pero las habilidades como la sinestesia y la ecolocalización demuestran que incluso las fronteras entre nuestros sentidos pueden ser difusas.
Sin embargo, nuestros cerebros tienen talento para escoger ciertos trozos de la experiencia sensorial y asociarlos con otros estímulos. Por ejemplo, si escucha un ronroneo y sientes una piel frotándose contra tu pierna, tu cerebro sabe asociar el sonido y la sensación con el mullido objeto de cuatro patas que ves a tus pies, y al grupo entero multisensorial lo denominas “gato”.
Es más, los años de experiencia con el gato te han enseñado que no tiene sentido pensar en un gato como si fuera un mueble, un camión o un globo meteorológico. En otras palabras, un encuentro con un gato conlleva un conjunto de significados para ti, y esos significados determinan qué áreas del cerebro se animan en presencia del felino.
Pero ¿dónde está la categoría “gato” en el cerebro? ¿Y dónde lo ha situado en relación a, por ejemplo, “perro” o “jirafa” … o simplemente “mamífero?” Un equipo de neurocientíficos liderados por Alexander Huth, del laboratorio Gallant en la UC Berkeley, decidieron responder a estas preguntas de manera más completa posible: Capturando las respuestas del cerebro a todo tipo de objetos que pudieran revelar.
Trozos del cerebro
La gente del laboratorio Gallant no se quedaron cortos, es posible que los recuerdes como el laboratorio que construyó los “videos mentales” de escenas completas de actividad neuronal de la corteza visual. Pero esta vez, sin embargo, las ambiciones del laboratorio eran aún más amplias.
Un equipo de investigación, dirigido por Alex Huth, enseñó a los voluntarios unos vídeos de larga duración repletos de miles de objetos cotidianos y escenas, desde gatos y pájaros hasta coches y tormentas eléctricas, mientras los sujetos estaban sentados escaneados por fMRI. Luego, los investigadores compararon la actividad de sus cerebros no sólo con cada objeto que habían visto, sino con todo el árbol de categorías de objetos anidados: Una taxonomía de la taxonomía del cerebro. La visión de un “espacio semántico continuo”, donde miles de objetos y acciones están representados en función de otros.
El equipo de Huth recopiló las reacciones de los voluntarios a más de 1.300 objetos y categorías, y dispuso estas respuestas cerebrales no sólo en un árbol de categorías de objetos y de acción, sino en un mapa de gradientes de respuesta a través de toda la superficie del cerebro.
Y tal como se puede ver en los gradientes de color, a la derecha de ese diagrama de árbol (el cual también está disponible como una aplicación interactiva en-línea), las relaciones entre las categorías de nuestro cerebro son multidimensionales. Los objetos pueden ser más o menos “como un animal”, más o menos “artificial”, y así sucesivamente; de hecho, los investigadores dicen que esperan encontrar dimensiones de respuesta más sutiles que miden el tamaño de un objeto y la velocidad.
Asociación y significado
Toda esa charla sobre “las dimensiones de la asociación” nos remite a una idea mucho más profunda de cómo funciona nuestro cerebro: Nosotros entendemos el significado de un objeto en función de los significados de otros objetos, otros fragmentos de la realidad a la que nuestros cerebros les ha asignado ciertas características. En la taxonomía del cerebro, no hay entradas separadas o “archivos”, sólo asociaciones que están con más o menos fuerza correlacionadas con otras asociaciones.
Y esa idea en sí misma plantea profundos dilemas: si las asociaciones definen lo que “es” un objeto o una acción, como argumentan algunos neurocientíficos, entonces ¿por qué el concepto de significado, la representación semántica, necesita introducir una imagen? En lugar de un tipo especial de función mental, ¿no podría ser el “significado”, simplemente, otra palabra para una “asociación?”
La respuesta a esta cuestión no será nada sencillo de encontrar, al menos en el futuro previsible. “No creo que sea posible hacer una afirmación concluyente al respecto a partir de los datos de fMRI,” dice Jack Gallant , director del laboratorio, “y cualquiera que diga lo contrario se equivoca.”
Un solo pixel tridimensional, un voxel fMRI, representa la actividad de alrededor de un millón de neuronas, explica Galán, y con esa resolución es imposible decir cuál es exactamente la actividad neural que está codificando. El significado podría depender de la asociación, la asociación, a su vez, de la codificación semántica, o la relación entre ambas puede estar más matizada de lo que podemos concebir en estos momentos.
De lo que sea que resulte de esa relación, la implicación se mantiene: En nuestro cerebro, el significado y la asociación funcionan al unísono. En el mundo cerebral, incluso nuestros conceptos más abstractos dependen de nuestras propias experiencias del mundo real. Eso es una idea que habría enfurecido a Platón y sus seguidores mucho más que el pollo desplumado de Diógenes, pero como Diógenes demostró esa mañana hace tanto tiempo, la evidencia del mundo real termina triunfando sobre la especulación.
– Autor: Ben Thomas es escritor, periodista, inventor e investigador independiente que estudia la conciencia y el cerebro. Mucho más de su obra se encuentra disponible en http://the-connectome.com.
Imagen 1) Semantic Space. Image: Gallant lab, UC Berkeley. Imagen 2) Semantic Map. Image: Gallant lab, UC Berkeley.
En México, el narco y la corrupción policial ponen límites a la libertad de prensa. Con un sueldo ínfimo y una vocación a prueba de balas los periodistas se enfrentan a la muerte como en ningún otro lugar del planeta.
En toda la II Guerra Mundial murieron 68 periodistas, 36 en la guerra de los Balcanes, y solo en México, un país oficialmente en paz, más de 70 en la última década. La lista se cierra, por ahora, con los cuatro caídos en Veracruz hace menos de 15 días, últimas periodistas caídos en la guerra contra el narcotráfico, un combate largo, costoso y asimétrico en el que, como dice Luz del Carmen Sosa, reportera de El Diario de Juárez, “no se sabe dónde están los buenos y dónde los malos”. “No somos corresponsales de guerra. Ellos van, están unos meses y regresan a su casa. Nosotros vivimos permanentemente en zona de conflicto”, apunta Marcela Turati, fundadora de la organización Periodistas a Pie.
Lucy Sosa comenzó a cubrir la información sobre el crimen organizado en 2008. La primera noticia que tuvo que redactar fue el asesinato de Armando Rodríguez, el compañero que se ocupaba de la fuente policiaca, o la nota roja, como se dice aquí, el 13 de noviembre de ese año. Choco, como se le conocía en la redacción, llevaba meses ocupándose de la guerra que enfrentaba en Ciudad Juárez, en la frontera con Tejas, a los carteles de Sinaloa, el que dirige Joaquín, el Chapo Guzmán, y los remanentes del de Juárez, fundado por Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos, veinte años atrás. El combate entre los dos grupos criminales había sumergido Juárez en un baño de sangre sin precedentes, 791 muertos en octubre, 729 en noviembre… La ciudad era ya para entonces la más violenta de México y, probablemente, del mundo. Una fría mañana de un jueves, junto a su casa, cuando se disponía a llevar al colegio a su hija de ocho años en su modesto automóvil, el reportero recibió 10 balazos, la mayoría en el abdomen.
El Diario de Juárez inició las averiguaciones del crimen en colaboración con las autoridades. El principal sospechoso del asesinato “por hocicón” del periodista resultó ser un policía judicial del Estado de Chihuahua miembro de La Línea, el grupo de agentes al servicio del cartel de Juárez, y su pecado fue investigar los vínculos de familiares de la procuradora (fiscal) general, Patricia González, y del narco. Dos años después, el periódico lanzó una llamada de auxilio al mundo con un dramático editorial titulado ¿Qué quieren de nosotros? tras el asesinato de otro redactor, Luis Carlos Santiago.
La ola de violencia que recorre México, que ha causado desde 2007 más de 50.000 muertos, ha cambiado la forma de hacer periodismo. Muchas fuentes se han secado por miedo, se ha sacrificado la exclusividad y, en gran número de casos, las firmas. Publicar un vídeo, una pancarta o levantar un teléfono puede costar vidas. “Dejamos de firmar la información de alto riesgo, salimos a cubrir los sucesos siempre acompañados y nos avisamos unos a otros entre los distintos medios para ir juntos a ver un cadáver”, cuenta Sosa, que desde agosto no se dedica a la información policial. “Fui amenazada. Por eso me apartaron”.
“Procuro no ir sola, y cuando lo hago informo constantemente sobre dónde estoy o, incluso, alguien monitorea mi ubicación con un GPS. Evito hablar con taxistas o desconocidos. Nunca digo que soy periodista, y no transmito información desde el teléfono móvil”, afirma Marcela Turati. Y añade: “Ahora, el miedo no es que tu artículo tenga un dato mal puesto. El miedo es que maten a alguien por tu culpa o que te maten a ti por lo que escribes”. Por eso, valorar si una historia debe publicarse o no es más que un debate profesional: es moral. “Muchos familiares de víctimas acuden a nosotros antes que a nadie para contarnos algo y que lo demos. Les decimos que, si hacemos lo que piden, lo más probable es que alguien los mate. Pero algunos suplican, son muertos en vida, personas que han perdido a un hijo y ya no tienen nada”, dice la periodista.
Pero Lucy Sosa asegura no sentir miedo. “Cuando uno tiene un compromiso de vida con el periodismo debe hacer su trabajo. El mensaje para todos los compañeros de Veracruz, Nuevo Laredo, Torreón o Tamaulipas es que no se rindan, que el miedo no se imponga ante la obligación de informar”.
Regina Martínez, reportera de Proceso, una revista nacional fundada en 1976 y especializada en el periodismo de investigación, tampoco tenía miedo. El domingo 29 de abril fue encontrada estrangulada en su casa de Xalapa, capital del Estado de Veracruz, al este del país, una plaza en disputa entre el cartel de los Zetas y el de Jalisco Nueva Generación, aliados del Chapo. Y Regina, una periodista honesta, comprometida, seria, incluso hosca para algunos de los que la conocían, firmaba, pese a las amenazas que recibía. De 49 años y con una larga experiencia profesional, siempre dedicada a aclarar las aguas turbias del poder, sus artículos aparecían en la agencia de noticias Apro, que publica el diario Notiver, y eran los únicos que salían en este periódico con su nombre sobre el problema de la inseguridad. Su última información trataba sobre la misteriosa muerte, el jueves 26, también por asfixia, del militante de izquierda Rogelio Martínez Cruz en el puerto de Veracruz.
“Regina era una periodista incómoda. Trabajaba para un medio no controlado por las autoridades y eso le daba una gran libertad”, dice su compañero de Proceso Jorge Carrasco. El periodista denuncia que, desde hace dos años, cada vez que la revista publicaba un reportaje sobre un tema delicado en este Estado, los ejemplares desaparecían. “Era una forma de secuestro. Llegaba un grupo de hombres al quiosco y se los llevaban todos”, explica.
La muerte de Regina Martínez sacudió una vez más, la enésima, las conciencias de los mexicanos. Sin tiempo para reponerse, tan solo cinco días después, cuando se celebraba el Día Mundial de la Libertad de Prensa, eran hallados en un canal de aguas residuales de Veracruz los cuerpos descuartizados de tres reporteros gráficos y una empleada administrativa del diario El Dictamen en cuatro bolsas de basura. Una de las víctimas, el fotógrafo Gabriel Huge, era uno de la docena de periodistas que habían abandonado Veracruz a lo largo del verano pasado tras los brutales asesinatos de Miguel Ángel López Velasco y Yolanda Ordaz, subdirector y reportera de sucesos de Notiver, el único que aún sigue informando sobre los crímenes del hampa.
El Estado mexicano garantiza constitucionalmente la libertad de prensa, y el Congreso acaba de aprobar una nueva ley para proteger a los periodistas. Periódicos, revistas, emisoras, televisiones y unas redes sociales en auge —ya son 10 millones los mexicanos enganchados a Twitter— contribuyen diariamente a un vivo debate público sobre los problemas del país. Pero si contar la verdad de los poderosos —y el narco lo es, y mucho— siempre ha sido una operación de alto riesgo, más aún lo es si se rema en una ciénaga de impunidad. En 2011 fueron asesinados nueve periodistas, dos desaparecieron y otros dos empleados de prensa murieron violentamente. Se registraron ocho ataques con armas de fuego o explosivos contra sedes de medios de información y 172 agresiones relacionadas con el ejercicio del periodismo, según los datos de Artículo 19, una ONG que lucha por la libertad de expresión. La mayoría de las víctimas son periodistas locales, con unos sueldos que oscilan entre los 470 y los 700 euros al mes, de medios modestos, que investigaban casos de corrupción y sus muertes continúan sin esclarecer.
“El crimen organizado no es el único agresor, si bien es el más riesgoso, pero es el Estado, en sus tres niveles de Gobierno —federal, estatal y municipal—, el que permite y tolera que el periodista se convierta en un objetivo no solo para los criminales, sino para cualquiera que se sienta incomodado”, señala Héctor Gordoa, reportero de investigación de UnoNoticias.
Gordoa es un superviviente. Hace dos años estuvo cuatro días secuestrado junto con dos periodistas de Milenio y Televisa en Gómez Palacio (Estado de Durango) por hombres del Chapo. Los narcos pretendían chantajear a sus medios para que emitiesen vídeos a su favor que contrarrestasen informaciones que consideraban beneficiosas para sus rivales del cartel de los Zetas.
“Por más que haya leyes nuevas y más severas para proteger a los periodistas, por más que haya fiscalías especiales, el periodista sigue estando en el desamparo institucional. La ley no detiene las balas. Cuando te quieren matar, te van a matar”, añade Gordoa, que necesitó 18 meses de terapia psicológica tras su secuestro. “Me costó mucho trabajo regresar porque lo que te roban cuando te secuestran es esa autoestima de que lo que haces merece la pena, de que tiene una utilidad social”, afirma.
Los narcos conocen el valor de la propaganda y están atentos a la cobertura que reciben sus crímenes. Obligan a los medios a entrar en una dinámica perversa porque saben que una decapitación o un puñado de ahorcados en un puente muy frecuentado tendrán mayor despliegue en páginas y minutos de televisión que una balacera. Incluso dejan cadáveres en las calles con mensajes indicando cómo esperan verlo reflejado al día siguiente en el periódico local.
Javier Garza, director del diario El Siglo de Torreón, cuya sede ha sufrido dos ataques desde 2009, decidió que no iban a ser voceros del crimen organizado y quitarle escándalo y amarillismo a sus asesinatos. Desde hace unos cinco años, afirma, los grupos criminales quieren controlar “todo lo que se dice de ellos”. El Siglo no publica fotos con sangre y da el mismo tratamiento a todos los homicidios, salvo cuando caen civiles en el fuego cruzado.
El Sur de Acapulco, un pequeño diario del antiguo paraíso turístico, fue atacado en noviembre de 2010. Un grupo de hombres armados irrumpieron a tiros en la redacción y luego intentaron prenderle fuego. No hubo víctimas. Ahora, los trabajadores del turno de noche cierran el periódico desde sus domicilios, y de día las persianas se mantienen echadas. “No tenemos reportera de información policial. La chica que había, renunció”, dice su director, Juan Angulo, quien asegura: “Debemos informar, pero no me perdonaría que a uno de mis reporteros le pasara algo”.
Angulo señala otras dificultades para ejercer el oficio en este país más allá de las amenazas del narco, como “el boicoteo publicitario de las instituciones, las demandas por difamación o severísimas auditorías anuales”. No son las únicas. Periodistas de Ciudad Juárez, Veracruz y otras ciudades denuncian cómo las autoridades niegan el acceso a la información, las fuerzas de seguridad desprecian sus credenciales o algunas compañías de seguros privadas arrastran los pies a la hora de darles cobertura.
Pero ellos siguen en la línea del frente, a sabiendas de que son un objetivo y sientan cada muerte de un colega como propia. Corresponsales de guerra a su pesar, los periodistas mexicanos han convertido la información local en internacional y, hoy por hoy, la búsqueda de la verdad en su país se paga en sangre. Dicen que el periodismo profesional se está muriendo, pero en México este viejo oficio está más vivo que nunca. Como afirma Héctor Gordoa: “¿Vale una vida una noticia? Yo creo que sí, es una responsabilidad que uno asume”.
Con información de Paula Chouza, Inés Santaeulalia y Salvador Camarena.
La noticia generalmente llega con un mensaje al teléfono móvil: balacera en tal colonia. Enfrentamiento en tal avenida. Uno, dos, tres cadáveres tirados en la calle. A veces pasa un par de veces al día, hay periodos de al menos un mensaje diario y hay tramos de tres, cuatro días, sin novedades.
A lo largo de cinco años, en El Siglo de Torreón hemos aprendido a reaccionar de manera automática a este tipo de eventos, mientras la violencia se ha extendido por La Laguna, una de las regiones más inseguras de México.
La ciudad de Torreón ancla una zona metropolitana que se extiende a través de los Estados de Coahuila y Durango y que durante el último lustro ha sido territorio en disputa de grupos del crimen organizado. Los 89 homicidios de 2007 se multiplicaron por más de 10, hasta alcanzar la cifra de 995 en 2011.
Atrapados en esta guerra hemos quedado los medios de comunicación que todos los días reportamos la violencia, mientras los grupos delictivos se mantienen pendientes de lo que se dice de ellos y de sus crímenes.
Nuestro objetivo es doble: minimizar el riesgo de los periodistas que cubren los hechos violentos y evitar ser portavoces de los mensajes que los delincuentes buscan mandar con sus actos.
La saña forma parte del mensaje. Un cuerpo decapitado, por ejemplo, tiene más impacto noticioso que un cuerpo baleado. Una manta con el mensaje amenazante de un grupo es noticia, pero más lo es una balacera en un bulevar transitado.
La forma de responder a estos hechos es publicar la noticia, pero cuidando el apego a la versión más fiel, para no generar pánico innecesario. Reportamos un hecho violento en redes sociales solo hasta tenerlo verificado, levantamos la información preliminar y se elabora una nota con los datos oficiales de las autoridades.
Las medidas de seguridad que hemos desarrollado han sido la respuesta a la ausencia de garantías por parte de autoridades para hacer nuestro trabajo de manera segura. La impunidad en las agresiones a medios y periodistas es casi total, al igual que la impunidad en la inmensa mayoría de los 50.00 homicidios y las decenas de miles de secuestros y asaltos de los últimos años.
¿Privamos al público de información? Eso queda a la opinión de cada lector. Pero siempre hay un dilema, pues el peligro es constante, pues a cada hecho puede seguir el intento del grupo criminal responsable por controlar la noticia. Y la responsabilidad de balancear nuestra seguridad con el deber de informar nos pone en un precario equilibrio.
Si bien la mayoría de los hechos violentos ya no llegan a la primera plana (la violencia es tan común que dejó de ser noticia), de vez en cuando debemos abandonar la cautela ante hechos que tienen un alto impacto social.
Cuando ocurrió una balacera fuera del estadio de fútbol en agosto del año pasado, y la noticia dio la vuelta al mundo, no hubo duda, a pesar de que los criminales que habían provocado el tiroteo podrían lanzar una amenaza.
No la hubo en ese momento, pero eso no significa que el peligro no esté presente. En dos ocasiones hemos pagado por informar. Un grupo armado atacó nuestro edificio con fuego de AK-47 en agosto de 2009. No hubo detenidos, y la impunidad que reinó en ese hecho permitió que, en noviembre de 2011, otro grupo explotara un vehículo fuera del edificio y lo rociara con una ráfaga de metralleta.
Se volvió a abrir una investigación que, otra vez, no llegó a nada.
Es la marca de los tiempos. Ante la ausencia de autoridad, a la redacción siguen llegando las alertas de hechos violentos por toda la zona metropolitana. Solo nos queda nuestro afán por buscar que ese equilibrio entre información y seguridad no se rompa.
Javier Garza Ramos es subdirector editorial de El Siglo de Torreón.
http://sociologosplebeyos.com/2012/12/26/mexico-donde-la-noticia-vale-una-vida/
Hoy, Max y Stacy debaten sobre cómo van las cosas para los trabajadores en EE.UU. Mientras, Stacy ve positivo el regreso de algunos fabricantes, Max dice que el sistema es tan corrupto que los trabajadores jamás podrán ver su riqueza. Luego, Jonathan Feldman opina sobre la política industrial de EE.UU. que externaliza su producción militar a China.
REIKIAVIK, dic (IPS) – El chino Xing Haiou tuvo que dormir en una camilla de masajes, en una habitación sin ventanas, tras trabajar 12 horas al día en los primeros 18 meses de su radicación en la capital de Islandia.
Haiou fue llevado a Islandia por una parienta lejana, Lina Jia, para quien trabajó sin percibir salario alguno entre junio de 2002 y diciembre de 2003. Ella enviaba una suma mensual pequeña a sus padres por “tomar prestado” a su hijo para emplearlo en su sala de masajes.
Finalmente, Haiou terminó acusándola de explotación laboral y logró que le pagara una suma equivalente a 18 meses de trabajo, incluidas las horas extras.
Pero en ese entonces no fue reconocido como víctima de trata de personas y trabajos forzosos. Ahora, las autoridades se esfuerzan por ampliar la definición de esos términos para proteger mejor a víctimas y sobrevivientes como este inmigrante chino.Según dijo a IPS una fuente que pidió reserva de su identidad, se hacen tres preguntas para definir si hubo tráfico de personas: qué se le hizo a la víctima, qué métodos se utilizaron para ello y cuál fue el fin para hacerlo.
Las pautas de la policía islandesa para trata y tráfico humano derivan en gran parte de la Guía para la Identificación de Posibles Víctimas de Tráfico de Noruega.
Estas pautas también buscan corregir tres errores comunes respecto del tráfico y la trata: que si la persona no aprovechó oportunidades para escapar, él o ella no fueron coaccionadas; que las personas no pueden decir que fueron víctimas de tráfico si sus condiciones actuales son mejores que las anteriores; y que para que un caso sea considerado tráfico, la personas o grupo de personas involucradas tienen que haber cruzado una frontera nacional.
“Si las personas usan una definición de tráfico demasiado restringida, excluimos a la mayoría de las víctimas. Básicamente, si se explota la situación de vulnerabilidad de una persona, se habla de tráfico”, según Margret Steinarsdottir, abogada del Centro de Derechos Humanos de Islandia.
“Si la gente viene a Islandia por voluntad propia, aun si saben que se meten en una situación en la que serán explotadas, pueden ser consideradas víctimas de tráfico”, añadió.
Su opinión refleja el marco de la Convención del Consejo de Europa sobre la Lucha contra el Tráfico de Seres Humanos, adoptada en Varsovia en 2005.
Steinarsdottir trabajó con numerosas personas que podrían ser consideradas víctimas de tráfico humano. Al contrario de la opinión popular, no todas están atrapadas en redes de comercio sexual ni son todas mujeres.
En Islandia, el trabajo forzoso prevalece en sectores como la construcción y la agricultura, y una gran cantidad de víctimas de tráfico humano terminan como niñeras en domicilios particulares.
Los restaurantes también ocultan a una gran cantidad de trabajadores forzoso, la mayoría procedentes de los países de Europa oriental, quienes suelen trabajar unas 16 horas al día.
Según la abogada, la mayoría de la gente cree que el tráfico es una cuestión de grupos delictivos organizados, pero en realidad muchas personas son atraídas con la promesa de un empleo estable.
A la joven china Sun Fulan le prometieron un “trabajo de ocho horas al día haciendo trabajo doméstico diurno con los domingos libres”.
Pero terminó trabajando de 14 a 15 horas por jornada repartiendo diarios y panfletos, trabajando en un salón de masajes y ayudando a renovar tres propiedades pertenecientes a Lina Jia, la misma que trajo a Haiou a este país.
Pese a la larga jornada laboral, en la que también realizó tareas domésticas, Fulan solo recibió un porcentaje de lo que se le había prometido. Finalmente, en febrero de este año, escribió a las autoridades islandesas y chinas denunciando la situación.
Steinarsdottir también mencionó casos de mujeres inmigrantes que se casaron en Islandia y fueron obligadas por sus maridos a prostituirse. En Muchas veces, los hombres se quedan con sus ingresos y las amenazan con enviarlas a sus países de origen si protestan.
Esa situación también puede considerarse tráfico humano, sostuvo la abogada.
Steinunn Gydu- og Gudjonsdottir, responsable de Kristinarhus, un refugio para mujeres víctimas de prostitución o tráfico, también tuvo que lidiar con un caso de trabajo forzoso.
“No estaba claro si la mujer fue traída a Islandia solo por trabajo forzoso o también por prostitución, pero tenía todas las características, no tenía su pasaporte, le sacaron todos sus ingresos y fue amenazada”, dijo Gydu- og Gudjonsdottir a IPS.
Al ser consultado sobre cómo las autoridades tratan casos de trabajo forzoso, la mayoría se presentan en los alrededores de la capital, Asgeir Karlsson, de la Comisión Nacional de la Policía, dijo a IPS: “Solemos mandar a las personas al sindicato, de lo contrario la comisaría más cercana a ella toma el caso”.
“No escuché ningún caso de trabajo forzoso este año, y no suelen aparecer tan seguido como antes de la crisis bancaria de 2008″, según la abogada Steinarsdottir.
“Pero eso puede deberse a que la gente afectada tiene miedo de denunciar por temor a no conseguir otro trabajo”