Las investigaciones del Dr. Richard E. Leakey en el África, tratando de encontrar los orígenes del hombre nos ha trasladado a un pasado de casi 2 millones de años, mucho más antiguo de lo que se pensaba. Sin embargo, las teorías que se elaboraron tras estos hallazgos se vinieron abajo con los hallazgos más recientes que se han producido en Etiopía. Las probabilidades de que el Homo Sapiens o su supuesto antecesor el Homo Erectus hubiesen desarrollado
un lenguaje hace unos 6 millones de años empieza a tener visos de realidad. Richard Erskine Frere Leakey (19 de diciembre de 1944, Nairobi, Kenia), es un paleontólogo, arqueólogo, ecologista y político. Es el segundo de los tres hijos de los arqueólogos Louis Leakey y Mary Leakey. Richard Leakey nace y se cría en una familia de arqueólogos, siendo sus dos padres mundialmente famosos por el descubrimiento de fósiles homínidos e instrumentos de millones de años de antigüedad. El trabajo de campo que sus padres realizaban influyó en su formación despertando su interés por la naturaleza y por la evolución de la vida. Sin embargo, decidido a independizarse y no seguir el camino de sus progenitores, Richard opta a la edad de dieciséis años por dejar la escuela secundaria y trabajar en diversas actividades, como vendedor de animales y esqueletos a instituciones de investigación, como fotógrafo de safaris y más tarde entrenándose como piloto de avión. Sin embargo, redescrubrirá paulatinamente lo que él llama su amor por la paleontología, actividad que lo acompañaba en su entorno familiar desde su infancia. Trabajando en la recolección de fósiles con Kamoya Kimeu, Leakey aprenderá a distinguirlos y clasificarlos, adquiriendo así toda su formación profesional de lo que observaba y oía en las excavaciones. Habiendo conocido en una expedición en Kenya a Margaret Cropper, Richard viaja a Inglaterra cuando ella retorna, completando allí sus estudios secundarios. Sin embargo, ambos decidirán casarse y regresar a Kenya sin proseguir estudios universitarios..
La primera gran excavación en la que Richard Leakey se involucra tuvo lugar en 1967. Dicho año había asumido el liderazgo de una expedición realizada por un contingente internacional, formado por keniatas, franceses y americanos, en un safari al Valle inferior del Omo, en Etiopía. Al regresar en aeroplano, una tormenta obligará al piloto a desviar su curso y es entonces cuando Leaky divisa accidentalmente en las periferias del Lago Turkana una vasta área de arenisca y otros depósitos sedimentarios, material donde pueden encontrarse fósiles. Tras visitar el área más tarde y cerciorarse de ello, Leakey solicitará y obtendrá de la National Geographic Society una subvención de 25 mil dólares para una primera excavación. A lo largo de los años, el fruto del trabajo en esta zona serán los fósiles de más de 160 homínidos y la dedicación plena en los próximos años de Leakey a la paleontología. Sus descubrimientos más importantes de fósiles homínidos se verán en África Oriental. En 1967 en el valle del Omo, en Etiopía. En 1969, un cráneo de Paranthropus boisei. Luego un cráneo de Homo habilis en 1972 y otro que se calsificó como Homo erectus en 1975. En 1978, un cráneo intacto de Homo erectus. En 1984, Kamoya Kimeu, un integrante del equipo de Leakey, encontró, cerca del Lago Turkana, el esqueleto completo de un niño de 12 años o menos, con antigüedad de por lo menos 1,5 millones de años, clasificado como Homo erectus u Homo ergaster. Leakey y Roger Lewin describieron este hallazgo del Niño de Turkana en su libro Origins Reconsidered (1992). Al poco tiempo, Leakey y su equipo descubrieron un cráneo de la especie Paranthropus aethiopicus. Su esposa Meave Leakey y su hijo Louise Leakey continúan aún sus investigaciones al norte de Kenya.
En la esencia del hombre está la de buscar comunicarse. Esto también es aplicable a los animales, pero con medios distintos. Los elefantes y las ballenas se comunican con sonidos de onda larga capaces de ser percibidos a cientos y en algunos casos a miles de kilómetros de distancia; algunas especies de pájaros de las islas Galápagos con sus chillidos e inflando enormes bolsas de aire de color rojo debajo del cuello, durante la época del apareamiento; los camaleones de Madagascar se comunican mediante cambios de color; los mosquitos y otras especies de insectos lo hacen con sonidos de diferente longitud de onda producidos por sus alas, que son recogidos por las antenas del interlocutor; los mamíferos y cientos de otras especies, tanto animales como vegetales, se comunican con olores y colores de gran diversidad, y así sucesivamente. La lista sería interminable. Se considera que las especies se extinguirían si no pudieran comunicarse. Se considera que el arte de la supervivencia está ligado al arte de la comunicación.
El Dr. Leakey sorprendió al mundo científico durante la segunda mitad del siglo XX con hallazgos y teorías que hoy día nos parecen poco sólidas. Sin embargo, gracias a personas como el Dr. Leakey la ciencia de la antropología ha logrado avanzar algo, aunque con mucha mayor lentitud que los avances tecnológicos. ¿A qué se debe este desfase? Seguramente la respuesta está en el miedo al ridículo profesional por parte de científicos serios y a las escasas evidencias que existen, que en muchos casos no parecen suficientes a los medios científicos o académicos. Hay que tener en cuenta que una catástrofe como el célebre Diluvio Universal, hace unos 12.000 años, en que se produjeron maremotos con olas de varios centenares de metros de altura, se supone que barrió todo vestigio de vida y de edificaciones de la faz de la Tierra. África está en el punto de mira como el origen de la raza humana y en cambio se considera a Asia como la cuna de la civilización. Y con cierta frecuencia se encuentran nuevas pistas y fragmentos fósiles que nos dejan perplejos. Por ejemplo, los hombres de Java y de Pekín pueden tener 500.000 años y son considerados ancestros próximos al Homo Sapiens, mientras que otras evidencias encontradas en la China lo mueven a 1 millón de años atrás. Las cifras normalmente aceptadas para establecer un antepasado que ya caminaba en forma erecta y tenía dientes parecidos a los nuestros, se remontan a unos 1.700.000 años. La aparición del hombre con características de la familia de los homínidos, diferenciado de la familia de los simios, se remonta a unos 1.400.000 años, a comienzos del período cuaternario.
Sin embargo, todos estos hallazgos y teorías fueron puestos en cuestión gracias a Yohannes Haile Selassie, un joven estudiante de antropología etíope, que en 1977 encontró, a 225 km de Addis Abeba, en una zona árida y rocosa, los restos de una mandíbula inferior que situó el origen del Homo Erectus entre 5,2 y 5,8 millones de años de antigüedad. Desde entonces se han encontrado restos de manos, pies y brazos de 11 individuos, atrapados en sedimentos de ceniza volcánica. Es llamativo el hecho que no se hubieran encontrado cráneos u otras partes del cuerpo, dando a suponer costumbres caníbales, que parece fueron algo bastante habitual durante largas épocas. Este caso se parece a los hallazgos más recientes de unos restos humanos apilados procedentes de la cultura moche en el Perú. La cultura moche, también llamada cultura mochica, es una cultura arqueológica del Antiguo Perú que se desarrolló entre el 100 a. C. y el 800 d. C. en el valle Moche teniendo como capital al territorio que actualmente se denomina Huacas del Sol y de la Luna en la región La Libertad, ésta cultura se extendió hacia los valles de la costa norte del actual Perú. Las sociedades moche desarrollaron una compleja tecnología de canales de riego, evidenciando amplios conocimientos en ingeniería hidráulica y ampliando la frontera agrícola. Además, hicieron uso intensivo del cobre en la fabricación de armas, herramientas y objetos ornamentales. Fueron considerados los mejores ceramistas del Perú antiguo gracias al fino y elaborado trabajo que realizaron en sus cerámicos. En ellos representaron a divinidades, hombres, animales y escenas significativas referidas a temas ceremoniales y mitos que reflejaban su concepción del mundo, destacándose la asombrosa expresividad, perfección y realismo con que los dotaban.
Políticamente, las sociedades moche —de fuerte segmentación en clases sociales— se organizaban en señoríos comandados por autoridades religioso-militares. En general la cultura mochica tuvo un gran desenvolvimiento en la zona de la costa del norte del Perú. En esta zona se desarrollaron de una manera impresionante, construyendo grandes templos que dejan gran parte de su legado. Fue algo muy avanzado el tener un sistema de irrigación y una forma de controlar el río con motivo de regar el casi desierto que era el norte del territorio, al igual fueron grandes maestros al tratar el metal y el oro. Por sus dioses castigadores, la representación de dioses decapitadores era muy común, siendo el decapitador principal Ai Apaec, quien también era el dios supremo y la principal deidad de los mochicas. Estos dioses muestran clara influencia de la cultura chavín, que fueron anteriores a ellos (los moches). Se puede apreciar el parecido en los colmillos y las formas felínicas en algunos. Los sacrificios humanos eran practicados por los mochicas con fines religiosos. El mar ejercitó sobre los mochicas un atractivo especial. Los habitantes de la cultura mochica tuvieron gran experiencia como pescadores y eso lo demuestra las antiguas embarcaciones que usaban y que hasta ahora se siguen fabricando denominadosCaballitos de Totora. Los moches tenían un gran desenvolvimiento como pescadores en las costas cercanas al valle moche en el norte de Perú. Provistos de sus caballitos de totora, que ya tenían cerca de tres mil años de antigüedad entonces, se convirtieron en diestros pescadores, de la misma manera que organizaron expediciones que arribaron hasta la isla de Chincha para extraer el guano, tan eficiente para el abono de las chacras. Poseían también naves guerreras que eran tripuladas por más de tres o cuatro personas y que transportaban a grupos militares o a los prisioneros vencidos en las guerras. No son distintas a las fabricadas por los mochicas y otras culturas desde el 1000 a. C.
Según las evidencias encontradas, lo que marcó la diferencia fundamental fue el bipedalismo. Aunque aparentemente las ventajas de caminar a cuatro patas son muchas, parece que las ventajas de hacerlo con dos debieron ser mayores y esto hizo que la costumbre persistiera y la especie evolucionara en esta línea. Sin embargo, por lo que parece, el proceso evolutivo en este sentido todavía continúa. Por ejemplo, en los Estados Unidos la ciencia de la quiropráctica pretende completar el camino que aún le falta a la evolución. Al menos el 30 por 100 de la población mundial sufre de dolor de espalda y las lesiones en la columna son comunes en la especie humana debido al bipedalismo. Esto quiere decir que todavía no nos hemos adatado suficientemente a esta modalidad de movilidad. Según investigaciones efectuadas, con la edad los cartílagos de los huesos de la columna se aplastan y las vértebras se sueldan formando una estructura rígida. Es común encontrarse con lesiones o hernias entre la tercera y la quinta vértebra lumbar. ¿Podría ser debido a que se produjo un salto repentino mediante manipulación genética, que se saltó millones de años de evolución? (ver artículos en este blog sobre los Anunnaki y Sumer). Tan pronto el estudiante etíope publicó sus estudios, un equipo de investigadores franceses dijo tener pruebas de que el Homo Erectus se remontaba a 6 millones de años. Vemos que lo que se creía en el siglo XIX que era el antepasado más antiguo del hombre, con escasos 50 mil años, ha saltado recientemente a una cifra que parece desconcertante. Pero para sorpresa de los antropólogos, las evidencias que van apareciendo ponen en serias dudas las bases arqueológicas y antropológicas oficialmente aceptadas. Teniendo en cuenta que se piensa que el hombre desciende del “pleisidapis”, una especie de ardilla gigante que existió hace más de 70 millones de años y que el hombre de Neanderthal desapareció exterminado por el de Cro-Magnon hace escasos 30 mil años, podemos entender la perplejidad existente.
Últimamente se han descubierto vestigios de que la raza humana actual tiene algunas características del Neanderthal y que se produjo algún cruce ocasional entre estos y el hombre de Cro-Magnon Con el hallazgo de pruebas en todos los continentes, el origen del Hombre se remonta cada vez a épocas muchísimo más antiguas que las propuestas, en donde sorprendentemente el “pleisidapis” aparece curiosamente como una especie más reciente que el mismo hombre, que se consideraba una evolución del mismo. A inicios del siglo XXI en la Exposición de Viena se expusieron cientos de objetos antiquísimos de origen desconocido, algunos de los cuales mostraban extraños mecanismos y ponían de manifiesto que el origen del hombre es mucho más antiguo de lo que se pensaba. Existe una gran diferencia entre vestigios humanos petrificados, fosilizados o momificados. La cabeza del hombre de Pompeya es un vestigio humano petrificado. La cabeza cubierta por la lava, al enfriarse en su contacto con el aire, se conservó en forma casi intacta. Una especie de momia de piedra de 2000 años. Recientemente Discovery Channel quiso demostrar, mediante el análisis del ADN de un grupo de personas, que todo el linaje humano provenía de una pareja única, que vivió en el África meridional hace unos 128 mil años. Si bien es cierto que el linaje humano puede trazarse con muestras de ADN hasta un origen específico, la pregunta que queda por contestar es si la primera pareja humana tuvo su residencia en ese lugar o si no existieron otros grupos humanos mucho más antiguos, provenientes de otra pareja única, y que desaparecieron.
La Biblia afirma que el paraíso terrenal estuvo entre los valles del Tigris y el Eufrates. Pero las catástrofes, las guerras y el paso de los siglos parecen haber escondido toda huella. La reciente guerra de Estados Unidos con Irak, aún colaboró más a destruir nuestro pasado, con bombas y saqueos. ¿Existía un plan secreto para hacer desaparecer vestigios comprometedores? En Bagdad puede visitarse un árbol plantado en el supuesto lugar donde existió el paraíso terrenal. Pero de ahí a la verdad hay un largo trecho. La fosilización es un proceso diferente, mucho más lento, que necesita millones de años y que supone que un resto orgánico es recubierto por capas de arena y sales en un proceso sedimentario sometido a grandes presiones, que terminan convirtiendo el compuesto molecular orgánico en compuestos de carbón, como el carbonatos de calcio. Es fácil desintegrar un fósil si se somete a una inmersión en ácido sulfúrico u otros ácidos. Y los fósiles de amonitas más recientes que conocemos tienen unos 40 millones de años. Las manos humanas fosilizadas antes comentadas han sido examinadas por universidades y laboratorios norteamericanos y se calcula que pueden tener una antigüedad de unos 130 millones de años. Esto es asombroso si consideramos las teorías sobre la evolución humana y los hallazgos encontrados. Entonces nos tenemos que hacer la pregunta: ¿En qué queda toda la teoría antropológica actual? Esta formidable prueba es una más que va completando poco a poco el puzzle de la historia, más antiguo, complejo y misterioso de lo jamás imaginado. Ahí es donde tenemos que volver a plantearnos que grandes catástrofes han borrado gran parte de las huellas del hombre antiguo (ver artículo “Evidencias de civilizaciones perdidas – ¿hallazgos en eras geológicas imposibles?”)
Es como si el ángel descrito en el Génesis hubiese defendido con su espada de fuego el camino de regreso a esa historia del paraíso perdido y desaparecido en el tiempo. Es como si cada intento del hombre en su búsqueda de la eternidad hubiese sido boicoteado, tal como sucedió con los misteriosos incendios de bibliotecas con manuscritos milenarios. Tal vez por la misma mano que barrió la Atlántida y las ciudades de Sodoma y Gomorra. Analizando las huellas fosilizadas dejadas por una mano como si fuera un molde, pudo observarse que la mano parecía de un niño o adolescente y que los dedos índice y medio parecían haberse hundido con más fuerza en esa especie de lodo o lava fosilizados millones de años atrás. También pueden observarse las huellas de gigantescos pies humanos entremezcladas con las de dinosaurios en varios lechos rocosos a las orillas del río Paluski, en los Estados Unidos, y que son otro testimonio de que el hombre, una enigmática raza de gigantes, convivió con los grandes dinosaurios de la prehistoria. Otros testimonios nos han llegado de piedras gravadas en Ica (Perú), en donde hombres y dinosaurios se disputaron el hábitat o aprendieron a convivir (ver artículo “¿Existió una civilización que coexistió con los dinosaurios?”). Hoy día conocemos cómo la evolución humana tomó varios caminos que llevaron a la extinción del Homo Erectus antes de llegar alHomo Sapiens. Otras veces, grandes civilizaciones antiguas perecieron por terribles catástrofes cósmicas. Innumerables pruebas demuestran que el hombre llegó a convivir con los grandes saurios de la prehistoria. También tenemos el misterioso capítulo 6 de la Biblia, que se refiere a los Nefilim, así como el libro de los Números cuando habla de los hijos de Anac. Parece como si el laberinto de nuestros orígenes se vaya clarificando cada vez más, a pesar de las reticencias de la ciencia oficial.
Los Nefilim o Nephilim (“derribadores”) son, en la Biblia y otros escritos religiosos judíos y cristianos tempranos, un pueblo de gigantes o titanes que se mencionan en el Génesis 6:4 y en el Libro de los Números 13:33. Los Nefilim son hijos de los “hijos de Dios” y las “hijas del hombre“. Según la traducción, el término nefilim se ha traducido variadamente por “gigantes”, “titanes” o aún se ha dejado en el original hebreo. Para los arameos, el término Nephila se refirió específicamente a la misteriosa constelación de Orión, y así los Nefilim serían descendientes medio divinos de esta constelación. Según la Biblia, los Nefilim aparecen como el deseo contranatural de algunos ángeles inicuos de tener relaciones sexuales con las mujeres de la tierra. Y aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra y les nacieron hijas, al ver los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas. Entonces dijo Yahvé: «No contenderá para siempre mi espíritu en el hombre, porque ciertamente él es carne; pero vivirá ciento veinte años». Los nefilim se hallaban en la Tierra en aquellos días, y también después, cuando los hijos del Dios [supuestamente verdadero] continuaron teniendo relaciones con las hijas de los hombres y ellas les dieron a luz hijos, estos fueron los poderosos que eran de la antigüedad, los hombres de fama.
Igualmente los gigantes son nombrados en otros textos considerados apócrifos, tales como elLibro de Enoc: (de la biblia etíope); presenta una descripción más detallada sobre los gigantes bíblicos. El diluvio universal, y como consecuencia la destrucción de toda la humanidad fue provocada por estos seres, que no habrían sido creados según los planes de Dios, y no tienen capacidad espiritual y por tanto no tienen resurrección. Similarmente se trata según otras versiones, de la descendencia de los ángeles caídos y las hijas de Caín, de donde surgió esta raza con el fin de sabotear los planes de Dios, cruzándose y contaminando la descendencia de Adán. (Ne-phil’-im, significa derribadores). La palabra Refaim se interpreta también como fallecido o muerto. También se habla de ellos en el Libro de los Jubileos (la biblia etíope), y complementa la historia presentada en el Libro de Enoc. En Baruc leemos: “Allí nacieron los famosos gigantes de los primeros tiempos, de gran estatura y expertos en la guerra. Pero no fue a ellos a quienes Dios eligió y les dio el camino de la ciencia; ellos perecieron por su falta de discernimiento, perecieron por su insensatez“. Y en el Libro de la Sabiduría (un libro Deuterocanónico de la Biblia) se dice: “Así también, al comienzo, cuando murieron los orgullosos gigantes, la esperanza del mundo se refugió en una balsa (Arca de Noé) que, conducida por tu mano (Yahvé), dejó al mundo la semilla de una nueva humanidad“.
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