Muchas leyendas tratan de cada uno de los Caballeros de la Mesa Redonda. Una de las más interesantes es el poema del siglo XIV Sir Gawain y el Caballero Verde. Este comienza con Arturo y sus caballeros celebrando la Navidad y el Año Nuevo en la corte de Camelot. La fiesta es interrumpida por la llegada de un enorme hombre de piel verde que sostiene un hacha. El Caballero Verde reta a los caballeros de la sala a golpearle en el cuello con su propia hacha, con la condición de que él tendrá la oportunidad de devolver el golpe después de un año y un día. Gawain acepta el reto y corta la cabeza al Caballero. El Caballero Verde, sin embargo, recoge su pesada cabeza, que dice a Gawain que busque laCapilla Verde cuando pase un año y un día, para recibir su golpe. Entonces, el Caballero monta su caballo y galopa fuera de la sala. Gawain viaja en busca de la Capilla Verde y se aloja en un castillo cuyo dueño sale de caza todos los días y dice a Gawain que tienen que darse mutuamente lo que reciben durante el día. Mientras su marido está de caza, la Dama caza a Gawain. Él recibe sus besos de mala gana, y más tarde, se los da al marido a cambio de lo que ha cazado. El tercer día, la Dama da a Gawain su cinturon verde, y esto no se lo da al señor, porque sabe que este lo reconocerá.
Cuando llega el momento, Gawain acude a su cita en la Capilla Verde, un túmulo vacío cerca de un arroyo en el claro de un bosque. Allí se encuentra con su oponente y permanece en pie para recibir el hachazo que sólo le corta ligeramente. Se da cuenta de que si le hubiera dado el cinturón de la dama a su anfitrión no habría sido herido, por que el Caballero Verde que el Señor, y él y su esposa lo estaban poniendo a prueba. Gawain regresa a Camelot con el cinturón verde puesto como símbolo de su vergüenza por haber decepcionado a su anfitrión, pero los caballeros de Arturo y sus damas consideran su aventura tan digna que deciden que todos los Caballeros de la Mesa Redonda lleven en lo sucesivo un cinturón verde. Un tema importante en el mito artúrico es la búsqueda del Santo Grial, supuestamente el cáliz en el que bebieron Jesús y sus discípulos durante la última cena y la copa en la que se recogió la sangre de Cristo cuando fue atravesado por una lanza mientras estaba colgado en la cruz. El Grial, si bien es aparentemente un símbolo cristiano, puede ser considerado una versión del caldero mágico de la leyenda pagana. Tanto el Grial como el caldero tienen poderes curativos, guardan asociaciones femeninas muy fuertes y conceden sabiduría e inspiración.
La materia de Bretaña finaliza con un Arturo herido de muerte en la Batalla de Camlann y enviando a sir Bedivere a lanzar la espada Excalibur de nuevo al lago del que había salido. Arturo es llevado entonces a la mística Isla de Avalon, Tierra de los Manzanos, y algunos creen que es Glastonbury Tor de Somerset. Sin embargo, Arturo no muero sino que duerme, y despertará cuando su país lo necesite una vez más. Por esta razón se le conoce como el Rex Quondam Futurum, el Rey del Pasado y del Futuro. La leyenda de Arturo, ha inspirado a varias generaciones de artistas creativos, desde el poeta del siglo XV, Sir Thomas Malory, cuya épica Muerte de Arturo es uno de los grandes clásicos de la literatura inglesa, pasando por los artistas del siglo XIX de la fraternidad prerrafaelítica, hasta llegar al director de cine John Boorman, cuya película Excalibur representa la versión de mayor éxito sobre Bretaña. Si bien aquí nos hemos centrado en los cuentos celtas, todas las culturas tienen sus propios mitos y leyendas que cumplen funciones similares y contienen motivos parecidos. El bardo no celta no tiene que buscar muy lejos para encontrar los cuentos tradicionales de su propia cultura, pudiendo encontrarlos en las leyendas escandinavas de Odín, Thor y Freya, los mitos griegos de Zeus, Hera y los dioses del Olimpo, sus equivalentes romanos Júpiter, Minerva y otros, los dioses hindúes de los Vedas Brahma, Agni, Sarasvati, Shiva, los cuentos Lakota de la Mujer Búfalo Blanco, el pueblo africano Fang y sus historias sobre el padre cielo, Nzame, y la madre selva, Nyule, o los Buryats de Siberia con sus cuentos del príncipe gran toro,Buxa Noyon, y la vaca madre, Buxtan Xatun. Muchas culturas nombradas aquí tienen también, o tuvieron en algún momento, sus propios especialistas en la transmisión de canciones e historias tradicionales. Los poemas épicos griegos, la Ilíada y la Odisea, se atribuyen a Homero, un bardo griego que vivió alrededor del año 700 a. C.
Los brahmanes de la India védica eran sacerdotes que cantaban himnos de plegaria a los dioses y cuya tarea consistía en conservar y transmitir dichos himnos a las generaciones futuras. Los versos que hablaban de las hazañas de Odín y su familia eran competencia de los skald, el equivalente escandinavo de los bardos celtas, mientras que las canciones de Carlomagno sus caballeros fueron transmitidas por los trovadores medievales franceses. Conocer los cuentos tradicionales de nuestra cultura puede llevarnos a un entendimiento más profundo de quiénes somos, de dónde venimos y cómo nos relacionamos con nuestra cultura y las demás. Esto, a su vez, nos ayuda a relacionarnos con nuestros antepasados, tanto humanos como divinos. Descubrir los cuentos tradicionales de otras culturas también puede enseñarnos muchas cosas tenemos en común con la gente de todo el mundo. Busquemos donde busquemos, se repiten los temas básicos: los dioses de la luz y la oscuridad luchan unos contra otros; los héroes mortales se oponen a criaturas aterradoras, ayudados u obstaculizados por los dioses; dioses y mortales viven, aman y mueren; y magos, sacerdotes, druidas, brujos, adivinas o médicos se esfuerzan por obtener conocimiento y poder del otro mundo. La fascinación por tales temas universales hace que los cuentos tradicionales continúen ejerciendo una magia atemporal en la mente humana. Esperemos que el actual resurgimiento del interés en la tradición barda se encargue de que sean representados y transmitidos para las generaciones futuras.
Ruiz Gomez escribió una interesante obra, titulada “Druidismo“, en que me he basado en parte para escribir este artículo. Con el paso del tiempo, la inspiración se mueve a través de la creatividad y el conocimiento y penetra en el alma, donde se transforma en magia y misterio. La madurez personal es parte del proceso, pero el druidismo también trabaja con y para las comunidades, el ancho mundo y otros mundos más lejanos. El druidismo ofrece una reconexión y una curación de todos los aspectos del ser. Conectamos de nuevo con el mundo natural, los ciclos del tiempo, y los procesos de cambio, nacimiento, muerte y renovación mediante la celebración de las estaciones del Sol y las fases de la Luna, y honrando y trabajando con la sustancia y el espíritu del mundo de los minerales, las plantas y los animales. Conectamos con nuestras familias y amigos reuniéndonos para celebrar festivales y ritos de paso que marcan nuestro crecimiento personal y los cambios de las relaciones con quienes nos rodean y con el mundo. Conectamos con nuestra herencia honrando a nuestros antepasados, sus vidas, sus enseñanzas y sus creencias; y con la tierra, mediante la meditación o los ritos en los lugares sagrados, sean estos árboles arroyos o círculos de piedra de nuestros antepasados. El druidismo ofrece un acercamiento holístico (global) a la vida, honrando y celebrando tanto lo físico como lo espiritual. Es una filosofía verde, una filosofía que afirma la vida, al considerar sagrada toda la creación. Es una actitud mental cuyos hijos respetan, comprenden y aman. Aquí mostramos las enseñanzas de nuestros antepasados, dioses y guías, así como el espíritu del mundo natural, del Sol, de las estrellas y la Luna, el árbol y la hoja, el viento y la lluvia, el mar y el río, la piel y las plumas. El lector puede aprender a encontrar nuevas y fuertes relaciones con nuestros antepasados de sangre y espíritu, a crear y trabajar en un espacio sagrado, a adaptarse a modelos cambiantes del mundo natural mediante la celebración de sus ciclos, y a acceder y trabajar con el espíritu fluido de la inspiración, al que llamamos Awen.
¿Por qué una filosofía arraigada en la prehistoria debería seguir teniendo relevancia en nuestra época tecnológica? ¿Qué hay en las palabras de nuestros antepasados que hace que nos sigan llegando a través de los siglos? La respuesta a ambas preguntas es que el druidismo ofrece los instrumentos que necesitamos para recrear nuestro mundo mediante la recreación de nosotros mismos. Podría definirseDogma en el ámbito religioso, como “una doctrina sostenida por una religión u otra organización de autoridad y que no admite réplica (…), que es proclamada verdad indiscutible”. Fuera del mismo, el dogmatismo es “la tendencia a erigir fórmulas que expresan conocimientos en verdades indiscutibles, al margen del estudio, de la crítica y del debate“. Muchas religiones o ampliando un poco el enfoque, muchas cosmovisiones poseen determinados dogmas a seguir por sus seguidores, creencias que son la base de su estructura. Uno no puede decirse cristiano si no cree en la Santísima Trinidad, pro ejemplo.El dogma puede verse tanto positiva, como negativamente, pero lo cierto es que muchas personas que se acercan a un camino aceptan estas “verdades indiscutibles” sin analizarlas ni comprenderlas. En este sentido, el dogma se transforma a una opinión externa a nosotros, que nos limita, tanto en pensamiento como en acción. El druidismo sostiene que existen muchos caminos para seguir, para conocer una verdad, la verdad que nos servirá a nosotros en ese momento, y en ese lugar. En este sentido, el concepto de dogma no sirve al druida, ya que no sólo que es un lineamiento igual para todo el mundo, sino que además no procede del propio individuo y debe ser aceptada sin discusiones.
Por eso el druidismo tiene catmas. Catma es una creencia que el individuo puede optar por elegir. Puede salir de su propia percepción de la realidad, como puede ser una creencia oída por otra persona. El catma es un lineamiento que se discute, se permite análisis y sobre todo, puede cambiar con el tiempo. Siguiendo la creencia de que cada persona sigue su propio grado de evolución, y de que la realidad es percibida mediante anteojos, mediante gafas que nos distorsionan esa realidad, los catmas pueden variar con el tiempo. Yo puedo comenzar pensando que los seres feéricos -hadas, gnomos, etc- son seres delOtro Mundo, y que poseen un alma… y luego de un tiempo, puede que las experiencias hagan arrivar a la conclusión de que los seres feéricos en realidad son sólo energía elemental condensada, con conciencia pero no con alma. En este sentido, los catmas son creencias más fluídas, que no limitan nuestras acciones o pensamientos sino que suelen surgir de los mismos. Actuamos creyendo firmemente en ellos, y de esta manera podemos comprobar si tienen validez para nosotros. En este sentido, hasta el utilizar catmas es un catma. Podemos intentar si este sistema de creencias nos sirve, y sino, podemos volver a los dogmas. Todo es cuestión de adaptarse y encontrar qué tiene significado para nosotros….
Durante mucho tiempo hemos leído numerosos libros y folletos que afirman y reafirman el origen galo-germánico o centro-europeo de los pueblos denominados genéricamente como “Celtas” (Keltoi) y “Celtiberos ” (Keltibero), que poblaron la Hispania prerromana. El tema sobre el origen de los celtas hispanos, tal y como se acepta hoy día, como oriundos de centro Europa, no puede darse aun por válido. Una hipótesis de trabajo afirma que los Celtas son oriundos de la Península Ibérica. El primero que, al parecer, expuso esta hipótesis fue el ilustre erudito Juan Francisco Masdeu. Nacido en Italia por circunstancias de la vida profesional de su padre -tesorero general del ejército de Carlos de Borbón, rey de Nápoles y Sicilia por el Tratado de Viena-, J. F. Masdeu, el abate Masdeu, desde 1735 estudió en Barcelona en el colegio de Cordelles de la Compañía de Jesús, cuyo prestigio en los estudios de griego, latín y cultura clásica alcanzó las más altas cotas y por cuyas aulas pasaron muchos ilustrados españoles, entre ellos Gregorio Mayans. Su ingreso en la Compañía (1759) marcó su destino italiano al embarcar en 1767 hacia el exilio. Salvo en el intervalo de 1779-1780, en el que residió en España cuando Carlos IV permitió el regreso de los jesuitas, durante trece años vivió en distintas ciudades italianas: Ferrara, Bolonia (1775 y 1778), Ascoli Piceno (1779), hasta instalarse en Roma, su lugar habitual de residencia entre 1783 y 1815 (Mantelli 1987, 4 ss.); allí compuso su Historia Crítica de España en veinte volúmenes (1783-1805), cuyo fin principal, como el de otros ilustrados españoles, era defender a España de laLeyenda Negra. En su opinión era necesario subsanar y corregir los errores y ultrajes impresos por ingleses, franceses e italianos, especialmente tras la publicación del artículo sobre España, de Masson de Morvilliers, en la Encyclopédie Méthodique.
Masdeu dedicó los volúmenes quinto y sexto de esta obra a la Epigrafía Romana (1788 y 1789), el noveno a las inscripciones cristianas (1791). Según él “los celtas eran originarios de España”. Posteriormente Fernández Guerra afirma en el artículo “La Cantabria”, en el Boletín de la Sociedad Geográfica, que los celtas fueron iberos en su origen. Sin embargo, después, curiosamente, se retractó. Por otra parte, el Sr. Malte-Brun creyó también que los celtas eran de origen ibérico, al igual que Vallonce en su “Ensayo de la lengua céltica” y Pelloutier en la “Historia de los celtas”. Alejandro de Humboldt, famoso geógrafo, naturalista y explorador alemán, también creyó en el parentesco entre iberos y celtas. Lo mismo pensaron Pictet, Hübner y el Padre Fita, quién examinó más de doscientas inscripciones hispano-romanas, llegando a establecer una división de la lengua de los celtas-hispanos, en dos ramas: una relacionada con la hibérnica o antigua irlandesa (Gaélica), la más temprana, que ocupaba la Bética y la Lusitania; y otra, más parecida a la Gaélica y Británica, esparcida desde el extremo del Finisterre hasta la cabeza del Guadiana. Mención aparte merece el insigne filólogo y epigrafista español D. Juan Fernández Amador de los Ríos, quién, en 1.922, dedicó un extenso capítulo al tema, en su libro “Monumento y tesoro de la Lengua Ibérica”, una obra, sin duda, erudita y de valiosa consulta. Amador de los Ríos llegó a la conclusión de que el nombre celta, propiamente dicho, era de origen hispano, derivándose de la ciudad de Celti o Kelty, población importante de las orillas del Betis, de la cual se formó el término “célticos”. El análisis lingüístico de las palabras griegas keltoi, keltike y keltisti, realizados por numerosos celtólogos de la época explicaron que el término hacía referencia a gentes celtas, país celta y lo que es céltico, probándose a su vez que estos nombres no eran de origen helénico.
Otro elemento importante, a tener en cuenta, es la inexistencia de topónimos, hidrónimos y nombres de ciudades con los nominativos Celti o Kelti, en las Galias y en la Germania. Sólo se encuentran en Escocia y en Irlanda los pueblos de Quilty o Kilty. Sin embargo, en España existieron tres ciudades: una denominada Celti y Celtitan (el país de los celtas) en la Bética; otra, llamada Céltici, en la Lusitania y la tercera, Celta o Celsa en las orillas del Ebro. Referenciados por varios autores de la antigüedad, entre ellos Estrabón, quién al referirse a los célticos de Gallaici (Galicia), afirma que procedían de los célticos de las orillas del río Ana (actual Guadiana); y junto a Solino anota que emigraron desde el sur en compañía de los Turdulis o Turdetanos (ibéricos del mediodía, emparentados con los Tartesios). Son varias las razones que pueden aducirse como prueba de que los celtas de España son más antiguos que los de la Galia y Gran Bretaña, según el destacado lingüista y epigrafista español Amador de los Ríos. Una de las razones es que en Iberia, a pesar de existir el roble y la encina, no existieron druidas o sacerdotes dedicados a su culto -los cuales tomaron su nombre de drus, es decir, encina en griego, idioma que usaban y escribían los druidas en la Galia, según Julio Cesar. Si los celtas hubieran venido a España desde las islas Británicas, como planteaba Hirt, o de las Galias como afirmaba H. D´Argois De Jubajinville, hubieran existido los druidas en España, sacerdocio que nunca fue referenciado por cronista alguno, pero que sí existió entre los galos y britanos; entre los que, según Cesar, “... tuvo su origen , donde los que quieren estudiarlo a fondo van a aprenderlo….”. Por otro lado, se tienen noticias de los autores clásicos sobre las migraciones de los celtas hispanos a las islas británicas, y por el contrario ninguno habla de emigraciones a la inversa. Por último, constan numerosos nombres ibéricos en Escocia, Gales, Irlanda, Francia, fundamentalmente en la Bretaña francesa, colonia de los bretones, y en Gran Bretaña, donde se encuentran abundantes nominaciones de lugares semejantes a los de Hispania. Estos argumentos son bastantes convincentes, pero quizás aún más significativo sea el de la inexistencia del druidismo en España.
No debemos entender al pie de la letra al druidismo como sinónimo exclusivo de actividades ceremoniales o de casta sacerdotal. El hecho de que no exista ni la más mínima referencia sobre los Druidas o las actividades propias de éstos en la Hispania prerromana, no significa que entre los celtas ibéricos no existieran sacerdotes con otras denominaciones y otros cultos. En efecto, si los celtas de España eran descendientes de los galo-germanos y/o de los británicos irlandeses, no se explica entonces que existiendo una marcada actividad druídica, sobre todo en las Islas Británicas, no se haga referencia de la misma en Iberia. Contra esto pudiera argumentarse que el druidismo fue una invención tardía y que, en la época en que Julio Cesar estuvo en la Galias, aún no se había implantado en Hispania. Es posible, pero poco probable, pues significaría que fue creado casi con la entrada misma del Imperio Romano. Por otra parte, resulta ilógico pensar que entre Francia y Britana existieran relaciones druídicas, tal como planteaba Julio Cesar, y que no ocurriera lo mismo entre galos y celtíberos que estaban mucho más cercanos. Sin embargo, es evidente que el druidismo ya debía contar con una larga tradición a la llegada de los romanos a las Galias. Por consiguiente, la única explicación lógica posible sería que, tal vez, aunque en un principio Galos, Británicos y Celtas tuvieron un origen común, a la llegada de los romanos ya hacía mucho tiempo que estos habían tomado rumbos diferentes, como pueblos, al de los celtas hispanos, sus ancestros. Los grupos que quedaron en la península ibérica después de las migraciones, y al menos durante unos cuantos siglos, no debieron mantener contactos sistemáticos con sus derivados. Otro dato que resulta contundente en su valoración es la referencia de Julio César sobre el origen de los galos. Según él, éstos tienen como orgullo el descender de Dite, divinidad a la que ofrecían sacrificios humanos.
La mayoría de los escritores clásicos afirman que Dite, Hades o Plutón, Señor de la muerte, de la región inferior, o infierno, y de donde se extraen los metales, así como de los pueblos dedicados a la minería, y que reinaba en las tierras del Ocaso y Occidente. Y remarcaban que esta tierra era la Iberia. Al respecto hay inscripciones prerromanas relacionados con la citada divinidad en varios puntos de Galicia. Refiriéndose a la región de Dite, Estrabón expone: “…se halla situada en los últimos confines de la tierra, donde se dijo que se había ubicado el país de Hades o infierno: El Finisterre“. En la Península Ibérica hubo una comarca consagrada a Dite, también conocida por sus grandes explotaciones mineras, llamada la Deitania. Y creían los helenos, cuya lengua y escritura conocían los druidas, que en ella había vivido la divinidad, como en toda la Hispania. Por lo tanto, si los galos eran descendientes de Dite, posiblemente se refirieran a la tierra donde habitaba Dite, o sea, Iberia. Dionisio de Halicarnaso se refería al origen de los celtas y sus semejanzas con los iberos. Según decía, Ibero y Celta fueron dos hijos de Hércules, los primeros reyes de los países que, por ellos, se llamaron Iberia y Céltica, así como sus habitantes Iberos y Celtas. Y Dionisio Sículo afirmaba que la madre de Celta e Ibero se llamaba Pyrene (posiblemebnte los Pirineos). y que era hija del rey Bebrykos. Estas leyendas pudieran tener, como casi todos los mitos, un trasfondo histórico real, que esté haciendo alusión a la región de origen de iberos y celtas. Como el resto de Europa, España y el resto de la península Iberica también fueron lugares de asentamiento de los pueblos celtas. Su asentamiento se efectúa en varia oleadas y se realiza en casi toda la península. Solo el sur y la zona mas mediterránea, donde habitan los Iberos, estuvo aparentemente al margen de esta cultura.
Cuando se habla de Celtiberos se está haciendo referencia a la fusión de los pueblos celtas con los pueblos iberos, surgiendo así una cultura diferenciada llamada celtibera. Sin embargo, también existe la teoría de que dicha denominación, realizada por los autores clásicos, se refiere a los celtas de la península Ibérica. Los pueblos que se encontraron las culturas clásicas al llegar a nuestro país fueron los Iberos, situados en la franja mediterránea. De ahí que , sin negar que algunos pueblos o tribus celtas situados en la periferia hubieran adquirido algunos rasgos de sus vecinos, y a la inversa, asimismo también se denominan celtiberos a los pueblos celtas situados en la parte sureste de la meseta y zona suroeste de Aragón. En el Valle del Ebro, una de las primeras zonas por las que llegó el Imperio de Roma, se realiza la denominación de Celtiberos al encontrarse los romanos con pueblos diferenciados de los iberos del Levante, y con características que los identificaban con los pueblos celtas. Esta zona es denominada, según Tito Livio, como Celtiberia Citerior, abarcando los afluentes sur del Ebro, como el Jalón, Jiloca y Huerva. Allí nos encontramos con algunos pueblos, como los Belos y los Titos (hacia el Jalón), Lusones (entre el Moncayo y el río Ebro). Otro pueblo de origen celta situado en este valle y distinguido de Celtiberos según autores clásicos, serian los Berones. La civilización de los druidas íberos fue una cultura singular que se convirtió en referencia de su época. Fue considerada la segunda Heliópolis, originada primordialmente en los bosques del Pirineo y Pre-Pirineo, en torno a la Diosa Pirene, la diosa conocida cómo la de los 1001 nombres.
Entre los dioses griegos, había dos especialmente fuertes: Atlante, que tenía como misión sostener las columnas que separan el cielo de la tierra y llevar el universo a cuestas, cargado sobre su espalda. El otro dios fuerte era Hércules, valeroso como nadie pero violento y cruel como ninguno. Había nacido medio dios medio hombre pero cuando se narra nuestra historia ya había alcanzado la categoría divina. Parecía haber nacido tan maldito que una diosa le envió a la cuna dos serpientes para que lo matasen, pero el bebé las estranguló. Atlante y Hércules eran enemigos, ya que los dos eran demasiado fuertes para poder convivir. Atlante, además, era de carácter dulce y pacífico y vivía feliz en su maravilloso reino de la Atlántida. Hércules no tenía patria y recorría todo el mundo sembrando el dolor por todas partes. Y además, Hércules había engañado a Atlante con sus malas tretas cuando fue a robar las manzanas de oro del Jardín de las Hespérides. Fue entonces cuando conoció a la más bonita diosa de las Pléyades, Pirene, hija de Atlante, y se prendó de ella. La pretendió como esposa y lo hubiera conseguido porque nada parecía imposible para él. Pero Pirene adoraba a su padre y se juró a sí misma que nunca consentiría al amor de Hércules. Tal vez la destrucción de la Atlántida se debió a ese amor no correspondido. Desairado Hércules por la esquivez de Pirene, en un arrebato de cólera, partió con un golpe de su clava el monte, dando lugar a lo que hoy llamamos el Estrecho de Gibraltar. En los dos extremos plantó sus columnas, Calpe y Abila, y el agua del Mediterráneo se precipitó sobre la Atlántida, anegándola. Entonces fue precisamente cuando aparecieron todas las islas del Mar Egeo, al vaciarse un poco el mar Mediterráneo. Todo pereció en la idílica Atlántida. Sin embargo, la bella Pirene consiguió escapar de la catástrofe. Huyó más allá del jardín de las Hespérides y se refugió, acogida por los pastores, en las más hermosas montañas del mundo que recibieron su nombre (Pirineos). Hércules, desorientado, empezó a recorrer el universo en busca suya. Jamás renunciaría al amor de Pirene. Al llegar la noticia a los oídos de la diosa, temerosa al mismo tiempo que llena de despecho, encendió los montes prefiriendo ver todo arrasado y aceptando su propia muerte antes que caer en los brazos del poderoso y caprichoso dios.
Hay poetas que aseguran que la inmensa pira dio el nombre al Pirineo; ya que la palabra “pir” significa fuego. Hércules llegaba de Italia, siempre buscándola, y después de realizar sus famosos doce trabajos al servicio de Euristeo, en penitencia por su violencia y locura que le llevaba a matar a todos los que amaba, aunque fueran sus propios hijos.De lejos vio la terrible humareda del Pirineo que se elevaba hasta lo alto del cielo. Imaginando la tragedia, a grandes zancadas se dirigió a nuestras montañas.Llegó al atardecer cuando ya todo era una inmensa ascua: los bosques ennegrecidos y sus árboles retorcidos convertidos en carbón. Empezó a rebuscar por todos los recónditos parajes, valles, grutas y colinas, orientándose por lo único que no ardía: las lágrimas de Pirene que salpicaban la montaña y se quedaban cristalizadas en los inmensos ibones, o pequeños lagos de montaña, de azul intenso, que todavía podemos hoy contemplar. Sólo al llegar la madrugada pudo encontrar a la diosa de sus amores. Quiso rescatarla del incendio, pera ya era tarde. Pirene estaba agonizando y entre los estertores de la muerte se la veía sonreír con gesto de triunfo por haber podido burlar al hijo de Zeus. Jamás ni ella ni su monte se someterían a nada ni a nadie. Se juró a sí mismo que la Hesperia tan amada por él, entre todas las naciones, quedaría para siempre marcada por la señal del amor imposible: las Columnas de Hércules mirando a África y la Atlántida sumergida, al sur, y el altivo Pirineo al otro extremo. Tomó con infinito cariño a Pirene y la enterró allí mismo. Y allí le preparó su colosal mausoleo. Llamó a gritos a los Titanes y con ellos y con sus propias manos cogió las gigantescas rocas y montañas calcinadas y las fue apilando una a una hasta dejar acabada una inmensa cordillera que desafiaba hasta los cielos y que para siempre se llamaría Pirineos en memoria de la hija de Atlante y como símbolo de la tenacidad y del amor a la independencia. Y, desafiante, colocó un sudario blanco de nieve purísima. De ese Pirineo, forjado en el fuego, la pasión, la fuerza y la libertad, nacería un pueblo heredero de dioses, fantasías y amor….
Los druidas mediteráneos fueron especialmente sabios y herméticos. Acudían peregrinos de todas las partes del continente europeo para aprender de su particular Escuela de Misterios. Fueron grandes arquitectos de cromlechs, dólmenes y menhires, conociendo la “Alta Magia” o “Alquimia Natural” de la naturaleza”. La civilización constituida por el druidismo mediterráneo íbero, iba desde Narbona, pasando por Catalunya, hasta Valencia y Murcia siguiendo el arco mediterráneo, conviviendo en paz y armonía con los celtas y celtíberos del resto del territorio. Este iberismo proviene esencialmente de la fusión de tres culturas que se unificaron sinérgicamente: la cultura del druidismo prehistórico indígena, con raíces en la Atlántida, la de un concreto pueblo indoeuropeo proveniente del Tíbet con conocimientos del reino de Shambala y la llegada de personalidades y población de Egipto conocedores de los secretos herméticos. Estos tres ingredientes mágicos, hicieron de la cultura íbera un foco de conocimientos en todo el mediterráneo. Los griegos, los fenicios y los romanos establecieron embajadas. Los druidas íberos consideraban a los árboles como sus hermanos. Se comunicaban con ellos a la vez que les enseñaban a canalizar la energía telúrica y la cosmogónica. Tenían un concepto mágico de la naturaleza y cultivaron los bosques con la ayuda de los grandes megalitos erigidos en zonas sagradas de contacto telúrico-cósmico. Después, siguiendo el nexo de unión arcano, a lo largo del tiempo despuntaron los eremitas Ramon Llull o Arnau de Vilanova, los cátaros, los sutiles trovadores de Oc, los cabalistas herméticos de la Girona eterna, los esoteristas escritores como Joanot Martorell o el iniciatico Sirvent (Cervantes), las brujas y magos alquimistas medievales que dejaron huella, las mujeres medicinales (Trementinaires) y finalmente los pintores iniciáticos del siglo XX. Todos ellos siguieron manteniendo parte de los secretos druidas hasta nuestros días, donde necesitamos recuperarlos para no perder del todo las raíces. La pérdida de este mundo mágico de integración con la Naturaleza y de la escritura sagrada heredada de los dioses, el idioma rúnico o ibérico, se produjo a partir del 218 a.C, cuando tiene lugar la invasión cruenta por mar de las legiones imperiales de Roma.
Al fondo de la explanada donde se halla el monasterio de Montserrat, cerca de Barcelona, hay una placita con dos ejemplares de tejo, árbol mágico desde la antigüedad. Todo este árbol es venenoso y alucinógeno, excepto su fruto. En toda la montaña de Montserrat nos encontraremos con diversos ejemplares de tejo, algunos de los cuales, los situados en los lugares más inaccesibles, son de edad y tamaño considerable. Debido a la calidad de su madera, la mano del hombre ha hecho desaparecer este árbol de las montañas de la región, pero en Montserrat ha sobrevivido gracias a la dificultad de acceso. En esta mágica montaña lo encontraremos casi siempre en los espacios que quedan entre las formaciones verticales de piedra, como guardianes de los angostos pasos hacia las zonas más elevadas. Los árboles y el resto de la naturaleza siempre ocuparon un lugar muy especial dentro de la mitología celta, y es que a cada uno de estos se les atribuía poderes especiales que los conectaban con el mundo del hombre para una convivencia en beneficio de ambos, para subsistir como en una especie de simbiosis. Se sabe, por ejemplo, que el calendario celta estaba conformado por un grupo de árboles, entre los que se tenía también al tejo, que era uno de los elementos sagrados sobre el que descansaba parte esencial de la doctrina de los druidas y de toda la sociedad celta. Ello podría indicar una remota relación de Montserrat con el culto celta. El tejo tenía asignado un mes dedicado al él específicamente, y es en donde se ubicaba el Samhain o Fiesta de los Muertos. Y lejos de ser un árbol temido por este significado, lo cierto es que es uno de los más importantes de los celtas, porque se hallaba directamente relacionado con el paso de las almas hacia el otro mundo luego de la muerte.
Muchas costumbres populares nacieron entonces y han llegado intactas hasta nuestros días, sobre todo en lo que se refiere a la relevancia del tejoen las almas de quienes han pasado a otra vida. En muchas partes de Gran Bretaña e Irlanda podemos ver un árbol de tejo sembrado en cada cementerio. Y muchos llegan a creer que sus raíces se dirigen especialmente a la boca de cada uno de los difuntos enterrados en el camposanto, para sacarles los secretos que se guardaron en vida, que recorren todo el tejo hasta ser enviados al viento a través de sus hojas. Los antiguos pueblos de la cultura celta también lo usaron como veneno para suicidarse durante las guerras cantabro-astures, antes que convertirse en esclavos romanos. Lo obtenían al convertir las semillas del tejo en una sustancia para beber. Se sabe que el árbol del tejo era utilizado como un sitio de reunión, cada vez que se convocaba, tocando la campana de la iglesia, o para realizar fiestas y bailes de la región, costumbre que ha llegado hasta nuestros tiempos. Para intentar entender la mística que emana del macizo de Montserrat, es necesario ver como el Sol se oculta tras su ladera Suroeste o como la niebla se desprende desde las cumbres para dejarse caer, misteriosa e inquietante, entre los picos redondeados de su ladera Noreste. Es bien sabido que existen lugares cuyo poder natural es tan especial que tan solo las viejas creencias aglutinan unas místicas religiosas que consiguen explicar dicho centro de energía. Este macizo que forma parte de la sierra pre-litoral catalana y que posee unos orígenes geológicos datados en el eoceno, es decir al inicio de la era terciaria, ya estaba habitado y posiblemente considerado como centro de culto por los pobladores del neolítico. Los vestigios prehistóricos más importantes se han localizado en la «Cova Gran» y en la «Cova Freda». En ambas cuevas se datan piezas cerámicas del Neolítico antiguo. En esos extraordinarios centros de poder, el misticismo que se aglutina trasciende a las épocas y a las diferentes culturas.
Una de estas culturas fue, como no, la celta. Tendemos a creer que las raíces célticas de Iberia se circunscriben al arco atlántico.Pero es sabido que las continuas migraciones celtas mayoritariamente provenían en diferentes oleadas de los asentamientos europeos que desde finales de la Edad del Bronce e inicios de la Edad de Hierro atravesaban los pasos de los Pirineos y establecían poblaciones estables. En la primera de estas migraciones, gentes pertenecientes a esta cultura se establecen en poblados, trabajan y usan abundantemente el bronce y escasamente el hierro, entran en Catalunya por el Rosselló, procedentes del Rin y el Ródano. Más tarde esta incursión se extendería por el Vallès, el Penedès, el Camp de Tarragona y el llano de Urgell, sin llegar al Ebro. Poco después, otra oleada, que entra por los pasos del Pirineo, descendería por el Segre hasta el Ebro. Más adelante, estos primeros asentamientos crecerán en organización y los poblados, grandes y amurallados, se construirán en lo alto de los cerros. Alimentados por nuevas incursiones europeas de pueblos considerados ya como propiamente célticos, se fundarán y consolidarán las principales tribus. Las fuentes citan nombres de estos grupos étnicos, como los Indigetes o los Laietanos, entre otros. Aunque algunos supongan que esta cultura resultante es debida a la incursión de culturas meridionales (Algar) que dará lugar a la concreción de los pueblos íberos, hay quienes opinan que dicha cultura íbera es la resultante de la influencia clásica (Griegos,Fenicios,Romanos…) sobre los pueblos (célticos) de la Edad del Hierro.
La naturaleza de la montaña de Montserrat y sus ‘agulles’ calcáreas actúan como poderosos menhires que emiten frecuencias magnéticas positivas que son percibidas como sentimiento de bienestar por todos aquellos que entran dentro de su campo de acción. La naturaleza cárstica de la piedra que conforma Montserrat repercute en otra singular característica: la falta de corrientes de agua en superficie.Todos los torrentes que atraviesan ”les agulles” permanecen secos, a excepción del mismo momento de la lluvia, y el agua se va entre ellos, filtrando hasta alimentar las corrientes freáticas del subsuelo. El almacenamiento de agua en el Montserrat subterráneo potencia claramente al fenómeno telúrico con una fuerte ionización ambiental. Los iones del agua se orientarían en el mismo sentido que los vectores de las energías telúricas y refuerzan la carga energética de las cumbres. El macizo de Montserrat se convierte así en un centro telúrico de primer orden, ya que a sus menhires naturales y a sus corrientes de agua subterránea, cabe señalar la existencia de inmensas cuevas y cavidades de todo tipo, que propicia los portales hacia los Otros Mundos. Hallamos pues como causa conformadora de la montaña a la actuación de una energía que está vinculada al mundo subterráneo de Agartha, que se halla “en el subsuelo raíz” de la montaña barcelonesa. Uno de los mayores misterios de Montserrates su mundo subterráneo. De la multitud de grutas y pasadizos que oculta en su interior la montaña, solamente pueden visitarse sin dificultad los 549 metros que conforman la “zona visitable” de la Cueva del Salnitre. A lo largo de ella se suceden la enorme sala central, o Cueva de la Catedral, en la que se celebran conciertos en ocasiones y los espectaculares “Pou del Diable” (Pozo del Diablo) y la Cueva de Cambrils. Numerosas formaciones geológicas de estas cuevas inspirarían las más fantásticas interpretaciones de diablos, hadas y seres sobrenaturales. Incluso Antonio Gaudíse inspiró en sus obras en lo que viera en el mundo subterráneo y exterior de Montserrat.
Lo cierto es que Montserrates una montaña en la que se producen inquietantes manifestaciones energéticas. Entre los sucesos más enigmáticos, figuran las desapariciones de varias personas sin dejar rastro. Así, la noche de san Juan de 1975, Pep, un habitante de Collbató, ladera sur de la montaña, donde se halla la Cueva del Salnitre, desapareció para el mundo cuando volvía de apagar un fuego en una zona sin dificultades… y nunca jamás fue hallado su cuerpo. Han habido innumerables desapariciones más en sus inmediaciones. Se dice que en Montserrat existen puertas interdimensionales. Hay una conexión directa entre Agharta (El Reino Subterráneo) y Montserrat. La energía que mana de la montaña mágica procede de este mundo intraterrestre. En definitiva, una puerta al otro mundo. La leyenda dice que cuando la Atlántida cayó destruida por sus propios errores desapareciendo de sobre la faz de la tierra, un grupo de atlantes supervivientes creó este “portal” , conformándose así las audaces formas de Montserrat. La montaña seria una puerta interdimensional que garantizaría la conexión con el mundo antiguo y los dioses. Algunos estudios afirman que Montserrates una montaña hueca que, además, en su interior existe un lago subterráneo. Muchos afirman que en este lugar “intraterrestre”oculto al mundo, está conservado el Grial, preciado objeto custodiado por ángeles y creador de toda la magia presente en la montaña barcelonesa. Muchos creyeron que el Montsalvat de las leyendas del Grial es Montserraty lo buscaron en sus grutas infructuosamente. Los nazis recogieron este testigo y lo buscaron inspirados por doctrinas esotéricas. Otto Rahn, oficial de las SS, inspeccionó Montserrat, tras su estancia en la región de Montsegur en el Pirineo francés y Himmler visitó Barcelona y Montserrat en 1940. Los nazis trataban de conseguir la Fuerza que emana de este objeto (el Grial) para convertirse en invencibles. Himmler mostró especial interés por las formaciones geológicas de la montaña, así como por el acceso a su mundo subterráneo. Montserrat se hallaría unida a otros diversos lugares diseminados por el mundo, conformando fortalezas de Agharta. Sus iniciados acuden a estas fortalezas del espíritu “naturales” para recibir la iniciación de Agartha. El mundo “intraterrestre” se manifiesta a través de Montserrat y los innumerables avistamientos “ovni” nos señalan en esta dirección.
Los templarios, conocedores de enclaves energéticamente poderosos y familiarizados con las creencias ancestrales propias de su pasado celta, vincularon esta sagrada cumbre con la residencia de la reina de las brujas, al tiempo que consideraba Montserrat un gigantesco dolmen y estaban persuadios de que, debajo de él, en las entrañas rocosas, existía un lago subterráneo. Cosa nada extravagante si tenemos en cuenta que algunos geólogos han especulado con la hipótesis de un gran lago interior, al ver como en las paredes exteriores de la montaña, cerca de las localidades de Colibató y Monistrol, existen dos grandes fuentes, «Las Mentirosas», que suelen manar abundantemente durante los días posteriores a las lluvias, como si se tratase de dos grandes desagües del agua acumulada en el interior del macizo. Pero si bien se ha intentado localizarlo descendiendo a las dos grandes simas de la montaña: el abismo de Costadreta, de 125 m, y el de los Pouetons, de 140 m y penetrando por la cueva del Salnitre, siguiendo las indicaciones del padre Joana, monje de Montserrat, que atestiguaba que él y otras personas se internaron profundamente en esta galería hasta llegar a un acantilado por donde corría un gran ríosubterráneo. Sin embargo, estos esfuerzos no dieron resultado ya que en la actualidad la galería termina de forma abrupta en un espacio bloqueado y no hay rastro de río ni de lago, aunque es posible que hace dos siglos el acceso al centro del macizo no fuese una quimera y sobre este eje puedan discurrir importantes corrientes fluviales subterráneas. No olvidemos tampoco la orientación de la montaña. Si la dibujáramos en el centro de un círculo, esta conformaría una bien definida línea diagonal que enlazaría los puntos Noroeste y Sureste. Este es un eje fundamental en las creencias druídicas y es denominado “Eje Samain-Beltain”. Dicho eje significaría que la energía telúrica que aglutina puede ser dirigida hacia la curación (Beltain) o hacia la mística, el viaje iniciático espiritual o incluso. dándose las particularidades que Montserrat posee, el viaje que nos lleva a comunicarnos con nuestros Ancestros en los “Otros Mundos” (Samain).
Más particularidades para aquellos que deseen investigar las sendas de Dragón. En la distancia, a 30 kilómetros en línea recta hacia el sudeste, distinguimos la montaña del Tibidabo y a 20 kms hacia el nordeste, en la misma Cordillera Pre-litoral, aparece otra montaña, que al igual que Montserrat, conserva esta energía sagrada que la hace tan ‘especial’. Estamos hablando de Sant Llorenç de Munt. Detrás de ella, se alza el Montseny, compuesto del Matagalls y el Turó del Home, a más de 1700 m de altitud sobre el nivel del mar y en su proyección más septentrional alcanzaríamos el mítico Canigó, en el Rosselló Francés. Al Noroeste, proyectando hacia el interior nos encontraríamos con el Macizo Central de los Pirineos y levemente más escorado hacia esta dirección se alzaría el Aneto. No dejan de resultar interesantes toda esta serie de alineaciones. Lo que si es innegable es el legendario carácter sanador que posee la montaña de Montserrat. Cuentan las leyendas que a esta montaña acudían las gentes de la antigüedad celta, en peregrinaje, al inicio de la primavera, para purificarse y curarse de sus enfermedades. Pero de lo que sí existe mucha documentación contrastada es sobre los milagros acaecidos en el recinto cristiano. Desde la Edad Media (siglo XII) todo tipo de enfermos desahuciados se acercan a la montaña y tras una fatigosa ascensión penitencial y tras la realización de ofrendas a la Virgen, comienzan a mejorar de sus enfermedades e incluso a curarse totalmente. ¿Cuestión de fe? Decíamos que en la proyección Sureste de Montserrat (punto Beltain) nos encontramos muy próxima una montaña que al igual que su predecesora comparte cualidades mágicas: En la cima de La Mola (así es conocida comúnmente dicha montaña), en el siglo X, antes de construirse el monasterio de Sant Llorenç, hubo un santuario dedicado a San Miguel, el arcángel. Porque el templo no es lo sagrado, sino el lugar en donde se eleva. Sant Miquel de Toudell, Sant Miquel de Gonteres, Sant Miquel d’Egara, etc., son otras iglesias medievales que se encuentran dentro del territorio de esta montaña.
Para comprender el alcance de este hecho veamos una de las más antiguas leyendas que se conocen. Nos habla de cómo Guifré el Pilòs, derrotó a un Dragón traído desde África por las tropas almogávares. La guarida del Dragón se hallaba en La Mola y todavía hoy numerosos topónimos recuerdan dicha leyenda. La importancia de esta leyenda radica en el simbolismo del Dragón. Es sabido que Catalunya es tierra de Dragones, como Gales, y su historia mítica esta repleta de estos animales y de “Santos” patronos dominadores o matadores de Dragones. San Miguel y San Jorge, patrones de la caballería medieval, son famosos matadores de Dragones. Estas cualidades se podría decir que se exacerban en la figura de San Miguel, cuya leyenda se tejió posiblemente a principios del año 1000 en base a antiguos mitos celtas El parecido de este santo con el Dios celta galo Belenos es bastante evidente y su fiesta, que es al final de Abril/inicio de Mayo, representada por el 1 de Mayo, que es una aproximación al calendario Lunar original céltico. Esta fecha se aproxima a la de ambos Santos cristianos. Antiguamente San Jorge se celebraba el 4 de mayo y solo se transfirió al 23 de abril con la reforma gregoriana del calendario. Bel es fuente de prosperidad, felicidad y salud, virtudes del caldero de Dagda que posteriormente detentará el Grial. Dagda (proto-celta Dagodeiwos; irlandés antiguo dag dia; irlandés Daghdha; literalmente, “Dios Bueno“) es el dios principal de la mitología celta irlandesa, integrante de los Tuatha Dé Danann. Las historias representan a Dagda como una figura de inmenso poder, armado con una enorme porra mágica. El extremo del arma podía matar a nueve hombres de un golpe, haciendo crujir sus huesos como guijarros bajo los cascos de un caballo, mientras que el mango podía devolver la vida a los muertos. Dagda poseía además un arpa de roble llamada Uaithne con la que que podía controlar el orden de las estaciones, así como intepretar otros acordes de efectos igualmente mágicos.
Dagda también esta asociado a la abundancia, ya que se le atribuye la propiedad de un caldero mágico sin fondo con cuya comida podría saciar a todos los hombres de la Tierra. Dagda fue uno de los jefes de los Tuatha Dé Danann. Fue, además, amante de la diosa de la guerra, Morrigan, durante el Samhain, a cambio de un plan de batalla para los Tuatha Dé en la segunda batalla de Magh Tuireadh contra los Fomoreos. En el transcurso de ésta, su arpa fue robado por sus enemigos, por lo que él, Ogma y Lugh fueron a buscarla a su campamento, recobrándola cuando interpretó en ella tres melodías mágicas que les permitieron salir indemnes de la cueva. Tiempo después, los Tuatha Dé Danann fueron derrotados por los hijos de Milesius, antepasados de los irlandeses, y se retiraron al mundo subterráneo, viviendo en palacios construidos por Dagda. Dagda fue progenitor de Bodb Dearg, Cermait, Midir, Aine y Brigit, así como hermano de Ogma. Por cierto, la primera referencia a San Jorge en las islas británicas, se detecta hacia el Siglo VI, coincidiendo con el mítico periodo en el que se supone que vivieron el Rey Arturo y el último de los Druidas: Merlín. La asociación de estos héroes cristianos con las profundas raíces celtas, se expresan al interpretar el mito de la muerte del Dragón, animal asociado a los poderes de la Tierra en la cultura céltica, con el fin del invierno. Este rito de floración se ajustaría al simbolismo de interpretar la sangre vertida del Dragón como materia fertilizadora de la Tierra. En toda la Europa Celta las fiestas relativas a héroes matadores de Dragones tienen lugar con una diferencia de doce días, entre finales de abril y los primeros días de mayo; El momento de la naturaleza victoriosa y emergente sobre las tinieblas y la esterilidad de los meses de invierno. El momento de Beltain.
Montserrat, desde la más remota antigüedad, fue un lugar mágico. Sabido es que para los celtas, tanto las niebla como las cuevas eran determinados sitios de umbral, bisagras entre mundos que participaban de las cualidades físicas de dos realidades diferenciadas. Así orillas, acantilados, cimas de montañas, cuevas, nieblas….todas ellas identificaban “lugares especiales”, sitios de poder y sobretodo de comunicación. En Montserrat se dan a la vez diferentes señalizaciones de estos espacios anómalos, lo cual remite a su especial cualidad en el aspecto “Samain”. La clave de la montaña es su naturaleza mistérica y el impacto que ésta produce espiritualmente en el hombre. Desde la antigüedad, la manera de acercarse a esta vivencia de cambio espiritual y de busca interior ha sido mediante el retiro y la meditación. Montserrat siempre fue habitada por ermitaños independientemente de su fe religiosa. El camino interior o místico que proporciona la energía de esta montaña es muy acusado. En pocos lugares se da tal profusión de eremitas y anacoretas cristianos que buscaban el aislamiento y el retiro del Mundo para hallar la iluminación, el ‘contacto’ con la Deidad. Uno de estos anacoretas que alcanzaría una relevancia excepcional fue Ignacio de Loyola (1491-1556), el que sería fundador de la Compañía de Jesús, una orden que revolucionaría los pilares de la Iglesia católica. Aunque redactara las bases de esta Orden en Manresa, viviendo en una cueva desde donde veía la montaña Sagrada, fue en Montserrat donde alcanzó el éxtasis y donde tuvo sus experiencias místicas, visiones y revelaciones. Entre alucinaciones y tentaciones; se nos habla de una fantástica serpiente de luz provocadora de arrebatos y de otros estados alterados de conciencia. La Luz que proviene de Montserrat y llega a las cuevas de Manresa, donde se guarecía el anacoreta Iñigo. La luz de Montserrat. El fenómeno de la aparición de extrañas luces en Montserrat tiene una continuidad a través de los siglos. Ya en el hallazgo de la Virgen, hace 1000 años, los pastores vieron estas intensas luminarias.
A finales del siglo X, encontramos alusiones a estas extrañas luces antes de una batalla contra los musulmanes. Dicha Luz se dividió en tres, reagrupándose de nuevo las espectaculares «bolas de fuego» en la capilla de la Santísima Trinidad, para salir luego despedida hacia Montserrat. El fenómeno fue testificado por miles de personas y por las autoridades. Hasta nuestros días, Manresa ha celebrado siempre ese acontecimiento todos los 21 de febrero celebrando la fiesta de “La Misteriosa Llum”, que tienen lugar en febrero. Tanto impacto causó ese fenómeno que se recordando hoy en día mediante estos festejos. Por supuesto, estas luces fueron interpretadas en aquella época como un signo de Dios. Sin embargo, hoy en día, a los fenómenos lumínicos extraños, que se siguen produciendo, se les asocia al fenómeno OVNI. ¿Qué significan estas luces? Si ascendemos 1024 escalones y nos alejamos del monasterio llegaremos al “Pla dels Ocells”, a 930 metros de altitud. Si avanzamos por el lecho deltorrente de Santa Maria, caminaremos por bosques de encinas, arces, algunos acebos y llegaremos a un lugar donde una formación de piedra, que recuerda una criatura con alas, similar a un Dragón, que parece proteger y guardar el lugar. Allí, donde las ‘agulles’ forman cercos de naturales menhires si nos abandonamos a la soledad y olvidamos el fragor del mundo, nos enfrentaremos a la verdad eterna de este peculiar espíritu del lugar. Para encontrar un Portal deberíamos hablar con los tejos. En pocos lugares quedan tejos hoy en día, pero en Montserrat están presentes. En toda la montaña nos encontraremos con diversos ejemplares de tejo, algunos de los cuales, los situados en lugares más inaccesibles, guardianes de los angostos pasos a los lugares más elevados, son de edad y tamaño considerable. Nosotros sabemos todo lo que el Tejo nos indica y nos indica más de lo que la gente cree. En el corazón de la montaña, entre las enormes moles de piedra y su magnetismo, nos sentimos pequeños y temporales. Al cabo de un tiempo de permanencia en ese lugar, la sensación que tenemos varía entre la paz, la tranquilidad, el sosiego interno y otras veces la euforia.
En Montserrat, como en ningún otro sitio, notamos la respiración del Dragón durmiendo bajo nuestros pies, recargándonos. Pero a menudo, el Dragón despierta. Emerge desde el valle y su profundo aliento comienza a cubrir las cumbres y a deslizarse ladera abajo. Es entonces cuando el velo con la realidad se difumina y el camino se hace transitable. Resulta muy fácil perderse en la montaña, por la semejanza de sus rocas. Incluso excursionistas muy experimentados pueden ser víctimas en algún momento de desorientación. Además, algunos de los caminos conducen muy cerca de despeñaderos y caídas verticales. A veces estas veredas están cubiertas de vegetación y cuando se descubre la sima puede ser demasiado tarde. Es por ello que desde antiguo y de manera persistente se producen desapariciones. En todos los pueblos del entorno de la montaña, como Collbató, Marganell, el Bruc y Monistrol, hay personas que han desaparecido. ¿Accidentes de montaña?. Para algunos geobiólogos, la poderosa energía de ciertos parajes podría producir pérdidas temporales de conciencia, lo que acarrearía accidentes repentinos. Pero la teoría del accidente presenta un serio inconveniente: aunque en algunos casos se han encontrado los cadáveres de algunas personas extraviadas, lo normal ha sido no encontrar el menor rastro de los desaparecidos, lo cual no es nada usual, ya que siempre queda algo. Estos enigmáticos sucesos de desapariciones de personas hay quien hoy en día los utiliza para reforzar sus tesis de abducciones extraterrestres ligadas al fenómeno OVNI. ¿y si las desapariciones fueran simplemente porque estas personas accedieron al Tir na nÓg?. En la antigua tradición oral celta, Tir na nÓg era la“Tierra de la Eterna Juventud”, un lugar fantástico ubicado más allá de los límites de los mares del oeste, una tierra en la que no había cabida para la enfermedad o la muerte. Tir na nÓg era uno de los “Otros Mundos” de la mitología celta, el paraiso deseado, el lugar último que todo mortal querían alcanzar. Cuando vuela el Dragón en Montserrat, su respiración cubre el umbral, el portal se abre y el hombre sabio calla y observa. El Dragón sabe atraer a los espíritus más sensibles y les cita secretamente para abrirles la puerta de una iniciación personal e intransferible. Esta es la grandeza y el misterio de Montserrat, desde la noche de los tiempos hasta nuestros días.
Si bajamos hacia Castellón (Valencia), impone su poderío la Mola de Penyagolosa, centinela inmortal del Maestrazgo, divinidad montañera de los alpinistas, dominado las comarcas de l’Alcalatén y de la Plana. El colosal pico, de 1813 metros de altitud, constituye un valor simbólico en la provincia de Castellón. “Penyagosa, gegant de pedra la teu testa. plena de neu… Penyagolosa, fita senyera del poble meu“. María Rozalén expresó en la canción popular el profundo sentimiento de los habitantes que se extienden por los pueblos circundantes. Es remarcable la Romería primitiva de Sant Joan, el 24 de junio, en que árboles, piedras y fuentes, como elementos antiguos sagrados, vuelven a ser venerados por la gente, ávida de rescatar y conservar las costumbres ancestrales, cuyo significado mágico se pierde en la noche de los tiempos. Los romeros se acercan a dos fuentes sagradas, cuyas propiedades medicinales ponderaba Rafael Martí de Viciana (1502 – 1574) historiador, cronista y notario valenciano, en el siglo XVI. Se trata de la Font de Dalt, en la ladera del monte Calvario, y la Font del Alforí, en el Pla de Vistabella. Penyagolosa, la montaña mítica de la comunidad Valenciana, consagrada al dios celta Lug, posee una terrible fuerza cósmica, que se manifiesta cuando colocan sobre su cabeza algún símbolo no deseado. Juan García Atienza explica el misterio: “El monte cónico es frecuente que constituya el centro geográfico de un espacio mágico“. Los antiguos habitantes de la comarca veneraban el agua y las primeras rogativas se dirigían a la Font Coberta. Sequías, pedriscos y todas las calamidades de los poblados del Maestrazgo tenían su remedio en el manatial, consagrado al eremita Juan Bautista, como antes del cristianismo lo había estado a Lug, el dios celta, dueño de rayos y truenos.
La Silla de Felipe II es un canchal de granito sobre el que hay labradas diferentes plataformas escalonadas, además de otros elementos, que, según la tradición, servían de observatorio al monarca durante la construcción del Monasterio de El Escorial, si bien recientes investigaciones apuntan a un origen prerromano o a una recreación del siglo XIX. Se encuentra en el término municipal de San Lorenzo de El Escorial, en el extremo noroccidental de la Comunidad de Madrid (España). La Silla de Felipe II está situada dentro del espacio natural protegido del Paraje del Pinar de Abantos y Zona de La Herrería, a unos 2,5 km al sur del núcleo urbano sanlorentino. Muy cerca de su enclave, se encuentran la finca de Los Ermitaños y la ermita de la Virgen de Gracia. Se ubica en el llamado Circo de El Escorial, concretamente, en la falda septentrional de la Machota Alta (1.466 m de altitud), que, junto con la Machota Baja (1.410 m), conforma el monte-isla de Las Machotas, perteneciente a la Sierra de Guadarrama, aunque separado de su eje axial. Se trata de una de las atracciones turísticas más visitadas del Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial, dada su condición de mirador del monasterio escurialense y de la práctica totalidad del Circo de El Escorial. A sus pies se extiende el bosque de La Herrería, integrado en su mayor parte por melojares, un tipo de roble, si bien existen otras especies arbóreas, como el arce de Montpellier, el cerezo silvestre, el tilo y el castaño. Un ejemplar de arce de Montpellier, situado en el propio recinto de la Silla de Felipe II, está catalogado como Árbol Singular por la Comunidad de Madrid. Mide más de 10 m de altura. La tradición señala que éste era el lugar donde el rey Felipe II vigilaba las obras del Monasterio de El Escorial, que se extendieron desde 1563 hasta 1584. Según esta propuesta, las plataformas escalonadas que aparecen sobre el canchal granítico, así como los cuatro asientos situados en la plataforma de la zona norte, fueron mandados labrar por el rey, para facilitar su estancia y la de sus acompañantes.
En abril de 1999, la profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, Alicia M. Canto, hizo pública una nueva hipótesis, en la que se sostiene que la Silla de Felipe II no fue construida en época de este rey y que tampoco sirvió de mirador de las obras del Real Monasterio, por lo lejano y rasante de la panorámica y otros varios indicios. La citada autora apunta a que puede tratarse de un altar prerromano, en concreto vetón, posiblemente dedicado al Marte indígena y en el que probablemente se realizaban sacrificios rituales, generalmente de animales. Otras hipótesis sostienen que la Silla de Felipe II fue realizada en el siglo XIX, a modo de recreación histórica, según los gustos románticos de la época. El altar de Canto Gordo o mal llamada silla de Felipe II, es un altar de sacrificios de origen celta del siglo IV a.C. Es un lugar muy visitado turisticamente, y como tal se han llevado a cabo ciertas reconstrucciones que han quitado encanto a su origen ancestral. Aún asi conserva un halo de misterio, por sus árboles, fuentes y rocas que le rodean. Fue la profesora Alicia Canto de la Universidad Autónoma de Madrid, que con sus investigaciones llegó a la conclusión que Felipe II jamás se sentó en la silla de Canto Gordo para contemplar como iban las obras del monasterio de El Escorial en el siglo XVI. Será dificil quitarle a este lugar el nombre de Silla de Felipe II, pues es una leyenda que perdura desde el siglo XIX. Pero gracias a esta profesora la verdad se impone y cada vez es más aceptado su origen celta. La investigadora cuenta que hay suficientes indicios para afirmar que el monumento es un antiguo altar sagrado en el que los vetones dedicaban ofrendas a su dios Marte. Su forma abarquillada y escalonada así como el paisaje granítico que lo rodea, nos recuerda a otros lugares sagrados de los mismos vetones, como el altar de Ulaca, en la provincia de Ávila. Los antiguos pobladores veían en las enormes piedras graniticas redondeadas con un punto de apoyo en equilibrio inestable, a divinidades sagradas, como ocurre con la que hay junto al altar, que según se mire vemos, de frente a una divinidad guerrera y de lado el perfil de una rapaz. Todavía hoy todo el entorno es un bosque de robles, los árboles sagrados de los celtas, produciéndonos junto el paisaje granitico una sensación fantasmagórica y mágica. Además la vista que se contempla desde el altar es maravillosa. Justo en frente vemos el monte Abantos, monte misterioso por los diversos avistamientos de ovnis, y un poco más abajo y derecha el monasterio de El Escorial, con toda su grandeza.
La palabra druida designa a una persona tanto del sexo femenino como del sexo masculino. Cuando se piensa en un druida, la mayoría de las personas piensa en un anciano con una larga barba blanca y una túnica a juego, quizá con un bastón, y una sabiduría de anciano en sus ojos sin edad. Este es el arquetipo de druida que nos ha llegado a través del mito y la ficción, como es el caso de Merlín, Gandalf y Panoramix. Pero, ¿de dónde procede este arquetipo? Una de las cosas que atrae a la gente hacia el druidismo es el sentido de que proporciona un nexo con el pasado. Para el druida, el pasado no es algo estático que se conserva en las viejas y polvorientas páginas de los libros de historia, sino que es una parte viva de nuestra realidad; es la manera en que llegamos a ser lo que somos y el proyecto de lo que podríamos llegar a ser. El pasado es una poderosa fuente de inspiración. Incluso más que eso; el pasado es el reino de nuestros antepasados y, para el druida, nuestros antepasados son nuestros maestros en esta vida. En cualquier caso, un druida no es reconocido como tal hasta que no ha recibido una doble instrucción: una instrucción de orden extático, como los trances, y otra tradicional donde aprende las técnicas chamánicas y la mitología, entre otros conocimientos, a través de la formación otorgada por los antiguos chamanes. Los druidas igualmente eran buscados en muchas ocasiones entre los niños y si algún niño presentaba posibilidades de poder ser especial era llevado al bosque para someterle a una serie de pruebas. Si se decidía que el niño era apto, se le llevaba a formarse con los druidas. Esta formación en el conocimiento druídico era larga y ardua y pasaban veinte años hasta que el estudiante era iniciado y se convertía en un druida. El druida cree en otros mundos, como el chamán. Tanto los chamanes como los druidas, realizan viajes a través de los mundos mediante estados alterados de conciencia. El druida, cree en Annwn, lo más alejado de Dios, en Abred o el mundo donde están las cosas corporales y las cosas muertas. También cree en Gwynvyd, el mundo de los dioses.,de los cielos, elOtro Lado, hasta alcanzar Ceugant, la unión con el todo absoluto.
Como el chamán, el druida modifica su conciencia para conseguir información o realizar trabajos mágicos. Unos y otros lo realizan mediante la ingestión de sustancias tóxicas como la amanita muscaria y a través de cantos, tambores, respiraciones u otros medios. Pero lo más importante es el trabajo interior. Ambos persiguen, a través de estas ingestiones, potenciar el trabajo de autodescubrimiento y un continuo aprendizaje buscando experiencias que sean únicas. El verdadero sentido del druidismo es la iluminación, Awen, el Espíritu que fluye. Los druidas, como todas la religiones paganas, buscan el conocimiento interno, siguiendo el precepto de “conócete a ti mismo” y siguen un camino para llegar al Awen. Para los druidas el camino a Awen está descrito por un triple camino: la naturaleza, el conocimiento y la verdad. Es a través del conocimiento interno, a través de la verdadera naturaleza del ser, de una concepción real y verdadera de la realidad, como llegamos a la iluminación, Awen. Estas tres cosas nos acercan al amor y por tanto a la propia Creación. La verdad, para los druidas, era realmente importante. De la verdad nacen muchas otras cosas como la honestidad o la sinceridad. La verdad aplicada a uno mismo y la verdad hacia el mundo. Otra es el conocimiento, puesto que para acercarse al amor y a la creación es necesario conocerse a sí mismo, conocer a los que te rodean, conocer tu entorno. Los Druidas estudian la Creación y la intentan conocer. Negar la posibilidad de conocimiento a alguien, es algo atroz para un druida. Y la naturaleza es el resultado de nuestra voluntad, de la unión de nuestros actos, nuestros pensamientos y nuestra alma. El chamán se inicia a través de un viaje de muerte y resurrección, viaje que también realizan los druidas, puesto que esta muerte y resurrección se puede observar en las iniciaciones druídicas, donde el jovén que iba a iniciarse, moría y volvía a nacer. Se dice que el futuro druida era purificado con fuego, sustancias psicotrópicas y cantos, y al llegar a otro estado de conciencia era conducido junto a un árbol, donde era colgado dentro de un saco hasta el amanecer, donde renacía. Pero aparte de las posibles ceremonias practicadas para iniciarse, el mayor ejemplo de trabajo chamánico y resumen de las características chamánicas, puede verse en la figura mítica de Taliesín. La leyenda celta nos cuenta que Awen llega como fruto del caldero de Ceridwen.
En la leyenda se dice que Ceridwen y su marido tuvieron tres hijos: Morfran (‘cormorán’); Creirwy (‘huevo de cristal’), la más bella doncella del mundo; y Afagddu (‘total oscuridad’), el menos favorecido de los hombres. Para compensarle su tremenda fealdad, Ceridwen decide hacerle sabio preparándole un brebaje mágico en su caldero de Inspiración (es decir, Awen). El brebaje se preparó a lo largo de todo un año y un día, y Ceridwen pone a dos personas a cuidarlo mientras ella sale a recoger hierbas. Había un ciego llamado Morda (“buen mar” o “gran bien”), y un niño llamado Gwion Bach (“pequeño inocente”). El última día de preparación, tres gotas del líquido del caldero salpicaron a Gwion, quemándole el dedo. Lo mete en la boca y al instante gana los tres dones de Awen: la inspiración poética, la profecía, y el poder cambiar de forma a voluntad. El resto del brebaje se vuelve mortalmente venenoso, y el caldero explota, rompiéndose en dos mitades. Con su don de la profecía, Gwion sabe que Ceridwen intentará matarle por haber probado lo que estaba destinado a su hijo, así que usa su don de cambiar de forma para huir en forma de liebre. Ceridwen le persigue en forma de galga, así que él se convierte en pez. Ella se convierte, a su vez, en nutria. El se hace pájaro, ella, halcón. El se convierte en un grano más de trigo entre los del suelo del molino, ella, sin embargo, convertida ya en gallina negra, le engulle. Después de nueve meses, Gwion vuelve a nacer del vientre de Ceridwen, quien no puede contemplarlo “debido a su gran belleza”, así que le ata dentro de una bolsa de cuero y le lanza al mar en la víspera de Mayo. El primer día de Mayo por la mañana, la bolsa es descubierta por pescadores y es abierta. La primera persona en contemplar al hermoso bebé dentro de la bolsa dice “Mirad, una frente radiante!”. Y es así que el niño recibe el nombre de Taliesín, que en galés significa “frente radiante”. En este caso, Cerridwen representa la figura de la iniciadora. Las transformaciones animales de Taliesín nos hablan de los tres elementos de los celtas: tierra, agua y aire: Taliesín se convierte en pez, en pájaro y en mamífero terrestre. Así pues, El nuevo Taliesín, recorre toda la creación, toda la existencia para huir de Cerridwen.
El caldero es considerado un elemento de muerte y resurrección por los celtas. De hecho, el caldero Gundestrup celta muestra una imagen del caldero del Dagda, “El siempre húmedo”, en el que eran sumergidos los muertos y salían revividos. El mismo caldero que le significa a Gwion renacer como Taliesín. La miel es un símbolo utilizado por muchas culturas como símbolo de las sustancias psicotrópicas. Odín alcanza la sabiduría al beber el licor llamado Kvasir, de un caldero llamado Odhroerir, ‘Inspiración´: la hidromiel de Mímir, cuya cabeza custodiaba las raices de Yggdrasyl, el árbol cósmico, la fuente del conocimiento, similar al bíblico árbol de la ciencia del bien y del mal. En el Rig Veda hindú, se asimila la figura del Soma como miel. La Ambrosía de los dioses griegos era hecha en parte con miel. Tanto el Soma como la Ambrosía otorgan la inmortalidad y convierten a los hombres en Dioses. De hecho, existe una relación directa de la miel con otras sustancias enteógenas y de la abejas con las sacerdotisas de los misterios de Eleusis.. En la leyenda se puede ver una triple iniciación: la bebida del caldero abre la mente del bardo al don de Awen; la estancia en el vientre de la diosa da al vate sabiduría para entenderlo; la prueba de ser abandonado al mar dentro de la bolsa de cuero capacita al druida para poder conquistar el último miedo: El de la muerte. Gwion bebe tres gotas: una gota para el cuerpo, una para la mente y otra para el alma. Y de hecho, sufre una triple muerte y un triple renacer, que para los celtas no podía ser de otra manera que no fuera triple, puesto que de esta triple manera cubre todos los aspectos de la creación y del renacimiento. Al alcanzar Awen, Gwion, ya convertido en Taliesín, rememora su verdadera existencia y habla de su estancia en el Castillo de Arianhrod y de las diferentes vidas que ha ido teniendo. Gwion se convierte en el chamán que accede al caldero de la resurrección y bebe de él, bebe de la sabiduría, para renacer de la iluminación fluida de Awen, para renacer. Una resurrección como Druida, como Bardo, y como Vate. Como chamán.
John Aubrey (1626-1697) fue el primero que relacionó a los druidas con los prehistóricos círculos de piedra como Stonehenge. Le siguió un excéntrico pastor cristiano, William Stukeley (1697- 1765), que, como Aubrey antes que él, visitó Stonehenge y Avebury. Stukeley convirtió su jardín en un bosquecillo druida, llenó sus sermones de referencias a los druidas y se denominó a sí mismo Chyndonax of Mount Haemus, druida. Consideraba el druidísmo una religión patriarcal, llevada a Gran Bretaña después del diluvio bíblico, y describía a los druidas como protocristianos que practicaban lo que él denominaba la Religión Natural. Las ideas de Stukeley fueron recogidas por un visionario poeta y artista, William Blake (1757-1827). Blake no sólo veía a los druidas como protocristianos, sino que identificaba a figuras cristianas como Noé y Abraham como druidas. William Wordsworth (1770-1850) y otros poetas de la época escribieron sobre los druidas, mientras que artistas contemporáneos, incluidos dos famosos pintores ingleses, Turner y Constable, produjeron pinturas y dibujos sobre Stonehenge. A través de su obra, la imagen del druida retorna a la establecida cultura británica. De hecho existieron colegios bardos en Escocia hasta el siglo XVIII. Un siglo antes también había habido instituciones semejantes en Gales e Irlanda. Representaban el nexo directo con el druidísmo del pasado remoto, cuando los bardos eran miembros de la clase druida entre los pueblos tribales de Europa en los siglos antes de Jesucristo. A los estudiantes de estos colegios se les hacía memorizar grandes cantidades de poesía, tradiciones y leyendas de sus antepasados, y genealogías de familias importantes, el mismo modo que lo habían hecho sus predecesores en tiempos de Julio Cesar. Los druidas fueron consejeros de los reyes irlandeses por lo menos hasta el siglo X, mientras que los bardos se refieren a los druidas como todavía activos en Gales en el siglo XII. Este fue el periodo en que se escribieron los antiguos cuentos de reyes paganos y héroes de Gran Bretaña e Irlanda, y normalmente los autores eran monjes.
En estas historias, los druidas eran retratados como consejeros reales, profetas, magos, curanderos e intérpretes de sueños y presagios, que tenían la habilidad de adivinar y profetizar el futuro, provocar neblinas mágicas, preparar brebajes mágicos con milagrosos poderes curativos, resucitar a los muertos, alterar el clima, transformarse y transformar a los demás en pájaros o animales, y derrocar a tiranos con sus maldiciones. En conjunto, era una generación más salvaje y mágica que los druidas del siglo XVIII. A finales del periodo medieval, muchas funciones druidas eran atribuidas a Merlín en los cuentos del rey Arturo y sus caballeros. El personaje de Merlín que conocemos fue creado en el siglo XII por Geoffrey de Monmounth, que escribió leyendas acerca de dos bardos de la Edad Media en lengua galesa. El primero, Myrddin Emrys, era descrito como un profeta mágico y consejero del rey británico del siglo V, Ambrosio. El segundo, Myrddin Wyllt, llamado el Salvaje, era un bardo escocés del siglo VI. Al ver cómo su señor y sus compañeros morían en una batalla, decidió abandonar la compañía humana y vivir en el bosque de Celydon con un lobo y un cerdo. Se ganó la fama de ser un inspirado profeta. Ambos Myrddins vivieron en la época en que gran parte de Europa, incluyendo Gran Bretaña e Irlanda, vivía la transición del paganismo al cristianismo, y ambos conservan muchas cualidades del druida pagano. Si, una vez situados en la Edad Media, volvemos a retroceder otros 500 años, llegamos a los inicios de la era cristiana y a los primeros registros escritos de los druidas. Las pocas descripciones que nos han llegado de druidas, proporcionadas por los escritores griegos y romanos de los últimos siglos anteriores al nacimiento de Jesucristo y los primeros siglos de esta era, fueron la inspiración de los anticuarios del siglo XVII, quienes, a su vez, inspiraron el resurgimiento druida del siglo XVIII.
Entre las historias más influyentes se encuentra la historia griega de Plinio el Viejo. En un pasaje de su Historia Natural , escrito en el siglo I d.C., ofrece una vívida explicación de las creencias druidas de un rito celebrado en el bosque: “Los druidas… no tienen nada más sagrado que el muérdago y el árbol que lo sostiene, teniendo en cuenta que ese árbol siempre es un roble. Sin embargo, eligen bosques compuestos por robles sólo por el bien del árbol, y nunca realizan ninguno de sus ritos si no se encuentrn ante una rama de roble. De hecho, piensan que todo lo que crece en él ha sido enviado por el cielo y es una prueba de que el árbol fue elegido por el mismo dios. No es fácil, sin embargo, encontrar muérdago en un roble; y, cuando se encuentra, es cogido con una gran ceremonia religiosa adecuada, si es posible el sexto día del ciclo dela Luna (ya que es con la Luna con la que miden los meses y los años, y también su propia edad de treinta años). Eligen este día porque la Luna, si bien no está aún en la mitad de su recorrido, ya tiene una influencia considerable. Denominan al muérdago con un nombre que, en su lengua, sigifica el que todo lo cura. Después dehacer un preparado para el sacrificio, así como un banquete bajo los árboles, llevan allí dos toros blancos, atados por los cuernos. Vestido con una túnica blanca, el sacerdote sube al árbol y corta el muérdago con una hoz de oro, y es recibido por los demás en una capa blanca. Entonces, los demás matan a las dos víctimas, orando porque el dios hará de esta ofrenda algo favorable para aquellos a los que se la conceda. Ellos creen que el muérdago, si se toma en infusión, da fecundidad a los animales estériles, y que es un antídoto para todos los venenos”.
Plinio vistió a su druida de blanco, mientras que algunos otros escritores contemporáneos describen a druidas vestidos con túnicas bordadas en oro y a mujeres que probablemente eran druidas vestidas con túnicas negras.¿Qué más conocemos delos druidas antiguos? En el siglo I a. EC., el historiador griego Diodorus Siculus hacia la siguiente descripción de los druidas de la época: “Entre ellos – por ejemplo, los galos, el pueblo del país que llamamos Francia- hay compositores de versos a los que se les conoce como bardos; estos, cantando y con instrumentos similares a una lira, alaban a unos y vituperan a otros. Tienen filósofos y teólogos que son tratados con mucha consideración a los que llaman druidas ; tienen adivinos – vates-, también de gran renombre, que conocen el futuro o a partir del vuelo delos pájaros y de la observación de las entrañas de lalos animales; y todos estan atentos a sus palabras. … Es costumbre de los galos que nadie haga ningún sacrificio sin la presencia de un filósofo- por ejemplo, un druida-, porque, según ellos, las ofrendas a los dioses sólo deberían hacersepor mediación de estos hombres, que han aprendido la divina naturalez y, por decirlo de algún modo, están familiarizados con ella, por lo que sólo a través de ellos debe buscarse la bendición de los dioses. Estos profetas tienen autoridad no sólo en tiempos de paz, sino también de guerra, y los encantamientos de los bardos tienen efectos tanto en amigos como en enemigos. A menudo, cuando los combatientes se encuentran alineados frente a frente, las espadas están desenvainadas y las lanzas están alzadas, aparecen esos hombres entre los ejercitos y suspenden la batalla, del mismo modo que las bestias son encantadas a veces. Así, incluso entre los bárbaros más salvajes, la ira cede ante la sabiduría, y Marte es avergonzado ante las Musas”.
Diodorus nos presenta las tres áreas principales de la práctica druidad: los bardos, los vates y los druidas. Cada una de ellas hace referencia a diferentes áreas de ellos mismos y ofrece diferentes maneras de ver el mundo. La senda de los bardos se centra en encontrar fuentes personales de inspiración y en fomentar la creatividad. La senda de los vates se centra en la curación, la conciencia y la comprensión de procesos de cambio de ellos mismos y del mundo. La senda de los druidas les lleva a trabajar con los procesos de cambio para asumir un papel más activo en el continuo proceso de creación. Los druidas modernos seguimos actuando como sacerdotes, si bien actualmente los sacrificios que realizamos incluyen cosas como tiempo, poesía, frutos de temporadaa y flores o aguamiel. De Plinio y otros autores, hemos aprendido que los antiguos druidas realizaban ritos en los bosques, si bien esta práctica no ha debido de ser frecuente antes de los intentos romanos de limitar las actividades de los druidas en el siglo I a.C. En esa época, los druidas tenían un concepto del espacio sagrado denominado nemeton , un área específicamente destinada para usos rituales, a menudo rodeadea por un terraplén o una franja excavada en el suelo. A veces, se construían pequeños templos o santuarios en el área sagrada. Los santuarios solían consistir en estructuras de madera, aunque algunos eran de piedra y, en ocasiones, de hueso; algunos eran cuadrados, otros redondos. Santuarios de este tipo fueron encontrados en pueblos encima de colinas, que era una forma frecuente de asentamiento en Europa durante la Edad de Hierro. Muchos nemetonae disponían de fosas rituales en las que se hacían las ofrendas. En ocasiones, se erigian postes de madera o piedras alineadas al amanecer o al atardecer en alguna época significativa del año. Los druidas de la Edad de Hierro utilizaban hierbas y árboles sagrados en sus ritos, y practicaban la adivinación a partir del comportamiento de los pájaros y del movimiento de las estrellas. Algunos ritos incluían música y baile. Pero los rituales no eran la única área en que actuaban los druidas. También eran jueces y abogados, historiadores, maestros, doctores, cantantes y músicos.
De hecho, todos los aspectos de la vida que requirieran algún tipo de educación formal parecían ser competencia de los druidas. Estos parecían haber asumido, entre los habitantes de la Edad de Hierro en Europa, un papel similar a la casta de los brahmanes entre los hindúes. El druidismo de este periodo tuvo su lado oscuro, en el que se incluyen los sacrificios animales y, probablemente, también humanos. Fue una época en la que la gente entre la que vivían los druidas vivía y trabajaba como cazadores de cabezas, y conservaba la cabeza de sus enemigos como trofeos, utilizándolas a veces para decorar los santuarios. Parece que estamos muy lejos de la imagen romántica del siglo XVIII del sabio vestido de blanco. Y, sin embargo, no estamos tan lejos si tenemos en cuenta que varios escritores clásicos se refieren a los druidas como filósofos naturales, astrónomos, oradores, sabios jueces, inspirados profetas y habilidosos diplomáticos. Y si bien los druidas de esa época trabajaban muy cerca de la muerte, sabemos que creían fervientemente en la vida después de la muerte, y que esta creencia era tan intensa que celebraban la muerte como una liberación o un renacimiento. También creían en la transmigración del alma, creencia que aún mantienen algunos druidas de hoy. Cada uno de nosotros tiene un aura, o un campo de energía dentro y alrededor de nuestros cuerpos. Los videntes consideran esta aura un área de luz coloreada que rodea el cuerpo y penetra en él. El tamaño, la intensidad y el color del aura cambian de acuerdo con el estado físico, emocional, espiritual o psíquico. En las diversas culturas del mundo, desde el antiguo Egipto hasta la actualidad, la realidad del aura ha sido aceptada por videntes, místicos y curanderos. En 1939, entró en el reino de la ciencia cuando llegó a ser fotografiada por un ingeniero electrónico ruso, Semyon Davidovitch Kirlian. El profesor Kirlian y su esposa, Valentina, fabricaron un dispositivo que rodeaba sujetos vivos con corrientes eléctricas de alta frecuencia y capturaba el efecto resultante en una película. La técnica revelaba nubes, destellos y chispas multicolor que formaban motivos de luz.
Demostraron científicamente la existencia del aura y como estaba influida por la enfermedad, la emoción y otros factores, cosas que ya conocían los curanderos, videntes y los místicos desde hacia siglos. Una de las cosas que se descubrieron fue la habilidad de los curanderos para producir destellos muy brillantes desde las yemas de sus dedos cuando se les pedía que, conscientemente, pusieran en marcha su poder curativo. Todo ser viviente tiene un aura, incluso objetos aparentemente inanimados como las rocas. Un principio fundamental del druidismo es el animismo, la creencia de que todas las cosas tienen espíritu. El aura representa un tipo de interrelación, un medio de transmitir información entre el espíritu y la materia física. A través de nuestra aura nos comunicamos con todas las cosas que nos rodean. Cuando nuestra propia aura está en contacto con otra, se establece ente ellas un nexo a través del cual pasan los mensajes. Para la mayoría de nosotros, normalmente, el proceso es completamente inconsciente, pero en el druidismo ise intenta potenciar nuestra habilidad para comunicarnos. Generalmente sólo utilizamos un diez por ciento de la capacidad de nuestras mentes. Y existen buenas razones para ello. Si nuestros sentidos estuvieran actuando constantemente a su máxima potencia, percibiríamos tal cantidad de sensaciones que nuestra habilidad para funcionar se vería seriamente afectada. Si cada sonido, imagen, gusto y tacto fueran aumentados cien veces su intensidad habitual, nuestras mentes se verían desbordadas. No obstante, los estados de elevada conciencia ya ocurren de manera natural en la mayoría de la gente. El psicoanalista Abraham Maslow las llamaba experiencias máximas y creía que representan un registro del bienestar psicológico. Cuantas más experiencias máximas tenga un individuo, más sano estará. Estos estados son inmensamente liberadores y vigorizadores, abren la mente a infinitas posibilidades y dan un sentido profundo de conexión con el universo, así como a una expansión psíquica y un éxtasis espiritual. En la práctica del druidismo se accede a tales estados de intensidad de la conciencia.
Cada uno de nosotros existe en el centro de una red de energía que nos une con el resto de la creación. Nuestros antepasados escandinavos la llamaban la Red de Wyrd, y la concebían como unos hijos entretejidos del destino que unen todas las cosas con el universo. Según Teilhard de Chardin:“Cada elemento del cosmos está positivamente entretejido con los demás. Todo el Universo permanece unido, y la única forma de verlo es comprenderlo como un todo, una unidad“. El mito nordico revelaría que Wyrd es una red como una tela de araña en que cada nudo sería un ser vivo o alguna cosa del mundo. Esta red del destino estaría tejida por la Nornas, estas tres Diosas hilanderas cuyo nombre individual Urdhr, Verthandi y Skuld, que representan el pasado, presente y futuro, respectivamente y que representaban todo el conocimiento y eran patronas especiales del arte de la adivinación. Cada uno de nosotros vive en el centro de una red de energía que nos une con el resto del cosmos. El destino particular, regido por Wyrd, se basa en el destino general y colectivo regido por Orlög, la fatalidad. Cualquiera vibración en la red de la telaraña repercute posteriormente en todas partes, como ondulaciones que se mueven al igual que ocurriría con una piedra lanzada a un estanque. Ningún individuo es superior o inferior a otro y cada forma de vida goza en si misma de plenitud que comparte y completa en la trama de la Vida. Para ahondar en esto, debemos deducir que las acciones que hacemos cada, son las que forman nuestro wyrd y que las acciones que suceden en el hoy se mueven hacia el pasado y forman parte de él también, es decir, todo lo individual repercute en lo global. Nuestros actos trascienden en todo lo demás, y por tanto regresan a nosotros. Esta red es Wyrd. A través de las relaciones que hacemos con los cuatro puntos cardinales, aseguramos nuestro círculo al mundo, conscientes de su lugar en la red de las relaciones, de las que cada uno de nosotros es el centro. Dividir el círculo en cuatro nos aporta el simbolismo conocido como la cruz celta. Si tomamos el perímetro del círculo para representar el ciclo del sol a lo largo del año, los puntos en los que los radios se unen con el borde indican los ocho grandes festivales que se celebran en el druidismo moderno. Al celebrar estos festivales en el círculo sagrado, nos alineamos con los ciclos del mundo natural reflejados en las estaciones cambiantes.
Nuestros antepasados lo caracterizaban como el renacimiento del Sol. Para nuestros antepasados el invierno traía la auténtica amenaza de la hambruna y la muerte, por lo que no es de extrañar que el renacimiento del Sol fuera celebrado por todo lo alto. El dios egipcio Horus, el dios babilonio Baal, el dios persa Mithras y el dios griego Adonis nacieron el 25 de Diciembre. El dios irlandes Lugh del Largo Brazonació en un panteón-sepulcro de New Grange donde, la mañana del solsticio de invierno, un rayo de luz del Sol ilumina la cámara central de la tumba. En la colección de cuentos galeses El Mabinogion, se habla de un niño llamado Mabon (el Hijo), nacido de Modron (la Madre). Este cuento y otros reflejan una antigua creencia en un niño solar mágico nacido en Pleno Invierno. A través de cuentos como estos nos damos cuenta de lo que el Pleno Invierno significaba para nuestros antepasados. Un tiempo en que el recien nacido emergía de la muerte y la decadencia, abierto al flujo de nuevas experiencias, aunque desvalido y dependiente de los demás en lo que respecta a la protección y alimentación. En particular, como niños recien nacidos, confiamos en nuestras madres. Los acogedores brazos de la madre, la comodidad y la seguridad de la matriz se asocian al Norte. Nuestros antepasados veían la muerte como un regreso a la matriz de la madre Tierra. En el Norte, por tanto, encontramos el fin y el principio de la vida. Según la tradición escocesa, Candlemas es el tiempo en el que una serpiente blanca surge del suelo en el que ha estado durante los meses invernales. La serpiente es una potente imagen de la vida que regresa a la tierra. La novia (bride) o Brígida, es una antigua diosa de la fertilidad, la poesía y los trabajos de forja, cuyo culto fue transferido a una santa cristiana con el mismo nombre. El niño nacido en Pleno Invierno ha crecido, pero sigue dependiendo de su madre y su padre para que lo alimenten y lo protejan. El niño empieza a reconocer los límites y las diferencias entre él y el mundo. Este es el primer paso hacia la independencia de pensamiento y del ser.
El Este marca el equinoccio de primavera, el galés Alban Eilir, la Luz de la Regeneración, que cae alrededor del 21 de marzo. El Sol está entrando entonces en el signo zodiacal de Aries, el Carnero. En la mañana del equinoccio, el Sol sale directamente por el Este. El día y la noche duran lo mismo. Es el tiempo del equilibrio entre las largas noches del invierno y los largos días del verano. El equilibrio es un estado temporal y está a punto de inclinarse a favor del verano. En términos humanos, es el tiempo en el que el niño empieza a desarollarse como individuo, independiente de sus padres, todavía con los ojos abiertos por el asombro, pero no contento ya con sólo observar. Ahora el niño está ansioso por experimentar lo que el mundo le puede ofrecer. Siguiendo de nuevo el sentido del Sol, llegamos al Primero de Mayo. En Irlanda, este se sigue celebrando como Beltaine, un festival folclórico en el que dos hogueras gemelas se encienden en la cima de las colinas y se hace pasar el ganado entre las hogueras para protegerlo de las enfermedades. En Gales el festival es denominado Calan Mai, elCalendario de Mayo. En Gran Bretaña y en cualquiero otra parte, el Primero de Mayo es celebrado con la elección de una joven para que sea la Reina de Mayo. Además, se adornan las iglesias con flores frescas y se baila alrededor de los maypoles (mayos). Se lo considera el primer día del verano y el final del invierno. En algunos rituales tradicionales se imita una batalla entre las fuerzas del invierno, a veces representadas por un hombre vestido de mujer, y las del verano, a menudo representadas por la Reina de Mayo o su consorte. Las vísperas de mayo son una época en la que, por tradición, los jóvenes, hombres y mujeres, van al bosque para hacer el amor. Al alba, las mujeres lavan sus rostros con el rocío de la mañana de mayo para renovar, aumentar o preservar su juventud y belleza. Los jóvenes recogen flores de mayo, particularmente flores de espino, para alegrar el día.
El sudeste es el punto medio entre el aire y el fuego, una mezcla volátil apropiada para esta celebración del vigor juvenil. Aquí alcanzamos la pubertad, el despertar sexual que marca el paso de la niñez a la edad adulta. Para muchos es un tiempo de excitación salvaje, pero también de gran tensión, porque luchamos contra una gran cantidad de nuevas sensaciones. Es un tiempo de cambio y convulsión, por el que se atraviesa con la apasionante energía de la juventud. Según gira la rueda, llegamos al Sur, el lugar del Pleno Verano. El solsticio de verano cae aproximadamente en el 21 de junio, y se le conoce con el nombre de Alban Hefin, la Luz del Verano, en Gales. Igual que en Pleno Invierno, la posición saliente del Sol permanece tranquila. El día del Pleno Verano llega unos días más tarde, el 24 de junio, cuando la posición de la salida del Sol empieza de nuevo a moverse hacia el Sur. Igual que Beltaine, el Pleno Verano se celebraba tradicionalmente con hogueras sobre las colinas. Se quemaban ruedas que se lanzaban colina abajo. Si se quemaban bien, llegaban lejos y rodaban rápido, y si botaban alto, indicaban la buena suerte de la comunidad para el año siguiente. En el sur del círculo, el niño se ha hecho adulto; retiene la energía de la juventud, goza de la fuerza del cuerpo y transformará el deseo en acción. El deseo fuerte y la energía para lograr algo pueden ser muy atractivos, pero también pueden llevar a un conflicto. En el momento fundamental del solsticio, el poder es demasiado salvaje, de ahí que nuestros antepasados celebraran el Pleno Verano unos días más tarde, cuando las energías se habían consumido un poco. Si nos movemos hacia el Sudoeste llegamos al punto en el que el fuego y el agua se encuentran. La fiesta de este medio cuarto es el Lammas, que se celebra el 1 de agosto. En Irlanda se le llama Lughnasad, el Festival de Lugh; en Gales, es Gwyl Awst, la Fiesta de Agosto. Se trata de la celebración de los primeros frutos de la cosecha, un momento de dar gracias por la mágica conjunción dela tierra, el aire, la lluvia y el sol que produce los alimentos que comemos.
Nuestros antepasados celebraban en esta época dos cosas: el dar las gracias y la preparación para el duro trabajo de la cosecha que todavía quedaba por delante. Lammas era tradicionalmente una época de peregrinación hacia los lugares sagrados. Finalmente, Lammas es una época tradicional para celebrar el matrimonio. En este punto del ciclo ardiente pasión del héroe empieza a templarse, ya que el deseo por la acción es neutralizado por la sabiduría. En el Oeste llegamos al equinoccio de otoño, aproximadamente el 21 de septiembre. En Gales se le llama Alban Elfed, la Luz de Otoño. Como en el equinoccio de primavera, el día y la noche son igual de largos y estamos en un punto de equilibrio. Ahora, sin embargo, el equilibrio está a punto de inclinarse desde el verano hacia el invierno, un tiempo de decadencia e inactividad. La cosecha se ha recogido y se ha almacenado para la llegada del invierno, y los árboles y los setos están cargados de frutos. Una vez se ha recogido la cosecha es tiempo de descansar, reflexionar, celebrar, dar gracias y prepararse para los fríos meses que se acercan. En el ciclo de nuestras vidas, hemos alcanzado la sabiduría de la edad. La batalla ha pasado y podemos descansar y hacer balance, decidiendo qué aspectos de nosotros mismos son de auténtico y perdurable valor, así como qué aspectos ya no necesitamos. La rueda sigue girando y nos lleva hasta el Noroeste y el festival de Halloween, conocido en Irlanda como Samhain y en Gales como Nos Galan Gaeaf, la Noche del Calendario de Invierno. Se celebra el día 31 de octubre y representa la conjunción del agua y la tierra. En este periodo del año, nuestros antepasados regresaban con el ganados de los pastos del verano y sacrificaban aquellos animales a los que, por ser excesivo el número, no podrían alimentar durante el invierno. Como el Primero de Mayo, su opuesto en la rueda del año, se encienden hogueras de Halloween en la cima de las colinas, y se conduce al ganado a su centro para que se le proteja y se le bendiga.
En algunas zonas de Gales, cuando se extinguen las hogueras, todo el mundo corre a casa en medio del caos mientras grita: ¡La cerda negra sin rabo se llevará al último! De todas las noches del año, Halloween es la única en la que salen demonios, fantasmas y bestias de largas piernas. Las brujas surcan los cielos en sus escobas, haciendo su camino hacia el gran Sabbat del año, mientras que Gwyn ap Nudd, o su homólogo sajón, Woden, pasa la noche a la cabeza de la Caza Salvaje, conduciendo las almas de los muertos hacia su largo reposo. Nuestros antepasados encendían velas para dar la bienvenida a los espíritus de los muertos y guardaban un lugar en la mesa para los familiares que habían fallecido. Era una noche durante la cual se gastaban bromas a los vecinos, con disfraces de animales y otras ropas que se añadían al alegre caos. ¿Por qué? Halloween marca la división entre el verano y el invierno. Esa noche, la puerte entre los mundos de la carne y el espiritu está abierta de par en par. Mediante los juegos, las bromas y los disfraces que caracterizan este festival, nuestros antepasados se enfrentaban a la oscuridad con buen humor, imaginación y valor. En el ciclo de nuestras vidas, el noroeste representa la vejez y la muerte. Notamos la llegada de la oscuridad conscientes por fin de nuestra propia mortandad, y tomamos nuestras decisiones últimas sobre lo que tenemos la posibilidad de dejar atrás y lo que nos llevaremos con nosotros a la oscuridad. La parte final del viaje nos conduce de nuevo al punto de partida. Toda la vida se encuentra dentro del círculo sagrado. Al proyectar el círculo a nuestro alrededor y cortar los hilos que nos unen al mundo más allá de sus límites, estamos haciendo del círculo un lugar perfectamente seguro. Una vez se ha creado el círculo sagrado, siempre deberá cerrarse al acabar de trabajar con él.
En el corazón de la práctica druida se encuentra la búsqueda de la inspiración. La inspiración es el alimento y la bebida del alma. Proporciona fuerza al cuerpo; valor al corazón; conocimiento, sabiduría y perspicacia a la mente, y éxtasis al espíritu. En la tradición drida británica, e espíritu de la inspiración se llama Awen. Awen es un nombre femenino, traducido diversamente por musa, genio, inspiración, furor poético y frensí fluido, y en, que significa espíritu. Así pues, literalmente, Awen es el espíritu fluido. El concepto de Awen es fascinante. Se encuentra en la poesía medieval de los bardos galeses; Taliesin ayuda a darnos cuenta de lo importante que es Awen para la comprensión y la práctica del druidismo. En Irlanda, el equivalente más cercano a Awen es Dana, que ha sido traducido como don, tesoro, ofrenda, don espiritual, arte, ciencia, o el arte de la poesía. Esto es visto como un don de la diosa Brighid, descrita en un manuscrito del siglo IX como poetísa y una diosa adorada por los poetas, gracias a la generosa protección que les concede. Al igual que Shakti de la tradición hindú. Awen es el poder activo de la creación; es una energía que adopta muchas formas, manifestándose en particular a través de una diosa que es su origen y su agente. Desde los primeros periodos medievales, los bardos irlandeses se han referido a la inspiración como a un fuego en la cabeza. Otros, como el gales Taliesín, la ven en forma líquida, y aún otros la ven como un suspiro o un alimento, las bases de la vida. En nuestra cultura tendemos a ver la inspiración como una fuerza que está más allá de nuestra comprensión y que cae al azar sobre individuos afortunados, en algunos momentos, permitiéndoles crear música, arte, literatura o algunos procesos científicos. Para el bardo, la inspiración – Awen- es un poder al que se puede acceder a voluntad.
Para empezar a entender el flujo de Awen, necesitamos primero conocer el sentido de su presencia. El escritor Robert Graves dijo que la auténtica poesía hacía que se la erizara el vello de la nuca. Nuestras reacciones a la presencia de este espíritu son tan diferentes como nosotros lo somos unos de otros, y pueden variar en nosotros mismos de un momento a otro. Si nos sumergimos en la forma de arte que nos produzca más inspiración; un cuadro, un concierto, un bosque, la cima de una colina o un lugar sagrado, un poema o un pasaje de una novela. Mientras nos ocupamos de esta experiencia, intentemos descubrir nuestrasreacciones personales al espíritu de inspiración.. Si nos sentimos eufóricos, libres, conectados, o en éxtasis, entonces hay posibilidades de que hayamos entrado en un auténtico encuentro con Awen. En el druidismo hay muchos medios para intentar traer a Awen, o la inspiración, a nuestras vidas. Las artes son una buena manera, y el mundo natural, otra. Una vez más nuestras reacciones son personales. Ver, oír y oler el mar motiva a algunos, mientras que otros encuentran su más profunda inspiración en las tranquilas profundidades del bosque o en una colina en medio de una tormenta. También los árboles pueden inspirar: la oscura y antigua sabiduría del tejo, la grandiosidad épica de los altos pinos, la fuerza y estabilidad del roble, la fluida flexibilidad del sauce y la espinosa belleza del espino. Cualquier cosa puede llegar a ser una potente fuente de inspiración, creando los mismos tipos de reacciones físicas, psicológicas y espirituales que encontramos en el arte.
Un método tradicional para despertar el flujo de Awen era practicado en los colegios bardos de Irlanda, Escocia y Gales, y era conocido con el nombre de la Celda de la Canción. Se les daba a los bardos un tema con el que componer un poema. Entonces se les dejaba solos en celdas oscuras sin ventanas durante un día y una noche. Durante ese tiempo, los bardos permanecían extendidos en sus camas, a menudo con las cabezas envueltas en ropas para privarlos de sensaciones. En la oscuridad, apartada de cualquier distracción, la mente yerra libre, y entra en un estado entre el sueño y la vigilia en el que las asociaciones que la conciencia normal no tendría o dejaría pasar se suceden por senderos de pensamiento hasta remotas e ilógicas conclusiones. Las defensas sensoriales normales se derrumban según pasan las horas, permitiendo a Awen fluir libremente. Después de veinticuatro horas, se les llevaba velas a los bardos y estos escribían los poemas que habían creado. Entonces se reunían de nuevo y se leían los poemas para pedir consejo. La calidad de los versos daba una indicación muy clara de la intensidad de la conexión entre cada uno de los bardos y Awen. Esta es la única razón por la que en el druidismo se usa nuestra inspiración para crear y para que nuestra inspiración pueda ser juzgada por los demás a través de la calidad de nuestras creaciones.Los productos de nuestra creatividad sirven de ofrendas en intercambio por la inspiración que recibimos. Así se mantiene el flujo de Awen. Los sueños pueden ser una fuente muy fructífera de inspiración que puede traducirse en poesía, pintura, narración o canción. Igual que en la Celda de la Canción, el sueño libera la mente de sus limitaciones habituales, permitiendo mensajes que de otro modo no saldrían. Muchos sueños son simplemente el medio que tiene la mente de filtrar y procesor los datos recibidos durante las horas de vigilia. Otros recogen hechos de vidas pasadas, cosas del futuro o mensajes de nuestros antepasados, dioses y guías.
De cualquier modo, el mundo de los sueños suele producir unas imágenes ricas y extrañas que pueden ser conducidas hacia expresiones de creatividad. Los sueños no sólo inspiran a poetas y artistas; muchos científicos tienen visiones o comprenden actos en sus sueños que les ayudan a resolver problemas de su trabajo. Nuestros antepasados se comunican con nosotros a través de canciones y poesía, leyendas e historias que han pasado de generación en generación. Según nos vamos adentrando en el sendero del druidismo nos vamos encontrando muchas puertas a través de las cuales podemos entrar en el reino de nuestros antepasados, el reino del espíritu. Ese mundo del Más Allá existe, eterno y en perpetuo cambio, paralelamente al nuestro, y en él todas las cosas son posibles. Las histórias, las canciones y los poemas de nuestros antepasados proporcionan tales puertas. A través de la magia de las palabras nos relacionamos nosotros, el corazón, la mente y el alma, con el Awen, el espíritu fluido, de quienes las han creado. Las historias, las canciones y los poemas son la especialidad de los bardos. Los bardos conservan la tradición, reformulando la historia en cuentos que enseñan e inspiran, capaces tanto de conservar como de mover a un público. De este modo, la historia se transforma en mitos y leyendas que informan nuestro sentido de identidad personal y cultural, proporcionándonos el telón de fondo de nuestra existencia, nuestras creencias, nuestro sentido del yo, nuestra conexión con el pasado y las tierras sagradas. Las historias y la canciones son nuestros maestros. A través de ellas aprendemos el comportamiento correcto, las creencias de nuestros antepasados, la naturaleza de los dioses, el Otro Mundo y sus habitantes.
En las actuaciones tradicionales bardas se suelen combinar historias, canciones y poesías. Dos bardos trabajarán juntos, uno encargándose de la parte vocal el otro acompñando con ese instrumento bardo típico, el arpa. El viaje de Bran es un cuento del siglo VIII del estilo conocido como de viajes. Su narración es como un acto sagrado que guía al oyente por un viaje hacia el Otro Mundo,-cuya experiencia y conocimiento son muy importantes para la tradición druida. Eran cantados en la cabecera de la cama de quienes estaban muriendo, para guiar el viaje de sus almas hasta las islas del Paraiso Terrestre. Bran era un rey irlandés que recibió en su morada la visita de una bella mujer que vestía de forma extraña y que cantó para él la siguiente extraña descripción de su hogar en el Otro Mundo: “Llevo una rama del manzano de Emain, Parecida a las que ya conoces. Crecen en ella ramitas de plata blanca y hermosos capullos cristalinos de flores. Hay una isla muy lejos de estas tierra, alrededor de la cual reflulgen caballitos de mar blancos. Trazan contra sus orillas su blanco rostro, y se mantiene sobre cuatro fuertes pilares. Hay un viejo árbol en flor sobre el que alegres pájaros cantas a todas horas. En la más dulce armonía combinan su canto para marcar las horas. No se conocen tristezas, no hay sufrimeintos aquí, no hay enfermedad, muerte o pena. Tal es la vida del justo Emain, una vida que no se halla en este mundo. Aparecen entonces unas huestes por la brillante agua, reman su nave hábilmente hacia la playa, donde están en círculo brillantes piedras, y una música dulce y libre de ella se eleva. A través del tiempo hacia la muchedumbre reunida cantan una canción que nunca tiñe la tristeza; cantos de voces, todas a coro, en plegaria de vida y canción de vida eterna. Emain de muchas formas junto al mar, tanto si está lejos como si está cerca, en brillantes tonos las mujeres pasean, rodeadas por el limpio y brillante mar. Y si oyes la dulce voz de las rocas y los pájaros cantores de la Tierra en Paz, al alcance de la mano de esas mujeres caminarán; pues nadie aquí sólo necesita caminar”.
Estos versos, de más de mil años de antiguedad, ofrecen una clara impresión de cómo veían nuestros ancestros el Otro Mundo, el reino mágico de más allá del océano del oeste hacia el que el alma se dirige después de la muerte. Otros poemas aluden a transformaciones no humanas, sugiriendo así que Awen conducía a los bardos a elevados estados de conciencia, en los que se fundían con el universo y con todo lo que hay en él. Así, en La Batalla de los Árboles, el bardo Taliesin canta: “He tenido muchas formas antes de adoptar esta agradable. He sido una espada, de forma estrecha; creo, porque es aparente, que he sido una lágrima en el cielo, he sido una titilante estrella, he sido una palabra en una carta, he sido en mís orígenes un libro, he sido un rayo de luz reluciente. Un año y medio, He sido un estable puente sobre los flujos de la compasión, he sido un atajo, he sido un águila, he sido una canoa de mimbre y cuero, he sido de un cayado la dirección, he sido una chimenea en un recinto abierto, he sido una espada en una grieta flexible, he sido un escudo en un conflicto abierto, he sido una cuerda de un arpa. Forma cambiante nueve años, en agua, en espuma, he sido consumido por el fuego, he sido pasión en una espesura”. Esta expresión nos recuerda que entre nuestros antepasados los bardos eran considerados con el mismo tipo de respeto y reverencia reservados en otras culturas a los sacerdotes, los chamanes o las mujeres adivinas. En nuestros tiempos, todavía existe una especie de aura mística asociada a las artes creativas, la idea de que quienes las practican están en conexión con alguna fuente interna que los sitúa aparte del resto de la humanidad. Esta fuente es Awen. Entre nuestros antepasados, un bardo visitaba las casas para bendecir a sus moradores, sus cosechas y su ganado. Se dice que San Patricio, patrón de Irlanda, ordenó que nadie durmiera o hablará mientras alguien contaba un cuento, y prometió que eso aportaría éxito en lo que respecta a niños, amor, matrimonio, temas legales, caza, protección a los marinos y libertad a los cautivos.
Tales bendiciones recuerdan a las que se prometía a quien recitaba o escuchaba los cuentos sagrados hindúes como el Ramayama . La recitación de dichos cuentos es más que una mera narración, porque las bendiciones que se ofrecen son las mismas que las que, por otro lado, se ofrecen como plegaria o sacrificio a los dioses. Nuestros ancestros creían que los patrones de nuestra vida se reflejan en las estrellas y otros fenómenos naturales, y que nuestro sino está controlado por el destino, siendo este un poder abstracto o el deseo de los dioses. En los siglos XVIII y XIX, el crecimiento del racionalismo científico produjo un modelo mecánico y determinista del universo. Se veía la vida como una interacción de las fuerzas naturales que la ciencia explicaría algún día y de la que nos daría el control. En el siglo XX, la teoría del caos ha hecho mucho por el renacimiento de la idea pagana de que nuestras vidas estan ligados al flujo y el reflujo de fuerzas aparentemente fortuitas. A través de la adivinación, intentamos comprender los patrones de nuestras vidas, a menudo mediante la observación de patrones del azar como la caída de una moneda o de una carta, el vuelo de los pájaros o un rostro en las nubes. Los métodos de adivinación utilizados por los druidas son muchos y muy variados. La adivinación, entendida en su sentido literal como comunicación con lo divino, debería ser abordada con la misma reverencia que la oración o los ritos, porque de otro modo pierde su sentido y se convierte en una mera adivinación del futuro.. En las Highlands y las islas de Escocia, donde la adivinación a partir de la naturaleza solía ser frecuente, se le llama frith y quienes la practican son los fritheir. A veces, el talento se hereda y a quienes lo poseen se les llama Clann an Fhritheir, el Clan de los Videntes. Hay muchas formas que son variantes del frith, y con las que se relacionan más o menos ceremonias. Los escritores clásicos hacen comentarios sobre los galos que adivinaban a partir del comportamiento o los graznidos de los cuervos, mientras que en un manuscrito medieval irlandés establece significados precisos que se desprenden del comportamiento de cuervos y carrizos. Un cuervo que llama desde la parte superior de una cama cerrada de una casa se dice que predice la llegada de un huesped distinguido de cabello blanco o de un clérigo. Si se trata e un clérigo seglar, el cuervo hace bacach.
Si se trata de un sacerdote, el cuervo hace grandh, grandh. Si hace grob, grob o grac, grac, significa que un escritor satírico o un guerrero bardo van a venir. Si le sigue un cuervo en un viaje, es buena señal. Si se le acerca por la izquierda, significa una pelea. Si un carrizo grazna desde el este, van a venir bardos, o noticias de ellos. Si lo hace desde el oeste, tendrá la visita no deseada de un familiar. Si canta desde una piedra alzada, indica la muerte de un hombre importante. La adivinación a partir de urracas aparece en los versos infantiles populares. Más que conducir la mente a una serie rígida de significados, es mejor ser conscientes de las asociaciones tradicionales con plantas, árboles y animales. En la antigua, Irlanda, los adivinos especialistas llamados Neladoir, observadores de nubes, adivinaban las respuestas a preguntas que se les hacían estudiando los modelos y las imágenes de las formaciones nebulosas. Otro método de adivinación con una larga historia utiliza un alfabeto denominado ogham. En su origen, consistía en veinte letras a las que se añadieron cinco más tarde. Cada una de las veinte letras originales tiene entre una y cinco líneas o muescas rectas que se cruzan con una línea central. Las primeras inscripciones en ogham que han sobrevivido están talladas en piedras alzadas, con el borde de la piedra formando la linea central. Las inscripciones suelen estar escritas desde la base de la piedra hacia arriba, pasando a veces por encima de la parte superior y continuando hacia abajo por el otro lado. Sin embargo, el lenguaje ogham sólo es práctico para escribir inscripciones cortas. Parece ser que fue inventado en Irlanda, probablemente en el siglo II y desarrollado en un complejo sistema en el que cada letra tiene muchos significados posibles. Es utilizado en magia, adivinación y quizá como forma inicial de notación musical. El alfabeto ogham es llamado en ocasiones Beth-Luis-Nion, los nombres gaélicos de las tres primeras letras, que también son nombres de árboles. Beth es el abedul, Luis es el serbal, y Nion el fresno. El nombre de ogham también denominaba los lenguajes secretos y los códigos utilizados entre los iniciados en los colegios irlandeses bardos.
El cortejo de Etain nos habla de un druida llamado Dalan que utilizó la adivinación ogham para descubrir dónde había llevado el dios Midir a Etain. Cortó cuatro varitas de tejo en las que inscribió tres oghams y las utilizó para encontrar las llaves del conocimiento. Estas le enseñaron que Etain había sido lleva al túmulo de Breg Leith. Otras fuentes irlandesas hacen referencia al uso en adivinación de cuatro varitas de tejo talladas en ogham llamadas fews. El número cuatro puede guardar relación con la clasificación de letras del ogham en cuatro grupos. Si los fews tiene cada uno cinco caras, uno de los veinte caracteres ogham puede ser tallado en cada angulo. El ogham que habría que leer tendría que ser entonces el de más arriba cuando se traza el few. El historiador romano Tacitus describe un método similar de adivinación utilizado en Alemania durante el siglo I. Se cortaba una rama de árbol en tiras, y estas se marcaban con señales y se lanzaban al azar sobre ropa blanca. Un sacerdote o el cabeza de familia ofrecía entonces una plegaria a los dioses y, mirando al cielo, recogía tres tiras, una cada vez, leyendo su significado en las señales talladas en ellas. La curación en la tradición druida funcionaba en muchos niveles del ser. Puesto que la práctica del druidismo estaba arraigada en la vida cotidiana, es evidente que influían en el bienestar espiritual, psicológico o físico. En lo relativo al alma, se respondía a las necesidades más profundas del individuo, trabajando mediante el dolor de las vidas pasadas para conseguir curación en el presente, y conectando con los antepasados de sangre y espíritu mediante los ritos y la meditación. En un nivel físico, se utilizaban hierbas, masajes y otras técnicas. La medicina convencional empieza en el nivel físico. Sin embargo, en el druidismo se enfoca al individuo, en primer lugar y principalmente como ser espiritual. El reino espiritual es visto como origen de todos los demás niveles del ser, por lo que todo lo que tiene un efecto en ese reino afecta de manera natural a cualquier otro aspecto de la existencia. Lo espiritual proporciona un plan de acción desde el cual la emoción y el intelecto construyen la visión de la realidad desde la que se construye el mundo físico, el entorno y las relaciones. Por esta razón, trabajando con el espíritu se provocans cambios en los mundos emocional, intelectual y físico, así como en el corazón, la mente y el cuerpo.
Un principio mantenido por los druidas es que vivimos no una vida, sino muchas. Hay quien sostiene que vivimas una y otra vez en este mundo, y quien piensa que mediante la muerte pasamos a nuevas vidas en otros mundos, pero la mayoría afirman que adquirimos conocimiento y experiencia a través de cada una de estas vidas. Algunas personas creen que pasamos por varios estadios del ser y que experimentamos, la vida de las piedras, la hierba, las abejas, los árboles, los lagartos, los conejos, los cuervos, los peces, los ciervos, los osos y todas las demás criaturas. Otras piensan que este ciclo de nacimiento, vida, muerte y renacimiento nos lleva finalmente a un punto de comprension en el que nos identificamos completamente con los grandes poderes del universo, uniendo la conciencia individual con el conjunto de la creación. Como el alma pasa de una vida a otra, aprendemos. A veces aprendemos bien, otras lecciones las olvidamos en el espacio entre las vidas o por el trauma de nacimiento, o las perdemos entre las sensaciones de la niñez. El dolor de las vidas pasadas puede permanecer en nosotros y, si no nos damos cuenta de ello y nos liberamos, podríamos vernos impedidos a continuar. La exploración de las vidas pasadas nos ofrece un sendero de curación y libertad. Revivir traumas serios de las vidas pasadas puede ser lo mismo que revivir esas experiencias en esta vida, y podría ser mejor vivirlas con la ayuda y los consejos de un consejero experimentado. No obstante, los consejos y la curación también pueden conseguirse mediante el trabajo con nuestros ancestros de sangre y de espíritu, nuestros amigos de alma, dioses y guías, que pueden haber estado con nosotros en nuestras vidas anteriores.
Los druidas utilizan muchas otras técnicas curativas, tradicionales y modernas. Entre las tradicionales, la herbolaria es muy popular y ampliamente utilizada. El uso mágico y medicinal de plantas combina muy bien con la visión animista del druidismo, que considera sagradas todas las cosas y cree que están imbuidas por el espíritu. Fuentes clásicas hacen referencia a los druidas de la Galia, que utilizaban muérdago para uso medicinal, y lo llamaban el que todo lo cura. El muérdago era muy utilizado para tratar ciertas enfermedades como la epilepsia y otros desórdenes convulsivos, y también ha sido usado para detener las hemorragias internas. Recientemente, se ha presentado como tratamiento para algunas formas de cáncer. Pero la mayoría de las plantas tienen algunas propiedades medicinales. Una antigua leyenda irlandesa describe vivídamente el enfoque druida de la curación, en que combina magia y medicina. Diancecht era el médico de los dioses de la Antigüedad, los Tuatha de Danann. Cuando el jefe de estos, Nuada, perdió su mano en una batalla, fue Diancecht quien se la reemplazó con una de plata que era tan flexible y fuerte como lo había sido su mano de carne y hueso. Diancecht tuvo un hijo, Miacha, que heredó las habilidades curativas de su padre. De hecho, había quien decía que era mejor curandero que Diancecht. Al oír esto, Nuada mandó llamar al chico. Miacha preguntó dónde estaba la mano verdadera de Nuada y, al enterarse de que había sido enterrada, la desenterró. Retiro la mano de plata de Nuada y colocó la atrofiada mano en el muñón. Mientras lo hacía, exclamaba un hechizo: Tendón a tendón y nervio a nervio serán unidos. Tres días y tres noches más tarde, la mano volvió a unirse al brazo y volvió a ser tan buena como antes. Cuando Diancecht se enteró del trabajo de su hijo, estalló en cólera porque un simple jovencito lo había superado. Golpeó a Miacha con su espada, y le cortó la piel. Miacha curó la herida al instante. Diancecht le cortó hasta llegar al hueso con su segundo golpe, pero de nuevo Miacha se curó a sí mismo. El tercer golpe atravesó el cráneo de Miacha y le llegó al cerebro, pero de nuevo se curó él solo. Entonces el padre le golpeó una cuarta vez, partiendo en dos el cráneo de su hijo, que finalmente murió. Diancecht, consternado por lo que había hecho, enterró a su hijo y de su tumba nacieron 365 hierbas curativas, cada una de las cuales servía para cuarar una afección diferente.
Airmid, la hermana de Miacha, recogió cada una delas plantas y las dispuso en su capa, ordenadas según la afección que curaban. Diancecht estaba furioso por lo que ella hacía en memoria de su hermano, preocupado por la idea de que si los secretos de estas plantas se daban a conocer, nadie volvería a honrarlo a él por sus dotes curativas. De manera que cogió la capa y la sacudió vigorosamente, mezclando todas las plantas. Si no hubiera sido por este acto, según la leyenda, ahora tendríamos una cura para cada enfermedad y los humanos seríamos inmortales. Por culpa de la ira de Diancecht, las generaciones posteriores han tenido que ir haciendo lo posible por redescubrir las capacidades curativas de las plantas. La historia nos muestra como nuestros antepasados consideraban a los dioses poseedores de habilidad para dar o promover la curación. Se creía que algunos tenían influencia en áreas particulares de la existencia humana. A la diosa irlandesa Brighid, por ejemplo, se la invocaba en los embarazos para que protejiera al niño que iba a nacer durante el parto y para que el niño naciera rápido y sano, y para que protejiera a los niños pequeños. El dios romano-británico Nodens, equivalente al irlandés Nuada y al galés Nudd, era invocado para que curara heridas. Otros, como la diosa Sulis, patrona de las aguas curativas de Bath en Somerset, ofrecía curaciones más generales. Un cuento popular galés nos cuenta cómo un pobre granjero conoció a una preciosa doncella que vivía en un lago en las Black Mountain. Ella accedió a casarse con él y a hacerlo rico, con la condición de que él no le daría nunca tres golpes. Pero él la golpeó tres veces, si bien fue por accidente, y ella regresó al lago. Mientras estuvieron juntos, ella le había dado tres hijos. Los tres fueron a la orilla del lago, donde se les apareció su madre, les dio una bolsa de medicinas y les dijo que serían grandes médicos, así como también lo serían los hijos que ellos tuvieran. Su fama se extendió y sus descendientes fueron conocidos como los Médicos de Myddfai. Este es uno de los muchos ejemplos de los seres fantásticos que ayudan a los humanos a curarse. Otro ser fantástico trajo piedras curativas, algunas de las cuales han sido conservadas durante muchos siglos por las familias a las que se las dieron.
El druida es un caminante entre dos mundos. Un mito común a muchas culturas tradicionales nos habla de una edad dorada en la que quienes caminaban entre los mundos lo hacían más corporalmente que espiritualmente. Esta edad dorada es considerada un pasado mítico remoto, en el que los humanos hablaban libremente con todas las demás criaturas y en el que los dioses vivían permanentemente en este mundo. El mito describe cómo la humanidad se divorció de los dioses y del resto del mundo animal y vegetal, por culpa de algún acto de arrogancia. Entonces los dioses se retiraron al Otro Mundo y los humanos perdieron la habilidad de hablar con los animales. El papel del chamán siberiano, el seidkana islandés, el wichasa wakan lakota, el brujo yaqui o el europeo druida es restablecer la comunicación entre los mundos, moverse entre ambos y llevar mensajes de los antepasados, los dioses y los espíritus. En la mayoría de las culturas tradicionales, la enfermedad o las heridas son consideradas el resultado del daño hecho al espíritu de la persona enferma. Unas veces, una parte del espíritu se pierde, se separa o es robado; otras veces, la totalidad del espíritu se pierde. La tarea de quienes caminan entre los mundos es viajar al Otro Mundo, buscar el alma perdida y traerla de nuevo, devolverla a la persona, y en el proceso, curarla. Las curas tradicionales suelen combinar el uso de hierbas con rituales, plegarias, salmodias y otros elementos, pero la recuperación del alma del paciente es una parte vital del proceso. Las curaciones han sido una parte importante de la religión nativa europea, y todavía hoy hay druidas que trabajan curando del modo descrito.
En Siberia, donde se originó el término chamán, alguien que necesite la ayuda de las drogas es considerado un chamán muy malo. ¿Cómo desarrollamos la habilidad de cambiar de forma o de caminar entre los mundos? Con frecuencia, dichas habilidades son el resultado de enfermedades serias – tanto mentales como físicas-, acontecimientos que nos llevan al límite de la muerte, la puerta entre este mundo y el mundo de nuestros antepasados. En este límite, los maestros ancestrales, o los guías espirituales, tanto humanos como animales pueden aparecer, aportando el don de la curación y explicando cómo debe ser concedido a los demás. A menudo, quien recibe estos dones es atormentado primero por sueños persistentes o imaginaciones salvajes y se vuelve hacia el mundo espiritual para enfrentarse a ellos. Con frecuencia será observado desde la temprana infancia para ser de otro mundo, solitario y soñador de día. Algunos de los que poseen estos talentos quieren enseñárselos a los demás. La enseñanza es otra de las funciones tradicionales de los druidas. El cambio de forma y las habilidades de los druidas para viajar al Otro Mundo son una espada de doble filo. Trabajar en un mundo de espíritus puede hacer que quienes adoptan este camino se aíslen. Y las cosas que se encuentra en el mundo del espíritu no siempre son agradables. Tratar con gente que está enferma de mente, cuerpo o espíritu es difícil y agotador, y una vez que uno posee esta capacidad se hace difícil dejarla a un lado. Para compensar esas dificultades, uno encuentra ayuda en los antepasados, los dioses y guías, y en los animales. Estos últimos son tan abundantes en las culturas tradicionales de todo el mundo que se ha denominado chamanismo a la vía de los poderes animales. Los animales con poderes son criaturas espirituales en estrecha conexión con nosotros, espíritu con espíritu. Suelen actuar como guardianes, guías y maestros, y también como fuentes de energía e inspiración. A veces, un animal con poderes permanece con una persona toda la vida, pero también otra persona puede tener una sucesión de animales con poderes. Para empezar a trabajar con él, necesita primero descubrirlo. Una es ir a un viaje espiritual con un guía experimentado que le ayudará a encontrar y reunirse con su animal con poderes. Si esta opción no es válida, puede buscar un animal que aparezca de forma repetida en sueños o visiones o que surja en su vida de cualquier otra manera. O puede intentar la meditación o la adivinación dentro del círculo sagrado, precedida de una salmodía a Awen.
Hablamos de nuestros antepasados, de hasta unos 10000 años atrás, después de la última glaciación, cuando la gente caminó por primera vez por Europa. O de hasta tres millones de años atrás, cuando los primeros humanos caminaron por las llanuras del sur de África. O mucho más atrás, hasta las formas de vida unicelulares de hace tres billones de años. La tierra sobre la que caminamos y las rocas sedimentarias son lo que queda de nuestros antepasados en esta cadena de evolución. Honramos esta cadena de otras vidas que nos han dado la vida que tenemos ahora. Quienes siguen el sendero del druida ven a estos antepasados como maestros y guías. El druida suele tener en su hogar un altar en el que colocará una colección de cosas que reflejen su historia personal y la de sus antepasados, sus intereses y sus creencias. Estas cosas pueden consistir en imágenes de dioses, de su propio tierra o de otras culturas con las que mantenga un fuerte nexo espiritual. El altar es un lugar para estar en íntima comunión con los espíritus de la naturaleza. A menudo habrá un quemador de incienso, incienso, hierbas y velas. El nexo común que une estas cosas y la razón de su presencia en el altar es que proporcionan inspiración. El altar es el recuerdo diario de la dimensión espiritual de nuestras vidas, el centro para nuestra meditación y plegaria, un lugar para hacer ofrendas a nuestros antepasados y dioses. Estas ofrendas pueden ser pensamiento o palabra, en poesía o canción, en incienso, aceite o agua, flores o comida. Las ofrendas son lo que damos nosotros a cambio de las bendiciones que se nos conceden devida, aprendizaje, curación y sabiduría.
En 1964, Ross Nichols fundó la Orden de los Bardos, los Vates y los Druidas (OBOD), con la intención de llevar de nuevo al druidísmo hacia lo que él veía como sus raíces celtas. A finales de los setenta, el druidísmo comenzó a adoptar elementos de la Wicca, la nueva religión pagana creada por un amigo de Nichols, Gerald Gardner. Los druidas empezaron también a ser influidos por los siberianos, los nativos americanos y otras culturas indígenas, y a descubrir de nuevo, a través de estas, las raíces de la tradición nativa europea. Entre ellos, estas influencias, juntamente con la investigación de los manuscritos medievales de Gales e Irlanda, se alimentó la recreación del druidísmo como una espiritualidad mágica, holística y conectada con la tierra y los antepasados. Antes de los años setenta, la imagen del druida aparecida en la prensa popular era la de hombres con túnicas blancas en pie en un círculo de Stonehenge en el solsticio de verano. Este espectáculo anual formaba parte del verano inglés tanto como el críquet y el té. Parecía que siempre había sido así: figuras con túnicas tras la puesta de sol y antes del amanecer, realizando ritos elaborados y desapareciendo después, hasta el siguiente verano. Los bardos se inspiran en los cuentos de sus madres sobre grandes días pasados, enlos que todas las nobles casas galesas tenían a su propio bardo. Más tarde, encontró la inspiración en las visitas a los grandes círculos de piedra de Avebury y Stonehenge. Su inspiración le lelvó directamente a fundar el Welsh Gorsedd y a todo lo que hizo por promover y preservar la lengua y la cultura galesa. También inspiró la fundación de la Biblioteca Nacional de Gales y la Universidad de Gales.
El misterioso universo druida 2/2