Hallsands era un pequeño pueblo pesquero más de este trozo de costa inglesa. Había comenzado a poblarse durante el siglo XVII, si bien se tiene constancia de la existencia de una capilla en la zona desde 1506. Con el tiempo, Hallsands había ido creciendo hasta alcanzar
en 1891 una población de 159 personas repartidas en 37 casas. Como cualquier otro pueblo inglés, tenía su propio pub, el London Inn, y una tienda, aunque no tenía escuela, por lo que los niños del pueblo tenían que caminar 3 kilómetros para ir a la más cercana.
Se trataba de una comunidad modesta, pero en la que unos se ayudaban a los otros, especialmente en momentos de necesidad. Su principal fuente de ingresos era la pesca, en especial la del cangrejo. Era una actividad en la que todos colaboraban, incluidos niños y mujeres. Ya fuera ayudando a sacar las barcas del agua, tirara de las redes o a seleccionar el pescado. El de mayor valor se reservaba para venderlo y el resto se destinaba al autoconsumo o para las trampas de los cangrejos.
La aldea se había levantado en una estrecha franja de arena situada entre la pared de un acantilado y el mar. Las primeras casasse habían construido pegadas a esta pared sobre unas estribaciones rocosas de la misma en forma de plataforma que se alzaban 3 metros sobre el nivel de la pleamar. Poco a poco, el pueblo fue creciendo y se fueron levantando más casas, esta vez, directamente sobre la arena compactada. Después, se construiría un camino en frente de estas casas y más casas entre este camino y la playa. Para protegerlas del mar y las mareas, se alzaron unos muros.
La playa de Hallsands en 1885, en uno de los niveles más bajos antes de que comenzara el dragado | hallsands.org.uk
Parece ser que la orientación este del acantilado, que hacía que la aldea estuviera resguardado de los vientos predominantes en la zona, del oeste o suroeste, favoreció su crecimiento. Precisamente, durante la mañana del 26, los vientos habían estado soplando en esa dirección, aunque la situación cambió al llegar la tarde. El temporal no amainó, como muchos habían esperado, sino justamente lo contrario. El viento adquirió una fuerza mucho mayor y fatalmente giró, comenzando a soplar desde el noreste. Con la llegada de la pleamar, excepcionalmente alta, las olas comenzaron a llegar hasta las casas.
El cielo se obscureció, antes que otros días, dando paso a la que los vecinos de Hallsands describirían como una noche“terriblemente obscura”. El temporal continuó y el muro marítimo que protegía el pueblo acabó cediendo, las olascomenzaron romper contra las casas. Era “como estar en medio del mar” aseguraron algunos vecinos. La espuma blancainundaba las plantas bajas y las olas arrastraban todo lo que encontraban. Los suelos se hundían, las vigas empezaron a ceder yalgunas casas comenzaron a derrumbarse. El terror se apoderó de Hallsands.
Aún no había llegado la media noche y ya eran cuatro las casas que el mar se había llevado. En otros casos, las olas y el viento sólo habían conseguido arrancar los tejados o derrumbar su parte frontal. Mientras, sus propietarios conseguían escapar por la parte trasera y ponerse a salvo junto con algunas de sus pertenencias en lo alto del acantilado. Atrás dejaban todo lo demás. Otros, sin embargo, tendrían una noche bastante más complicada. Una mujer mayor minusválida tuvo que esperar hasta la mañana siguiente para ser rescatada. La situación también fue angustiosa para un grupo de 9 personas que pasaron la noche acurrucados en la planta superior de una de las casas, mientras las olas rompían contra las paredes de la planta inferior. Su única opción era la de rezar para que las paredes de la casa resistieran hasta que la marea remitiera.
La vida en Hallsands | BBC
El amanecer tampoco trajo la tranquilidad. Las casas continuaron cayendo tras otra. Para cuando el sábado 27 llegó a su fin, sólo quedaba en pie una de las 29 casas que el día anterior formaban Hallsands. “Es el fin de nuestro pueblo, tenemos que marchar”, respondería a un periodista un viejo pescador de Hallsands al día siguiente.
Hallsands fue, sin duda, el pueblo que resultó peor parado por el temporal, pero otros pueblos de la zona también sufrieron sus consecuencias. Ese fue el caso de Beesands, situado a tan sólo un kilometro y medio al norte, y que también era vulnerable a los temporales del este, aunque en menor medida que Hallsands. Allí, sus habitantes el viernes, conscientes de la que les venía encima protegieron las ventanas y las puertas de sus hogares. Pese a ello, varias casas y la iglesia del pueblo sufrieron graves desperfectos, aunque la peor parte se la llevó la carretera del pueblo, que fue borrada del mapa por el temporal.
En el pueblo de Torcross, tres kilómetros al norte de Beesands, se vivió una situación bastante similar. La carretera que discurría paralela a la costa desapareció y algunas de sus casas fueron dañadas. Aunque, afortunadamente, sus habitantes consiguieron refugiarse a tiempo tierra adentro.
Pasados unos días, la mayoría de los antiguos habitantes de Hallsands fueron realojados en Beesands. En mayo de 1918, se les ofreció 6.000 libras como compensación a cambio de que renunciaran a cualquier reclamación futura. Los intentos por incrementar esa cantidad resultaron infructuosos y algunos aún dudan hoy en día si recibieron toda ella. Finalmente, en agosto de1922, comenzó la construcción del “nuevo” North Hallsands. La indemnización no dio ni para financiar la construcción de las 10 nuevas casas que tenía que tener el pueblo, por lo que sus propietarios tuvieron que pedir dinero prestado para acabar su construcción.
Pero el del 26 de enero de 1917 no había sido el peor temporal que había azotado la costa de Hallsands. Anteriormente, el pueblo había resistido muchos otros, pero entonces su principal defensa contra el mar, su playa de guijarros, se encontraba en un estado muy diferente. Todo había comenzado en la década de 1890, cuando el almirantazgo británico decidió ampliar el astillero de Keyham, cerca de Plymouth, a unos 50 kilómetros de Hallsands. Sir John Jackson, propietario de una de las mayores firmas de ingeniera de la época, se hizo con el lucrativo contrato y consiguió el permiso para extraer los materiales necesarios de la franja de costa que se extendía entre Hallsands y Beesands. Si bien, la Junta de Comercio, la institución que le concedió el permiso, se reservaba el derecho de rescindir el contrato si se demostraba que el dragado ponía en peligro la línea de la costa.
Los habitantes de la zona no fueron consultados y no tardaron en protestar ante su representante en el parlamento cuando las dragas aparecieron por sus playas. Por un lado, temían que las dragas arruinaran su modo de vida, ya fuera dañando sus trampas para cangrejos o ahuyentando la pesca. Por otro, sospechaban que si el nivel de la playa bajaba o se desestabilizaba,sus casas quedarían expuestas a los temporales.
Sin embargo, un primer estudio descartó que el dragado supusiera riesgo alguno para Hallsands, si bien recomendaba que se evitara dragar justo en frente de Hallsands y Beesands. Sir John Jackson accedió a pagar 125 libras anuales al pueblo como compensación, con un “aguinaldo” navideño de 20 libras más. Jackson, además, accedió a pagar los daños que sus dragas produjeran en las trampas para cangrejos. El acuerdo llevó la tranquilidad a los pescadores de Hallsands y los trabajos pudieron continuar.
Se suponía que los guijarros, la grava y la arena que las dragas extraían serían remplazados por otros materiales que las corrientes del canal arrastrarían. Sin embargo, sucedía lo contrario. El mar arrastraba los guijarros de la playa hasta los huecos que las dragas dejaban un poco más adentro. En 1901, resultaba evidente que el nivel de la playa de Hallsands había descendido de forma considerable. Para entonces, se estima que Jackson habría extraído unas 600.000 toneladas de la costa de Devon.
Con el descenso de la playa, Hallsands quedaba a merced de los temporales marítimos. En otoño de 1901, las tormentas se llevaron parte del muro que protegía la aldea del mar y varias casas sufrieron daños importantes. Los habitantes de Hallsands exigieron una compensación ante la Junta de Comercio. John Jackson no admitió ningún tipo de responsabilidad, si bien accedía a pagar todos los daños causados directamente por sus dragas durante la extracción de materiales y los seis meses posteriores.
Al año siguiente, el Consejo del Distrito Rural de Kingsbridge volvió a escribir a la Junta de Comercio a causa de los desperfectos que había sufrido la carretera que unía Hallsands con Beesands. Ante las quejas, la junta decidió enviar al capitán Frederick paraevaluar de nuevo la situación.
Después de la construcción de los nuevos muros de protección | BBC
Las conclusiones del capitán eran bastante descorazonadoras. En algunos puntos de la costa, las playas habían retrocedido hasta 10 metros, por lo que las rocas del fondo habían quedado al descubierto. En Hallsands, la playa había descendido entre 4 y 6 metros y según estimaciones actuales (PDF), había perdido el 97% de su volumen original. Además, de los datos recogidos por el capitán se desprendía que el ritmo de extracción se había acelerado y, sólo en la primera mitad de 1901, se habían extraído 104.000 toneladas, a los que habría que sumar unas 60.000 más que él estimaba se podrían haber extraído durante el tercer trimestre. El capitán aseguraba que la llegada de cualquier temporal desde el este provocaría inevitablemente desperfectos e inundaciones en casi todas las casas de Hallsands, pero también en las de Beesands. Frederick, concluyó que el dragado de materiales tenía que cesar de forma inmediata.
La Junta de Comercio decidió seguir las recomendaciones del estudio y ordenar en setiembre de 1901 el cese de las tareas de dragado y, en enero del año siguiente, revocó la licencia a Sir John Jackson. Al año siguiente, el nivel de la playa volvía a subir y parecía que la playa podría recuperarse. Sin embargo, las tormentas invernales volvieron a traer más daño y destrucción al pueblo.
En abril de 1903, la Junta de Comercio hizo la llegar a los habitantes de Hallsands una ayuda de 3.000 libras (un tercera parte de esta cantidad aportada por la empresa de Sir John Jackson). El miembro del parlamento inglés que representaba a los habitantes de Hallsands aportó otras 250 libras más de su propio bolsillo. Este dinero fue destinado a indemnizar a los propietarios de las 6 casas que el mar había destruido y a la reparación de otras que habían sufrido desperfectos. El resto, 1.720 libras, se destinó a la construcción y mantenimiento de los muros marítimos.
Aunque los muros trajeron la tranquilidad de vuelta al pueblo, la playa continuaba retrocediendo. El día a día a día de los de los pescadores se hacía más difícil al verse obligados a varar sus barcas cada vez más adentro para ponerlas a salvo de los vientos y el oleaje.
Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, la población de Hallsands se mantuvo bastante estable. Algunos historiadores atribuyen el hecho a que los vecinos fueran los propietarios de sus propias casas. Si las casas hubieran pertenecido a algún latifundista o persona poderosa muy probablemente se hubieran marchado, aunque entonces es muy probable que la actitud de las autoridades hubiera sido muy distinta y el pueblo no se hubiera encontrado tan indefenso ante Sir John Jackson Limited.
Las ruinas de Hallsands en la actualidad | wikipedia
Después de la construcción de los muros, Hallsands vivió unos años relativamente tranquilos. Hasta la noche del 26 de enero de 1917, una noche que los vecinos del pueblo describirían como “terriblemente obscura”…
PS(1): Se ha especulado sobre la posibilidad de que el mar hubiera acabado arrasando Hallsands, incluso aunque el dragado de su playa nunca se hubiera llevado a cabo. Steve Melia, historiador y autor del libro “Hallsands, a Village betrayed” admite que el litoral ya presentaba un cierto grado de inestabilidad, por lo que resulta imposible asegurar que el pueblo aún seguiría en pie hoy en día. Sin embargo, Melia y otros estudios actuales, atribuyen la destrucción de 1917 a la extracción de materiales de lazona intermareal de la playa de Hallsands. Para Steve Melia, toda la catástrofe tiene un único culpable: John Jackson, al que acusa de todo tipo de prácticas ilegales.
PS(2): En el emplazamiento del antiguo Hallsands, hoy en día se levantan tres casas, cuyos propietarios tienen que reparar todos los veranos por culpa de los temporales invernales. Aunque, precisamente, hace sólo unos días, una de ellas se ha visto amenazada por un desprendimiento de tierras que ha hecho temer pueda acabar como sus compañeras, en el fondo del mar.
Hallsands era un pequeño pueblo pesquero más de este trozo de costa inglesa. Había comenzado a poblarse durante el siglo XVII, si bien se tiene constancia de la existencia de una capilla en la zona desde 1506. Con el tiempo, Hallsands había ido creciendo hasta alcanzar en 1891 una población de 159 personas repartidas en 37 casas. Como cualquier otro pueblo inglés, tenía su propio pub, el London Inn, y una tienda, aunque no tenía escuela, por lo que los niños del pueblo tenían que caminar 3 kilómetros para ir a la más cercana.
Se trataba de una comunidad modesta, pero en la que unos se ayudaban a los otros, especialmente en momentos de necesidad. Su principal fuente de ingresos era la pesca, en especial la del cangrejo. Era una actividad en la que todos colaboraban, incluidos niños y mujeres. Ya fuera ayudando a sacar las barcas del agua, tirara de las redes o a seleccionar el pescado. El de mayor valor se reservaba para venderlo y el resto se destinaba al autoconsumo o para las trampas de los cangrejos.
La aldea se había levantado en una estrecha franja de arena situada entre la pared de un acantilado y el mar. Las primeras casasse habían construido pegadas a esta pared sobre unas estribaciones rocosas de la misma en forma de plataforma que se alzaban 3 metros sobre el nivel de la pleamar. Poco a poco, el pueblo fue creciendo y se fueron levantando más casas, esta vez, directamente sobre la arena compactada. Después, se construiría un camino en frente de estas casas y más casas entre este camino y la playa. Para protegerlas del mar y las mareas, se alzaron unos muros.
La playa de Hallsands en 1885, en uno de los niveles más bajos antes de que comenzara el dragado | hallsands.org.uk
Parece ser que la orientación este del acantilado, que hacía que la aldea estuviera resguardado de los vientos predominantes en la zona, del oeste o suroeste, favoreció su crecimiento. Precisamente, durante la mañana del 26, los vientos habían estado soplando en esa dirección, aunque la situación cambió al llegar la tarde. El temporal no amainó, como muchos habían esperado, sino justamente lo contrario. El viento adquirió una fuerza mucho mayor y fatalmente giró, comenzando a soplar desde el noreste. Con la llegada de la pleamar, excepcionalmente alta, las olas comenzaron a llegar hasta las casas.
El cielo se obscureció, antes que otros días, dando paso a la que los vecinos de Hallsands describirían como una noche“terriblemente obscura”. El temporal continuó y el muro marítimo que protegía el pueblo acabó cediendo, las olascomenzaron romper contra las casas. Era “como estar en medio del mar” aseguraron algunos vecinos. La espuma blancainundaba las plantas bajas y las olas arrastraban todo lo que encontraban. Los suelos se hundían, las vigas empezaron a ceder yalgunas casas comenzaron a derrumbarse. El terror se apoderó de Hallsands.
Aún no había llegado la media noche y ya eran cuatro las casas que el mar se había llevado. En otros casos, las olas y el viento sólo habían conseguido arrancar los tejados o derrumbar su parte frontal. Mientras, sus propietarios conseguían escapar por la parte trasera y ponerse a salvo junto con algunas de sus pertenencias en lo alto del acantilado. Atrás dejaban todo lo demás. Otros, sin embargo, tendrían una noche bastante más complicada. Una mujer mayor minusválida tuvo que esperar hasta la mañana siguiente para ser rescatada. La situación también fue angustiosa para un grupo de 9 personas que pasaron la noche acurrucados en la planta superior de una de las casas, mientras las olas rompían contra las paredes de la planta inferior. Su única opción era la de rezar para que las paredes de la casa resistieran hasta que la marea remitiera.
La vida en Hallsands | BBC
El amanecer tampoco trajo la tranquilidad. Las casas continuaron cayendo tras otra. Para cuando el sábado 27 llegó a su fin, sólo quedaba en pie una de las 29 casas que el día anterior formaban Hallsands. “Es el fin de nuestro pueblo, tenemos que marchar”, respondería a un periodista un viejo pescador de Hallsands al día siguiente.
Hallsands fue, sin duda, el pueblo que resultó peor parado por el temporal, pero otros pueblos de la zona también sufrieron sus consecuencias. Ese fue el caso de Beesands, situado a tan sólo un kilometro y medio al norte, y que también era vulnerable a los temporales del este, aunque en menor medida que Hallsands. Allí, sus habitantes el viernes, conscientes de la que les venía encima protegieron las ventanas y las puertas de sus hogares. Pese a ello, varias casas y la iglesia del pueblo sufrieron graves desperfectos, aunque la peor parte se la llevó la carretera del pueblo, que fue borrada del mapa por el temporal.
En el pueblo de Torcross, tres kilómetros al norte de Beesands, se vivió una situación bastante similar. La carretera que discurría paralela a la costa desapareció y algunas de sus casas fueron dañadas. Aunque, afortunadamente, sus habitantes consiguieron refugiarse a tiempo tierra adentro.
Pasados unos días, la mayoría de los antiguos habitantes de Hallsands fueron realojados en Beesands. En mayo de 1918, se les ofreció 6.000 libras como compensación a cambio de que renunciaran a cualquier reclamación futura. Los intentos por incrementar esa cantidad resultaron infructuosos y algunos aún dudan hoy en día si recibieron toda ella. Finalmente, en agosto de1922, comenzó la construcción del “nuevo” North Hallsands. La indemnización no dio ni para financiar la construcción de las 10 nuevas casas que tenía que tener el pueblo, por lo que sus propietarios tuvieron que pedir dinero prestado para acabar su construcción.
Pero el del 26 de enero de 1917 no había sido el peor temporal que había azotado la costa de Hallsands. Anteriormente, el pueblo había resistido muchos otros, pero entonces su principal defensa contra el mar, su playa de guijarros, se encontraba en un estado muy diferente. Todo había comenzado en la década de 1890, cuando el almirantazgo británico decidió ampliar el astillero de Keyham, cerca de Plymouth, a unos 50 kilómetros de Hallsands. Sir John Jackson, propietario de una de las mayores firmas de ingeniera de la época, se hizo con el lucrativo contrato y consiguió el permiso para extraer los materiales necesarios de la franja de costa que se extendía entre Hallsands y Beesands. Si bien, la Junta de Comercio, la institución que le concedió el permiso, se reservaba el derecho de rescindir el contrato si se demostraba que el dragado ponía en peligro la línea de la costa.
Los habitantes de la zona no fueron consultados y no tardaron en protestar ante su representante en el parlamento cuando las dragas aparecieron por sus playas. Por un lado, temían que las dragas arruinaran su modo de vida, ya fuera dañando sus trampas para cangrejos o ahuyentando la pesca. Por otro, sospechaban que si el nivel de la playa bajaba o se desestabilizaba,sus casas quedarían expuestas a los temporales.
Sin embargo, un primer estudio descartó que el dragado supusiera riesgo alguno para Hallsands, si bien recomendaba que se evitara dragar justo en frente de Hallsands y Beesands. Sir John Jackson accedió a pagar 125 libras anuales al pueblo como compensación, con un “aguinaldo” navideño de 20 libras más. Jackson, además, accedió a pagar los daños que sus dragas produjeran en las trampas para cangrejos. El acuerdo llevó la tranquilidad a los pescadores de Hallsands y los trabajos pudieron continuar.
Se suponía que los guijarros, la grava y la arena que las dragas extraían serían remplazados por otros materiales que las corrientes del canal arrastrarían. Sin embargo, sucedía lo contrario. El mar arrastraba los guijarros de la playa hasta los huecos que las dragas dejaban un poco más adentro. En 1901, resultaba evidente que el nivel de la playa de Hallsands había descendido de forma considerable. Para entonces, se estima que Jackson habría extraído unas 600.000 toneladas de la costa de Devon.
Con el descenso de la playa, Hallsands quedaba a merced de los temporales marítimos. En otoño de 1901, las tormentas se llevaron parte del muro que protegía la aldea del mar y varias casas sufrieron daños importantes. Los habitantes de Hallsands exigieron una compensación ante la Junta de Comercio. John Jackson no admitió ningún tipo de responsabilidad, si bien accedía a pagar todos los daños causados directamente por sus dragas durante la extracción de materiales y los seis meses posteriores.
Al año siguiente, el Consejo del Distrito Rural de Kingsbridge volvió a escribir a la Junta de Comercio a causa de los desperfectos que había sufrido la carretera que unía Hallsands con Beesands. Ante las quejas, la junta decidió enviar al capitán Frederick paraevaluar de nuevo la situación.
Después de la construcción de los nuevos muros de protección | BBC
Las conclusiones del capitán eran bastante descorazonadoras. En algunos puntos de la costa, las playas habían retrocedido hasta 10 metros, por lo que las rocas del fondo habían quedado al descubierto. En Hallsands, la playa había descendido entre 4 y 6 metros y según estimaciones actuales (PDF), había perdido el 97% de su volumen original. Además, de los datos recogidos por el capitán se desprendía que el ritmo de extracción se había acelerado y, sólo en la primera mitad de 1901, se habían extraído 104.000 toneladas, a los que habría que sumar unas 60.000 más que él estimaba se podrían haber extraído durante el tercer trimestre. El capitán aseguraba que la llegada de cualquier temporal desde el este provocaría inevitablemente desperfectos e inundaciones en casi todas las casas de Hallsands, pero también en las de Beesands. Frederick, concluyó que el dragado de materiales tenía que cesar de forma inmediata.
La Junta de Comercio decidió seguir las recomendaciones del estudio y ordenar en setiembre de 1901 el cese de las tareas de dragado y, en enero del año siguiente, revocó la licencia a Sir John Jackson. Al año siguiente, el nivel de la playa volvía a subir y parecía que la playa podría recuperarse. Sin embargo, las tormentas invernales volvieron a traer más daño y destrucción al pueblo.
En abril de 1903, la Junta de Comercio hizo la llegar a los habitantes de Hallsands una ayuda de 3.000 libras (un tercera parte de esta cantidad aportada por la empresa de Sir John Jackson). El miembro del parlamento inglés que representaba a los habitantes de Hallsands aportó otras 250 libras más de su propio bolsillo. Este dinero fue destinado a indemnizar a los propietarios de las 6 casas que el mar había destruido y a la reparación de otras que habían sufrido desperfectos. El resto, 1.720 libras, se destinó a la construcción y mantenimiento de los muros marítimos.
Aunque los muros trajeron la tranquilidad de vuelta al pueblo, la playa continuaba retrocediendo. El día a día a día de los de los pescadores se hacía más difícil al verse obligados a varar sus barcas cada vez más adentro para ponerlas a salvo de los vientos y el oleaje.
Sin embargo, a pesar de todas estas dificultades, la población de Hallsands se mantuvo bastante estable. Algunos historiadores atribuyen el hecho a que los vecinos fueran los propietarios de sus propias casas. Si las casas hubieran pertenecido a algún latifundista o persona poderosa muy probablemente se hubieran marchado, aunque entonces es muy probable que la actitud de las autoridades hubiera sido muy distinta y el pueblo no se hubiera encontrado tan indefenso ante Sir John Jackson Limited.
Las ruinas de Hallsands en la actualidad | wikipedia
Después de la construcción de los muros, Hallsands vivió unos años relativamente tranquilos. Hasta la noche del 26 de enero de 1917, una noche que los vecinos del pueblo describirían como “terriblemente obscura”…
PS(1): Se ha especulado sobre la posibilidad de que el mar hubiera acabado arrasando Hallsands, incluso aunque el dragado de su playa nunca se hubiera llevado a cabo. Steve Melia, historiador y autor del libro “Hallsands, a Village betrayed” admite que el litoral ya presentaba un cierto grado de inestabilidad, por lo que resulta imposible asegurar que el pueblo aún seguiría en pie hoy en día. Sin embargo, Melia y otros estudios actuales, atribuyen la destrucción de 1917 a la extracción de materiales de lazona intermareal de la playa de Hallsands. Para Steve Melia, toda la catástrofe tiene un único culpable: John Jackson, al que acusa de todo tipo de prácticas ilegales.
PS(2): En el emplazamiento del antiguo Hallsands, hoy en día se levantan tres casas, cuyos propietarios tienen que reparar todos los veranos por culpa de los temporales invernales. Aunque, precisamente, hace sólo unos días, una de ellas se ha visto amenazada por un desprendimiento de tierras que ha hecho temer pueda acabar como sus compañeras, en el fondo del mar.
http://www.cabovolo.com/2012/07/hallsands-el-pueblo-que-el-mar-con-la.html