Archivo por días: julio 25, 2016

Daniel: Hay suficientes recursos para acabar con el hambre en el mundo

http://www.radiolaprimerisima.com/noticias/general/206587/hay-suficientes-recursos-para-acabar-con-el-hambre-en-el-mundo

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Nicaragua, El presidente Daniel Ortega dijo este martes que hay suficientes recursos en el mundo para acabar con el hambre y construir la paz en la tierra.
Durante su discurso en la celebración del 37 aniversario de la Revolución Popular Sandinista, el comandante Daniel Ortega manifestó que en este siglo existen todos los instrumentos sofisticados, creados por el ingenio humano para construir la paz, para asegurar la vida, para el desarrollo, revertir el calentamiento global, erradicar el hambre y la pobreza.
El presidente Daniel Ortega dijo, no obstante, que esos instrumentos están bajo el control de las grandes potencias del mundo.
“La riqueza que hoy posee el planeta es una riqueza que nunca había existido y hay suficiente para que desaparezca el hambre en el mundo y la pobreza dentro del planeta”, afirmó el líder sandinista.
En ese sentido, manifestó que bastaría solo con dirigir los recursos que las potencias gastan en promover las guerras a programas económicos que beneficien a las grandes mayorías para acabar con el hambre en el planeta.
Señaló que hoy se utilizan muchos fondos para seguir desarrollando ejercicios navales con armamento atómico, para seguir ampliando las instalaciones con arsenales de armas atómicas.
“Bastaría que ese presupuesto para la guerra, agarrarlo y orientarlo a programas de orden económico social, productivo, educativo, dirigido a países en vías de desarrollo, como los países de África; es allí donde está solución, (por ejemplo) del tema de migración en Europa”, enfatizó Daniel.
Subrayó que suspendiendo todas las guerras, allí estaría encontrándose la estabilidad para los pueblos del sur y los pueblos del norte, igualmente para los pueblos de Nuestra América, porque con más guerras vendrá más inseguridad y desestabilización, para esas regiones.
Señalo que las guerras asumidas por las potencias, las guerras terroristas, hasta las guerras que asumen grupos que fueron organizados por los Estados Unidos y la Unión Europea, como el Estado Islámico, suponen un peligro ahora para todo el mundo.
“El Estado Islámico se ha convertido en una amenaza para todos esos pueblos, y Europa. Esos pueblos son víctimas del terrorismo de estado y deben comprenderlo de una vez por todas, los jefes de estados de naciones europeas y de Estados Unidos, que por esa vía solo promueven el terror, incluso a los países en vías del desarrollo que no tienen que ver con zonas de conflictos”, dijo Daniel.
Daniel sostuvo que estos son tiempos donde la gran responsabilidad está en manos de las grandes potencias porque ellos tienen el poder militar y económico para poder hacer cambios que le den seguridad a sus pueblos y a los pueblos del planeta, porque por el camino que venimos se está llevando al planeta a la destrucción total, acompañado por la hecatombe pronosticada por el calentamiento global, por esa razón hace falta un cambio de rumbo en el mundo y está en las manos de las grandes potencias.
Que el siglo XXI no sea el siglo de la muerte del planeta en cuanto a la especie humana. Que este siglo sea para que se provoquen cambios radicales en los países desarrollados para establecer la seguridad, la justicia y la paz en nuestro planeta, señaló el mandatario nicaragüense.
Durante el acto de celebración del 37 aniversario de la revolución Popular Sandinista participaron como invitados especiales el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro; el presidente de El Salvador, Salvador Sánchez Cerén; el vicepresidente de la República de Cuba, Miguel Díaz-Canel; el Cardenal Miguel Obando y Bravo, entre otros.

Fuente: http://carlosagaton.blogspot.com.es/2016/07/daniel-hay-suficientes-recursos-para.html

 

La revolución digital, el trabajo humano y la izquierda

http://es.makemefeed.com/2016/07/20/la-revolucion-digital-el-trabajo-humano-y-la-izquierda-3038849.html

Es un clamor que va creciendo: la izquierda necesita construir urgentemente un nuevo paradigma. Para ello, añado yo, tiene que sacudirse el “buenismo”, muchos tópicos de lo que es políticamente correcto, y enfrentarse sin prejuicios a la cruda realidad.

 “Epater les bourgeois!”, la caracterización que utilizaban los jóvenes del 68, puede que vuelva ahora a ser necesaria.
Es frecuente escuchar en la izquierda que la revolución digital es un tema tecnológico, extraño y ajeno, que tiene un efecto neutro sobre el empleo, porque se siguen generando tantos empleos, o más, de los que destruye, y que la prueba del nueve de su escasa relevancia es que no ha producido los efectos de productividad que se esperaban de ella.
Pero los datos no se corresponden con estas afirmaciones y negar la importancia de la revolución digital, ciega a la izquierda una de las avenidas más importantes para construir esa alternativa que tanto se demanda.
Por supuesto se ha hablado mucho de la “paradoja de la productividad”, es decir, que el rápido ritmo de innovación tecnológica digital no ha coincidido con ganancias importantes de productividad.
 Pero los bien pensantes de la izquierda deberían echar una segunda mirada a los datos en los EEUU (que es en los que se basan): esa paradoja y el debate correspondiente en torno a la misma, se produjo en las dos últimas décadas del siglo XX, cuando Robert Solow acuñó su famosa frase de “Vemos ordenadores por todas partes menos en las estadísticas de productividad”.
Lo cierto es que el estancamiento de la productividad terminó en los años 90.
Si el crecimiento de la productividad (US Bureau of Labour Statistics) fue como media de 1,7% en 1971-80, y del 1,5% en 1981-90, pasó a 2,3% en 1991-2000 y 2,4% en 2001-2010.
Las estadísticas del Department of Labor de los EEUU lo confirma: si entre 1973 y 1995 la productividad creció 1,5, en 1995-2004 lo hizo al 3,1. Por ello, hablar del estancamiento de la productividad como demostración del escaso impacto de la digitalización económica no es una afirmación basada en datos empíricos existentes.
Pasemos a la cuestión de si las tecnologías digitales, como algunos aseguran, no tienen un efecto apreciable en el trabajo porque no destruyen más empleo del que se crea en otros sectores de la economía. Para responder otra vez con brevedad, examinemos la evolución de la productividad y el empleo entre 1972 y 2012 en los EEUU.
Nos encontraremos con una gran sorpresa: desde comienzos de los años 2000 se produce un desacoplamiento entre el crecimiento de la productividad del trabajo, que continúa creciendo, y la creación de empleo, que se estanca y retrocede– mucho antes de la gran recesión de 2008.
La sorpresa sería aún mayor si proyectáramos esta serie hacia atrás durante los últimos 200 años. Comprobaríamos entonces que ese desacoplamiento no se ha producido nunca hasta ahora. Yo entiendo que es muy fuerte apostar por dar fe a una tendencia reciente, de apenas 12 años, frente a 200 años de la tendencia contraria.
En este terreno, además, la izquierda defiende que el neoliberalismo trajo consigo desde comienzos de los años 90 la destrucción del poder organizado de los trabajadores y con él la aparición de salarios a la baja, el retroceso de las rentas de las clases trabajadoras y la aparición del trabajo que empobrece, el “precariado”.
Yo comparto esa visión, por otra parte ampliamente documentada.
Pero esa realidad política debería haber producido como resultado un crecimiento a la baja de la productividad y un aumento del empleo, en la forma del precariado.
 Sin embargo, la productividad ha crecido debido a la digitalización de la economía y el empleo comienza a ser destruido (no vía estadísticas de empleo, sino de población activa, que es lo que está ocurriendo en los EEUU)!
La única explicación posible es que ambas realidades, el modelo neoliberal y los efectos de la digitalización de la economía no son fenómenos excluyentes, sino complementarios: hoy nos vamos enfocando, al mismo tiempo, a una sociedad en la que una parte importante de los trabajadores son precarios y otra parte importante parados tecnológicos.
Hasta aquí algunas reflexiones basadas en datos. Sin embargo, lo peor de adoptar una posición desdeñosa frente a la revolución digital y sus efectos en el trabajo, es que cierra las puertas a muchos temas cruciales que deberían ser parte de la agenda de la izquierda.
Estos aspectos están muy bien reflejados en dos recientes trabajos que deberían ser tenidos muy en cuenta desde la izquierda: “The Second Machine Age de Brynjolfsson y McCaffee, y las nuevas tesis de Paul Mason en “Postcapitalism: a Guide to our Future”.
Se pasa por alto muchas veces que frente a la primera revolución industrial (la ocasionada por la máquina de vapor), y la segunda (iniciada con la electrificación), la digitalización de la economía se refiere a la utilización de un nuevo input productivo, la información, con características muy especiales: la información es infinita y quiere ser libre, porque su reproducción digital implica costes decrecientes que tienden a cero.
Dicho de otro modo, y se me perdonará que aborde estos temas taquigráficamente, la economía digital, en la medida en que va penetrando el tejido económico, va destruyendo la necesidad del trabajo en el mercado actual (capitalista).
 Naturalmente es una tontería decir que el trabajo va a desaparecer, porque los humanos seguiremos utilizando nuestra creatividad para producir valor social.
Pero no es una tontería decir que la economía digital va a prescindir de una cantidad creciente de trabajo asalariado.
Si no lo remediamos, muchos de los expulsados del mercado seguirán malviviendo con trabajos residuales y contratos basura: esa realidad es tan omnipresente que, en el fondo, explica el estancamiento secular al que se ve abocado el neoliberalismo hoy.
Pero también en las sociedades desarrolladas comienzan a aparecer segmentos importantes de ciudadanos que combinan empleos parciales con nuevas formas de actividad socialmente útiles, o se decantan por nuevas actividades que tienen poco que ver con el capitalismo: Wikipedia, los “Creative Commons”, el software libre y las nuevas iniciativas descentralizadas de economía colaborativa, social y solidaria son, quizás, el embrión de un modo de producción diferente y alternativo al capitalismo.
 Esta es una tesis fuerte que, de confirmarse, abre la posibilidad de una transición a un nuevo sistema productivo y es ahí donde se podría encontrar el núcleo duro de un nuevo paradigma de la izquierda.
Para terminar, solamente si le concedemos a la digitalización de la economía el rango de característica sobresaliente de la nueva economía política del siglo XXI podremos dar todo su sentido a demandas políticas cada día más importantes, como la necesidad de reducir las horas de trabajo más allá, incluso, de las 30 horas semanales, o el establecimiento de una renta básica universal, que solamente en una perspectiva que tiene en cuenta los efectos de la economía digital cobra todo su sentido…
Por Manuel Escudero