Las selvas tropicales de Sumatra, en Indonesia, son el hogar de los Orang Rimba, la gente de la jungla.
Su fe y su modo de vida nómada no son reconocidos por el Estado y, a medida que sus bosques son destruidos para dar paso a las plantaciones de palmas aceiteras, muchos se ven obligados a convertirse al Islam para sobrevivir.
En una cabaña de madera sobre pilotes, un grupo de niños vestidos de blanco se sientan en el piso. Cantan «Protegeré al Islam hasta que muera» y gritan «No hay más dios que Alá», al unísono.
Hace tres meses, las 58 familias que componen la tribu Celitai delos Orang Rimba se convirtieron al Islam.
Los recogieron y los llevaron a Jambi, la ciudad más cercana, y les dieron ropa y tapetes de oración.
El Frente de Defensores Islámicos, un grupo de vigilantes cuyo líder enfrenta cargos de incitación a la violencia religiosa, ayudó a facilitar la conversión.
Ustad Reyhan, del grupo misionero islámico Hidayatullah, se ha quedado para asegurarse de que se practique la nueva fe.
«Por ahora nos estamos enfocando en los niños. Es más fácil convertirlos: su mente no está llena de otras cosas. Con los mayores es más difícil», dice.
Ustad Reyhan (der.) es el encargado de vigilar por que se practique la nueva fe.
«Antes del Islam solo creían en espíritus, dioses y diosas, no en el dios supremo Alá. Cuando alguien moría, ni siquiera enterraban a los muertos, simplemente dejaban el cuerpo en el bosque. Ahora su vida tiene sentido y dirección», afirma.
«(Antes) vivían en el bosque. Vivían el día a día. Cuando morían, morían. Pero ahora tienen una religión, saben que hay una vida después de la muerte».
‘Sin elección’
Pero el líder de la aldea, Muhammad Yusuf, -Yuguk era como lo conocían entre los Orang Rimba- asegura que, al convertirse al Islam, en realidad estaban pensando en sobrevivir.
«Fue una decisión muy pesada y difícil, pero sentimos que no tenemos otra opción si queremos avanzar», dice en voz baja.
«Para que nuestros hijos puedan tener las mismas oportunidades que los de afuera, la gente de la luz, no teníamos otra opción. Todos teníamos que convertirnos al Islam».
Yusuf Rimba asegura que no tuvieron otra alternativa que convertirse al Islam.
Los forasteros son la «gente de la luz», porque viven en áreas abiertas y a menudo están bajo el sol, a diferencia de la gente de la jungla.
La población musulmana mayoritaria circundante llama a los Orang Rimba «Kubu».
«Significa que están muy sucios, son basura, que ni siquiera se puede n mirar porque son muy desagradables «, explica el antropólogo Butet Manurung, que ha vivido con los Orang Rimba durante muchos años.
«También significa primitivo, estúpido, mal olor. Básicamente prehumanos. La gente dice que su evolución no es completa».
Se cree que hay unos 3.000 Orang Rimba viviendo en el centro de Sumatra.
Los bosques habitados por los Orang Rimba han sido destruido por sembrar palma aceitera.
«Si viniste antes, habrías visto nuestro bosque. Era prístino, con árboles enormes», dice Yusuf.
Ahora parece que hay un sinfín de fantasmagóricos palos blancos quemados en una misma dirección y palmas aceiteras en hileras ordenadas en la otra.
La ausencia de sonidos naturales es espeluznante.
«Todo se acabó. Sucedió solo en los últimos años. Las plantaciones de palma entraron y luego el bosque comenzó a arder», agrega Yusuf, refiriéndose a los devastadores incendios del 2015, que quemaron más de 21.000 kilómetros cuadrados de bosques.
Cada año, los propios terratenientes inician los incendios para quemar la maleza, pero tienen efectos devastadores. Los de hace dos años fueron catastróficos debido a una temporada seca más larga.
Muchos terratenientes incendian los bosques para luego plantar palmas aceiteras.
Medio millón de personas se vieron afectadas por la neblina tóxica del fuego y docenas murieron por problemas respiratorios.
«Estaba aterrorizado. Teníamos mucho miedo a las llamas y al humo a nuestro alrededor», comenta Yusuf.
Su tribu corrió al pueblo más cercano para escapar y aquí fue donde comenzó el proceso de conversión.
Población en peligro de extinción
«Después de un tiempo, queríamos enviar a nuestros hijos a la escuela, pero la maestra quería ver sus certificados de nacimiento, y para eso debe tener una religión estatal que el gobierno reconozca. Así que tuvimos una reunión tribal, y discutimos qué religión elegiríamos, y decidimos elegir el Islam», explica Yusuf.
Indonesia, el país musulmán más grande del mundo, reconoce oficialmente seis religiones: el islam, el protestantismo, el catolicismo, el hinduismo, el budismo y el confucianismo.
Los niños Orang Rimba tuvieropn que adoptar una de las religiones aprobadas por el Estado para poderse inscribir en las escuelas.
Los organismos de derechos indígenas están luchando para obtener el reconocimiento de los cientos de otras religiones practicadas en toda Indonesia.
El Tribunal Constitucional del país dictaminó recientemente a su favor y consideró que era contrario a la Constitución obligar a las personas a declarar una religión.
Rukka Sombolinggi, directora de la Alianza de Pueblos Indígenas del Archipiélago, ha sido una figura clave en esta lucha.
«Hemos estado presentes antes de que llegaran las nuevas religiones, pero ahora es como si nos gobernaran y quisieran eliminarnos de este país. Tenemos que luchar», dice.
Asegura que los Orang Rimba son una de las tribus indígenas más amenazadas en Indonesia.
Los Orang Rimba fueron tradicionalmente tribus nómadas que se cambiaban de un lugar a otro en los bosques.
«Llegaron al punto de total desesperanza y tuvieron que abrazar una de las religiones oficiales que probablemente les ayudaría a salir de esta situación tan crítica. Es una cuestión de supervivencia».