El genio serbocroata no estaba de acuerdo con los supuestos básicos de la teoría cuántica, y por ello desarrolló una teoría del cosmos basada en el éter, acercándose notablemente a la visión china de la naturaleza.
A diferencia de la ciencia europea, la filosofía natural china se basa en principios asociativos más que analíticos. En el corazón de la visión china de la naturaleza se encuentra la teoría del yin-yang.
Comenzando con la noción de Tao (la madre del yin y el yang), los chinos concluyeron que el universo es una manifestación de fuerzas opuestas y complementarias. La interacción entre el yin y el yang fue el comienzo de la Creación y condujo al desarrollo de la vida en la Tierra.
Los chinos dijeron: «Cuando el yin y el yang, inicialmente unidos, se separaron para siempre, las montañas derramaron agua». El agua es predominantemente yin, las montañas en su mayoría yang.
Una vez que los chinos llegaron a la conclusión de que la naturaleza opera sobre un principio binario, clasificaron todos los fenómenos y procesos imaginables como una interacción del yin y el yang.
La clasificación incluía fenómenos y procesos tanto ponderables como imponderables: cielo (el cosmos) y tierra, día y noche, positivo y negativo, avance y retroceso, masculino y femenino, crecimiento y decadencia, algo y nada, fuerte y débil, movimiento y reposo, espacio y tiempo, etc.
Qi
Los chinos tienen una palabra especial para describir la tensión entre los opuestos yin-yang: qi (o chi). Dondequiera que haya opuestos, hay qi. La tensión de empujar y tirar entre dos imanes es una manifestación del qi, pero también lo son la tensión en un partido de tenis muy disputado y la tensión sexual entre hombres y mujeres.
Los chinos dijeron: «El Qi reside en tensión». Y la palabra está asociada con el magnetismo. De hecho, la palabra china moderna para electricidad incluye el carácter de qi.