MONDMILCH. El río de las hadas

Antiguas leyendas vascas hablan de las bellas lamiak, pequeñas hadas con extremidades de pájaro y cuerpo de pez que se bañan en ríos y arroyos lechosos; probablemente aquellos referidos por el escritor Jon Mirande (1925-1972) en sus versos: “En las aguas de antaño cayó un cuarto de Luna…” La existencia de un torrente subterráneo, único y secreto, en las entrañas del macizo kárstico guipuzcoano de Ernio, ha hecho del mito una realidad. 
 

El río de leche de luna líquida se aparta notablemente de todas las descripciones de mondmilch conocidas a nivel mundial

Las oquedades montañosas de la sima de Alzola, en la localidad minera de Aia (cuevas de Euskal Herria) están bañadas por un río de leche de luna único en el planeta Tierra. Fue descubierto a finales de 2002 por espeleólogos vascos de la Sociedad de Ciencias de AranzadiUn líquido blanco y brillante fluía a lo largo de unos 300 metros de galerías subterráneas.

Capitaneados por el biólogo y espeleólogo Carlos Galán, se adentraron en galerías que sorprendieron con estalactitas que se salían de lo común, tenían coloraciones y texturas inusuales: algunas eran rojizas, otras eran blandas como geles. Aquello les causó estupor, en las cuevas calizas las formaciones suelen ser blancas o amarillentas.

El espeleólogo Carlos Galán recoge muestras del líquido que tiene la misma consistencia que el agua. © Rafa Subiría (S.C.Aranzadi)

La extraña arquitectura de los espeleotemas solo era el previo de una sorpresa aún mayor: “Accedimos a una corredor semihundido por un líquido blanco que parecía yogur, ¡leche espesa! Al principio no sabíamos qué hacer, pensamos que igual podía tratarse de alguna sustancia ácida y actuamos con sumo cuidado. Pronto reparamos que era una materia inerte y nos invadió una sensación de alegría al entender que habíamos encontrado algo nuevo”, recordaba Galán.

Se trataba de mondmilch, nombre científico que recibe esta sustancia, hasta ahora únicamente conocida en estado sólido, que aparece revistiendo techos y paredes en simas de todo el mundo. Además de calcio, azufre, sílice, carbono y yeso, este líquido tiene un compuesto de hidróxido de aluminio conocido como gibsita, uno de los componentes principales de la roca bauxita. Probablemente la gibsita, que normalmente aparece en forma sólida, sea la responsable del inusitado estado líquido del mondmilch, pues su tamaño es doscientas veces menor de lo habitual, lo que permite que la nacarada leche de luna fluya a placer. “Tiene cristales de tamaño extraordinariamente minúsculo, tan solo identificados por microscopios electrónicos de barrido”.

La sima de Alzola es una red de galerías a 90 metros de profundidad. Es posible que en el entorno de 12 Km2 de la serranía se encuentren otros torrentes cavernosos de semejantes características que ayuden a dilucidar el enigma de las aguas donde se bañan las hadas. De momento, para preservar la conservación de este río excepcional, la Sociedad de Ciencias de Aranzadi guarda con celo su ubicación, la apertura de la gruta al público podría llevar al deterioro del torrente en tan solo tres años.

Farmacopea antigua

Etimológicamente, el término mondmilch nos remonta al siglo XVI. Procede de una cavidad kárstica del monte Pilatos situada al sur de Suiza que se conoce con el nombre de Höhle Mondmilchloch (Caverna de Leche de Luna), porque en su interior había unos depósitos blancos, muy apreciados por sus supuestas virtudes terapéuticas. Al parecer, la farmacopea antigua utilizó la sustancia para elaborar ungüentos balsámicos para úlceras cutáneas, en preparados antidiarreicos y como remedio contra la fiebre. “Desconocemos si es leche potable o veneno puro”, dicen los expertos. Galán afirma no haberlo probado pero no descarta que el líquido fuera beneficioso para la salud o que sus propiedades químicas y minerales abrieran nuevas vías terapéuticas.

http://eloctavosabio.com/mondmilch/

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